Lali.
Me las arreglé para despertarme con la
alarma del reloj esta mañana, así que tuve tiempo para pasarme por la cafetería. También
estaría más espabilada en clases. Euge seguía durmiendo cuando me fui. Su
primera clase del día empezaba a las once, por lo que podía dormir hasta tarde.
Desafortunadamente, no fui bendecida con una de esas en mi horario.
Después
de pasar la mañana del sábado con Peter, había ido a la biblioteca y encontrado
los otros libros que necesitaba para mi clase de Literatura. Luego lo llamé
temprano en la noche. Euge salió con Tacho y no regresó hasta las siete de la
mañana del domingo. Me desperté nuevamente demasiado temprano para un fin de
semana. Insistió en que pasáramos el día comprando ropa interior y zapatos nuevos.
Me había enviado mensajes con Peter,
y me llamó una vez, pero no lo había
visto. No es que él no lo intentara. Sencillamente, Euge consumió mi domingo
entero. Entonces, esa noche, cuando salió de nuevo con Tacho, Peter no apareció. Al menos me fui temprano
a la cama.
La fila
en la cafetería no se movía muy rápido. Miré al móvil para ver la hora. Tenía
quince minutos. Desde aquí, tardaría unos cinco, así que me daría tiempo a llegar.
Finalmente,
el chico castaño que estaba delante de mí se movió. Sostenía dos tazas de café
y me sonreía. Le devolví la sonrisa y esperé a
que se fuera para poder acercarme y pedir mi dosis de cafeína matutina.
Pero no se movía. Me tendió una de las tazas de café. ¿Qué hacía? ¿Estaba
compartiendo? Um, no, gracias. Era bastante quisquillosa con mi latte.
—Latte
de caramelo con crema batida. Justo para ti —dijo el feliz desconocido. ¿Cómo
supo lo que pediría? ¿Y por qué me lo pidió? ¿Era un acosador? ¿Debería llamar
a la policía?
—Siguiente,
por favor —dijo el chico que estaba detrás del mostrador con un tono irritado.
Estábamos deteniendo el avance.
—Cógelo.
El chico lo acaba de hacer. No puedo beberme los dos. — La sincera amabilidad
en sus ojos me compró. Tal vez era un adivino afortunado. O tal vez debería
llamar a la policía.
Acepté
la taza de su mano y salí de la fila. La chica que estaba detrás de mí suspiró en voz alta y
murmuró:
—Por fin. Gracias.
Tomé un sorbo y noté que era exactamente como me gustaba. Debería al menos agradecerle y ser educada.
Reconsideraría la orden de alejamiento más tarde.
—Um,
gracias. No estoy segura de cómo supiste lo que quería, pero gracias. Llego tarde a clase, así que esto ayuda.
—¿Puedo
acompañarte? —preguntó mientras se movía conmigo hacia la puerta.
—Uh, sí, supongo. ¿Vas allí? —pregunté mientras se
ponía a mi lado.
Rió suavemente y se me puso la piel de gallina. No
era una buena señal. Paré de beber mi café. Algo estaba fuera de
lugar.
—Sólo
vivo aquí. —Fue su respuesta. Un asesino en serie en cuyas garras podría haber
caído—. Tengo que admitir que hice una educada suposición con tu café y tuve
suerte. Trataba de impresionarte con mi caballerosidad. En cambio, parece que
te he asustado. No quería hacerlo.
Era
observador. Le concedía eso. Asintiendo, seguí sin beber. Toda esta situación
empezaba a molestarme. No tenía un café que pudiese tomarme sin peligro y
llegaría tarde a clase si este tipo no me dejaba en paz.
—Tenía curiosidad. ¿Tienes novio?
—Bueno, era atrevido. Podía mentir y enviarlo a paseo o contestar honestamente
y correr hacia mi edificio.
—Um, no es de tu incumbencia, pero no. —¿Debería
correr ahora?
—Entonces,
¿tú y Juan Pedro, quiero decir, Peter Lanzani no salen juntos? —Espera… ¿qué?
¿Cómo sabía sobre Peter? ¿Era un fan? Tal vez era un acosador suyo.
—Uh, no.
Sólo nos conocemos —respondí acelerando el paso. El chico se detuvo y pensé que
me había librado de él hasta que lo oí corriendo para ponerse a mi lado.
