lunes, 1 de julio de 2019

Existence #2: Capítulo 23

Los convenciste de que me dejen ir —La voz de Nico entró en mi cabeza y me di la vuelta para verlo de pie en mi puerta.



—Sí, es lo menos que puedo hacer.

—Pero, ¿qué hay de ti? ¿qué les prometiste para que estuvieran de acuerdo con esto?

—Nada que no tendría que hacer de todos modos. Estoy atrapada aquí con Pablo. Sólo le prometí que no sería una malcriada eterna, si me concedían este deseo.

Nico sonrió.

—Tú si sabes cómo ser una malcriada.

—Mira quién habla "El Sr. Las niñas no están permitidas."

La sonrisa de Nico creció. 

No te vas a olvidar de eso nunca, ¿verdad?

—Nop y tengo una eternidad para pensar en ello.

Su sonrisa divertida se desvaneció. No tenía la intención de recordarnos a ambos lo que me esperaba.

Ojalá pudiera llevarte conmigo —Su voz se redujo a un susurro.

—Yo también. Pero esto es… Es mi destino. No es el tuyo y estoy muy agradecida de que vayas a ser puesto en libertad.

—¿Tú crees que Muer...te, Peter va a venir?

Dudaba que Ghede le permitiera acercarse a mí si lo hiciera. Además, ¿qué bien le haría? No podía permitirle a La Muerte que me llevara. Ghede tomaría la vida de otra persona que amaba y estaría de vuelta en esta misma situación.

—No importa si lo hace. Tengo que pagar esta indemnización. 

Nico negó con frustración la cabeza. 

—Esto es tan malo.

No podría estar más de acuerdo, pero llegué a un acuerdo con esto.

Forcé una sonrisa. 

—¿Harías algo por mí?

Por supuesto —respondió rápidamente.

—¿Le dirías a Peter que siempre lo amaré? Que siento no poder  salir de aquí. Estoy protegiendo a los que amo. Pero pensaré en él todos los días y voy a tararear su canción para mi misma todas las noches, cuando me vaya a dormir.

Nico asintió con la cabeza, luego hizo una mueca. 

Eso es un poco demasiado cursi para mi gusto, pero sí, creo que puedo transmitirle eso.

Rodé los ojos él se rió entre dientes. Era casi como si estuviéramos sentados uno frente al otro en la cafetería de nuevo.

—Él va regresar y ya sabes lo que siento por él.

—Te amo, Nico. Voy a echarte de menos —grité cuando él abrió la puerta.

Se detuvo y me miró. 

Yo también te amo, Lali. Te echaré  de menos también. En cada vida.



Peter.

—Sabes Peter, cuando me dijiste que haríamos explotar el infierno, pensé que hablabas en serio. Sin embargo, un grupo de transportadores y tú no son suficientes para acabar con una pandilla de espíritus vudú.

Yo tenía un plan, pero por una vez, Rochi no necesita saberlo todo. Ella hizo lo que le pedí y eso era suficiente.

—Tengo lo que necesito —Le respondí simplemente.

—Espero que tú sepas algo que yo no sé, porque no sólo estamos a punto de enfrentarnos a un montón de espíritus del vudú, sino que también vamos a hacerlo en su propio terreno. Aquí mismo, en su Meca. ¿Alguna vez has escuchado el dicho, "la ventaja de jugar en casa"? Bueno, esta es la descripción.

—Lo capto, Rochi.

Con un suspiro de cansancio, caminó a mi lado con los cientos de transportadores en nuestra estela. Parecíamos como el diablo con groupies de las huestes celestiales, pero no me importaba.

Mi plan era fuerte. Esto funcionaría o iría contra Vilokan  y destruiría a todo espíritu que se cruzara en mi camino. Pidieron mi ira, pues bien, ahora la tenían.



Lali.

La puerta se abrió después de un golpe rápido. 

—Es hora —Anunció Pablo sonriendo brillantemente.

