Peter.
Lali no quiso que nos pusiéramos de nuevo nuestras
camisetas una vez que yo finalmente puse un alto a las cosas. Cuando
ella había deslizado su mano entre mis piernas estuve bastante seguro de que
iba a explotar. Acababa de recuperar su memoria. Ella no estaba lista para esto
aún. Nosotros habíamos ido más lejos esta noche de lo que alguna vez lo hicimos
antes sexualmente. Yo quería facilitarle las cosas y no apresurarla. La única
cosa que nos salvó de llevarlo demasiado lejos
fue el hecho de que ella se sentía agotada.
Una vez que nos detuvimos se
acurrucó contra mí y rápidamente se quedó dormida.
Sin
embargo, incluso la suave respiración de Lali hizo que su pecho subiera
y bajara contra el mío y creara
una fricción que yo no podía
ignorar. Cada vez que sus duros pezones
se frotaban contra
mí, mi control decaía un poco más.
—Bueno, parece que ella lo logro.
Memoria intacta y todo. —La voz de Rochi me sorprendió. No esperaba que
volviera esta noche. Tiré la manta encima de nosotros.
—Sí,
gracias. No es exactamente algo que quisiera que hubiera ocurrido. ¿Entonces,
no crees que podrías, oh, no sé, permitirle a esta chica saber algo? He estado
preocupada desde que salí de aquí.
—Shhhh… no las despiertes. Está cansada.
—Apuesto
que lo está. Se despierta para tener sexo salvaje con la Muerte. Necesita descansar.
—Eso no
pasó. Cállate —le advertí en voz baja para no molestar a Lali.
Rochi hizo rodar sus ojos.
—Sí, claro.
—Tiene su memoria nuevamente. Ella está
bien. Ahora vete.
Rochi guiñó un ojo y se fue.
—Deberías
ser más amable con ella —susurró Lali contra mi
pecho.
Maldita sea, Rochi. La había despertado.
—Lo siento. Vuelve a dormir.
Lali echó su cabeza hacia atrás y me sonrió tímidamente.
—Bueno, me
gustaría pero creo que necesitamos ponernos nuestras camisetas. Despertar de
este modo me hace desear hacer… cosas.
Saber qué
cosas quería hacer me hizo palpitar
más fuerte. Iba a
tener que levantarme y tomar una ducha fría.
—Sí, probablemente es una buena idea.
Lali se
empujó contra mí y rodó encima de mí. Ella se sentó a horcajadas y colocó ambas
manos sobre mis hombros.
—O nosotros podríamos hacer cosas.
Lali
sentada encima de mí con su cabello cayendo sobre sus hombros, sus senos al
aire luciendo como una diosa, era algo que ningún hombre podría rechazar.
—¿Qué
cosas quieres hacer? —pregunté mientras extendía la mano y acariciaba su pezón con mi pulgar.
—Quiero quitarnos nuestras partes de abajo —susurró y dejó caer su mirada a mi estómago.
Oh, maldición. Era un hombre muerto.
—Lali,
si nos quitamos los pantalones las cosas podrían ir más lejos…
Ella levantó sus ojos para encontrarse
con los míos e inclinó su cabeza hacia un lado y sonrió juguetonamente.
—Lo sé.
Quiero ir más lejos. Contigo. Ahora mismo.
Todas
las razones por las que esto era una mala idea atravesaron por mi cabeza mientras
ella se levantaba
fuera de mí y comenzó
a quitarse sus pantalones
cortos. Las bragas de encaje azul claro que quedaron tenían mi completa
atención. Deslizó sus dedos en los lados y se detuvo antes de bajarlas. ¿Por
qué se detuvo? Arranqué mis ojos de su ropa interior de encaje para encontrar
su mirada.
Ella
lamió sus labios nerviosamente.
—Nunca antes he estado desnuda delante de
alguien —admitió.
—Bueno
—respondí, me senté y alcancé su cintura atrayéndola hacia mí—. No tienes que
quedarte desnuda delante de mí ahora si no estás lista. Pero si tú quieres,
entonces seré un hombre muy, muy feliz.
