—Los convenciste de que me dejen ir —La voz de Nico entró en mi cabeza y me di la vuelta para verlo de pie en mi puerta.
—Sí, es lo menos que puedo hacer.
—Pero, ¿qué
hay de ti? ¿qué les prometiste para que estuvieran de acuerdo con esto?
—Nada
que no tendría que hacer de todos modos. Estoy atrapada aquí con Pablo. Sólo le
prometí que no sería una malcriada eterna, si me concedían este deseo.
Nico
sonrió.
—Tú si sabes cómo ser una malcriada.
—Mira quién habla "El Sr. Las niñas no están
permitidas."
La sonrisa de Nico
creció.
—No te vas a olvidar de eso
nunca, ¿verdad?
—Nop y tengo una eternidad para pensar en ello.
Su sonrisa divertida se
desvaneció. No tenía la intención de recordarnos a ambos lo que me esperaba.
—Ojalá pudiera llevarte conmigo —Su voz se redujo a un susurro.
—Yo también. Pero esto es…
Es mi destino. No es el tuyo y estoy muy agradecida de que vayas a ser puesto en libertad.
—¿Tú crees que Muer...te, Peter va a venir?
Dudaba que Ghede le permitiera
acercarse a mí si lo hiciera. Además, ¿qué bien le haría? No podía permitirle a
La Muerte que me llevara. Ghede tomaría la vida de otra persona que amaba y
estaría de vuelta en esta misma situación.
—No importa si lo hace. Tengo que pagar
esta indemnización.
Nico negó con frustración la cabeza.
—Esto es tan malo.
No podría estar más de acuerdo, pero llegué a un
acuerdo con esto.
Forcé una sonrisa.
—¿Harías algo
por mí?
—Por supuesto —respondió rápidamente.
—¿Le dirías a Peter que
siempre lo amaré? Que siento no poder salir
de aquí. Estoy protegiendo a los que amo. Pero pensaré en él todos los días y voy a tararear su canción para mi misma todas
las noches, cuando me vaya a dormir.
Nico asintió con la cabeza, luego hizo
una mueca.
—Eso es un poco demasiado
cursi para mi gusto, pero sí, creo que puedo transmitirle eso.
Rodé los ojos y él se rió entre dientes. Era casi como si estuviéramos sentados
uno frente al otro en la cafetería
de nuevo.
—Él va regresar y ya sabes lo que siento por él.
—Te amo, Nico. Voy a echarte
de menos —grité cuando él abrió la puerta.
Se detuvo y me miró.
—Yo también te amo, Lali. Te echaré de menos
también. En cada vida.
Peter.
—Sabes Peter,
cuando me dijiste que haríamos explotar el infierno, pensé que hablabas en
serio. Sin embargo, un grupo de transportadores y tú no son suficientes para
acabar con una pandilla de espíritus vudú.
Yo tenía un plan, pero por una vez, Rochi no
necesita saberlo todo. Ella hizo lo que le pedí y eso era suficiente.
—Tengo lo que necesito —Le respondí simplemente.
—Espero
que tú sepas algo que yo no sé, porque no sólo estamos a punto de enfrentarnos
a un montón de espíritus del vudú, sino que también vamos a hacerlo
en su propio terreno. Aquí mismo, en su Meca. ¿Alguna vez has escuchado el dicho,
"la ventaja de jugar en casa"? Bueno, esta es la descripción.
—Lo capto, Rochi.
Con un
suspiro de cansancio, caminó a mi lado con los cientos de transportadores en
nuestra estela. Parecíamos como el diablo con groupies de
las huestes celestiales, pero no me importaba.
Mi plan
era fuerte. Esto funcionaría o iría contra Vilokan y destruiría a todo espíritu que se cruzara
en mi camino. Pidieron mi ira, pues bien, ahora la tenían.
Lali.
La
puerta se abrió después de un golpe rápido.
—Es hora —Anunció Pablo sonriendo
brillantemente.
Tenía
muchas ganas de abofetear la sonrisa de su cara, pero en
lugar de eso me ajusté el camisón negro
que era obligada a usar y di las gracias a mi buena estrella que fuera largo.
