Lali.
Euge estaba frente a su armario
con varios conjuntos colocados sobre nuestras camas cuando entré en la habitación. Pasé el resto del día
revisando mis clases, reuniéndome con profesores,
y encontrando una cafetería lo
suficientemente cerca como para pasar por las mañanas en mi camino a cada clase.
—¿Los
armarios vomitan? —pregunté mientras cerraba la puerta y esquivaba el lío que
tenía delante.
—Tal vez
—se mordió el labio inferior con nerviosismo—. No tengo nada que ponerme. Nada.
Sabía a ciencia cierta que tenía
suficiente ropa para vestir a un pequeño país. Lo que ella quería decir era que
no tenía nada que ponerse en una cita. Debía ser alguien que realmente le
gustaba, porque no la había visto volverse loca eligiendo ropa en años.
—¿Quién es el afortunado? —pregunté, levantado una
falda azul que me pertenecía y su blusa azul para
poder sentarme en mi cama.
—Tacho.
El chico del club —Euge aplaudió—. ¡Y no creerás esto! Está la misma fraternidad
que Gas. Quieren que nosotras vayamos a cenar esta noche y a ver una película.
Oh, no. Eso no funcionaría.
—Umm,
bueno, veamos, he aquí la cuestión. Gastón tiene una novia o está obviamente en
una relación. Lo vi anoche en el club. Sabes que no hago dramas y esto es un drama serio. Tendrás que decirle «no
gracias» a Gas por mí.
La cara
de Euge cayó y dejó caer la chaqueta roja que
había estado sosteniendo en el espejo.
—Lali,
por favor. Esto es importante para mí. Tacho es, él es como, yo no he sentido esto por nadie,
desde, pues desde…
—Vi lágrimas en sus ojos
mientras me miraba tristemente.
—¿Desde Nico? —pregunté. Ella suspiró y asintió.
—No es
tan fuerte como lo que sentía por Nico, pero acabo de conocerlo. Hace que mi
corazón se acelere y me hormiguea todo cuando
me toca. Él no es Nico. Nadie lo será. Pero cuando estoy con él mi corazón no duele.
Bueno,
mierda. Finalmente encuentra a un chico con quien seguir adelante y es un amigo
de mi ex. Jodidamente perfecto.
—Estoy
segura de que Tacho querrá salir contigo aunque yo no salga con Gas —le aseguré.
Euge se
acercó y empujó la ropa que estaba a mí lado fuera de su camino y se sentó.
—Estoy
segura de que sí. Pero no lo conozco muy bien. Nos acabamos de conocer. Tomamos
un café hoy y terminamos hablando durante horas. Me besó. Fue… guau. Sólo
quiero tenerte junto a mí en nuestra primera cita oficial. Me sentiré mejor
sabiendo que no estoy sola.
Doble mierda.
—¿Qué pasa con la novia de Gas? —Por favor, dime que es una psicópata y puede venir tras mi cabeza si me voy a alguna parte con él. Esta sería mi única salida.
—Tacho me dijo que Gas y Victoria
no son pareja. Ella está en la hermandad que se junta con su fraternidad. Ha
estado tras él durante más de un año. Gas tolera su aferramiento, pero hasta
que te vio entrar en el club no había tenido un problema con esto. Ahora está
poniendo un alto a las cosas con Victoria. Tacho dijo que tú eres de todo lo
que habla desde que te vio. Vamos, será divertido. Te necesito allí.
Ese era
un problema. Miré los suplicantes ojos de Euge, y supe que no sería capaz de
decir que no.
—¿A qué hora estarán aquí? —pregunté y ella saltó y
chilló.
—A las
siete —respondió. Eran sólo las tres. ¿Por qué se preparaba tan temprano?
—Tenemos cuatro horas. ¿Por qué el
pánico de la ropa?
Euge rodó los ojos.
—Porque me tomará cuatro
horas hacer todo lo que tengo que hacer
para estar presentable.
Recogí
la ropa que había dejado en mi cama y la llevé a la suya y la dejé caer.
—Quita
tu ropa. Tomaré una siesta. Si haré esto, entonces definitivamente necesito
dormir un poco. Estoy agotada.
—Bien. Buscaré algo para que te pongas. Pero prométeme que te levantarás
con tiempo de sobra para ducharte y depilarte las piernas. Voy a elegirte una mini. A Gas siempre le han gustado tus piernas.
Ugh.
Peter.
Una
adolescente no le prestó atención a una señal de alto. Todo era muy familiar.
