viernes, 5 de julio de 2019

Existence #3: Capítulo 10

Lali.

Sólo mis profesores de Cálculo y Literatura sintieron la necesidad de comenzar las clases una semana antes. El resto de mis clases no comenzaban hasta la semana siguiente. Éramos bienvenidos de ir a conocer a nuestros profesores y escoger nuestros programas de estudio, así que luego de haber hecho eso, mi primera semana de clases en la universidad terminó.


Podría releer Ethan Frome cuantas veces quisiera, ya que hace dos años lo había leído. También podía ir por un café y repasar mí  programa  de Cálculo. Algo que me asustaba muchísimo; no era buena en las matemáticas y nunca lo había sido.

Euge salió del baño luciendo lista para ir de fiesta, pero sólo era la una de la tarde. 

—¿Cómo me veo? —preguntó, dando vueltas.

—Como si quisieras bailar como loca y con ganas de que te sirvieran tragos gratis toda la noche —respondí.

Euge sonrió. 

—Bien. Eso es lo que quiero.

—Espera. ¿Qué? Te das cuenta de que apenas son la una de la tarde, ¿cierto? Los Clubes no abren hasta las ocho, y sin Rochi nunca lograrás entrar.

Euge se encogió de hombros y comenzó a posar frente al espejo.

—No iré a un club. Voy a mi primera fiesta de fraternidad.

—¿A la una de la tarde?

Euge me lanzó una mirada exasperada, luego se giró al espejo y frunció sus labios. 

—No, tonta. Tacho vendrá a buscarme a las seis.  Vamos a comer algo y luego iremos a la casa ATO.

Aun así, es no tenía ningún sentido. 

—¿Y por qué estas lista cinco horas antes?

Euge dejó de hacer poses frente al espejo, y se giró para mirarme.

—Ésta es sola una de las opciones. Tengo otras dos que probarme antes de que él llegue. Simplemente estoy viendo cómo me veo con esto. Después voy a cambiarme y a recogerme el cabello en un moño, y quizá colocarme algo de sombra de ojos azul… ¿o crees que es demasiado? Tal vez debería usar la plateada. —Continuó hablando como loca y yo cubrí mi rostro con una almohada. Me sentía exhausta con sólo pensar  en arreglarme una vez, mucho menos varias veces.

—Creo que estás oficialmente loca —respondí.

Euge se rió. 

—Sé lo que piensas. Pero tengo que estar perfecta.Ésta noche tiene que ser perfecta. Él en verdad me gusta, Lali.

Me alegraba que le gustara, pero honestamente, ¿era muy necesario jugar a la muñeca Barbie de tamaño real simplemente para impresionarlo?

Un toque en la puerta nos interrumpió, así que moví la almohada de mi rostro y me senté. Euge caminó hasta la puerta y la abrió sin siquiera preguntar primero quién era. Cuando vi quien se encontraba del otro lado, en verdad deseé haber preguntado primero. Era Victoria.

—¿Puedo ayudarte? —preguntó Euge al reconocerla. Se quedó de pie frente a Victoria y apoyó una mano sobre su cadera. Estaba en pose protectora. Como si fuese lo suficientemente grande como para luchar contra cualquier persona.

—Estoy aquí para ver a tu amiga —dijo Victoria.

—Entonces, hoy no es tu día de suerte, porque eso no va a pasar.

Pude escuchar el gruñido en su voz. Euge acababa de hacerse una enemiga. 

—Sí sabías que Tacho está acostándose con mi compañera de hermandad, Siera, ¿verdad? Ya llevan tres meses siendo amigos con derechos. Anoche, estuvo con ella, luego de traerte.

Estuve de pie y apartando a Euge fuera del camino antes de que la perra pudiese decir algo más. Yo no le creía, pero sabía que Euge sí. Era buena leyendo a las personas, y había visto la forma en que Tacho miraba a Euge. No dudaba que en algún momento se haya involucrado con esa tal Siera, pero ni por un minuto creía que todavía lo estuviese haciendo.

—Viniste acá a verme a mí. ¿Qué quieres? —demandé, deseando haber mantenido mi distancia con Gastón. Éste era el tipo de drama que  odiaba, y que evitaba a toda costa. No me interesaban las peleas  de  gatas… especialmente por un chico que yo no quería.

—Si piensas que lo tuyo con Gastón volverá a reavivarse; es mejor que lo pienses de nuevo. Apártate, perra. No voy a compartirlo. La mayoría de las noches se encuentra en mi cama.  Solamente eres un nuevo sabor. Y de esos, él se aburre fácilmente. —El veneno que brotó de su tono era, en verdad, innecesario. Se sentía molesta por nada.

