lunes, 8 de julio de 2019

Existence #3: Capítulo 15

Lali.

Tenía una cita con Peter. Una cita de verdad, no un desayuno improvisado, una cita real. Sólo nosotros. Estaba tan emocionada y nerviosa. Sin embargo, no estaba segura de que ponerme. Así es como debió haberse sentido Euge  cuando planeaba salir con Tacho.


—Puedes usar los shorts y sujetador, pero estoy pensando que la ropa será necesaria para dónde vas a ir esta noche —dijo Rochi mientras entraba en la habitación a través de nuestro cuarto de baño contiguo sin llamar.

—Graciosa —le contesté frunciéndole el ceño—. No puedo decidir qué ponerme. Me dijo que podía vestirme como yo quisiera, pero eso no es muy útil.

—Estoy segura a que no se refería a que usaras poca ropa —Rochi arrastró las palabras mientras se dejó caer sobre mi cama.

—¿Tú crees? Gracias por la pista. Pensaba en desfilar en mi ropa interior toda la noche.

Rochi se rió.

—Pensándolo bien, probablemente le gustaría. Sin embargo, me inclino por usar más ropa.

—¿Debo llevar ropa casual o elegante? ¿Cuál preferirá? —Le pregunté a Rochi escaneado mi armario limitado.

—¿Quieres mi sincera opinión?

Eché un vistazo hacia ella por encima de mi hombro.

—Sí, la quiero. Lo conoces mejor que yo. Rochi asintió con la cabeza a los tacones rosa.

—Está bien, usa ese vestido rosa con esos tacones de color rosa. Será un charco a tus pies.

¿El vestido rosa? ¿En serio? Ni siquiera estaba segura de por qué tenía ese vestido. Nunca lo usé antes. Llegué a la percha y lo saqué. Era sexy y a la vez inocente. Podría ser un poco elegante, pero él no dijo que no podría usar algo elegante. Recordé cómo él recogió esos tacones y los mantenía como si fueran preciosos. Tal vez tenía algo con los tacones de color rosa.

—Si  te pones eso él no será capaz de concentrarse. Puedo apostártelo.

Rochi le conocía bien. Me quedé con su opinión.

—Está bien. Si tú lo dices.

Dos horas más tarde estaba depilada, desplumada, vestida y lista cuando alguien llamó a mi puerta. ¿Quién era? Tenía que encontrarme con Peter en la sala en cinco minutos. Euge seguía con Tacho. Habían acordado comer juntos, según sus muchos mensajes de texto. Rochi me había sacado de apuros después de que empecé a pintar mis uñas de los pies. Ella me ayudó lo más que había podido.

Abrí la puerta y Peter se quedó allí, en un par de pantalones color caqui, una camisa azul marino de vestir que se dejó abierta en el cuello y, por supuesto, sus botas, con una docena de rosas rojas. Se quedó con la boca abierta. Su expresión de sorpresa cuando vio lo que llevaba puesto no me pasó desapercibido. ¿Qué era lo que le sorprendió? ¿Qué podía vestirme bien?

—Lali, tú, uh, guau. Yo, me gustas mucho en rosa.

Me encantó ese lado de él. El lado no tan fresco y confiado. El que  era vulnerable. Señalé las rosas.

—¿Son para mí?

Miró las flores olvidadas en la mano y se echó a reír.

—Sí, lo son —Las ofreció para que yo las tomara y me di cuenta que era la primera vez. Ningún hombre jamás me había comprado rosas.

—Gracias —le contesté dando un paso atrás para dejarle entrar. Si hubiera sido visto en la sala, entonces alguien le hubiera dicho algo a estas alturas. Quería poner mis primeras rosas en agua antes de irnos y dejarlas en la sala era una mala idea. Podrían llevárselas. No tenía un florero aquí. Recorrí la habitación para encontrar algo en que poner mis rosas.

—¿Qué hay de esto? —dijo Peter caminando hacia mi mesa y tomando un lapicero vacío que Euge insistió en que compráramos para que coincidiera con nuestros otros artículos de escritorio. Era perfecto.

—¡Sí! Finalmente resulta útil —Tomé el lapicero y fui al cuarto de baño para limpiarlo y llenarlo con agua. Cuando entré a la habitación Peter estaba de pie frente a mi tablón de anuncios, mirando las fotos que yo había clavado allí desde el instituto. Varias tenían a Nico en ellas. Pocas tenían a mi madre, pero la mayoría eran sólo Euge y yo.

No tenía muchas fotos de mis años en el instituto.

Especialmente mi último año. No había nada. A veces ni siquiera podía recordar cosas como mi fiesta de graduación o que veíamos en clases. Todo parecía borroso. Mi madre decía que era el trauma de perder a Nico lo que afectaba mis recuerdos. Euge sentía lo mismo, por lo que tenía sentido. Ella había perdido a su novio, pero las dos habíamos perdido a un mejor amigo.

—Ese es Nico —le expliqué cuando me acerqué a su lado—. Él era el novio de… Euge y un buen amigo mío. Murió el año pasado.

Peter asintió con la cabeza. Había una tristeza allí, casi como si entendiera ese tipo de dolor. ¿Y si hubiera perdido a alguien también?

—Estoy seguro de que fue difícil.

Sí, fue horrible.

—Odio la muerte. Es algo trágico que viene para todos. Algunos antes que otros.

Peter tensó los hombros y él se alejó de mí. ¿Qué había dicho? Esto no era de lo que yo quisiera estar hablando esta noche. La muerte era tan morbosa y triste.

—Lo siento. No debí haber comenzado un tema tan triste.

Vi como Peter miraba por la ventana en vez de mirarme. Él lidiaba con algo. Me hubiera gustado saber qué era lo que quería. Después de lo que parecieron varios minutos, pero fueron sólo segundos, en realidad, volvió su atención hacia mí.