Lali se
rió suavemente.
—En realidad tú serás una Muerte muy, muy feliz.
Le di un
mordisco en el lóbulo de su oreja y a continuación le susurré:
—Así es y ahora
mismo la Muerte tiene pensamientos muy, muy traviesos sobre ti. Entonces,
por favor quítate
esas sexys bragas
y vuelve a treparte en esta cama conmigo.
Lali tembló
en mis brazos.
—Con toda seguridad esa es una buena
manera de pedirlo.
Ella se movió hacia atrás y las sacó lentamente por sus piernas hasta que
estuvo completamente desnuda. Mi control desapareció. Me levanté y la agarré,
apoyé su espalda sobre la cama antes de sacar rápidamente mis vaqueros y cubrir
su cuerpo con el mío.
—¿Estás segura de esto?
—le pregunté mientras
apartaba su cabello lejos de su rostro y contemplaba
sus ojos. Yo podía sostenerla justo de esta manera y ser feliz. Nunca quise
pedir más de lo que ella estaba dispuesta a dar.
Lali
movió sus caderas hasta que mi erección estuvo
apoyada sobre sus pliegues
calientes.
—Lo deseo, locamente. —Ella gimió mientras me deslizaba fácilmente
contra ella.
Levantando
mis caderas dejé que la sensación de mi longitud rozara sobre su excitación. El
calor resbaladizo hizo que yo temblara.
Quería estar dentro de ella.
—Por
favor, Peter, por favor —Pidió cerrando sus piernas alrededor de mis caderas.
Yo no iba a ser capaz de
contenerme. Necesitaba estar dentro de ella tanto como ella me quería allí. Colocando
ambas manos al lado de su cabeza me despegué de ella, hasta que estuve
posicionado en su entrada. Ella hacía suaves pequeños gemidos que me hicieron
vibrar fuertemente con anticipación.
Deslizándome en su interior dejé que el éxtasis de estar envuelto por ella me
inundara. El apretado calor era diferente de cualquier cosa que yo alguna vez
haya sentido. Esto muy fácilmente podría convertirse en una droga para mí si se
lo permitía. El cuerpo de Lali pretendía ser adorado, y yo con mucho gusto lo
haría por el resto de la eternidad.
Lali.
Peter y
yo hicimos el amor por primera, segunda y tercera vez antes de que Euge tocara
la puerta. Peter me besó y desapareció antes de que me levantara y abriera la
puerta para ella. Ella había perdido su llave hace dos semanas y nosotras
todavía no podíamos encontrarla.
—¿Qué
has estado haciendo? He llamado y te he enviado mensajes de texto. Cielos, chica, es difícil contactar contigo.
Euge entró simplemente hablando sin parar sobre Tacho siendo un idiota. Yo no podía
concentrarme en lo que me decía porque la comprensión de quién era Tacho me golpeó. Agarré
el pomo de la puerta para impedir caerme.
—¿Me
estás escuchando? —preguntó Euge—. ¿Estás enferma, Lali? Porque parece que
estás a punto de desmayarte.
Siéntate en la cama. Está
bien. Sé lo que estás recordando.
Peter
todavía estaba aquí. Asentí para su beneficio, caminé a la cama y me senté.
—Estoy bien. Sólo me mareé. Tú me despertaste.
Euge frunció el ceño y se dejó caer a mi lado.
—¿Estás segura?
—Sí, estoy segurísima.
—Bueno, entonces ¿debería perdonarlo?
¿Perdonar
a quién? ¿Tacho? Estoy confundida.
—¿Podrías
explicar todo esto otra vez? El asunto de estar mareada hizo difícil entender
lo que decías.
Y sí deberías perdonar a Tacho porque
él es Nico. No podía decirle eso, por supuesto. Pero
ahora quería ir
a abrazar a Tacho
y decirle cuánto lo eché de menos. Él pensaría que yo había
perdido la cabeza. No era de extrañar que me gustara tanto.
