viernes, 5 de julio de 2019

Existence #3: Capítulo 4

Peter.

Estrangularía a Rochi. Lali me estaba calentando. Estuvo en mis brazos y encontré un poco de paz entre el miedo que me consumía desde el momento que me enteré que podía perderla.



—Peter —dijo Rochi con descaro. Sabía que ella tenía razón. No había terminado de tomar almas por la noche, pero había sabido que Lali estaba aquí. Podía sentir sus emociones. Su alma aún me llamaba a pesar de no recordarme.

—Umm, los dejaré resolver esto. Le prometí a Gas un baile, de todos modos —dijo Lali retrocediendo.

«No me dejes»

Lali se congeló. Maldita sea. Le hablé a su alma. Me había escuchado. La confusión en sus ojos mientras me estudiaba me hizo esperar por si me recordaba; que su cerebro humano dominaba a su alma. Pero sacudió la cabeza y continuó alejándose.

—Me tengo que ir —dijo a toda prisa, luego se dio la vuelta y huyó.

—Movimiento inteligente, imbécil. Sólo la asustaste —dijo Rochi con un suspiro.

—¿Por qué nos interrumpiste? Conozco mi deber. No necesito que  me jodas con esto.

Rochi levantó sus cejas rubias perforadas.

—Oh, ¿en serio? Bueno, si dejaras de acosar a Lali el tiempo suficiente como para recordar que tienes un trabajo, yo no tendría que hacerlo. Tienes que dejarla tomar sus propias decisiones. Si hicieras eso, yo no tendría que intervenir. Sí, ella no te recuerda por culpa de ese hechizo. Pero su alma está conectada a la de Gastón. Necesita enfrentar eso. Entonces, podrá decidir. No puedes aparecerte e interceptarla cada vez que ella se acerca a él.

Gruñendo, me encaminé hacia la salida. No necesitaba escuchar esto. Tenía razón y odió cuando Rochi está en lo cierto. Lali debía  acercarse a Gastón de nuevo. Esto era una competencia. Una que puedo muy bien perder. Hice una mueca cuando el dolor me atravesó. Perder a Lali no era algo que pudiera aceptar.

Eché un vistazo a la pista de baile y mis ojos encontraron inmediatamente a los de Lali. Me miraba marcharme. Gastón no estaba con ella. Estaba de pie, sola en el exterior de los cuerpos moviéndose, su atención puesta en mí. Me detuve y le devolví la mirada. Tomé la inclinación de su cabeza, la suavidad de sus labios y el interés en sus ojos. La había intrigado esta noche. Eso era una cosa buena. ¿Sería la Lali que no ve almas a diario capaz de aceptar a la Muerte como la que chica que creció viendo una parte de este mundo que otros eran incapaces de ver? Gastón se le acercó por detrás y tocó su hombro, y ella se volvió para mirarlo. No podía quedarme a ver esto.



Lali.

—¿Conseguiré esa ahora? —preguntó Gastón sobre la música.

Miré de nuevo a Peter para ver si aún estaba allí. Parecía triste o solo. Quería ir a hablar con él. Pero se había ido. No era una buena idea estar interesada en un cantante. Sí, él era difícil de ignorar, pero ya encontraría una forma de superar su atractivo.

—Sí, yo… —me detuve a media frase. Su novia regresó y deslizó sus manos alrededor de la cintura de Gastón. La frustración de Gastón fue obvia en su rostro.

—Ven a bailar conmigo —susurró mientras deslizaba ambas manos debajo de su camiseta. Sip, eso era suficiente para mí.

—Necesito irme. Fue agradable verte de nuevo —dije rápidamente y me escapé antes de que él pudiera decir algo más. Escaneando el bar, encontré a Rochi sentada allí con las piernas cruzadas y una sonrisa en su rostro. Euge seguía bailando con Tacho. Por mucho que quisiera irme, no quería arruinarle la noche a Euge si me marchaba. Ella obviamente pasaba un buen momento. Hice mi camino hacia Rochi. Tal vez podía conseguir un taxi a casa y dejarla aquí con Euge.

—¿Qué pasó con el chico de la fraternidad número dos? —preguntó Rochi mientras tomaba otro trago de su bebida.

—Estoy lista para irme. Si consigo un taxi, ¿puedes esperar a Euge?

Rochi se encogió de hombros.

—Sí, supongo. Todavía es muy temprano. ¿Por qué te vas ya? 

Porque el chico con quien quería bailar se fue.

—Estoy cansada. Ha sido un largo día —contesté.

—De acuerdo. Te veo más tarde, entonces —respondió Rochi y movió sus largas uñas negras a mí.

Miré hacia atrás para ver a Euge una última vez; la sonrisa en su rostro mientras hablaba con el chico fue mi respuesta. Ella estaría bien.

Bien por ella.

