martes, 9 de julio de 2019

Existence #3: Capítulo 17

Lali.

Cuatro días de esquivar a Peter e ignorar a Rochi cuando intentaba que yo lo viera comenzaba a desgastarme. Esta era una estupidez. Tuve una cita real con Peter Lanzani. Lo  había besado un par de veces y caía bajo el carisma sexy que había a su favor. Toda chica se enamora de un muchacho en una banda en algún momento. Sucede. Es la vida. Se aprende de ello y se sigue adelante. Estaba lista para continuar. ¿Por qué eso me había molestado tan profundamente? Excepto que en realidad nunca nadie me había traicionado. ¿Pero era realmente traición? No éramos una pareja. No habíamos hecho ninguna promesa. Peter podría follar a cualquier chica del edificio si lo deseaba. Yo no iba a tener sexo con él. Él era atractivo. Era lógico que esto ocurriera. Mi orgullo estaba un poco herido, pero debía recuperarme.


Pasé el fin de semana estudiando sola en mi habitación. Era la  mañana del lunes y Peter estaría en mi próxima clase. Yo sonreiría y sería amable y distante. No había razón para actuar como si algo importante hubiera ocurrido. No era como si él me hubiera llamado el fin de semana o enviado mensajes de texto. Estaba segura de que él sabía que yo descubrí  su aventura, porque Rochi lo sabía.

Desafortunadamente, ella estuvo allí justo después de lo que yo escuché, así que vio mi reacción inmediata. Realmente, realmente, esperaba que no hubiera compartido la escena con Peter. Tendría que fingir como si nada hubiera ocurrido cuando me enfrentara a él hoy.

Tenía mis expectativas muy altas en este romance y ese fue mi primer error.

Al abrir la puerta de Cálculo recordé que la semana pasada Peter llevó mis libros por mí. Me estuvo acompañando a la clase, yo montada en la parte trasera de su motocicleta. Viví en el lado salvaje por dos semanas. Ya era hora de que me centrara. No escaneé la habitación para ver si Peter ya estaba allí. Encontré un asiento vacío y me centré en no buscarlo en la habitación. Si él se fuera a sentar a mi lado durante las  clases, posiblemente tenga dificultad para prestar atención al profesor.

Dejé caer mis libros en mi escritorio, saqué mis lápices y un  cuaderno. Le había regresado su laptop a Rochi y le dije que se asegurara de  él la tuviera de regreso. Ya no lo necesitaba. Eso era, por supuesto, falso, pero seguía cabreada.

Luego, una sensación de cosquilleo recorrió mi espina dorsal y sabía sin mirar que la sombra que había caído sobre mi escritorio pertenecía a Peter. Maldita sea.

—¿Puedo sentarme aquí? —Su voz era ronca y sin humor.

Estábamos rodeados de gente y el profesor se dirigía a la parte delantera de la sala. No era como si yo pudiera negarme sin hacer una escena. Por no mencionar el hecho que lo alertaría que su aventura sexual me molestó.

—Claro —le respondí con una sonrisa forzada y me centré en los números que el profesor comenzaba a escribir en la pizarra.

¿Tenía que sentarse tan cerca? No podía concentrarme con su aroma. Yo ya sabía que olía delicioso. No necesitaba recordarlo.

—¿Vas a mirarme? —preguntó.

No, maldición. No quería mirarlo. Obligué a mi cabeza a encontrarse con su mirada. Se veía triste. No me esperaba eso. ¿Por qué estaba triste? Aunque no podía preguntarle aquello. No iba a dejar que esto fuera más lejos. Yo había dibujado mi línea. Seguiría encontrándome con él. Ya sea como mi compañero de clase o como el amigo de mi compañera de habitación. Nada más.

—¿Podemos hablar? —Su voz era suave. No quería que nadie más lo oyera.

—No hay nada de qué hablar. Debo escuchar al profesor si quiero pasar la clase —le contesté con la misma sonrisa falsa.

—Lali —Comenzó a decir y yo levanté una mano para detenerlo.

—Si quieres seguir sentado aquí entonces tendrás que parar ahora. 

Él asintió con la cabeza.

—Lo siento.

Odié la manera en que se estremeció cuando le hablé con dureza. Yo sólo quería que se fuera. No quería sentir algo en lo que se refería a él.

La clase transcurrió a paso tortuga. Cuando finalmente terminó, no miré a Peter. Había conseguido ignorarlo toda la clase. Lo cual fue fácil, ya que él no dijo una palabra. Metí mis cosas en mi bolso y me levanté. Peter seguía sentado en su silla mirando al frente con un ceño fruncido, viéndose ridículamente sexy.

No debería importarme que él estuviera molesto. No debería importarme. No debería importarme, seguí cantando para mis adentros mientras caminaba por el pasillo y me dirigía hacia la puerta. Yo no miraría hacia atrás. No había ninguna razón para hacerlo. El dolor en mi pecho cuando salí del edificio, dejando a Peter sentado solo allí me molestó bastante. Froté mi sien con la palma de mi mano y seguí mi camino. Tenía clase en treinta minutos.

                                             ***

No esperaba ver a Gastón sentado en las escaleras de mi residencia hoy. No me sentía de humor para nada, pero tal vez él estaba allí para recoger a la pelirroja. Todavía no sabía su nombre. Ella podría haber sido a quien Peter se tiraba en la oscuridad.

Le sonreí a Gastón cuando sus ojos se encontraron con los míos. Era un buen tipo. Al menos lo fue alguna vez. No actuaba como si estuviera sólo interesado en ti. Ni fingía ante ti que era hombre de una sola mujer. Tenía que darle créditos por eso.

—Hola, Gas —dije cuando llegué a la escalera. No quería tener que platicar con él.