—¿No le
conociste antes de la Universidad? ¿En el instituto? —¿Qué pasaba con las
preguntas de este chico? Oh. Preguntas… era reportero de una de esas revistas
de chismes. Tenía que ser eso. No me había dado cuenta todavía de que Cold Soul eran tan importantes. Estaba siendo
acosada por un paparazzi.
—Escucha,
acabo de conocer al chico. No sé nada sobre él. Déjame en paz. —Me quebré
y le devolví el café antes de darme la vuelta y echar a correr para cruzar la calle antes de que
el semáforo se pusiera en rojo. Tenía que contarle esto a Peter. O a Juan
Pedro… ¿Cuál era su verdadero nombre?
—Vaya, Petisa. ¿De quién estás escapando? —preguntó Rochi, adelantándome
cuando llegué al edificio de Ciencias.
—De un
imbécil entrometido. Creo que era un reportero de alguna revista de chismes. Me estaba preguntando sobre mi relación con
Peter. O Juan Pedro, como le llamó él.
El divertido humor de Rochi se desvaneció y volvió la cabeza hacia
la calle que acababa de cruzar. Apareció una mueca en su cara. Miré
hacia atrás y por supuesto, ahí estaba todavía el chico mirándonos, ambas manos sosteniendo tazas de café.
—¿Lo conoces? Porque me ha puesto los pelos de
punta.
Rochi sacudió la cabeza.
—El chico Vudú no sabe
cuándo retirarse.
—¿Chico Vudú? —pregunté confundida.
Rochi
volvió su mirada hacia mí.
—Nada. Es agua pasada. Vamos, tenemos una clase
juntas. Esto será divertido. Oh, y toma
esto. Es del chico amoroso.
—Puso una mochila entre mis brazos.
—¿Qué es esto? —pregunté confundida.
—Necesitabas
un portátil y Peter te lo da. Vamos —dijo Rochi dándose la vuelta en sus botas
de combate de cuero negro y caminando hacia el edificio. Tuve que correr para
mantener su ritmo.
Olvidé que él mencionó que me
dejaría usar su otro portátil. Esto haría mi semana mucho más fácil. Mamá
todavía no había conseguido suficiente dinero como para comprarme uno. Me aseguraría de agradecerle
apropiadamente en cuanto le viera.
Tenía la
esperanza de ver a Peter esta mañana, pero
no había manera de que tuviéramos más de dos clases
juntos. Por lo menos tenía a Rochi en ésta. Bueno… tal vez eso no era algo
bueno. Podía terminar distrayéndome más que nada.
De
hecho, coqueteó con el profesor. Mucho. Tanto, que le hizo ruborizarse varias
veces. El hombre tartamudeó durante la mayor parte de la clase. Fue más divertido que cualquier otra cosa. No aprendí nada. Al menos nos dio algunas referencias y un
página web con las asignaciones de esta semana.
—No me
lo puedo creer —dije, riéndome mientras íbamos a la residencia. Tenía tres
horas antes de tener Cálculo con Peter.
Rochi se
encogió de hombros.
—¿Qué? Era lindo. Del tipo nerd tranquilo. Me gusta meterme
con ellos. Además, esa mierda era aburrida. Tengo mejores cosas que hacer.
—Si
quieres aprobar esta asignatura tendrás que prestarle más atención a lo que
dice que a cómo hacerle sonrojar. —Aunque fuese divertido.
—Cambio de tema. El chico de esta mañana. Mantente alejada si lo ves otra
vez.
¿Lo
conocía? Su comentario
sobre “chico Vudú” me había preocupado, pero Rochi estaba muy rara y me dijo
que lo olvidase. Ahora, eso me
preocupaba.
—¿Es peligroso? —pregunté mirando hacia atrás para ver si nos
seguía. Tal vez esa llamada a la policía no hubiera sido tan mala idea.
—No te hará daño. Créeme.
Sólo evítalo. Desaparecerá muy pronto.
Debía
ser un paparazzi, tal y como asumí.
El cantante principal de Cold Soul no podría mantener
su interés por mucho tiempo.
No cuando existían estrellas de cine con mal comportamiento a
las que seguir.
Cuando
doblamos la esquina y la parte delantera de nuestro dormitorio quedó a la
vista, vi a Peter apoyándose en su motocicleta con los brazos cruzados, hablando
con un par de chicas.