Tenía muchas ganas de abofetear la sonrisa de su cara,  pero  en lugar de eso me ajusté el camisón negro que era obligada a usar y di las gracias a mi buena estrella que fuera largo. 

—Vamos a hacer esto —Le contesté y me dirigí hacia la puerta. Ofreció su brazo y me negué con la cabeza—. No, esto no ha terminado todavía. Dejas a Nico seguro en manos de un transportador y fuera de este lugar, entonces cumpliré con  mi parte del trato.

Pablo pareció pensar en eso un momento y luego asintió con la  cabeza. Por lo menos, era razonable.

—Tú marca el camino —Le dije en el pasillo. No tenía idea de a dónde íbamos.

—Sabes que Peter probablemente estará aquí, Lali.

Sí, ya me había preparado para eso. El impulso de correr a  sus brazos protectores iba a ser fuerte, pero tenía que mantener mi cabeza clara. Vidas, dependían de mí. Las vidas de las personas que amo.

—Me imagino que estará —Le contesté con frialdad.

—Entiendes las consecuencias si te vas con él.

—Sí, Pablo, sé que vas a matar a todos los que  amo  y  tomar  sus almas para que vivan aquí, en la fornicación, por toda la eternidad. Entendido.

Pablo se detuvo y se volvió para mirarme. 

—Lali, esto no es sobre mí. Ya te he dicho esto, es mi padre. Es la forma en que opera. No lo puedo controlar. No tienes ni idea de cuánto lo tuve que engatusar para que devolviera el alma de Nico. Y para ser honesto, la única razón por la que yo creo que accedió es porque cree que así te negarás a irte con Peter y que él va a ser quien te controle.

Sentí un malestar en el estómago. Realmente odiaba a su padre.

—Ahora, por favor, entiende, ningún dolor que hayas sufrido es porque yo lo quisiera. Nunca quise hacerte daño. Yo siempre pensé que  me querías. Que tu alma me quería. Diablos, cuando llego a cualquier  lugar cerca de ti, tus ojos se ven como si hubieran sido atrapados en el fuego. Se suponía que me quisieras. Pero no lo haces. En lugar de eso lo quieres a él. Y no puedes tenerlo, Lali. Nunca estuvo destinado a suceder.

Abrí la boca para gritarle lo injusto que era todo esto, pero rápidamente la cerré de nuevo. Tenía que dejar de estar enojada con él. Esta era mi vida ahora. En algún punto tenía que aceptarlo. Hoy sería un buen día.

—Está bien.

Pablo arqueó una ceja. 

—¿Está bien?

—Ya me has oído, Pablo. Ya dije que sí. Ahora vamos.

Parecía un poco desconcertado, pero luego asintió con la cabeza y continuó liderando el camino. Pasamos de un salón de máscaras a otro, hasta que dos grandes puertas se abrieron más adelante y pude ver la familiar imagen de la calle Bourbon.

Caminamos a través de habitantes que conocía por la cena de anoche, y me estremecí mientras sonreían sádicamente hacía mí. Estoy atrapada con estos psicópatas.

—Ya basta —Siseó Pablo cuando uno de los hombres lanzaba miradas lascivas a mi pecho.

Él me acerco contra él y fui con mucho gusto.

—Entonces, esto es algo para ver, ¿no  es  así?  —dijo  Ghede mientras caminaba en el gran vestíbulo. Vestía una vez más un sombrero de copa, gafas de sol negras, y un esmoquin con cola.

—No la pongas incómoda, Padre —Declaró Pablo.

—¿Quién? ¿Yo? —preguntó en un tono divertido. Lo observé mientras levantaba la mano y se colocaba dos cigarrillos en  la  boca  y luego dirigió su atención a las actividades realizadas afuera. Ya lo había visto una vez y no quería volver a verlo.

Nico entró en la sala flanqueado a ambos lados por mujeres prácticamente desnudas. Lo que no fue una sorpresa,  comenzaba  a pensar que todas las mujeres aquí, menos yo, les gustaba usar tan poco como fuera posible.

