miércoles, 10 de julio de 2019

Existence #3: Capítulo 23

Peter.

Lali no quiso que nos pusiéramos de nuevo nuestras camisetas una vez que yo finalmente puse un alto a las cosas. Cuando ella había deslizado su mano entre mis piernas estuve bastante seguro de que iba a explotar. Acababa de recuperar su memoria. Ella no estaba lista para esto aún. Nosotros habíamos ido más lejos esta noche de lo que alguna vez lo hicimos antes sexualmente. Yo quería facilitarle las cosas y no apresurarla. La única cosa que nos salvó de llevarlo demasiado lejos fue el hecho de que ella se sentía agotada. Una vez que nos detuvimos se acurrucó contra mí y rápidamente se quedó dormida.


Sin embargo, incluso la suave respiración de Lali hizo que su pecho subiera y bajara contra el mío y creara una fricción que yo no podía ignorar. Cada vez que sus duros pezones se frotaban contra mí, mi control decaía un poco más.

—Bueno, parece que ella lo logro. Memoria intacta y todo. —La voz de Rochi me sorprendió. No esperaba que volviera esta noche. Tiré la manta encima de nosotros.

—Sí, gracias. No es exactamente algo que quisiera que hubiera ocurrido. ¿Entonces, no crees que podrías, oh, no sé, permitirle a esta chica saber algo? He estado preocupada desde que salí de aquí.

—Shhhh… no las despiertes. Está cansada.

—Apuesto que lo está. Se despierta para tener sexo salvaje con la Muerte. Necesita descansar.

—Eso no pasó. Cállate —le advertí en voz baja para no molestar a Lali.

Rochi hizo rodar sus ojos. 

—Sí, claro.

—Tiene su memoria nuevamente. Ella está bien. Ahora vete. 

Rochi guiñó un ojo y se fue.

—Deberías ser más amable con ella —susurró Lali contra mi  pecho.

Maldita sea, Rochi. La había despertado.

—Lo siento. Vuelve a dormir.

Lali echó su cabeza hacia atrás y me sonrió tímidamente.

—Bueno, me gustaría pero creo que necesitamos ponernos nuestras camisetas. Despertar de este modo me hace desear hacer… cosas.

Saber qué cosas quería hacer me hizo palpitar  más  fuerte.  Iba  a tener que levantarme y tomar una ducha fría. 

—Sí, probablemente es una buena idea.

Lali se empujó contra mí y rodó encima de mí. Ella se sentó a horcajadas y colocó ambas manos sobre mis hombros. 

—O nosotros podríamos hacer cosas.

Lali sentada encima de mí con su cabello cayendo sobre sus hombros, sus senos al aire luciendo como una diosa, era algo que ningún hombre podría rechazar.

—¿Qué cosas quieres hacer? —pregunté mientras extendía la mano   y acariciaba su pezón con mi pulgar.

—Quiero  quitarnos nuestras partes de abajo  —susurró y dejó caer  su mirada a mi estómago.

Oh, maldición. Era un hombre muerto.

—Lali, si nos quitamos los pantalones las cosas podrían ir más lejos…

Ella levantó sus ojos para encontrarse con los míos e inclinó su cabeza hacia un lado y sonrió juguetonamente. 

—Lo sé. Quiero ir más lejos. Contigo. Ahora mismo.

Todas las razones por las que esto era una mala idea atravesaron por mi cabeza mientras ella se levantaba fuera de y comenzó a quitarse sus pantalones cortos. Las bragas de encaje azul claro que quedaron tenían mi completa atención. Deslizó sus dedos en los lados y se detuvo antes de bajarlas. ¿Por qué se detuvo? Arranqué mis ojos de su ropa interior de encaje para encontrar su mirada.

Ella lamió sus labios nerviosamente. 

—Nunca antes he estado desnuda delante de alguien —admitió.

—Bueno —respondí, me senté y alcancé su cintura atrayéndola hacia mí—. No tienes que quedarte desnuda delante de mí ahora si no estás lista. Pero si tú quieres, entonces seré un hombre muy, muy feliz.