—Espero que tú y Gastón tengan juntos una larga vida en la cama. No me importa. No estoy interesada en él. Simplemente es un viejo amigo, y nada más. Así que toma tus bocadillos y ve a compartirlos con la pelirroja  al final del pasillo, porque es la única en éste edificio que desea a Gas. —  No le di tiempo de responderme, y le lancé la puerta en la cara.

La habitación se encontraba en completo silencio, y me giré para ver en dónde estaba Euge. La puerta del baño se encontraba abierta, y la ducha sonaba. Ésta no era una buena señal. Aún tenía varios estilos y peinados que debía probarse antes de las seis. Si tomaba una ducha, eso sólo significaba que creyó las malévolas palabras que escupió la boca de Victoria.

Entré al baño, salté y me subí al mostrador. Podía escuchar los lloriqueos y pequeños jadeos viniendo de la ducha.

—Si de algo sirve, no le creo —dije lo suficientemente alto como para que pudiese escucharme por encima del agua.

Euge sorbió su nariz y soltó una risa amarga. 

—Yo sí. Anoche no quiso llevarme a su apartamento. Incluso luego de que se lo pedí. Dijo que me llevaría otra noche. También recibió una llamada justo cuando terminábamos de cenar, y comenzó a actuar con nerviosismo durante el resto de la noche. Incluso acortó la cita. Pensé que simplemente imaginaba cosas. Había sido tan dulce cuando me besó. —Otro jadeo se escuchó.

Me encontraba lista para estrangular a este tipo Tacho. 

—Entonces es el idiota más grande del mundo. Eres hermosa y graciosa, y cualquier chico con la suerte suficiente de que le intereses debería darse cuenta de su extrema fortuna y no arruinar las cosas.

Euge dejó salir una risa triste. 

—Te quiero, Lali.

—También te quiero —respondí.

—¿Podemos ver esta noche la segunda temporada de The Vampire Diaries y comer helado? Lo necesito. Es la primera  vez  que  me  gusta alguien luego de Nico, y esto es lo que sucede. Apesta —Hipó.

—Voy por el helado. Tú busca los DVDs —le dije al bajarme del mesón.

—Lo extraño, Lali. —Sonaba triste y vencida. No tenía que preguntar a quién extrañaba. Sabía que se refería a Nico. También lo extrañaba. Pero sabía que su pérdida era completamente distinta.

—Lo sé. Termina tu ducha, y estaré de vuelta muy pronto con un montón de helado y dos cucharas.

—De acuerdo.

                                                            ***

Finalmente el teléfono de Euge había dejado de sonar. Tacho finalmente se había rendido e ido, una vez que le tranqué la puerta y le informé que si entraba, llamaría a la seguridad del campus y haría que lo arrestaran. Eso fue ya hace dos días. Había estado acurrucada en nuestra habitación con Euge desde entonces. Habíamos visto las temporadas una, dos, y tres de The Vampire Diaries. Y habíamos comido más galones de helado del que debería ser legal. Dudaba que el lunes mis vaqueros me quedaran.

Lancé una mirada al reloj. Ya eran pasadas las cuatro, y  sabía que,  en cualquier momento, Rochi estaría aquí para irnos. Hoy Euge se sentía mejor. Ella y yo habíamos pasado la mayor parte de la mañana riéndonos como locas. Lo único que había hecho que su ceño se frunciera, había sido el sonar de su celular. Finalmente se detuvo en algún momento del medio día. Euge no iba a contestar el teléfono.

Ayer había pasado de estar triste a enojada. E incluso había salido de la habitación diciendo que necesitaba aire fresco, fue a correr y hasta coqueteó con algunos chicos. Ya me sentía muchísimo mejor con respecto a su recuperación.

La puerta se abrió y Rochi asomó su cabeza. 

—¿Están listas para ser sexys fanáticas enamoradas esta noche? Son VIP, nenas —terminó su comentario con un guiño.

No había visto a Peter desde el incidente con Euge. Me había llamado y texteado algunas veces luego de haber conseguido mi número y permiso para llamar de Rochi. Anoche, incluso, sus  mensajes  fueron  un poco subidos de tono. Secretamente, me emocioné con ello, pero él no fue más allá. Antes de que me calentara excesivamente, me dio las buenas noches e indicado que me fuera a dormir, para que así  estuviese  descansada para esta noche.

—Sí, estoy lista, pero no soy una fan enamorada —respondí.

—Eres mucho más que eso. Y la única fanática que Peter Lanzani permite que se le acerque.

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