Lali.
Esperé fuera de la cafetería en una
mesa con paraguas a que Gastón
llegara. Pensé que si lo escupía todo aquí fuera y le daba un tiempo para procesarlo entonces
eso se resolvería. La Deidad lo había arruinado con este
encuentro de almas gemelas. Si Gastón no me quería y yo no quería a Gastón,
entonces no había ningún problema.
Peter estaba
en algún lugar al otro lado de la calle, mirándome. Estuvo de acuerdo en que
esto podría funcionar. Especialmente, si Gastón salía con otra chica. Pero Peter
quería estar cerca y sinceramente me
sentía como si él acabara de regresar después de una separación muy
larga. No quería que fuera a ninguna
parte.
―Hola, Lali. Ya ordenaste. Te hubiera conseguido tu café ―dijo Gastón
mientras sacaba la silla frente a mí.
―Necesitaba cafeína ―contesté.
―Te extrañé en la casa de la
fraternidad anoche. No es nada divertido
cuando no vienes conmigo.
Dejé mi taza sobre la mesa y lo miré con ojos
fríos.
―Gas. Sé
que te diviertes cuando no estoy allí. También sé que tienes toda esa diversión
en la cama o donde sea que decidas hacerlo con Victoria. Está bien. No estoy
enojada. Sólo quiero exponer todo aquí y llegar a algún tipo de conclusión.
Gastón
se sentó allí con una mirada aturdida en su rostro. ¿Realmente no pensó que lo
descubriría?
―No
quiero terminar. Te quiero a ti. Sí, pude haberme enredado un poco con Victoria
algunas veces pero eso es porque nunca vienes a nada relacionado con ATO. Soy el único hombre allí sin una cita.
Victoria está siempre sobre mí. Después de unos tragos es difícil de rechazar.
Estoy segura de que en algún lugar
de todo eso él tenía
razón.
―Nuestros deseos y
necesidades son muy diferentes. Necesitas cosas que no puedo darte o que no te
quiero dar. Está perfectamente bien que las necesites. Conseguirlas de Victoria
está bien para mí. Pero no quiero fingir que tenemos una relación cuando tienes
sexo con otra persona. No tenemos
una relación. Si alguien me invita a salir y quiero aceptar, aceptaré.
Gastón frunció el ceño.
―¿Quién te invitó a salir?
―Eso no
viene al caso. Esto se trata del hecho de que tienes sentimientos hacia
Victoria, porque me resulta difícil creer que sólo puedes querer acostarte con
ella una y otra vez y no sentir nada.
Gastón
puso los codos sobre la mesa y hundió la cabeza entre sus manos.
―No sé lo que está mal conmigo. Te
quiero, Lali. Lo hago. Pero ella se me lanza y no puedo rechazarla.
Pobre hombre; él no tenía ni idea.
Estiré
la mano y acaricié la suya.
―Está bien. Tú la quieres; ella te quiere. Todo
está bien. Simplemente disfruta de ser libre para estar juntos. No hay razón
para ocultármelo.
Gastón
levantó la cabeza y me miró.
―Nunca has sido normal. La mayoría de las chicas
estarían gritándome y vertiendo el café sobre mi cabeza. Tú sólo acaricias mi
mano y me dices que mi actividad sexual está bien. Que vaya y disfrute.
Me eché a reír y me levanté.
―Fuiste
tú quién quiso
que hubiera algo entre nosotros. No yo. Nunca sentí
nada parecido al amor. Si lo hubiera sentido, entonces sí, estaría devastada.
Pero sólo me gustas como un amigo, Gas. Quiero que seas feliz.
Gastón se echó hacia atrás en su silla.
―Esto significa que no tengo otra
oportunidad, ¿no?
¿Estaba
bromeando?
Negué con la
cabeza.
―No, yo diría que te quedaste sin oportunidades. Ese barco ha zarpado.
―¿Podemos seguir siendo amigos?
Eché un
vistazo al otro lado de la calle y vi a Peter apoyado contra un árbol. Tenía los brazos cruzados sobre su
pecho y nos observaba de cerca. Sabía que él escuchó cada palabra.
―Podemos ser amigos desde
lejos. No pasando el rato, simplemente saludándonos el uno al otro al pasar.
―Nunca voy a perdonarme por haberte perdido ―dijo Gastón.
―Creo que lo superarás. Hay
alguien por ahí para ti. Alguien quien no te va a aburrir y que amará las
mismas cosas que tú.
Él negó con la cabeza.
―Es seguro que no es Victoria.
En cierto modo no estaba de acuerdo con él, pero no
dije nada.
―Adiós, Gas ―dije por última vez, luego me volví y me dirigí
a cruzar la calle. Peter me
esperaba en el otro lado. Su sonrisa hizo todo perfecto. Saber que estaba allí y siempre
lo estaría hizo que todo se sintiera
bien.
