Peter.
Estrangularía a Rochi. Lali me estaba calentando. Estuvo en mis brazos y encontré un poco de paz entre el miedo que me consumía desde el momento que me enteré que podía perderla.
—Peter —dijo
Rochi con descaro.
Sabía que ella tenía razón.
No había terminado de tomar
almas por la noche, pero había sabido que Lali estaba aquí. Podía sentir sus
emociones. Su alma aún me llamaba a pesar de no recordarme.
—Umm,
los dejaré resolver esto. Le prometí a Gas un baile, de todos modos —dijo Lali
retrocediendo.
«No
me dejes»
Lali se
congeló. Maldita sea. Le hablé a su alma. Me había escuchado. La confusión en
sus ojos mientras me estudiaba me hizo esperar por si me recordaba; que su
cerebro humano dominaba a su alma. Pero sacudió la cabeza y continuó
alejándose.
—Me tengo que ir —dijo a toda
prisa, luego se dio la vuelta y huyó.
—Movimiento
inteligente, imbécil. Sólo la asustaste —dijo Rochi con un suspiro.
—¿Por
qué nos interrumpiste? Conozco mi deber. No necesito que me jodas con
esto.
Rochi levantó sus cejas rubias perforadas.
—Oh, ¿en
serio? Bueno, si dejaras de acosar a Lali el tiempo suficiente como para
recordar que tienes un trabajo, yo no tendría que hacerlo. Tienes que dejarla
tomar sus propias decisiones. Si hicieras eso, yo no tendría que
intervenir. Sí, ella no te recuerda por culpa de ese hechizo. Pero su alma está
conectada a la de Gastón. Necesita enfrentar eso. Entonces, podrá decidir. No puedes aparecerte e interceptarla cada vez que ella se acerca a él.
Gruñendo,
me encaminé hacia la salida. No necesitaba escuchar esto. Tenía razón y odió
cuando Rochi está en lo cierto. Lali debía
acercarse a Gastón de nuevo. Esto era una competencia. Una que puedo muy
bien perder. Hice una mueca cuando el dolor me atravesó. Perder a Lali no era
algo que pudiera aceptar.
Eché un vistazo a la pista de baile y mis ojos encontraron inmediatamente
a los de Lali. Me miraba marcharme. Gastón no estaba con ella. Estaba de pie, sola en el exterior de los cuerpos
moviéndose, su atención puesta en mí. Me detuve y le devolví la mirada. Tomé la
inclinación de su cabeza, la suavidad de sus labios
y el interés en sus ojos.
La había intrigado esta noche. Eso era una cosa buena. ¿Sería la Lali que no ve
almas a diario capaz de aceptar a la Muerte como la que chica que creció viendo
una parte de este mundo que otros eran incapaces de ver? Gastón se le acercó
por detrás y tocó su hombro, y ella se volvió para mirarlo. No podía quedarme a
ver esto.
Lali.
—¿Conseguiré esa ahora? —preguntó Gastón sobre la
música.
Miré de
nuevo a Peter para ver si aún estaba allí. Parecía triste o solo. Quería ir a
hablar con él. Pero se había ido. No era una buena idea estar interesada en un
cantante. Sí, él era difícil de ignorar, pero ya encontraría una forma de
superar su atractivo.
—Sí, yo…
—me detuve a media frase. Su novia regresó y deslizó sus manos alrededor de la
cintura de Gastón. La frustración de Gastón fue obvia en su rostro.
—Ven a bailar conmigo —susurró mientras deslizaba ambas manos debajo de
su camiseta. Sip, eso era suficiente para mí.
—Necesito irme. Fue agradable
verte de nuevo —dije rápidamente y me escapé antes de que él pudiera decir algo más. Escaneando
el bar, encontré a Rochi sentada allí con las piernas cruzadas y una sonrisa en
su rostro. Euge seguía bailando con Tacho. Por mucho que quisiera irme, no quería arruinarle la noche a Euge
si me marchaba. Ella obviamente pasaba un buen momento. Hice mi camino hacia Rochi.
Tal vez podía conseguir un taxi a casa y dejarla aquí con Euge.
—¿Qué pasó con el chico de la fraternidad número dos? —preguntó Rochi mientras tomaba otro
trago de su bebida.
—Estoy
lista para irme. Si consigo un taxi, ¿puedes esperar a Euge?
Rochi se encogió de hombros.
—Sí,
supongo. Todavía es muy temprano. ¿Por qué te vas ya?
Porque el chico con quien quería
bailar se fue.
—Estoy cansada. Ha sido
un largo día —contesté.
—De
acuerdo. Te veo más tarde, entonces —respondió Rochi y movió sus largas uñas
negras a mí.
Miré hacia atrás para ver a Euge
una última vez; la sonrisa en su rostro mientras hablaba con el chico fue mi
respuesta. Ella estaría bien.
Bien por ella.
***
Humo por
todas partes. Estaba perdida dentro de él. No podía entrar en pánico. Si quería sobrevivir a esto, no podía entrar en pánico. Mi pecho se sintió apretado por la
falta de oxígeno. Lentamente, me abrí paso a través del humo, rogando poder salir
antes de que la oscuridad tomara el poder.
