viernes, 5 de julio de 2019

Existence #3: Capítulo 5

Lali.

¿Él habló en mi cabeza, o me volví completamente loca? No fui capaz de concentrarme en nada de lo que mi  profesor  de  cálculo dijo. Por suerte, era una breve bienvenida y una visión general del plan de estudios. Luego nos despidió. Estaba segura de que me perdí algo importante, pero Peter Lanzani se encontraba a mí lado. Todas  las miradas femeninas en la habitación se centraron en él y mi cuerpo cosquilleaba cada vez que rozaba su brazo contra el mío, y a mí parecer pasaba mucho. Casi como si fuera a propósito, se aseguró de hacerlo lo suficiente como para mantenerme agotada.


Mi mochila seguía colgada en su brazo cuando nos fuimos, por lo que me vi obligada a soportar a todas los fans que lo detuvieron para preguntarle acerca de su concierto, deslizarles su número y prometerle todo, desde una garganta profunda a un espectáculo de desnudos. Si no fuera por el hecho de que él cargaba mi mochila y que yo quería ver si seguía hablando en mi cabeza, me hubiese ido y lo habría dejado con sus admiradoras.

—Sígueme —dijo Peter mientras me tomaba del brazo y me apartó una chica en mitad de su frase. Tuve que correr para seguirle el paso mientras me conducía hacia un gran árbol de roble detrás del edificio. Había una mesa de picnic debajo de él. ¿Se está escondiendo?

—No me notarán desde aquí atrás —explicó, asegurándose que el árbol bloqueara la vista de los demás antes de sentarse en la mesa de picnic. Algo sobre verlo allí sentado me pareció familiar. Casi como si estuviera experimentando un déjà vu. Sonrió como si hubiera leído mi pensamiento.

—Me sorprende que te hayas ido y huido de la última chica. Si la hubieras traído aquí, seguramente hubieras conseguido algo de acción.  Ella se disponía a ofrecerte tu primogénito.

Peter rió y sacudió la cabeza.

—Voy a pasar. No es mi tipo.

Hasta ahora no estaba segura de cuál era su tipo. No sólo parece acecharme, sino que no lo había visto con nadie más. ¿Era porque yo era un desafío?

—¿Por qué el interés en mí? Si te ofrezco desnudarme, ¿huirás? ¿Soy el único juguete con el cual nunca has jugado? —Me aseguré de sonreír mientras hice la pregunta. No quería sonar como una idiota,  pero realmente quería saber por qué yo. Había un montón de chicas disponibles más que dispuestas a hacer lo que él quisiera, cuando quiera. Peter dejó caer mi mochila en los tablones de madera de la mesa y lentamente se puso de pie. Sus ojos se fijaron en mí y la intensidad de su mirada casi me asustó. A veces sus ojos no parecían reales. Parecían antinaturales… maravillosamente antinaturales e inquietantes.

—Entiende esto, Mariana Espósito —comenzó con una voz sexy y profunda—, si alguna vez te ofreces a desnudarte para mí, entonces tendrás mi completa atención.

Oh Dios mío.

Tragando saliva me las arreglé para dar un asentimiento de cabeza. Peter no retrocedió, sino que se acercó más hasta que quedé presionada contra el árbol. 

—No eres un juego. Nunca serás un juego para mí —dijo mientras trazaba mi mandíbula con la punta de su dedo. El anhelo en sus ojos era demasiado fuerte. No tenía ningún sentido. Acabábamos de conocernos ayer. ¿Por qué reacciono de esta manera con él? ¿Y por qué mi corazón se vuelve loco cuando está cerca?

—Ha pasado mucho tiempo. No debería besarte —susurró antes de que su boca cubriera la mía. Sus palabras no tenían sentido, pero desaparecieron en el fondo de mi mente, cuando su lengua se deslizó en mi boca y el rico sabor extraño y decadente se burló de mis sentidos. Mis manos volaron hasta sus hombros y me aferré por mi querida vida. Mis rodillas se debilitaron y necesité ayuda, pero sobre todo, sólo quería mantenerlo allí. Justo así. Aspiré el aroma cálido y oscuro que me envolvió mientras su cuerpo me llenó. Sus dientes rozaron mi labio inferior y gemí cuando sus labios empezaron a besar el lugar detrás de mi oreja. El calor de su aliento cosquilleó mi piel. Agarrando con fuerza su camisa, lo acerqué más. Una de sus rodillas se deslizó entre mis piernas y se instaló entre ellas, causando que chispas de placer se dispararan a través de mí.

—Ah —grité cuando movió su rodilla hacia arriba. Mi cuerpo se estremeció en respuesta. Peter hundió la cabeza en la curva de mi cuello y el hombro. Su respiración pesada acompañado por su repentino silencio me dijo que esto iba a terminar. No quería que terminara pero por otra parte, la forma en que reaccioné ante un inocente beso podría significar que no estaba lista para los besos de Peter Lanzani. Empecé a moverme y sus brazos apretaron su agarre en mi cintura.