Crucé la calle con los ojos fijos en él. La estridente bocina y el terror
que llenó los ojos de Peter fueron la única advertencia que tuve.
―No, Lali. No te atrevas a
salir de allí. Quédate ahí. No salgas de tu cuerpo.
Miré a Peter, quien parecía
frenético. Sus ojos se llenaron de lágrimas no derramadas.
―¿Por qué estás tan molesto?
―¡NO! Dije que no dejes tu cuerpo. Lali vuelve allí
―rogó Peter.
―Ella lo
dejó porque tenía que hacerlo, Peter. Toma el control y piensa en esto. Tú eres
la Muerte, cálmate, maldición. ―La voz de Rochi me sorprendió. Tenía un timbre
angelical que nunca había oído antes. Era casi gracioso escucharla maldecir.
―¿Alguno de ustedes me dirá por qué están molestos?
Las
sirenas comenzaron a sonar y me di la vuelta para ver a una ambulancia
dirigirse hacia nosotros. Las sirenas de la policía se unieron y de repente nos
vimos rodeados por un enjambre de personas. Dos paramédicos corrieron hacia mí
y se inclinaron a mis pies. Qué extraño.
Bajé la mirada y me vi a mí misma allí acostada...
¡Oh Dios mío!
―¿Peter? ―pregunté, presa del
pánico cuando vi a un hombre bombear mi pecho y respirar en mi boca.
Dos
brazos cálidos vinieron a mí alrededor.
―Está bien, Lali. Vamos a resolver
esto. Voy a resolver esto. Esto no debería haber pasado. No estabas en los libros.
Yo lo habría sabido.
¿No estaba en los libros?
―Peter, ¿estoy muerta?
Él no respondió de
inmediato.
―Rochi, distrae a los paramédicos y la policía. Distrae a todos. Voy
a tomar el cuerpo.
―¿Tu harás qué? ―preguntó Rochi incrédula.
―Dije que los distraigas, maldita sea. Me voy a llevar su cuerpo. Algo está mal. Esto no debería haber pasado.
Rochi asintió
y salió corriendo hacia la multitud gritando.
―Ayúdenme, ayúdenme por favor.
―Los agentes de policía comenzaron a perseguirla y ambos paramédicos miraron
hacia atrás para ver de qué se trataba el alboroto. Estaba esquivando a la
policía y gritando a los paramédicos que necesitaba respiración boca a boca.
Que estaba teniendo una reacción alérgica.
Me volví para echar un vistazo a Peter y él recogía mi cuerpo sin vida.
Me agarró la mano y ya no estábamos ahí fuera. Estábamos caminando por un
ventoso túnel oscuro que giraba continuamente.
Estaba demasiado ocupada tratando de entender qué sucedía como para
pensar en preguntarle a Peter dónde nos encontrábamos.
Entonces, salimos del túnel… ¿en mi dormitorio?
Peter
puso mi cuerpo en la cama con cuidado, como si eso importara. Ya no estaba
allí.
―Bien. Tienes que volver allí dentro ―dijo
mirándome.
―Um, no sé cómo ―le contesté. ¿Cuál era el
problema?
Peter se
acercó a mí y me agarró las manos. Las suyas estaban más frías al tacto ahora.
―Lali, escúchame. Si tu alma es recogida, entonces, se te dará otra vida. No
vas a tener esta edad de nuevo por dieciocho años más. Tendría que esperar
hasta que madures para siquiera acercarme a ti. Luego está la posibilidad de
que me digas que me vaya. Ya hemos pasado por eso. Por favor, cariño, por
favor. No me dejes.
―No
puede volver al cuerpo, Juan Pedro ―Una suave voz y profunda llenó la
habitación haciendo temblar las paredes.
Peter me empujó detrás de él y se
volvió hacia la voz.
―Esto fue un error. Ella no estaba en los libros. Si te la
llevas antes de tiempo entonces una regla se rompería.
El
cuerpo de Peter estaba tenso como un arco. Dispuesto a luchar contra cualquiera
que estuviera aquí. El hecho de que su voz hiciera temblar la habitación no era
un pensamiento reconfortante.
―Te dijimos que ella tenía que elegir ―dijo la voz.
―Ella eligió ―gritó Peter.
Levanté
la mano y me asomé por la esquina, un hombre alto de por lo menos dos metros y
medio de altura, ya que su cabeza estaba rozando el techo, miró hacia mí con
ojos de plata. Completamente plata, no había pupila.
―Yo elegí ―chillé. Era más
grande de lo que pensaba.
―Somos
conscientes de su elección, Juan Pedro. Al igual que somos conscientes de otras
cosas, también.
Sentí
que mi cara y cuello se calentaban. Así que ellos sabían... ¿no había
privacidad? Decidí que ocultarme detrás de Peter no era tan mala idea. Me moví
fuera de la vista del gigante.