—Vamos a hacer esto —Le contesté y me dirigí hacia la puerta. Ofreció su brazo
y me negué con la cabeza—. No, esto no ha terminado todavía. Dejas a Nico
seguro en manos de un transportador y fuera de este lugar, entonces cumpliré
con mi parte del trato.
Pablo
pareció pensar en eso un momento y luego asintió con la cabeza. Por lo menos, era razonable.
—Tú
marca el camino —Le dije en el pasillo. No tenía idea de a dónde íbamos.
—Sabes que Peter probablemente estará aquí, Lali.
Sí, ya
me había preparado para eso. El impulso de correr a sus brazos protectores iba a ser fuerte, pero
tenía que mantener mi cabeza clara. Vidas, dependían
de mí. Las vidas de las personas
que amo.
—Me imagino que estará —Le contesté con frialdad.
—Entiendes las consecuencias si te vas con él.
—Sí, Pablo,
sé que vas a matar a todos los que
amo y tomar
sus almas para que vivan aquí, en la fornicación, por toda la eternidad.
Entendido.
Pablo se
detuvo y se volvió para mirarme.
—Lali, esto no es sobre mí. Ya te he dicho
esto, es mi padre. Es la forma en que opera. No lo puedo controlar. No tienes
ni idea de cuánto lo tuve que engatusar para que devolviera el alma de Nico. Y
para ser honesto, la única razón por la que yo creo que accedió es porque cree
que así te negarás a irte con Peter y que él va a ser quien te controle.
Sentí un malestar en el estómago. Realmente odiaba
a su padre.
—Ahora, por favor, entiende,
ningún dolor que hayas sufrido es porque yo lo quisiera. Nunca quise hacerte
daño. Yo siempre pensé que me querías. Que tu alma me quería.
Diablos, cuando llego a cualquier lugar
cerca de ti, tus ojos se ven como si hubieran sido atrapados en el fuego. Se
suponía que me quisieras. Pero no lo haces. En lugar de eso lo quieres a él. Y
no puedes tenerlo, Lali. Nunca estuvo destinado a suceder.
Abrí la boca para gritarle lo
injusto que era todo esto, pero rápidamente la cerré de nuevo. Tenía que dejar
de estar enojada con él. Esta era mi vida ahora. En algún punto tenía que
aceptarlo. Hoy sería un buen día.
—Está bien.
Pablo
arqueó una ceja.
—¿Está bien?
—Ya me has oído, Pablo.
Ya dije que sí. Ahora vamos.
Parecía
un poco desconcertado, pero luego asintió con la cabeza y continuó liderando el
camino. Pasamos de un salón de máscaras a otro, hasta que dos grandes puertas
se abrieron más adelante y pude ver la familiar imagen de la calle Bourbon.
Caminamos
a través de habitantes que conocía por la cena de anoche, y me estremecí
mientras sonreían sádicamente hacía mí. Estoy atrapada con estos psicópatas.
—Ya
basta —Siseó Pablo cuando uno de los hombres lanzaba miradas lascivas a mi
pecho.
Él me acerco contra él y fui con mucho gusto.
—Entonces,
esto es algo para ver, ¿no es así?
—dijo Ghede mientras caminaba en
el gran vestíbulo. Vestía una vez más un sombrero de copa, gafas de sol negras, y un esmoquin con cola.
—No la pongas incómoda, Padre —Declaró Pablo.
—¿Quién?
¿Yo? —preguntó en un tono divertido. Lo observé mientras levantaba la mano y se
colocaba dos cigarrillos en la boca y
luego dirigió su atención a las actividades realizadas afuera. Ya lo había
visto una vez y no quería volver a verlo.
Nico
entró en la sala flanqueado a ambos lados por mujeres prácticamente desnudas.
Lo que no fue una sorpresa,
comenzaba a pensar que todas las mujeres aquí, menos
yo, les gustaba usar tan poco como fuera posible.