La diferencia era que yo no estuve
acechando esta alma. Ella no me había intrigado. El
aplastado auto estaba envuelto alrededor de un poste de electricidad. Sus
padres se encontraban a un lado, llorando mientras la desesperada esperanza en
sus ojos se mantenía enfocada en el auto. Querían que existiera alguna
posibilidad de que su hija estuviera con vida. Que cuando la grúa tirara del
coche, la encontraran dentro, con vida.
Yo sabía que no lo estaba. Su alma comenzaba a desprenderse, ya sintiendo mi presencia.
Metí la mano en los escombros y atraje el alma. Ella vino de buena gana.
La mirada confusa en su rostro cuando se miró a sí misma y luego hacia sus
padres era la que veía todos los días. No entendía todavía que ya no estaba en
el cuerpo.
—Vamos,
chica, tiempo de irnos. Tendrás otra vida antes de que te des cuenta. Di adiós
a esta —le informó Rochi mientras la tomaba de la mano y se fueron.
No me
quedé a esperar a que sus padres averiguaran que sus peores temores eran ciertos. Tuve suficiente de esto durante
un día. Sólo quería ir a ver a Lali, pero aún tenía miles de
almas que recoger.
Caminé hacia la camioneta que se había volcado en un intento
de no chocar con el coche de
la chica. Me detuve donde los paramédicos le estaba realizando la RCP al conductor. Mientras los paramédicos
trabajaban para salvarlo, su alma se liberó ya de su cuerpo y miraba a su
cáscara vacía. Rochi apareció a mi lado y sin mediar palabra lo tomó de la
mano, diciéndole que volvería a empezar de nuevo y, tal vez, en su próxima
vida podría evitar una panza cervecera.
Lali.
—Esto es
injusto. Completamente injusto —Euge frunció el ceño en el espejo frente a
nosotras—. He pasado horas preparándome. Tú
pasaste menos de media hora y aun así te ves mejor.
Euge
estaba preciosa. Había labrado todos sus rizos salvajes perfectamente alrededor
de su cara. El top rojo combinado con una falda lápiz plateada que llegaba a
sus rodillas resaltaba todas las curvas que tenía. Tacho no tenía ninguna
posibilidad.
—En serio, estás confundida. Te ves sexy. Acéptalo y vámonos —le contesté antes de que pudiera
cambiar su ropa de nuevo.
—¿Estás segura?¿No estás mintiéndome? —Seguía de pie frente al espejo,
jugando con la blusa y el cabello.
—Digo la
verdad. Vamos. Probablemente ya están esperándonos. —Y ya quería terminar con
esto.
—Tal vez
debería haberme puesto las botas. Tú te ves mortal con esas botas de cuero —respondió Euge sin moverse.
Eché un
vistazo a las botas hasta las rodillas que me
puse con la mini falda azul de jean que Euge me
obligó a usar.
—Puedes llevar las botas si quieres. No me importa. Yo buscaré
otra cosa que ponerme.
Euge frunció el ceño.
—No.
Esas botas no combinan con lo que llevo puesto. Además, acabarías poniéndote
tus Converse o algo ridículo como eso. Es un milagro que pudiera obligarte a
usarlas. No estropearé mi suerte ahora.
Sonreí
porque tenía razón. Si me quitaba las botas me pondría mis Converse.
—Entonces, vamos —Le contesté, y abrí la puerta.
—Está
bien. Bien. Vale. Puedes hacer esto —Se recordó a sí misma en el espejo, luego
se volvió y se dirigió a mi camino. Quizás podría sacarla de aquí antes de la medianoche.
—De acuerdo, Euge. Es sólo un
chico y esto es sólo una cita —Le aseguré mientras la
empujaba hacia la puerta y al pasillo.
Ella asintió con la cabeza.
—Tienes razón. Es sólo un chico. Es sólo una cita.
Hicimos
nuestro camino hacia la gran sala donde habían dicho que se reunirían con
nosotros. Podía oír risas femeninas y voces profundas mientras nos acercábamos.
—Los escucho —susurró Euge.
—Sip.
Suena como que están entreteniendo a algunas de nuestras vecinas —contesté.
Quizá Gastón vería a alguien que le gustara y me dejaría en paz. Entonces, ella
podría lidiar con la loca de Victoria.
Entramos
en la sala para ver a Gastón hablando y riendo con una chica a la cual yo no había conocido aún, pero que vi el día anterior,
cuando nos mudamos. Las chicas
siempre coqueteaban con Gastón. Tenía ese tipo de personalidad amigable. Los
ojos de Tacho se enfocaron sobre Euge instantáneamente. La sonrisa en su rostro
mientras la miraba hizo que todo esto valiera la pena. Me gustaba este chico.