—La muerte no puede evitar lo que el destino decide.

Eso fue mucho más profundo que cualquier cosa que yo esperaba que saliera de su boca. Tenía razón, pero aun así. Asentí con la cabeza.

—Eso es cierto. Supongo que no se puede culpar a la muerte de la tragedia. El destino no es algo que alguien puede controlar.

Peter dejó escapar un profundo suspiro. El tipo debió haber tenido que lidiar con la muerte demasiadas veces en su vida. Así se hace, Lali. Trae a colación algo molesto y arruina el estado de ánimo.

—¿Estás lista? —preguntó finalmente, rompiendo el incómodo silencio.

—Sí.

Peter me hizo señas para que indicara el camino y abrió la puerta para mí. Me aseguré de que no hubiera nadie cerca antes de que él me siguiera. La tensión en el ambiente que nos rodeaba era espesa. Sabía que era mi culpa, pero no sabía que decir. Yo tampoco podía obligarlo a explicarme lo que había dicho mal o dejar pasar esto por temor a arruinar nuestra noche. Tal vez se abriría voluntariamente en otra ocasión.

Cuando salimos al estacionamiento, estaba a punto de ofrecerle usar el coche de Euge cuando vislumbré una limusina esperando en la acera. Peter me dedicó una sonrisa torcida.

—No podía hacer que montaras la parte trasera de una motocicleta  en un vestido y tacones.

¿Cómo supo que yo usaría un vestido y tacones?

—Rochi —respondió sin que yo le preguntaba.

—Ah, eso tiene sentido, pero Euge me dijo que podía usar su coche. Sé que tu moto y mi vestido no harían una buena combinación.

—Esto será más divertido —me guiñó un ojo, abrió la puerta, y me ayudó a entrar. El conductor no salió. Pensé que era extraño, pero yo no lo cuestioné.



Peter.

Tener a Lali sentada a mi lado y con ese vestido rosado que tanto me gustaba y mostrando sus piernas alivió el dolor en el pecho causado por sus palabras sobre odiar a la muerte. Ella no sabía lo que decía, y en su mente la muerte era un evento, no un ser. La mayoría de los seres humanos lo ven de esa manera. Mi trabajo no trae fama ni popularidad. Trae las almas. La cosa que los humanos más aprecian, sin embargo yo se las quito.

Lali perdió a Nico. Odiaba a la muerte, lo culpaba de esa pérdida, a pesar de que no fue culpa de la Muerte.

—Entonces, ¿puedes decirme a dónde vamos? —preguntó. Pude ver la mirada de preocupación en sus ojos. Necesitaba deshacerme de toda la tensión. Ella se sentía mal y yo no quería arruinar la noche sólo porque dijo que me odiaba. No lo había querido decir. No sabía lo que causaba en mí que no pudiera recordarme. No ser capaz de ver que el amor y la devoción de sus ojos hacían que todos los días parezcan sombríos.

—Llegaremos pronto. ¿Siempre eres tan impaciente? —Le sonreí y relajé los hombros para que supiera que yo le estaba tomando el pelo. Yo la había disgustado con mi reacción antes.

—Sí, de hecho, lo soy —respondió.

—Puedo hacer que el conductor nos pasee un poco más sólo para divertirme.

Lali me empujó con el hombro.

—No me subestimes. Puedo hacerte pagar por esto. Y con mucho gusto le creí.

—¿Eso crees? Quiero verte intentarlo, sería el punto culminante de mi año.

Lali levantó ambas cejas y con una mirada desafiante, se agachó para quitarse los tacones. ¿Qué diablos? Los puso en el asiento frente a nosotros y luego volvió su atención hacia mí.

—¿Estás seguro de esto? Porque mi tamaño puede ser engañoso.

—Si lo que quieres decir es que estás a punto de saltar sobre mi cuerpo, entonces, por favor, Lali, por supuesto, adelante.

Su rostro se puso rojo brillante al instante. Maldición. Iba a retractarse.

—Uh —dijo mirándome como si no estuviera segura de cuál sería su próximo paso.

—Estabas a punto de demostrar cuan fácil es hacerme pagar. No te pongas tímida ahora, después de que me has emocionado.

Lali agachó la cabeza y dejó escapar una pequeña risa. Me aproveché de la situación y me moví rápidamente y la coloqué en el asiento mientras me ponía sobre ella antes de que supiera lo que estaba pasando.

—Te tengo. ¿Y ahora qué vas a hacer? —Le pregunté cuando la mirada de asombro se convirtió en un destello calculador.

Ella se inclinó y cubrí mis labios con los de ella antes de que supiera lo que planeaba hacer. Sus dientes blancos mordieron mi labio inferior y su lengua dio un golpe pequeño antes de introducirse en mi boca muy ansiosa. Tenía sus manos sobre mi pecho y se movieron hacia abajo, ahuyentando cualquier pensamiento lógico.

Sólo podía concentrarme en una cosa: Lali y cómo se sentía, su sabor, y los pequeños sonidos viniendo de su garganta.

Sus manos me empujaron hacia atrás y sus piernas alrededor de mi cintura. Me moví hacia atrás, trayéndola conmigo, y ella movió su cuerpo hasta que estuvo a horcajadas sobre mí. Enterré mis manos en su pelo mientras apretaba los costados de su cintura para lentamente alejarla. La sonrisa triunfante en su rostro era adorable.

—¿Quién está en la cima ahora? No me subestimes —dijo con voz ronca.

Si no estuviera ya completamente enamorado por esta mujer, lo estaría ahora. Esta era mi Lali.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenten, todas sus opiniones cuentan:3