Una pequeña luz apareció a través del espesor y deseé que me empujara más
fuerte. Mis piernas se sentían pesadas. Cuanto más cerca conseguía estar de la
luz, más lento se movía mi cuerpo. Cada vez era más difícil levantar mis
piernas y ponerlas una en frente de la otra. Mis rodillas se doblaban y
descubrí que no lo lograría. La luz estaba allí. Tan cerca. Pero no lo conseguiría. El humo me reclamaba.
Tomé otra respiración ahogada mientras mis rodillas golpeaban el cemento debajo
de mí.
Unos
fuertes brazos me rodearon y la asfixia desapareció. Tomé una profunda y limpia
respiración. Los brazos me sostenían a un firme y cálido pecho. Traté de abrir
mis ojos, pero no pude.
—Estás bien. Estoy aquí —Me aseguró una voz profunda. Conocía esa voz. Me
agarré a la camiseta que cubría el cuerpo que me sostenía. Quería verlo. Conocerlo.
—Ayuda —supliqué. Mis ojos no se abrían.
—Siempre.
Estás bien. Fue sólo un mal sueño. Estoy aquí —Me aseguró. Le creí. No podía
verlo, pero mi cuerpo sabía que me encontraba
a salvo. Relajándome en sus brazos, respiré
profundamente de nuevo.
—Quiero verte —dije.
—Desearía
que puedas. Podrás de nuevo un día —su confusa respuesta fue lo último que dijo
antes de que la estridente alarma sonara.
Mis ojos se abrieron y me quedé mirando el techo de
mi dormitorio.
—Apaga
eso —refunfuñó Euge, lanzando una almohada al despertador al lado de mi cama.
Teníamos orientación de primer año en una hora. Estiré la mano y presioné
posponer. Los fragmentos de
un sueño revoloteaban en mi
memoria. Quería recordarlo. Algo acerca de
sueño me había emocionado. Pero no podía recordar. Sentada en el
borde de mi cama, pensé mucho en ello
antes de que mi despertador volviera a sonar. Había algo que quería recordar,
pero no sabía qué. Era como un dibujo en blanco.
Frustrada, tiré de las mantas y me
levanté. Euge se había acurrucado más profundo en sus mantas. No tenía ni idea
de a qué hora finalmente llegó a casa anoche. Era casi imposible despertarla
cuando dormía. Esta mañana iba a ser difícil. Decidí que tomaría una ducha
primero, luego intentaría despertarla. Orientación era obligatoria. Ella
tendría que levantarse y asistir incluso si solamente tenía tiempo suficiente
para cepillarse los dientes y ponerse ropa arrugada.
En el
baño, Rochi estaba frente del espejo. No se miraba en él. Su espalda apoyada
contra el mostrador, con sus brazos cruzados frente a su pecho en como si
esperara a alguien. Su cabello ya arreglado, tan bien como ella lo arreglaba, y estaba
vestida. Anoche estuvo fuera más
tarde que yo.¿Cómo lucía tan despierta?
—¿Durmiendo,
Petisa? —preguntó sin moverse de su lugar frente al lavabo. Realmente
necesitaba tomar una ducha, pero yo no era de las que se desnudaban frente a
otras personas.
—Sí, no puedo creer que estés tan despierta. Pero ya estás levantada
y vestida, ¿puedes salir para que pueda bañarme?
Rochi se apartó del mostrador.
—Insolente, insolente. Supongo que tampoco quieres escuchar sobre la
invitación privada que conseguiste para asistir al concierto de Cold Soul el viernes por la noche.
Vi como Rochi
comenzó a caminar hacia la puerta para dejarme sola, como si yo le hubiera
preguntado. No debería preguntarle sobre el
concierto. No salía con músicos. Era una mala idea.
—Espera.
¿Qué quieres decir? ¿Peter me invitó? —Fui débil. El chico era difícil de
resistir.
Rochi detuvo sus pasos y sonrió.
—Sí. Lo
hizo. Incluso puedes llevar a tu amiga de toda la vida si quieres. Pases a los
camerinos y todo.
Camerinos.
Eso significaba que él quería verme, ¿no? Yo necesitaba detener esos
pensamientos, pero era tan difícil recordar que él era un chico malo. No
actuaba como uno. Parecía casi solo o perdido. No como el mujeriego salvaje que
yo decidí que él era desde el primer día.
—De
acuerdo. Quiero ir. Estoy segura de que Euge querrá ir, también —Quise preguntarle por qué él no me había llamado
para invitarme o si podía conseguir
su número, pero él no me lo proporcionó y
yo tal vez no debería pedírselo.
—Se lo haré saber. Pero quizás tú
lo veas primero que yo —dijo Rochi, luego abrió la puerta y la cerró detrás de
ella antes de que yo pudiera preguntarle a qué se refería.
Peter.
