Peter.
Hace tres días la tenía en mis brazos mientras se quedaba dormida, hablándome sobre todas las cosas que empacó. Me burlé por empacar tanto y no ser capaz de adaptarse del todo en su dormitorio. Ella me prometió que se pondría esos tacones en nuestra primera cita oficial en la universidad. Todo había sido perfecto. Lali me amaba.
Ahora, ella ni siquiera me conocía.
—Aquí está —Anunció Euge cuando abrió la puerta del dormitorio que yo sabía que conectaba con la habitación de Rochi. Me aseguré de eso. También sabía que esta habitación era la más grande disponible. Quería que Lali tuviera lo mejor. Quería que cada experiencia que tuviera fuera perfecta. Ella ya había pasado muchas cosas conmigo. Esto se suponía que sería el comienzo de nuestro felices para siempre.
—¡Oh, guau! ¡Es enorme! ¿Me pregunto si este es el correcto? Sólo somos de primer año —La emoción en la voz de Euge mientras daba vueltas me recordó que Euge también olvidó todo. Mi existencia en el mundo humano el año pasado había sido alterada. Lali no podía recordar. Tomaron su memoria. Cada recuerdo... se fue.
—Puedes poner la caja por ese lado de la habitación. Lali querrá estar lejos del baño. A mí me toma más tiempo estar lista y ella puede dormir más tarde por la mañana —Euge tenía razón. Lali no pasaría mucho tiempo preparándose en las mañanas. Eso también me recordaba que yo no estaría aquí para abrazarla y besarla con esa mirada soñolienta en la cara. Coloqué la caja al lado de su armario. La agonía de la separación me atravesaba. Luego hubo miedo. ¿Qué pasaría si Lali no me escogía? ¿Y si nunca podría abrazarla otra vez? ¿Y si ella nunca me miraba nuevamente con amor en sus ojos? ¿Cómo podría existir sin eso?
No. No podía.
—Llegaremos tarde —gruñó Rochi desde la puerta. Ya era hora de que nos marcháramos a recolectar almas. Sólo que era tan difícil dejarla ahora que ella estaba tan cerca. El no poder tocarla o permitir que me viera era una tortura.
—Oh, ¿tienes práctica? —preguntó Euge, batiendo las pestañas hacia mí. Olvidé que ella era una fan de Could Soul. Había sido el novio de Lali para ella un tiempo. El hecho de que ella era una fan se me había olvidado. Esto sería molesto.
—No, él tiene un concierto —Explicó Rochi con un divertido acento sureño.
—Guau, ¿dónde? ¿Está agotado? Me encantaría ir. Nunca te he visto tocar en vivo.
Sí, lo ha hecho. Muchas veces. Pero eso también quedó en el olvido. Antes de que pudiera articular la respuesta adecuada Rochi me interrumpió:
—Lali está afuera, hablando con un chico. Uno con un acento papi cajún, si sabes a lo que me refiero.
Mierda.
Pasé a Euge y empujé a Rochi hacia un lado cuando hice mi camino hasta el estacionamiento en una velocidad lo más cercana a la humana. Pero sabía que Pablo estaba cerca de Lali y ella no sabía quién era o qué hizo, me sentí justificado de poder usar una manera más rápida de viajar.
No quería asustar a Lali apareciendo de la nada. Así que me acerqué detrás de ella. Pablo sintió mi presencia porque todo su cuerpo se tensó.
—¿Puedo ayudarte a llevar tus cosas adentro? —le preguntó Pablo a Lali, mirando sobre su hombro en un intento de encontrarme.
Comencé a dar un paso adelante cuando Rochi tomó mi brazo y me jaló hacia atrás con un fuerte tirón.
—Detente. Recuerda, él no es su tipo. Cálmate. Deja que la ayude. Joderás todo si actúas como un loco y obsesionado. Este no es el chico del que ella se enamoró. Ella se enamoró del oscuro y misterioso Peter Lanzani. Se enamoró de La Muerte. Sé ese chico. Deja de ser este triste, lamentable, obsesionado y acosador chico. Eso no la traerá de vuelta. Y créelo o no, también quiero de vuelta a Lali.
Ella tenía razón. Cerré mis puños con fuerza y esperé.
—No, gracias. Tengo esto. Fue agradable conocerte —Le informó Lali en un tono ligeramente molesto que alivió mi ansiedad. Rochi tenía razón. Pablo no era el tipo de Lali. Nunca lo había sido. Sabía que el tipo no era suficientemente estúpido como para intentar tomarla de nuevo. Su padre no lo permitiría. Él probaba las aguas para ver si ella realmente olvidó todo.
—¿Ves? Ella puede con esto. Ahora, vámonos. Actúa misterioso y sexy. Ahora pon tu trasero en esa moto y maneja sin decir una palabra.