                                                                 ***

Humo por todas partes. Estaba perdida dentro de él. No podía entrar en pánico. Si quería sobrevivir a esto, no podía entrar en pánico. Mi pecho se sintió apretado por la falta de oxígeno. Lentamente, me abrí paso a  través del humo, rogando poder salir antes de que la oscuridad tomara el poder. Una pequeña luz apareció a través del espesor y deseé que me empujara más fuerte. Mis piernas se sentían pesadas. Cuanto más cerca conseguía estar de la luz, más lento se movía mi cuerpo. Cada vez era más difícil levantar mis piernas y ponerlas una en frente de la otra. Mis rodillas se doblaban y descubrí que no lo lograría. La luz estaba allí. Tan cerca.  Pero no lo conseguiría. El humo me reclamaba. Tomé otra respiración ahogada mientras mis rodillas golpeaban el cemento debajo de mí.

Unos fuertes brazos me rodearon y la asfixia desapareció. Tomé una profunda y limpia respiración. Los brazos me sostenían a un firme y cálido pecho. Traté de abrir mis ojos, pero no pude.

—Estás bien. Estoy aquí —Me aseguró una voz profunda. Conocía esa voz. Me agarré a la camiseta que cubría el cuerpo que me sostenía. Quería verlo. Conocerlo.

—Ayuda —supliqué. Mis ojos no se abrían.

—Siempre. Estás bien. Fue sólo un mal sueño. Estoy aquí —Me aseguró. Le creí. No podía verlo, pero mi cuerpo sabía que me encontraba a salvo. Relajándome en sus brazos, respiré profundamente de nuevo.

—Quiero verte —dije.

—Desearía que puedas. Podrás de nuevo un día —su confusa respuesta fue lo último que dijo antes de que la estridente alarma sonara.

Mis ojos se abrieron y me quedé mirando el techo de mi dormitorio.

—Apaga eso —refunfuñó Euge, lanzando una almohada al despertador al lado de mi cama. Teníamos orientación de primer año en  una hora. Estiré la mano y presioné posponer. Los  fragmentos  de  un  sueño revoloteaban en mi memoria. Quería recordarlo. Algo acerca de  sueño me había emocionado. Pero no podía recordar. Sentada en el borde  de mi cama, pensé mucho en ello antes de que mi despertador volviera a sonar. Había algo que quería recordar, pero no sabía qué. Era como un dibujo en blanco.

Frustrada, tiré de las mantas y me levanté. Euge se había acurrucado más profundo en sus mantas. No tenía ni idea de a qué hora finalmente llegó a casa anoche. Era casi imposible despertarla cuando dormía. Esta mañana iba a ser difícil. Decidí que tomaría una ducha primero, luego intentaría despertarla. Orientación era obligatoria. Ella tendría que levantarse y asistir incluso si solamente tenía tiempo suficiente para cepillarse los dientes y ponerse ropa arrugada.

En el baño, Rochi estaba frente del espejo. No se miraba en él. Su espalda apoyada contra el mostrador, con sus brazos cruzados frente a su pecho en como si esperara a alguien. Su cabello ya arreglado, tan bien como ella lo arreglaba, y estaba vestida. Anoche estuvo fuera  más tarde  que yo.¿Cómo lucía tan despierta?

—¿Durmiendo, Petisa? —preguntó sin moverse de su lugar frente al lavabo. Realmente necesitaba tomar una ducha, pero yo no era de las que se desnudaban frente a otras personas.

—Sí, no puedo creer que estés tan despierta. Pero ya estás levantada y vestida, ¿puedes salir para que pueda bañarme?

Rochi se apartó del mostrador.

—Insolente, insolente. Supongo que tampoco quieres escuchar sobre la invitación privada que conseguiste para asistir al concierto de Cold Soul el viernes por la noche.

Vi como Rochi comenzó a caminar hacia la puerta para dejarme sola, como si yo le hubiera preguntado. No debería preguntarle sobre el  concierto. No salía con músicos. Era una mala idea.

—Espera. ¿Qué quieres decir? ¿Peter me invitó? —Fui débil. El chico era difícil de resistir.

Rochi detuvo sus pasos y sonrió.

—Sí. Lo hizo. Incluso puedes llevar a tu amiga de toda la vida si quieres. Pases a los camerinos y todo.

Camerinos. Eso significaba que él quería verme, ¿no? Yo necesitaba detener esos pensamientos, pero era tan difícil recordar que él era un chico malo. No actuaba como uno. Parecía casi solo o perdido. No como el mujeriego salvaje que yo decidí que él era desde el primer día.

—De acuerdo. Quiero ir. Estoy segura de que Euge querrá ir, también —Quise preguntarle por qué él no me había llamado para invitarme o si podía conseguir su número, pero él no me lo proporcionó y  yo tal vez no debería pedírselo.

—Se lo haré saber. Pero quizás tú lo veas primero que yo —dijo Rochi, luego abrió la puerta y la cerró detrás de ella antes de que yo pudiera preguntarle a qué se refería.



Peter.