Lali se rió suavemente. 

—En realidad tú serás una Muerte muy, muy feliz.

Le di un mordisco en el lóbulo de su oreja y a continuación le susurré:

—Así es y ahora mismo la Muerte tiene pensamientos muy, muy traviesos sobre ti. Entonces, por favor quítate esas sexys bragas y vuelve a treparte en esta cama conmigo.

Lali tembló en mis brazos. 

—Con toda seguridad esa es una buena manera de pedirlo.

Ella se movió hacia atrás y las sacó lentamente por sus piernas hasta que estuvo completamente desnuda. Mi control desapareció. Me levanté y la agarré, apoyé su espalda sobre la cama antes de sacar rápidamente mis vaqueros y cubrir su cuerpo con el mío.

—¿Estás segura de esto? —le pregunté mientras apartaba su cabello lejos de su rostro y contemplaba sus ojos. Yo podía sostenerla justo de esta manera y ser feliz. Nunca quise pedir más de lo que ella estaba dispuesta a dar.

Lali movió sus caderas hasta que mi erección estuvo  apoyada  sobre sus pliegues calientes. 

—Lo deseo, locamente. —Ella gimió mientras me deslizaba fácilmente contra ella.

Levantando mis caderas dejé que la sensación de mi longitud rozara sobre su excitación. El calor resbaladizo hizo que yo temblara.  Quería estar dentro de ella.

—Por favor, Peter, por favor —Pidió cerrando sus piernas alrededor de mis caderas.

Yo no iba a ser capaz de contenerme. Necesitaba estar dentro de ella tanto como ella me quería allí. Colocando ambas manos al lado de su cabeza me despegué de ella, hasta que estuve posicionado en su entrada. Ella hacía suaves pequeños gemidos que me hicieron vibrar fuertemente con anticipación. Deslizándome en su interior dejé que el éxtasis de estar envuelto por ella me inundara. El apretado calor era diferente de cualquier cosa que yo alguna vez haya sentido. Esto muy fácilmente podría convertirse en una droga para mí si se lo permitía. El cuerpo de Lali pretendía ser adorado, y yo con mucho gusto lo haría por el resto de la eternidad.



Lali.

Peter y yo hicimos el amor por primera, segunda y tercera vez antes de que Euge tocara la puerta. Peter me besó y desapareció antes de que me levantara y abriera la puerta para ella. Ella había perdido su llave hace dos semanas y nosotras todavía no podíamos encontrarla.

—¿Qué has estado haciendo? He llamado y te he enviado mensajes  de texto. Cielos, chica, es difícil contactar contigo.

Euge entró simplemente hablando sin parar sobre Tacho siendo un idiota. Yo no podía concentrarme en lo que me decía porque la comprensión de quién era Tacho me golpeó. Agarré el pomo de la puerta para impedir caerme.

—¿Me estás escuchando? —preguntó Euge—. ¿Estás enferma, Lali? Porque parece que estás a punto de desmayarte.

Siéntate en la cama. Está bien. Sé lo que estás recordando.

Peter todavía estaba aquí. Asentí para su beneficio, caminé a la cama y me senté. 

—Estoy bien. Sólo me mareé. Tú me despertaste.

Euge frunció el ceño y se dejó caer a mi lado. 

—¿Estás segura?

—Sí, estoy segurísima.

—Bueno, entonces ¿debería perdonarlo?

¿Perdonar a quién? ¿Tacho? Estoy confundida.

—¿Podrías explicar todo esto otra vez? El asunto de estar mareada hizo difícil entender lo que decías.

Y deberías perdonar a Tacho porque él es Nico. No podía decirle eso, por supuesto. Pero ahora  quería  ir  a  abrazar  a  Tacho y  decirle  cuánto lo eché de menos. Él pensaría que yo había perdido la cabeza. No era de extrañar que me gustara tanto.