Una de
las mujeres pasaba una larga uña roja por la mitad de la camisa de Nico y luego
continuó hacia abajo, por encima de su cremallera. Él no se inmutó, pero pude ver la tensión en su cara.
—Por
favor, has que se detengan —Le susurré a Pablo, quien siguió
mi mirada.
Él negó con la cabeza y se inclinó
a mí.
—Si hago
una escena, luego Padre hará que esto
sea mucho peor. Si no quieres ver a una de esas dos montarse a Nico aquí, no
digas ni una palabra. Nico lo sabe. Es por eso que está tan tranquilo.
La ingestión de la bilis ardió en mi
garganta y tuve que apartar mis ojos de ellos y rezar para que el transportador
no llegara tarde.
Las
calles afuera de repente quedaron vacías y tranquilas.
—¡Ah, La Muerte se acerca! Los
caídos han corrido a ocultarse — Ghede arrastró las palabras y sacó los dos
cigarrillos de su boca para exhalar pequeños anillos de humo antes de
llevárselos a la boca de nuevo.
—¿Qué
quiere decir? —Le dije a Pablo.
—Peter está cerca. Las almas de las
personas en las calles
lo sienten y salieron corriendo. A diferencia de ti, la mayoría de los seres humanos no se aferran a La
Muerte cuando está en su forma verdadera. Claro, les gusta el cantante Peter
Lanzani, pero cuando está realmente en
la forma de La Muerte, ellos se ocultan.
Vi como
las oscuras calles se hicieron más brillantes. Susurros y risas a mis espaldas me hacían querer
correr fuera para evitar todo esto, pero Nico se agitó a mi izquierda y recordé
por qué hacía esto. Él me dio una sonrisa triste y luego Ghede le hizo señas de adelantarse.
Peter,
junto con más transportadores de los que jamás había visto, llenó la calle
frente a las puertas. Rochi se encontraba directamente junto a él. Su expresión
feroz escrutó la multitud en el interior y de inmediato me encontró. Negué con
la cabeza en su dirección, haciéndole saber que no podía ir hacía a ellos. Si
trajeron a todos estos transportadores para llevarme, estaban sin suerte,
porque yo no me iría. No podía.
—Bien,
bien, bien, Peter y sus amigos. ¿A qué le debemos este honor? —preguntó Ghede
en voz alta, divertida.
—Sabes
por qué estoy aquí, Ghede —respondió Peter, trabando su expresión en mí. La
fría determinación en sus ojos se transformó en furia cuando su mirada se posó
en mi vestido.
—Tsk tsk tsk, no sé qué quieres decir. Tú dijiste
que la dejara elegir —anunció Ghede
brillantemente, agitando la mano en mi dirección—. Ella lo hizo.
Rochi
dio un paso hacia mí y el brazo de Peter salió disparado y lo retuvo. Él entendió.
—No. Tú
la obligaste a elegir. Eso no era parte del acuerdo — respondió Peter. El
veneno en su voz me hizo temblar. Nunca lo escuché sonar tan siniestro.
—Aquí
está el alma que viniste a buscar —Ghede empujó a Nico hacia Peter y con mucho
gusto Nico fue. Un transportador dio un paso hacia adelante, y al instante ella
y el alma de Nico se marcharon.
—Ahora,
¿es todo lo que querías? ¿O le quieres preguntar a ella tú mismo? —Ghede se dio
la vuelta y me hizo señas hacia adelante—. Ven aquí, Lali —Me convenció.
Pablo me apretó el brazo y me
empujó suavemente hacia su padre. Traté de recordarme a mí misma que si actuaba
de manera asustada, Peter me llevaría, y
terminaría con esto.
Después, perdería a alguien más. Tenía que mantener
la calma.
—Pregúntale, Peter —Incitó Ghede, quién me empujo
delante de él.
Los ojos de Peter perforaron los míos. Trataba de
decirme algo, pero no estoy segura de qué. En su
lugar, cerré los ojos con fuerza y luché por fuerza y luego los abrí y miré
directamente hacia él.
—Quiero que...
