Lali.
Cuatro días de esquivar a Peter e
ignorar a Rochi cuando intentaba que yo lo viera comenzaba a desgastarme. Esta
era una estupidez. Tuve una cita real con Peter Lanzani. Lo había besado un par de veces y
caía bajo el carisma sexy que había a su favor. Toda chica se enamora de un
muchacho en una banda en algún momento. Sucede. Es la vida. Se aprende de ello
y se sigue adelante. Estaba lista para
continuar. ¿Por qué eso me había molestado tan profundamente? Excepto que en
realidad nunca nadie me había traicionado. ¿Pero era realmente traición? No
éramos una pareja. No habíamos hecho ninguna promesa. Peter podría follar a
cualquier chica del edificio si lo deseaba. Yo no iba a tener sexo con él. Él
era atractivo. Era lógico que esto ocurriera. Mi orgullo estaba un poco herido, pero
debía recuperarme.
Pasé el fin de semana estudiando
sola en mi habitación. Era la mañana del
lunes y Peter estaría en mi próxima clase. Yo sonreiría y sería amable y
distante. No había razón para actuar como si algo importante hubiera ocurrido. No era como si él me
hubiera llamado el fin de semana o enviado mensajes de texto. Estaba segura de
que él sabía que yo descubrí su
aventura, porque Rochi lo sabía.
Desafortunadamente,
ella estuvo allí justo después de lo que yo escuché, así que vio mi reacción
inmediata. Realmente, realmente, esperaba que no hubiera compartido la escena
con Peter. Tendría que fingir como si nada hubiera ocurrido cuando me enfrentara
a él hoy.
Tenía
mis expectativas muy altas en este romance y ese fue mi primer error.
Al abrir
la puerta de Cálculo recordé que la semana pasada Peter llevó mis libros por mí. Me estuvo acompañando a la clase, yo montada en la parte trasera de su
motocicleta. Viví en el lado salvaje por dos semanas. Ya era hora de que me
centrara. No escaneé la habitación para ver si Peter ya estaba allí. Encontré
un asiento vacío y me centré en no buscarlo en la habitación. Si él se fuera a
sentar a mi lado durante las clases,
posiblemente tenga dificultad para prestar atención al profesor.
Dejé
caer mis libros en mi escritorio, saqué mis lápices y un cuaderno. Le había regresado su laptop a Rochi
y le dije que se asegurara de él la
tuviera de regreso. Ya no lo necesitaba. Eso era, por supuesto, falso, pero
seguía cabreada.
Luego, una sensación de cosquilleo recorrió
mi espina dorsal
y sabía sin mirar que la
sombra que había caído sobre mi escritorio pertenecía a Peter. Maldita sea.
—¿Puedo sentarme aquí? —Su voz era ronca y sin
humor.
Estábamos
rodeados de gente y el profesor se dirigía a la parte delantera de la sala. No
era como si yo pudiera negarme sin hacer una escena. Por no mencionar el hecho
que lo alertaría que su aventura sexual me molestó.
—Claro
—le respondí con una sonrisa forzada y me centré en los números que el profesor
comenzaba a escribir en la pizarra.
¿Tenía que sentarse tan
cerca? No podía concentrarme con su aroma. Yo ya sabía que olía delicioso.
No necesitaba recordarlo.
—¿Vas a mirarme? —preguntó.
No,
maldición. No quería mirarlo. Obligué a mi cabeza a encontrarse con su mirada.
Se veía triste. No me esperaba eso. ¿Por qué estaba triste? Aunque no podía
preguntarle aquello. No iba a dejar que esto fuera más lejos. Yo había dibujado mi línea. Seguiría encontrándome con
él. Ya sea como mi compañero de clase o como el amigo de mi compañera de
habitación. Nada más.
—¿Podemos
hablar? —Su voz era suave. No quería que nadie más lo oyera.
—No hay nada de qué hablar. Debo
escuchar al profesor si quiero pasar la clase —le contesté con la misma sonrisa
falsa.