—Esta chica Siera. Lo llama para
que vaya a cambiar su bombilla a las seis de la mañana y él va, Lali. Se levanta
y va a arreglar su luz. Ella no es una idiota. Puede arreglarlo
sola. ¿Por qué él iba a hacer eso? No lo entiendo. Nosotros tuvimos increíble
sexo caliente anoche y me despierto con una nota de él diciendo que estaría de regreso, que Siera llamó porque
su bombilla estaba quemada y necesitaba ayuda para cambiarla.
Era extraño. Tacho necesitaba algunas bofetadas.
—Tienes todo el derecho de estar molesta. Pero tal
vez lo entendiste mal.
Euge se encogió
de
hombros
y
recostó su
cabeza
sobre
mi hombro.
—No creo que tú puedas malinterpretar eso.
Los chicos apestan. Pero tú sabes eso. Realmente
te gustaba Peter y él fue y se acostó con aquella chica. Luego Gastón
te aburre. Puedo
verlo en tu rostro. También
creo que podría estar acostándose con Victoria de nuevo para que lo sepas.
Bueno. Espero que él la follara mucho y mucho.
Acaricié
la cabeza de Euge.
—Está bien. Todo esto tendrá sentido tarde o temprano. En
cuanto a Gastón, si quiere a Victoria puede tenerla. Hablaré con él al
respecto. Probablemente está tan aburrido conmigo como lo estoy con él.
—Veo que ni siquiera te importa. Desearía que él no
me importara. Pero lo hace, Lali. Me importa mucho.
Desde luego que le importaba. Si él aun fuera Nico yo iría y le pegaría
unas bofetadas y obtendría la información de él. Era extraño pensar que era la misma alma, el
mismo ser que ahora era alguien más. Alguien que yo no conocía tan bien. No
podía escaparme para darle unas bofetadas a Tacho.
—Voy a tomar una ducha ¿luego
irás de compras
conmigo? Necesito una terapia
de zapatos.
Peter
estaba aquí. Recordé. No quería ir a comprar zapatos. Deseaba sentarme en el
regazo de Peter por el resto del día. Bueno, y besarlo y hacer
otras cosas.
—Umm, supongo, sin embargo necesito ir a un lugar
más tarde. ¿Esto va a ser una cosa de todo el día?
Euge
levantó una ceja hacía mí.
—¿Qué es exactamente lo que tienes que hacer más
tarde?
Podría
mentir pero probablemente me atraparía. Decidí ir con la verdad.
—Estoy
viendo a Peter Lanzani otra vez. Todo eso con la chica no
pasó. Era otro chico. No oí las cosas correctamente.
Esa era la verdad.
Ambas cejas de Euge se alzaron.
—¿Estás viendo a Peter Lanzani otra vez? ¿Él está de regreso? No lo he visto en
semanas. Supuse que se retiró y viajó
con la banda.
Desplacé
mis ojos alrededor de la habitación preguntándome dónde exactamente estaba él.
—Sip, él está de vuelta. No viajó. Volvió… —me interrumpí.
Euge me
miró de una manera extraña.
—De acuerdo. Bueno. Voy a alistarme y tú puedes
despertarte para que realmente tengas sentido y luego iremos a comprar zapatos.
Una vez
que Euge cerró la puerta del baño caí de espaldas sobre la cama. Mierda. No
quería ir a comprar zapatos.
El
cuerpo de Peter cubrió el mío y sus labios rozaron mi oreja.
—Iré a trabajar. Que te diviertas. Pero esta
noche, eres mía. Vamos a salir y divertirnos. Quiero llevarte a bailar y
sujetarte de la manera que quería aquella noche en el club. Solamente prométeme
que usarás esas botas marrones. —La voz de Peter era baja mientras hablaba
suavemente en mi oído. Me estremecí
y deslicé una de mis piernas encima de su cadera.
—Mmm, está bien. Suena agradable.
Peter besaba un punto sobre
mi cuello mientras su mano bajaba y corría
sobre la pierna que yo casi había envuelto alrededor de su cintura.
—Euge va a salir pronto. Tengo que irme.
No comiences algo que no podremos
terminar.
Me reí y bajé mi pierna.
—Bien, está bien.
—Te amo, Lali —dijo él contra mis labios antes de
que se hubiera ido.
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