La había esperado desde que la dejé en su habitación esta mañana. Anoche fue la primera vez que entré en los sueños de Lali. Fue una invasión a su privacidad que yo nunca hubiera querido cruzar. Pero mientras estaba sentado allí, observándola dormir y asegurándome de que ella se encontraba a salvo, comenzó a tener un mal sueño. Me tomó unos pocos segundos decidir si debía o no entrar en su sueño y aliviar sus miedos o físicamente abrazarla como solía hacerlo cuando tenía una pesadilla. Decidí que la forma más segura era en sus sueños.

En el momento en que su alarma se apagó, la dejé. Ella estaría por llegar a este edificio pronto. Di un paso alrededor del árbol en el que estuve antes apoyado y me hice visible. A las chicas universitarias les gustaban  los vocalistas. Tenía que esquivarlas cuando estaba en el campus.

—¿Peter Lanzani? ¡No puede ser! Escuché que te vieron en  el  campus pero no lo creí. Pero aquí estás —Una mujer ya me había notado. Comenzó a revolver en su mochila—. Tengo un rotulador en alguna parte. ¿Puedes autografiar mi bolso o mi blusa, o mejor aún… mi sujetador? — dijo mientras sacaba un rotulador de su mochila.

La chica había comenzado a levantarse su blusa antes de que yo descubriera que hablaba en serio sobre el sujetador.

—No. No firmo sujetadores —sostuve el rotulador que me entregó y llevé mi atención de ella a los estudiantes que se acercaban al edificio. Mis ojos se encontraron con los de Lali. Mierda. Vio a la chica levantándose la blusa. Le regresé el rotulador sin romper el contacto visual con Lali y rodeé a la chica—. Me tengo que ir —fue la única explicación que le di.

Lali volvió su cabeza y miró hacia adelante y apresuró el paso hacia el edificio. No la dejaría entrar hasta que hablara conmigo.

»Háblame Lali. Por favor«

Se detuvo. Hablar en su cabeza era injusto, pero odiaba no ser capaz de mostrarle quien era. Quería que me viera. Quería que me amara de todos modos.

—Buenos días, Lali —dije cuando me detuve a su lado. Ladeó la cabeza y me miró. La sorprendida y confusa mirada en sus ojos me hizo sentir culpable. No debería haberle hablado de esa manera. Ella no estaba lista.

—¿Peter? —su voz sonó como su estuviera haciendo una pregunta.

Alcancé su mochila, y en su estado todavía confuso, me  dejó  tomarla. Arrojándola sobre mi hombro, asentí hacia la entrada del edificio donde Lali tomaría cálculo durante el resto del semestre.

—Mejor apurémonos o llegarás tarde.

Sacudió la cabeza y luego sus ojos se posicionaron en la mochila ahora sobre mi hombro. Una pequeña arruga en su frente.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó.

—Llevando tus libros adentro. Parecía pesada —comencé a caminar antes de que pudiera pedirme de vuelta su mochila. Yo la cargaría. Quería que cada hombre en los alrededores me viera llevando su  mochila. Ya había tenido que lidiar con su alma gemela. No quería estar forzado a verla con alguien más. Comenzaba a replantearme mi reclamo.

—Oh. Bueno, sí. Nos dieron un montón de información en Orientación de primer año, luego tuve que ir a la librería y recoger algunos libros que no tenía. Esta es la única clase que tengo hoy. Aparentemente este profesor es estricto y no quiero perder un día de clases.

Amaba escucharla hablar. Cuando llegamos a la puerta, la abrí y di  un paso hacia atrás para que ella pudiera entrar.  Miró hacia el árbol donde yo había estado cuando ella llegó y entonces se volvió a mí.

—Te vi con una chica y, ¿ella se desnudaba para ti? ¿Cambió de opinión y decidió que desnudarse en público era una mala idea?

La nota burlona en su voz me hizo sonreír.

—Quería que le firmara su sujetador. Le dije que no firmo sujetadores; entonces te vi y le devolví su rotulador para poder alcanzarte antes de que alejaras.

—Oh —respondió y se detuvo en la puerta que decía 312—.Y, ¿por qué no firmas sujetadores?

¿Estaba coqueteándome? Maldita sea, ese brillo travieso en sus ojos me vuelve loco. Cerré la distancia entre nosotros y bajé mi cabeza hasta  que mi boca estuvo justo al lado de su oreja.

—Solamente hay un sujetador que me gustaría firmar —La respiración de Lali se atascó y sonreí para mí mismo antes de alejarme de nuevo. Quería besarla. Había pasado demasiado tiempo desde que tuve una probada de su boca… de su piel.

Entré en el salón desesperado por controlarme a mí mismo. Inhalar su aroma hizo que mis sentidos estuvieran en alerta máxima. Lali entró mientras yo sostenía la puerta para ella. Los pantalones vaqueros que llevaba acunaban su trasero como una segunda piel. Era imposible no mirarla caminando a través de la sala. Quitando mi mirada de ella, examiné a los otros estudiantes para ver quien más la observaba. No los quería mirando.

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