Una de las mujeres pasaba una larga uña roja por la mitad de la camisa de Nico y luego continuó hacia abajo, por encima de su cremallera. Él no se inmutó, pero pude ver la tensión en su cara.

—Por favor, has que se detengan —Le susurré a Pablo, quien  siguió  mi mirada.

Él negó con la cabeza y se inclinó a mí.  

—Si  hago  una  escena, luego Padre hará que esto sea mucho peor. Si no quieres ver a una de esas dos montarse a Nico aquí, no digas ni una palabra. Nico lo sabe. Es por eso que está tan tranquilo.

La ingestión de la bilis ardió en mi garganta y tuve que apartar mis ojos de ellos y rezar para que el transportador no llegara tarde.

Las calles afuera de repente quedaron vacías y tranquilas.

—¡Ah, La Muerte se acerca! Los caídos han corrido a ocultarse — Ghede arrastró las palabras y sacó los dos cigarrillos de su boca para exhalar pequeños anillos de humo antes de llevárselos a la boca de nuevo.

—¿Qué quiere decir? —Le dije a Pablo.

—Peter está cerca. Las almas de las personas en  las  calles  lo sienten y salieron corriendo. A diferencia de ti, la mayoría de los seres humanos no se aferran a La Muerte cuando está en su forma verdadera. Claro, les gusta el cantante Peter Lanzani, pero cuando está realmente en   la forma de La Muerte, ellos se ocultan.

Vi como las oscuras calles se hicieron más brillantes. Susurros y risas a mis espaldas me hacían querer correr fuera para evitar todo esto, pero Nico se agitó a mi izquierda y recordé por qué hacía esto. Él me dio una sonrisa triste y luego Ghede le hizo señas de adelantarse.

Peter, junto con más transportadores de los que jamás había visto, llenó la calle frente a las puertas. Rochi se encontraba directamente junto a él. Su expresión feroz escrutó la multitud en el interior y de inmediato me encontró. Negué con la cabeza en su dirección, haciéndole saber que no podía ir hacía a ellos. Si trajeron a todos estos transportadores para llevarme, estaban sin suerte, porque yo no me iría. No podía.

—Bien, bien, bien, Peter y sus amigos. ¿A qué le debemos este honor? —preguntó Ghede en voz alta, divertida.

—Sabes por qué estoy aquí, Ghede —respondió Peter, trabando su expresión en mí. La fría determinación en sus ojos se transformó en furia cuando su mirada se posó en mi vestido.

—Tsk tsk tsk, no sé qué quieres decir. Tú dijiste que la dejara elegir —anunció Ghede brillantemente, agitando la mano en mi dirección—. Ella lo hizo.

Rochi dio un paso hacia mí y el brazo de Peter salió disparado y lo retuvo. Él entendió.

—No. Tú la obligaste a elegir. Eso no era parte del acuerdo — respondió Peter. El veneno en su voz me hizo temblar. Nunca lo escuché sonar tan siniestro.

—Aquí está el alma que viniste a buscar —Ghede empujó a Nico hacia Peter y con mucho gusto Nico fue. Un transportador dio un paso hacia adelante, y al instante ella y el alma de Nico se marcharon.

—Ahora, ¿es todo lo que querías? ¿O le quieres preguntar a ella tú mismo? —Ghede se dio la vuelta y me hizo señas hacia adelante—. Ven aquí, Lali —Me convenció.

Pablo me apretó el brazo y me empujó suavemente hacia su padre. Traté de recordarme a mí misma que si actuaba de manera  asustada, Peter me llevaría, y terminaría con esto.

Después, perdería a alguien más. Tenía que mantener la calma.

—Pregúntale, Peter —Incitó Ghede, quién me empujo delante de él.

Los ojos de Peter perforaron los míos. Trataba de decirme algo, pero no estoy segura de qué. En su lugar, cerré los ojos con fuerza y luché por fuerza y luego los abrí y miré directamente hacia él. 

—Quiero que...