—No. Por favor. Todavía no. Déjame disfrutar esto. —El sonido suplicante en su voz mientras sus palabras fueron pronunciadas contra mi piel me obligó a hacer lo que me pedía. ¿Quién podía decirle que no?

Su respiración pesada hizo correr pensamientos muy malos por mi cabeza. Sus brazos se deslizaron alrededor de y me acercó a él mientras bajaba su rodilla, pero su pierna quedó allí, entre las mías. 

—¿Vendrás el viernes al concierto? Te quiero allí —dijo cuando por fin levantó la cabeza para mirarme.

No era mi tipo. Él no era seguro. Pero no me importaba. Yo era una estudiante universitaria. Había estado segura lo suficiente en mi vida. Ya  era hora irme un poco hacia el lado salvaje.

—Sí, iré.

Peter cerró los ojos con alivio y una sonrisa tiró de la comisura de sus labios.

—Estaba preparado para sobornarte. Fue más fácil de lo que pensé —respondió.

—Sobornarme, ¿eh? Tal vez debería haberme hecho la difícil por  más tiempo.

Peter bajó la mirada y estudió mis labios.

—¿Qué es lo que quieres, Lali? Sólo pídelo. 

Guau. Otra vez fue un poco intenso.

—Um, bueno, ahora quiero tomar una siesta porque no dormí suficiente anoche. —Seguro no era la respuesta que él esperaba, pero era cierto.

Peter dio un paso atrás y de pronto sentí frío.

—No dejes que Rochi te haga hacer cosas que no quieres. Ella no necesita dormir tanto como tú.

¿Se relacionaban? Nada tenía sentido. Parecía cercana a él, pero no eran una pareja o algo remotamente parecido a eso.

—Soy una chica grande. Puedo manejar a Rochi.

Peter dejó escapar una débil risa y asintió con la cabeza.

—Sí. Lo sé.



Peter.

—No te recuerda tampoco. Esperaba que me olvidara. Pero, ¿por qué no te recuerda a ti? —Sentí su llegada, pero esperé hasta que Lali estuvo lo suficientemente lejos para darme la vuelta y mirarlo.

Pablo, el espíritu vudú que una vez reclamó el alma de Lali, se encontraba de pie a varios metros de distancia de mí. Había pensado que ir a buscarla con la advertencia de poner fin a su mundo sería suficiente para mantenerlo alejado. El chico estaba al borde de la estupidez.

—No te concierne. Te sugiero que vuelvas a Vilokan y juegues con tus amigos allí. Mi paciencia contigo se está acabando, príncipe Vudú.

Me miró y cruzó los brazos sobre el pecho.

—No estoy haciendo nada malo. La dejé en paz. Sólo vine a ver si estaba bien. Antes de que aparecieras, proteger a Lali era la única vida que conocía.

Pablo había sido el ángel oscuro de Lali. Uno que ella no sabía que existía. Su enferma y retorcida reclamación a su alma fue algo que hizo su padre, el vudú señor de los muertos.

—Has jodido el futuro de Lali lo suficiente. Ahora está  aprendiendo lo que es vivir una vida humana normal. Soy el único que necesita para asegurar su protección. No toleraré que estés por aquí. Esto no es asunto tuyo.

Pablo comenzó a decir algo más cuando Rochi apareció a mi lado.

—Bueno, mira qué demonios ha traído el agua—dijo con un suspiro y se dejó caer sobre la mesa—. ¿Es necesario que te dé una lección para que aprendas? Porque voy a disfrutarlo cada segundo.

La mirada penetrante de Pablo se convirtió en una de odio cuando se enfocó en Rochi. No había amor entre ellos dos.

—Ella no te recuerda tampoco —gruñó Pablo.

—Oh, mira, Peter. Sigue siendo tan rápido como lo ha sido siempre. Que afortunados somos, ¿no?

—No me iré hasta que uno de ustedes me explique lo que  le ocurrió  a Lali —exigió Pablo.

Rochi se rió y supe que su pequeña pelea de sarcasmos terminó. El príncipe Vudú presionó los límites.

—Lali está bien. Se está encontrando a sí misma sin la pretensión de la maldad en su alma.

Pablo comenzó a dar un paso adelante y Rochi se encontró cerca de su rostro en menos de una décima de segundo. Se movió a una velocidad inhumana y miré a mí alrededor rápidamente para asegurarme de que nadie la había visto.

—Da un paso más en ese camino y te rebanaré en pedacitos —dijo entre dientes.

—Tienes que irte. Esta es la última advertencia. 

Pablo no discutió. Se fue.

Rochi maldijo y se dio la vuelta para mirarme.

—Maldita sea. Tenía la esperanza de que se quedara aquí. Eso habría sido divertido. He estado esperando patear su culo vudú desde hace un año.

—Sería algo divertido de ver —concordé—. Pero tenemos que irnos a trabajar. Ha habido un terremoto en Haití. Fue muy malo.

Rochi suspiró.

—Supongo que tendré que ir, esta vez.

Sorprendido por su falta de entusiasmo, me detuve y levanté una ceja.

—Oh, no me mires así. Me gusta ser una universitaria. Es mucho más divertido que tratar con personas muertas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenten, todas sus opiniones cuentan:3