No parecía interesado y sus ojos inmediatamente encontraron los míos. No les dijo nada mientras
se enderezaba y se alejaba de ellas para acercarse a mí. Así era como quería
que actuara el chico con quien consideraba salir cuando otras chicas
coqueteaban con él. No podía mantener la sonrisa tonta alejada de mi cara.
—Parece que Romeo está esperando
por tu regreso.
Peter.
Si tenía
un tiempo limitado
antes de que el alma de Lali empezase
a conectarse con la de Gastón, entonces me aseguraría de que no me pudiese sacar
de la cabeza. Había pasado toda la mañana planeando nuestra tarde. Ahora, sólo tenía que
conseguir que aceptase.
Rochi
murmuró:
—Lali consiguió un café de la calle Bourbon esta mañana. —Mientras
pasaba junto a mí en su camino hacia la residencia.
No necesitaba
una explicación. Se lo advertí a Pablo, pero necesitaba hacer realidad mi
advertencia. Ella no lo recordaba. Su tiempo había terminado. Que permaneciese
cerca sólo la confundiría.
—Hey —dijo Lali a modo de saludo. Se detuvo frente a mí. No parecía triste
o asustada. Lo que sea que Pablo le dijo no tuvo efecto. Ghede seriamente debía conseguirle a su
hijo un pasatiempo. Lali ya no estaba disponible para su entretenimiento.
—Buenos días. ¿Cómo fue la clase?
Se encogió de hombros y una divertida sonrisa
apareció en su cara.
—Rochi tuvo al profesor hecho un manojo de nervios
con su coqueteo.
Dejen a Rochi
causar un gran revuelo a donde quiera que vaya.
—¿En serio? Me imagino que
disfrutaste del espectáculo.
Lali
dejó escapar una pequeña risa.
—Sí. Probablemente no debería, pero fue demasiado divertido como
para ignorarlo. Pero fue mucho más fácil tomar apuntes con el portátil que me
enviaste. Muchas gracias. Prometo cuidarlo bien.
—¡Peter
Lanzani! Oh, vaya, te vi la semana
pasada en el Club Butter. Estuviste asombroso. —Una chica
se paró en frente de Lali y posó su mano en mi pecho mientras
empezaba a parlotear sobre algo más. Alcancé
su muñeca y quité su mano de mi cuerpo, entonces agarré la mano de Lali y la
atraje hacia mí.
—Gracias, me alegro de que te
gustase el espectáculo. Si nos disculpas, teníamos una conversación privada
—informé. Movió sus ojos de mí a Lali y una sonrisa poco impresionada
distorsionó su cara. Deslicé la mano alrededor de la cintura de Lali y la
atraje más cerca. Vino de buena gana.
—Oh,
bueno, cuando quieras un poco más de emoción me puedes encontrar justo ahí.
—Señaló la residencia. Lali vivía en el mismo edificio. Necesitaba hacerle saber
a Rochi que esta chica
podía ser vengativa.
—Estoy seguro de que nunca ocurrirá —contesté.
La chica
se dio la vuelta y se marchó, enfadada. No estaba acostumbrada a que la
rechazaran.
—¿Qué pasa con ella? Va detrás de todos los chicos con los que salgo.
La respuesta de Lali hizo que me tensara. ¿Con qué otros chicos salía ella? No era consciente de que salía con alguien más que Gastón. ¿Rochi
me ocultaba algo?
—¿De
verdad? —Me las arreglé para preguntar en voz normal. La ira y los celos me
estaban aplastando. Lali no podía ver eso.
—Sí, de verdad. Pero al menos tú no coqueteaste con ella delante
de mí. Gastón hizo planes con ella durante una cita conmigo. No me
importó exactamente, pero fue un poco vergonzoso. No hizo nada por mi ego.
Él era un idiota. ¿Cómo podía ser su alma gemela? No eran compatibles. Estaba lejos de ser digno.
—El chico es idiota. No hay comparación entre ustedes. No puede competir
contigo.
Lali
respiró hondo y se volvió para mirarme.
—Vale, sí, eres muy bueno en esto, Peter
Lanzani. Muy bueno.
—Me
alegra que te gustase el portátil. Puedes usar la mochila para llevar tus otros
libros. ¿Eso quiere decir que vendrás a clase conmigo? — pregunté sacando su
casco.
La
esquina de su boca se curvó y alcanzó el casco.
—Gracias. Lo haré y, sí, creo
que voy a aceptar ese aventón.
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