—Lali —Comenzó a decir y yo levanté una mano para
detenerlo.
—Si quieres seguir sentado aquí entonces
tendrás que parar ahora.
Él asintió con la cabeza.
—Lo siento.
Odié la
manera en que se estremeció cuando le hablé con dureza. Yo sólo quería que se
fuera. No quería sentir algo en lo que se refería a él.
La clase
transcurrió a paso tortuga. Cuando finalmente terminó, no miré a Peter. Había
conseguido ignorarlo toda la clase.
Lo cual fue fácil, ya que
él no dijo una palabra.
Metí mis cosas en mi bolso y me levanté.
Peter seguía sentado en su silla mirando al frente con un ceño fruncido,
viéndose ridículamente sexy.
No debería importarme que él estuviera molesto. No debería importarme. No
debería importarme, seguí cantando para mis adentros mientras caminaba por el
pasillo y me dirigía hacia la puerta. Yo no miraría hacia atrás. No había
ninguna razón para hacerlo. El dolor en mi pecho cuando salí del edificio,
dejando a Peter sentado solo allí me molestó bastante. Froté mi sien con la
palma de mi mano y seguí mi camino. Tenía clase en treinta minutos.
***
No esperaba
ver a Gastón sentado en las escaleras de mi residencia hoy. No me sentía de humor para nada,
pero tal vez él estaba
allí para recoger
a la pelirroja. Todavía no sabía su nombre. Ella podría haber sido a
quien Peter se tiraba en la oscuridad.
Le
sonreí a Gastón cuando sus ojos se encontraron con los míos. Era un buen tipo.
Al menos lo fue alguna vez. No actuaba como si estuviera sólo interesado en ti.
Ni fingía ante ti que era hombre de una sola mujer. Tenía que darle créditos
por eso.
—Hola, Gas
—dije cuando llegué a la escalera. No quería tener que platicar con él.
Gastón se levantó, bloqueando mi camino por las
escaleras.
—Lali, hola.
Bueno, ya habíamos intercambiado
saludos corteses. Tenía tareas que hacer. Empecé a caminar alrededor de él,
pero su mano se acercó y tomó mi mano.
—Espera. Quería hablar contigo.
Bueno, mierda.
—¿Sobre
qué? —Le pregunté, mirando hacia la puerta para darle una pista de lo que yo quería
hacer.
—Sé que
metí la pata la semana pasada. Fui un idiota. Pero eres todo lo que he pensado durante dos semanas. No puedo sacarte de
mi cabeza. Por favor, sólo ven a tomar un café conmigo. Por lo menos, seamos
amigos. Te echo de menos.
Euge
estaba ocupada con Tacho todo el tiempo y ahora que no tenía a Peter por aquí
me sentía sola. Un amigo no estaría mal. Con Gastón sabía dónde me encontraba.
Era fácil para mí leerlo. No hay secretos, no tenía una apariencia tan sexy que
me confundía.
—Amigos
estaría bien. Necesito un amigo. Euge pasa más tiempo en el campus de UT con Tacho
de lo que lo hace aquí.
La gran sonrisa tonta que solía amar se formó en la
cara de Gastón.
—¿Podemos ir a tomar un
café ahora? ¿O tienes planes
con un libro?
Los libros podían esperar.
—Déjame ir a dejar esta cosa a mi habitación y vuelvo. Por favor,
siéntete libre de pedirle a cualquier chica que pase por aquí una cita —
Bromeé.
El ceño
fruncido de Gastón apareció y noté que él no pensaba que fuera gracioso.
—Era una
broma. Si vamos a ser amigos, entonces tienes que relajarte —dije antes de
abrir la puerta y dirigirme a mi habitación.