La había
esperado desde que la dejé en su habitación esta mañana. Anoche fue la primera
vez que entré en los sueños de Lali. Fue una invasión a su privacidad que yo
nunca hubiera querido cruzar. Pero mientras estaba sentado allí, observándola
dormir y asegurándome de que ella
se encontraba a salvo, comenzó a tener un mal sueño. Me tomó unos pocos
segundos decidir si debía o no entrar en su sueño y aliviar sus miedos o
físicamente abrazarla como solía hacerlo cuando tenía una pesadilla. Decidí que la forma más segura era en sus sueños.
En el momento en que su alarma se apagó, la dejé. Ella estaría por llegar
a este edificio pronto. Di un paso alrededor del árbol en el que estuve antes
apoyado y me hice visible. A las chicas universitarias les gustaban los vocalistas. Tenía que esquivarlas cuando estaba en el campus.
—¿Peter
Lanzani? ¡No puede ser! Escuché que te vieron en el
campus pero no lo creí. Pero aquí estás —Una mujer ya me había notado.
Comenzó a revolver en su mochila—. Tengo un rotulador en alguna parte. ¿Puedes autografiar mi bolso o mi blusa,
o mejor aún… mi sujetador? — dijo mientras sacaba un rotulador de su mochila.
La chica
había comenzado a levantarse su blusa antes de que yo descubriera que hablaba
en serio sobre el sujetador.
—No. No firmo sujetadores —sostuve el rotulador
que me entregó y llevé mi atención de ella a los estudiantes que se acercaban
al edificio. Mis ojos
se encontraron con los de Lali. Mierda.
Vio a la chica levantándose la blusa. Le regresé
el rotulador sin romper el contacto visual
con Lali y rodeé
a la chica—. Me tengo que ir —fue la única explicación que le di.
Lali
volvió su cabeza y miró hacia adelante y apresuró el paso hacia el edificio. No la dejaría entrar
hasta que hablara conmigo.
»Háblame Lali. Por favor«
Se detuvo.
Hablar en su cabeza era injusto, pero odiaba no ser capaz de mostrarle quien era. Quería que
me viera. Quería que me amara de todos modos.
—Buenos días, Lali —dije cuando me
detuve a su lado. Ladeó la cabeza y me miró. La sorprendida y confusa mirada en
sus ojos me hizo sentir culpable. No debería haberle hablado de esa manera.
Ella no estaba lista.
—¿Peter? —su voz sonó como su estuviera haciendo
una pregunta.
Alcancé
su mochila, y en su estado todavía confuso, me
dejó tomarla. Arrojándola sobre
mi hombro, asentí hacia la entrada del edificio donde Lali tomaría cálculo
durante el resto del semestre.
—Mejor apurémonos o llegarás tarde.
Sacudió
la cabeza y luego sus ojos se posicionaron en la mochila ahora sobre mi hombro.
Una pequeña arruga en su frente.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó.
—Llevando
tus libros adentro. Parecía pesada —comencé a caminar antes de que pudiera
pedirme de vuelta su mochila. Yo la cargaría. Quería que cada hombre en los
alrededores me viera llevando su mochila. Ya había tenido que lidiar con su alma
gemela. No quería estar forzado a verla con alguien más. Comenzaba a
replantearme mi reclamo.
—Oh. Bueno, sí. Nos dieron un montón de información en Orientación de primer año, luego tuve que ir a la librería y recoger algunos libros que no tenía. Esta es la
única clase que tengo hoy. Aparentemente este profesor es estricto y no quiero
perder un día de clases.
Amaba
escucharla hablar. Cuando llegamos a la puerta, la abrí y di un paso hacia atrás para que ella pudiera
entrar. Miró hacia el árbol donde yo
había estado cuando ella llegó y entonces se volvió a mí.
—Te vi
con una chica y, ¿ella se desnudaba para ti? ¿Cambió de opinión y decidió que
desnudarse en público era una mala idea?
La nota burlona en su voz me hizo sonreír.
—Quería
que le firmara su sujetador. Le dije que no firmo sujetadores; entonces te vi y
le devolví su rotulador para poder alcanzarte antes de que alejaras.
—Oh
—respondió y se detuvo en la puerta que decía 312—.Y, ¿por qué no firmas sujetadores?
¿Estaba
coqueteándome? Maldita sea, ese brillo travieso en sus ojos me vuelve loco.
Cerré la distancia entre nosotros y bajé mi cabeza hasta que
mi boca estuvo justo al lado de su oreja.
—Solamente hay un sujetador que me
gustaría firmar —La respiración de Lali se atascó y sonreí para mí mismo antes
de alejarme de nuevo. Quería besarla. Había pasado demasiado
tiempo desde que tuve
una probada de su boca… de su piel.
Entré en
el salón desesperado por controlarme a mí mismo. Inhalar su aroma hizo que mis
sentidos estuvieran en alerta máxima. Lali entró mientras yo sostenía la puerta
para ella. Los pantalones vaqueros que llevaba acunaban su trasero como una
segunda piel. Era imposible no mirarla caminando a través de la sala. Quitando
mi mirada de ella, examiné a los otros estudiantes para ver quien más la
observaba. No los quería mirando.
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