Gastón se levantó, bloqueando mi camino por las escaleras.

—Lali, hola.

Bueno, ya habíamos intercambiado saludos corteses. Tenía tareas que hacer. Empecé a caminar alrededor de él, pero su mano se acercó y tomó mi mano.

—Espera. Quería hablar contigo.

Bueno, mierda.

—¿Sobre qué? —Le pregunté, mirando hacia la puerta para darle una pista de lo que yo quería hacer.

—Sé que metí la pata la semana pasada. Fui un idiota. Pero eres todo lo que he pensado durante dos semanas. No puedo sacarte de mi cabeza. Por favor, sólo ven a tomar un café conmigo. Por lo menos, seamos amigos. Te echo de menos.

Euge estaba ocupada con Tacho todo el tiempo y ahora que no tenía a Peter por aquí me sentía sola. Un amigo no estaría mal. Con Gastón sabía dónde me encontraba. Era fácil para mí leerlo. No hay secretos, no tenía una apariencia tan sexy que me confundía.

—Amigos estaría bien. Necesito un amigo. Euge pasa más tiempo en el campus de UT con Tacho de lo que lo hace aquí.

La gran sonrisa tonta que solía amar se formó en la cara de Gastón.

—¿Podemos ir a tomar un café ahora? ¿O tienes planes con un libro?

Los libros podían esperar.

—Déjame ir a dejar esta cosa a mi habitación y vuelvo. Por favor, siéntete libre de pedirle a cualquier chica que pase por aquí una cita — Bromeé.

El ceño fruncido de Gastón apareció y noté que él no pensaba que fuera gracioso.

—Era una broma. Si vamos a ser amigos, entonces tienes que relajarte —dije antes de abrir la puerta y dirigirme a mi habitación.

Una vez que llegué a mi puerta, los sonidos de gemidos me impidieron girar la perilla. Apoyé la oreja contra la puerta y oí a Euge gritar de evidente placer. Oh, guau. Tenía sexo con él. Me apoyé lejos de la puerta y me acerqué a la puerta de Rochi y golpeé suavemente.

Rochi abrió la puerta y se acercó y sacó una bola de algodón de su oreja.

—¿Qué, no quieres entrar a ver el show porno? —preguntó Rochi.

—En realidad, no. ¿Puedo dejar mi bolsa aquí? Gas me está esperando para ir a tomar café.

Rochi frunció el ceño y asintió con la cabeza. Alargó la mano y cogió la bolsa de mis manos.

—Sí, está bien. —¿Cuál era su problema? Era sólo mi bolsa.

—¿Cuánto tiempo han estado allí? —Le pregunté mirando hacia mi habitación, donde un gruñido me hizo temblar. No quería escuchar eso.

—Lo suficiente. Son como conejos. Conejos Follando. 

Pobre Rochi, atrapada aquí, escuchando.

—¿Quieres ir a tomar un café conmigo y Gas?

Rochi arqueó su ceja perforada y negó con la cabeza,

—No, gracias. Estoy bien. Las bolitas de algodón funcionan.

—Bueno, si estás segura.

Un “Oh, Dios” de Euge se hizo eco por el pasillo. La chica estaba loca. Quería quedarse aquí atrapada. Me acerqué a la puerta y la golpeé.

—Métete un calcetín en la boca, Euge.

Rochi negó con la cabeza y cerró la puerta mientras yo caminaba por el pasillo.

Gastón se encontraba de pie junto a la puerta, esperándome. También estaba solo. Sorprendente.

—Lamento haberme tomado tanto tiempo. Euge y Tacho están en nuestra habitación... —Me interrumpí.

Gastón se rió.

—Sí, bueno, me alegro que hayan mudado su fiesta aquí. Ya estoy cansado de eso.

—¿Qué? ¿Quieres decir que esta no es la primera vez? 

Gastón negó con la cabeza.

—Nop. Ni por asomo.

No podía creer que ella estuviera teniendo sexo salvaje con un chico que acabara de conocer. No es de extrañar que estuviera desaparecida durante tanto tiempo. Se movía demasiado rápido. Tendríamos que tener una charla seria sobre esto. Es la primera relación que tiene después de Nico y saltó a la parte física en menos de dos semanas.

—No tenía ni idea.

Gastón se encogió de hombros.

—Sucede. Realmente son el uno en el otro. Tacho habla de ella sin parar. Quizás sea un poco apresurado para el sexo, pero parecen ser incapaces de mantener sus manos quietas.

—Sí, oí eso. En varias ocasiones —murmuré. Gastón golpeó mi brazo con el suyo.

—No te preocupes por eso, Lali. Alégrate de que por fin encontró vida después de Nico. Y honestamente, nunca he visto así a Tacho con alguien antes. Es normalmente desinteresado.

Eso lo hizo un poco mejor, pero aun así ¿en tan sólo dos semanas?

—¿Aún estás saliendo con Peter Lanzani? 

Yo rodé mis ojos.

—Yo nunca estuve saliendo con Peter Lanzani. Tuvimos una cita. Una. Luego estuvo listo para pasar a una nueva chica.

—¿Estás segura de eso? —preguntó Gastón esperando por mi reacción.

—Sí, lo estoy. Como te he dicho, fue sólo una cita. No fue la gran cosa. Yo no era su tipo. Tú y yo ya lo sabíamos.

Llegamos al pequeño coche deportivo de lujo que Gastón obtuvo de regalo cuando se graduó de la escuela secundaria. No podía recordar cómo se llamaba la marca. Sólo sabía que él estaba enamorado del auto. Me acompañó hasta mi lado y abrió la puerta para mí. Me deslicé dentro y cerró la puerta.

Era cómodo. Sabía qué esperar.

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