Una vez
que llegué a mi puerta, los sonidos de gemidos me impidieron girar la perilla. Apoyé la oreja contra la puerta y
oí a Euge gritar de evidente placer. Oh, guau. Tenía sexo con él. Me apoyé lejos de la
puerta y me acerqué a la puerta de Rochi y golpeé suavemente.
Rochi abrió la puerta y se acercó y sacó una bola
de algodón de su oreja.
—¿Qué, no quieres entrar a ver el show porno?
—preguntó Rochi.
—En realidad, no. ¿Puedo dejar mi bolsa aquí? Gas me está esperando para ir a tomar café.
Rochi frunció el ceño y
asintió con la cabeza. Alargó la mano y cogió la bolsa de mis manos.
—Sí, está bien. —¿Cuál era su problema? Era sólo mi
bolsa.
—¿Cuánto tiempo han estado allí?
—Le pregunté mirando hacia mi habitación, donde un gruñido me hizo temblar. No
quería escuchar eso.
—Lo suficiente. Son como conejos.
Conejos Follando.
Pobre Rochi,
atrapada aquí, escuchando.
—¿Quieres ir a tomar un café conmigo y Gas?
Rochi arqueó su ceja perforada y negó con la
cabeza,
—No, gracias. Estoy bien. Las bolitas de algodón
funcionan.
—Bueno, si estás segura.
Un “Oh, Dios” de Euge se
hizo eco por el pasillo. La chica estaba loca. Quería quedarse aquí atrapada.
Me acerqué a la puerta y la golpeé.
—Métete un calcetín en la boca, Euge.
Rochi negó con la cabeza y
cerró la puerta mientras yo caminaba por el pasillo.
Gastón se encontraba de pie
junto a la puerta, esperándome. También estaba solo. Sorprendente.
—Lamento haberme tomado
tanto tiempo. Euge y Tacho están en nuestra habitación... —Me interrumpí.
Gastón se rió.
—Sí, bueno, me alegro que hayan mudado su fiesta aquí. Ya estoy cansado
de eso.
—¿Qué? ¿Quieres decir que esta no es la
primera vez?
Gastón negó con la cabeza.
—Nop. Ni por asomo.
No podía creer que ella estuviera
teniendo sexo salvaje
con un chico que acabara de conocer. No es de extrañar que estuviera
desaparecida durante tanto tiempo. Se movía demasiado rápido. Tendríamos que
tener una charla seria sobre esto. Es la primera relación que tiene después de Nico
y saltó a la parte física en menos de dos semanas.
—No tenía ni idea.
Gastón se encogió de hombros.
—Sucede. Realmente
son el uno en el otro. Tacho habla de ella sin parar. Quizás sea un poco apresurado
para el sexo, pero parecen ser incapaces de mantener sus manos quietas.
—Sí, oí eso. En varias ocasiones
—murmuré. Gastón golpeó mi brazo con el suyo.
—No te preocupes por eso, Lali.
Alégrate de que por fin encontró vida después de Nico. Y honestamente, nunca he
visto así a Tacho con alguien antes. Es normalmente desinteresado.
Eso lo
hizo un poco mejor, pero aun así ¿en tan sólo dos semanas?
—¿Aún estás saliendo con Peter Lanzani?
Yo rodé mis ojos.
—Yo nunca estuve saliendo
con Peter Lanzani. Tuvimos una cita. Una. Luego estuvo listo para pasar a una
nueva chica.
—¿Estás segura de eso? —preguntó Gastón esperando
por mi reacción.
—Sí, lo
estoy. Como te he dicho, fue sólo una cita. No fue la gran cosa. Yo no era su
tipo. Tú y yo ya lo sabíamos.
Llegamos
al pequeño coche deportivo de lujo que Gastón obtuvo de regalo cuando se graduó
de la escuela secundaria. No podía recordar cómo se llamaba la marca. Sólo
sabía que él estaba enamorado del auto. Me acompañó hasta mi lado y abrió la
puerta para mí. Me deslicé dentro y cerró
la puerta.
Era cómodo. Sabía qué esperar.
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