—Esta chica Siera. Lo llama para que vaya a cambiar su bombilla a las seis de la mañana y él va, Lali. Se levanta y va a arreglar su luz. Ella no es una idiota. Puede arreglarlo sola. ¿Por qué él iba a hacer eso? No lo entiendo. Nosotros tuvimos increíble sexo caliente anoche y me despierto con una nota de él diciendo que estaría de regreso, que Siera llamó porque su bombilla estaba quemada y necesitaba ayuda para cambiarla.

Era extraño. Tacho necesitaba algunas bofetadas.

—Tienes todo el derecho de estar molesta. Pero tal vez lo entendiste mal.

Euge se  encogió  de  hombros y recostó su cabeza  sobre mi hombro. 

—No creo que tú puedas malinterpretar eso. Los chicos apestan. Pero tú sabes eso. Realmente te gustaba Peter y él fue y se acostó con aquella chica. Luego Gastón te aburre. Puedo verlo en tu rostro. También creo que podría estar acostándose con Victoria de nuevo para que lo sepas.

Bueno. Espero que él la follara mucho y mucho.

Acaricié la cabeza de Euge. 

—Está bien. Todo esto tendrá sentido tarde o temprano. En cuanto a Gastón, si quiere a Victoria puede tenerla. Hablaré con él al respecto. Probablemente está tan aburrido conmigo como lo estoy con él.

—Veo que ni siquiera te importa. Desearía que él no me importara. Pero lo hace, Lali. Me importa mucho.

Desde luego que le importaba. Si él aun fuera Nico yo iría y le pegaría unas bofetadas y obtendría la información de él.  Era extraño pensar que era la misma alma, el mismo ser que ahora era alguien más. Alguien que yo no conocía tan bien. No podía escaparme para darle unas bofetadas a Tacho.

—Voy a tomar una ducha ¿luego irás de compras conmigo? Necesito una terapia de zapatos.

Peter estaba aquí. Recordé. No quería ir a comprar zapatos. Deseaba sentarme en el regazo de Peter por el resto del día. Bueno, y besarlo y hacer otras cosas.

—Umm, supongo, sin embargo necesito ir a un lugar más tarde. ¿Esto va a ser una cosa de todo el día?

Euge levantó una ceja hacía mí. 

—¿Qué es exactamente lo que tienes que hacer más tarde?

Podría mentir pero probablemente me atraparía. Decidí ir con la verdad. 

—Estoy viendo a Peter Lanzani otra vez. Todo eso con la chica no pasó. Era otro chico. No oí las cosas correctamente.

Esa era la verdad.

Ambas cejas de Euge se alzaron. 

—¿Estás viendo a Peter Lanzani otra vez? ¿Él está de regreso? No lo he visto en semanas. Supuse que se retiró y viajó con la banda.

Desplacé mis ojos alrededor de la habitación preguntándome dónde exactamente estaba él. 

—Sip, él está de vuelta. No viajó. Volvió… —me interrumpí.

Euge me miró de una manera extraña. 

—De acuerdo. Bueno. Voy a alistarme y tú puedes despertarte para que realmente tengas sentido y luego iremos a comprar zapatos.

Una vez que Euge cerró la puerta del baño caí de espaldas sobre la cama. Mierda. No quería ir a comprar zapatos.

El cuerpo de Peter cubrió el mío y sus labios rozaron mi oreja. 

—Iré  a trabajar. Que te diviertas. Pero esta noche, eres mía. Vamos a salir y divertirnos. Quiero llevarte a bailar y sujetarte de la manera que quería aquella noche en el club. Solamente prométeme que usarás esas botas marrones. —La voz de Peter era baja mientras hablaba suavemente en mi oído. Me estremecí y deslicé una de mis piernas encima de su cadera.

—Mmm, está bien. Suena agradable.

Peter besaba un punto sobre mi cuello mientras su mano bajaba y corría sobre la pierna que yo casi había envuelto alrededor de su cintura.

—Euge va a salir pronto. Tengo que irme. No comiences algo que no podremos terminar.

Me reí y bajé mi pierna. 

—Bien, está bien.

—Te amo, Lali —dijo él contra mis labios antes de que se hubiera ido.

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