—No te pregunté nada de eso todavía, Lali. Guarda ese
pensamiento un momento más —Me interrumpió. Su mirada dura atravesaba a Ghede que estaba detrás de mí.
—Te has
metido con la persona equivocada esta vez, Ghede. A ti te gusta el
entretenimiento, pero nunca he sido un actor de nadie.
Los
transportadores comenzaron a cambiar hacia los laterales, cubriendo las calles
mientras hombres grandes con espadas reales colgando de la cintura llenaban la calle de atrás y al lado de Peter.
Jadeos y
chillidos y otros sonidos horrorizados vinieron detrás de mí, pero yo me quedé
asombrada cuando el ejército alrededor de Peter creció.
—¿Trajiste
a los guerreros por una chica? —La voz
de Ghede sonaba incrédula.
—Sí —Fue
la única respuesta de Peter. Dio un paso hacia adelante y tendió la mano hacia
mí. Yo quería agarrarla y correr hacia él, pero negué con la cabeza mientras
las lágrimas llenaban mis ojos.
—No puedo —Me atraganté.
—Confía
en mí —respondió. He escuchado tantas veces las mismas palabras de Pablo en las
últimas semanas, pero nada de lo que él hizo ha
sido digno de confianza. Peter era diferente. Él era La Muerte. Conocía
las razones por las que tenía miedo de ir. Pero su "confía en mí"
era suficiente. Di un paso hacia
adelante y puse mi mano en la suya. Él me acercó contra su lado.
—Mala
elección, pequeña —Siseó Ghede desde el otro lado de la puerta.
—No,
Ghede. Tú eres el único que hizo una mala elección. No tomes lo que es mío.
Peter
inclinó la cabeza y me besó en la sien.
—Te amo y yo me encargaré. Nadie más va
a morir. Confía en mí. Ahora, quiero que vayas con Rochi y salgas del camino
—Me susurró al oído.
Asentí,
pero rápidamente eche los brazos alrededor de su cuello y lo apreté con fuerza
antes de que la mano de Rochi se envolviera alrededor de mi brazo.
—Vámonos. Habrá mucho tiempo para eso
después —dijo Rochi, tirando de mi para que fuera con ella. Solté a Peter y me
apresuré a continuar con ella antes de que me arrancara el brazo.
—Tomaste un alma que era demasiado
joven para defenderse. Un alma que pertenecía al Creador. Has cambiado el
destino y luego decidiste jugar con un mundo que no es tuyo. Saliste de tu
reino y te llevaste otra alma que no estaba bajo tu gobierno. Ahora te doy una alternativa,
Ghede. Cerramos este portal, así como los que se encuentran en África y
Haití, donde los guerreros están de guardia y los sellamos por toda la eternidad. El poder del vudú va a
terminar aquí. Justo ahora. Te pasaste
de la raya —La fuerte voz de mando de Peter tenía un auge en las calles.
La
sonrisa de burla de Ghede había desaparecido.
—O dejas
ir el alma de Lali. Libre de cualquier restitución. Te mantendrás alejado de
ella y su familia por toda la eternidad y seguirás siendo como eres. Pero te
advierto que si veo a tu hijo, a ti o cualquiera de sus espíritus que se
acerque una vez más a Lali voy a terminar esta religión. No habrá segundas
oportunidades. Es tu elección.
Ghede se
dio la vuelta y encontró la mirada con Pablo, la cual estaba fija en la mía. Su
padre lo dejaba elegir. Sentí un pequeño toque de simpatía por el chico que
había estado en mi vida por muchos años. Yo sabía que había recuerdos que nunca
recordaría, donde Pablo entró en mi vida cuando yo necesitaba a alguien.
Estaría agradecida por aquellos momentos. Si sólo hubiera sido el hombre
honesto, puro, dulce, que parecía. Pero era un producto del mal. Nada cambiaría
eso. Era egoísta y débil. Nunca sería suficiente para mí. Mi corazón nunca
podría amarlo. Mi alma nunca podría quererlo.
Entonces él respondió:
—Deja que se vaya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenten, todas sus opiniones cuentan:3