Tacho le dio un codazo a Gastón mientras nos acercábamos y dejó de hablar
con la pelirroja y se volvió para mirarnos. Sus ojos pasaron sobre mí
lentamente. La chica con la que había estado hablando extendió la mano y le
apretó el brazo y le dijo algo sobre verlo mañana por la noche. Casi me reí. Él
planeaba una cita con otra chica mientras me esperaba. Esto no tiene precio. Si
no estuviera yendo a esta cita por Euge, usaría eso como mi excusa y me echaría atrás.
Sin embargo, no podía hacerle
eso a ella. No cuando Tacho tenía la mirada de adoración reverente en
sus ojos mientras la miraba fijamente. Sí, tendría que lidiar con Gastón Romeo
toda la noche. Quizá Euge y la pelirroja podrían conocerse y ellas podrían ir
juntas a la cita doble la próxima vez.
—Lali,
guau. Te ves increíble —dijo Gastón mientras daba un paso hacia mí, dejando
atrás a su nueva amiga.
—Por
favor no dejes que te interrumpa —contesté, volviendo la atención a la chica
que dejó esperando su respuesta.
Él estaba nervioso. Le sonreí tranquilizadoramente.
—En serio, Gas. Me da lo mismo. Termina tu conversación.
No tengo prisa.
Gastón me observó un momento y pude ver indecisión
en su rostro. Ya no era la enamorada
adolescente que él dejó atrás. Ese barco había
zarpado. Negó con la cabeza y cerró la distancia entre nosotros y puso su mano en mi espalda baja.
—Estoy listo para irnos. Sólo era amigable.
El ceño fruncido en el rostro de
la joven decía lo contrario. Moví su
mano de mi espalda y di un paso atrás.
—Si la estabas invitando a
salir, por favor, ve a terminar lo que empezaste. No seas grosero. —Susurré.
Él dejó escapar un suspiro.
—Joder.
Lo observé
mientras se pasaba
la mano por el pelo en señal
de frustración. Lo conocía muy bien. Podía leer su lenguaje corporal.
—No se suponía
que escucharas eso. Maldita sea. He jodido esto. Invitarla a salir esperándote era una falta de respeto. Lo siento.
Me encogí de hombros.
—Sólo
estoy en esta cita porque Euge me lo rogó. Sabes que no puedo decirle que no.
Así que no te preocupes. Te diría que puedes llevar a la pelirroja en mi lugar,
pero Euge me necesita esta noche. Por lo tanto, estás atrapado conmigo.
Los ojos de Gastón se agrandaron.
—Espera. No. Yo no quiero estar en una cita con alguien más. Quiero estar contigo. Te he echado de menos.
Eso de ahí atrás era sólo yo siendo un idiota. Estoy acostumbrado a invitar a
las chicas a salir cuando una me parece entretenida. Pero es un hábito. La
rechazaría a ella y a cualquiera si tuviera la oportunidad de salir contigo en su lugar.
Bueno,
eso era dulce, pero lamentable. Porque, hábito o no, yo no era
lo suficientemente estúpida como para creerle.
—Ese
hábito tuyo no es saludable y es mezquino. Ve a terminar lo que empezaste. Voy
a esperarte con Euge y Tacho —Contesté y caminé hacia la puerta, donde Euge y Tacho
habían ido para darnos algo de privacidad. No es que la necesitáramos.
—Lamento
el retraso. Una vez que él termine de planear su cita de mañana, nos iremos.
Tacho cerró los ojos y negó con la cabeza.
—Estúpido
—murmuró. Cuando los abrió de nuevo, me miró disculpándose—. Lo lamento. Él es
un mujeriego. Pero supongo que ya sabes
eso.
En
realidad, no lo sabía. En el instituto no coqueteó con nadie más que conmigo.
—El Gastón que yo conozco nunca
habría hecho eso. Esto me molesta. Me gustaría que le dieras un plantón y
regresarás al dormitorio. Puedes llamar a Peter Lanzani, ya que está caliente
tras tu cuerpo y sorprenderlo con tu culo sexy. —Euge se había vuelto loca. Gastón
se molestaría.
—¿Conoces
a Peter Lanzani? —Preguntó Tacho—. ¿Cómo el cantante de Cold Soul? —Pude oír la incredulidad en su voz.
—Sí que
lo conoce. Lo vi llevar sus libros a clase hoy —dijo Euge con aire de
suficiencia. No me había dado cuenta de que ella lo vio todo.
—Está
bien, estoy listo. Una vez más, lamento todo esto —dijo Gas mientras se
acercaba a nosotros.
—Eres un idiota —dijo Tacho—. Un estúpido idiota.
Gas dejó escapar un suspiro de frustración.
—Sí, lo sé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenten, todas sus opiniones cuentan:3