―No la
obligué a elegir. Ella nunca lo quiso ―dijo Peter con un tono defensivo.
Realmente necesitaba dejar de incitar a este hombre. Peter era grande… pero no
tan grande.
―Somos
muy capaces de determinar las cosas nosotros mismos. Ahora, si me dejaras
terminar un pensamiento completo antes de interrumpirme, Muerte, eso sería muy
apreciado.
Peter se puso aún más recto, y se estiró hacia atrás para poner su mano en la mía. Apreté con fuerza, asegurándole que estaba aquí.
Nadie se había escapado
conmigo. Aún.
―¿Has
pensado en el hecho de que es una mortal? Su cuerpo va a envejecer y morir. ¿Te
negarás a tomar su alma cuando su cuerpo sea tan viejo que ya no pueda
funcionar?
―Me
prometieron que si ella me elegía a mí, podría conservarla para una eternidad.
―Sí, lo
hicimos y tú también. Pero sólo hay una manera ―Hubo una pausa y luego:―ven
aquí, Lali.
Peter
sostuvo mi mano con fuerza y me atrajo para estar junto él. No soltó mi mano.
―¿Qué quieres de ella? ¿Qué vas a hacer?
El hombre
miró hacia mí y luego levantó su mano derecha
en el aire. Una espesa niebla llenó la habitación y el sonido del agua
corriendo rugió en mis oídos. Apreté
la firme mano
de Peter. Un cálido cosquilleo comenzó en mis dedos y lentamente se extendió en toda mi alma.
No era desagradable, pero era
diferente. Algo estaba
sucediendo. Un fuerte
crujido me hizo saltar y los brazos de Peter me rodearon.
―Ya está hecho. Has luchado duro
por ella, Juan Pedro. Creemos que elegiste bien. Ahora, presta atención a estas
palabras. Vivirá el tiempo que andes por la tierra. Tu eternidad será la suya.
Caminara donde quiera que tú camines. Su
ser ya no es el alma o el cuerpo. Ella es como tú eres, una especie de Deidad.
Puede aparecer en cualquier forma. Es tu compañera. Su alma ya no está. Se ha
transformado. Se atendrá a las normas establecidas
en el lugar. Puede vivir esta vida cerca de esas almas que ama. Nunca sabrán que ha cambiado. No
pueden. Su apariencia, para los humanos con los que guarda una estrecha
relación, cambiará a medida que ellos cambien. Una vez que ella
esté lista para alejarse de la vida que lleva ahora, puede dejar de lado esas
reglas y caminar como lo haces tú, sin cuidado.
No entendía mucho de lo que
acababa de decir. Al mirar a Peter lo vi asentir.
―Gracias.
Una brisa rápida y luego se
había ido. Miré de nuevo a la cama, mi cuerpo se había ido, también.
Peter.
—Me he
ido, o al menos mi cuerpo se ha ido —dijo Lali en un susurro.
Sí, su cuerpo humano se había ido. Ella ya no lo
necesitaría.
—¿Entendiste lo que él acaba de decir?
Lali comenzó
a asentir, luego negó y después se encogió de hombros.
—Tal vez un poco.
Me eché a reír y me incliné para besar su frente.
—Aparecerás como yo lo
hago. Euge está a punto de entrar por esa puerta en pánico buscándote. Te verá.
Nada sobre ti luce diferente para ella. Sólo yo puedo decir que ya no eres
humana.
—¿Así que ahora soy como tú?
La
puerta se abrió de golpe y Euge entró corriendo y se detuvo en seco cuando vio
a Lali.
—¡Lali! Estás viva. Estás aquí. Gracias
a Dios. Gastón dijo que habías sido
golpeada por un coche y que los paramédicos llegaron y entonces hubo una
conmoción y luego desapareciste. Todo el mundo está buscándote. Tenemos
que hacerles saber que estas
viva. —Euge ahogó en un sollozo y echó los brazos
alrededor de Lali—. No podía perderte también. Perdí a Nico, no puedo perderte.
Mis ojos se encontraron con los de Lali por encima del hombro de Euge y una sonrisa curvó hacia arriba
las comisuras de sus labios. Lo habíamos logrado. Lali no tenía que renunciar a
su vida y yo no tenía que renunciar a Lali.
—Nunca
me perderás. Puedo prometerte eso —dijo Lali y me guiñó un ojo antes de
apartarse y apretar los hombros de Euge—. Está bien. No recuerdo haber vuelto aquí, pero lo hice.
Peter me encontró. Creo que posiblemente pude haber tenido una conmoción cerebral,
pero ahora estoy bien. En serio.
Euge asintió y besó su mejilla.
—Te amo, Lali.
Lali se rió.
—También te amo.
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