—No te pregunté nada de eso todavía, Lali. Guarda ese pensamiento un momento más —Me interrumpió. Su mirada dura atravesaba a Ghede que estaba detrás de mí.

—Te has metido con la persona equivocada esta vez, Ghede. A ti te gusta el entretenimiento, pero nunca he sido un actor de nadie.

Los transportadores comenzaron a cambiar hacia los laterales, cubriendo las calles mientras hombres grandes con espadas reales colgando de la cintura llenaban la calle de atrás y al lado de Peter.

Jadeos y chillidos y otros sonidos horrorizados vinieron detrás de mí, pero yo me quedé asombrada cuando el ejército alrededor de Peter creció.

—¿Trajiste a los guerreros por una chica? —La voz  de  Ghede  sonaba incrédula.

—Sí —Fue la única respuesta de Peter. Dio un paso hacia adelante y tendió la mano hacia mí. Yo quería agarrarla y correr hacia él, pero negué con la cabeza mientras las lágrimas llenaban mis ojos. 

—No puedo —Me atraganté.

—Confía en mí —respondió. He escuchado tantas veces las mismas palabras de Pablo en las últimas semanas, pero nada de lo que él hizo ha  sido digno de confianza. Peter era diferente. Él era La Muerte. Conocía las razones por las que tenía miedo de ir. Pero su "confía en mí" era  suficiente. Di un paso hacia adelante y puse mi mano en la suya. Él me acercó contra su lado.

—Mala elección, pequeña —Siseó Ghede desde el otro lado de la puerta.

—No, Ghede. Tú eres el único que hizo una mala elección. No tomes lo que es mío.

Peter inclinó la cabeza y me besó en la sien. 

—Te amo y yo me encargaré. Nadie más va a morir. Confía en mí. Ahora, quiero que vayas con Rochi y salgas del camino —Me susurró al oído.

Asentí, pero rápidamente eche los brazos alrededor de su cuello y lo apreté con fuerza antes de que la mano de Rochi se envolviera alrededor de mi brazo.

—Vámonos. Habrá mucho tiempo para eso después —dijo Rochi, tirando de mi para que fuera con ella. Solté a Peter y me apresuré a continuar con ella antes de que me arrancara el brazo.

—Tomaste un alma que era demasiado joven para defenderse. Un alma que pertenecía al Creador. Has cambiado el destino y luego decidiste jugar con un mundo que no es tuyo. Saliste de tu reino y te llevaste otra alma que no estaba bajo tu gobierno. Ahora te doy una  alternativa,  Ghede. Cerramos este portal, así como los que se encuentran en África y Haití, donde los guerreros están de guardia y los sellamos por toda la eternidad. El poder del vudú va a terminar aquí. Justo ahora. Te pasaste  de la raya —La fuerte voz de mando de Peter tenía un auge en las calles.

La sonrisa de burla de Ghede había desaparecido.

—O dejas ir el alma de Lali. Libre de cualquier restitución. Te mantendrás alejado de ella y su familia por toda la eternidad y seguirás siendo como eres. Pero te advierto que si veo a tu hijo, a ti o cualquiera de sus espíritus que se acerque una vez más a Lali voy a terminar esta religión. No habrá segundas oportunidades. Es tu elección.

Ghede se dio la vuelta y encontró la mirada con Pablo, la cual estaba fija en la mía. Su padre lo dejaba elegir. Sentí un pequeño toque de simpatía por el chico que había estado en mi vida por muchos años. Yo sabía que había recuerdos que nunca recordaría, donde Pablo entró en mi vida cuando yo necesitaba a alguien. Estaría agradecida por aquellos momentos. Si sólo hubiera sido el hombre honesto, puro, dulce, que parecía. Pero era un producto del mal. Nada cambiaría eso. Era egoísta y débil. Nunca sería suficiente para mí. Mi corazón nunca podría amarlo. Mi alma nunca podría quererlo.

Entonces él respondió: 

—Deja que se vaya.

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