Dejar a Lali fue duro. No quería que llevara todas esas cosas al interior. Yo quería hacer eso para ella. Se suponía que lo haría. Ella me lo pagaría en favores sexuales. Habíamos bromeado con eso por semanas. Pero ahora... ella estaba aquí. Sola.
—Quédate aquí. Permanece cerca de ella. Ayúdala a mudarse. Lo más importante, mantén el príncipe del vudú lejos de ella. Estaré de regreso tan pronto como sea inhumanamente posible.
Sorprendentemente, Rochi no discutió.
Lali.
—Movimiento inteligente. Tenía el aspecto de un canalla.
La rubia con las puntas del pelo rosa estuvo de pronto a mi lado. No la escuché caminar, pero estaba tan ocupada intentando deshacerme del chico excesivamente amable que conocí en el auto de Euge.
—Él era bastante lindo. No estoy tan loca como para decirle dónde está mi dormitorio a cada chico en el campus —Expliqué. Y no quería que ellos se sintieran como si yo les debiera algo por su ayuda.
La chica llegó a mi auto y sacó mi maleta. No estuve segura de que pensar de eso. El rugido de una moto me asustó y me di la vuelta para ver a Peter Lanzani manejando sin siquiera dirigirme una mirada. No era lo que esperaba, realmente. Quiero decir, fue muy agradable y parecía algo interesado, pero exactamente yo no lo animé.
—¿Por qué no vas con él? —Pregunté cuando la chica caminó a mi alrededor con la maleta en su mano y una de mis cajas escondida en su otro brazo. ¿Realmente me iba a ayudar? ¿Por qué? No había hecho nada para ganar su favor. No parecía ser alguien que hiciera amigos con facilidad.
—Cambié de idea. Él está un poco deprimido hoy —dijo, sin mirarme. Vi como caminó hacia la entrada del dormitorio y luego me giré para agarrar una caja. Ella no sabía a cuál habitación ir y si encontraba la habitación por sí sola, Euge se aterrorizaría si la chica emo entraba a su habitación mientras estaba sola.
Cinco horas después desempacamos completamente. Incluso nuestra enorme habitación estaba lista. Tiramos las cajas vacías a la basura, llenamos la nevera con botellas de agua, y le di la mitad de mi armario a Euge. Ella trajo tanta ropa que sobrepasó los suyos. Eso no me sorprendió en lo absoluto. Pensé que sería más fácil vivir con un armario lleno que escuchar a Euge quejarse por los siguientes nueve meses que su armario no era lo suficientemente grande. Además, con el tamaño de esta habitación, los armarios eran enormes.
—Sigo sin creer que ella viva en la habitación que conecta con nosotras y no tiene que compartirla con nadie. ¿Quién es ella? ¿Una estrella de rock? ¡Eso es! Ella es alguna estrella de rock. Obviamente conoce a Peter Lanzani y tiene el dinero y poder para tener su propia habitación. Y tiene un nombre raro. ¿Quién llama a su hija "Rochi" si no es una persona famosa?
La mayoría de las veces, desechaba las ridículas ideas de Euge, pero ésta vez podría tener razón. No cualquiera en la residencia tenía su propio dormitorio, todos tenían un compañero. Por supuesto, nuestra habitación era enorme. Incluso más grande que la de Rochi, pero la compartíamos. Me dejé caer en mi edredón negro punteado que Euge insistió que trajera. Ella quería que tuviéramos unos iguales. Él de ella era negro con lunares blancos y el mío era blanco con lunares negros. Realmente no me importaba el patrón, pero, honestamente, me sentiría mejor con un edredón de mi casa. Euge hizo berrinche cuando le sugerí eso. Entonces, teníamos lunares. Todo era negro y blanco también. Negro y blanco era la nueva obsesión en su esquema de decoración. Incluso nos compró unos clips a juego con una cinta blanca y negra que colgaba de nuestros escritorios, junto al lado de los tableros blancos y negros.
—Se ve bien, ¿no? —preguntó con aire de suficiencia cuando se sentó a mi lado. Ella estaba feliz con la forma en que todo encajaba en su lugar. Estuve feliz cuando ella dejó los posters de One Direction en su casa. No me gustan las bandas pop y estoy segura que no los quiero pegadas en mis paredes todo el año.
—Hiciste un gran trabajo —Concordé y ella me sonrió. No hacía mucho para que ella sonriera. Pasó una mala racha después de que su novio, Nico, falleciera. Los tres habíamos crecido juntos. Perderlo me dolió también, pero no tanto como a ella. Ellos tenían una conexión que yo no compartía. La compra de nuestra habitación la mantuvo ocupada el mes pasado y poco a poco ella comenzó a sanar.
—¿Qué debemos hacer ahora? ¿Quieres ir a ver el campus? ¿O buscar algo para comer? La cafetería no abre hasta mañana. Tendremos que salir para comer.
Comencé a responder cuando Rochi entró en nuestra habitación a través del baño que compartían nuestras habitaciones.
—Conozco un lugar perfecto para comer y divertirnos. Vamos, perras.
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