No quiso hablar conmigo y no podía obligarla. Necesitaba ganar su confianza. Demonios, necesitaba que me recordara. Qué nos recordara.
De pie en la calle, vi como Gastón compraba su café y se sentaron. Eran como dos viejos amigos. Había pasado más de un año, sin embargo se sentaron riéndose y hablando como si el tiempo no hubiera pasado. Él fue un idiota en su cita, pero se negaba a hablar conmigo. ¿Era esto de lo que me habían prevenido? ¿Cuándo fue que Lali comenzó a tener sentimientos por Gastón?
—No siente nada más que amistad y afecto por él. Puedes verlo desde aquí —dijo Rochi mientras aparecía a mi lado.
—Sólo me queda esperar. Estaba a punto de recordar que sentía cosas por mí y ahora nada. No puede ser que solo me hable en monosílabos y eso si tengo suerte.
—Esta es la prueba, Peter. Sabías que ocurriría. Su alma debe tener la oportunidad de decidir. Cuando ella está contigo, no tiene la oportunidad porque sus sentimientos por ti la consumen aunque no pueda recordar por qué. Su corazón reacciona a ti, su alma te conoce.
Mis ojos ardían. El dolor me atravesó. Ella era mía, me pertenecía pero me odiaba. ¿Cómo se suponía que esto funcionaría? Justo ahora, no tenía ninguna posibilidad de ganar su corazón o su alma.
—Deja de estar mirándolos, sintiéndote herido y hecho mierda. Ve y haz algo al respecto. Eres Peter Lanzani. Eres la maldita Muerte. Él es un alma humana. Puedes hacer esto, anda, ve a resolverlo.
Rochi siempre era buena para una charla. Y tenía razón. Tenía que hacerlo y encontrar una manera de recuperarla. Vine a ella como un humano y otro chico no iba a robarme su alma. Yo podía llegar a lugares que Gastón nunca podría.
—¿Y si no recuerda?
—Entonces mejor has que se enamore de ti, de nuevo.
—¿Cómo lo hice la primera vez?
—La dejaste entrar.
La dejé entrar, ver al verdadero yo. No tuve miedo de mostrarle quién era yo. Nunca le había escondido el hecho de que no era humano. No podría no haber sabido que era la Muerte, pero había pensado que era un espíritu. Esta Lali ya no veía almas perdidas que vagaban por la tierra. El Señor Vudú de la muerte ya no estaba sobre ella, eso estaba olvidado. La había tratado como alguien más que se podía romper. Pero mi Lali era fuerte y no se escondía de nada.
Eres mía, Lali Esposito. Siempre serás mía.
Vi como dejó de escuchar a Gastón y miró a su alrededor. Di un paso fuera de la sombra de los árboles. Sus ojos me encontraron y pude ver la confusión en ellos desde aquí.
Me perteneces. Una vez lo supiste. Me aseguraré de que lo recuerdes.
La taza de café de Lali cayó de sus manos y el chico se levantó de un salto por el caliente líquido que corría por un lado de la mesa. Esto era lo que debí haber hecho desde el principio. Ya era hora de asegurarme que Lali entendiera que no estaba aquí por otra razón más que ella.
Lali.
Peter habló en mi cabeza. ¿Cómo? No me estaba volviendo loca. Lo vi al otro lado de la calle. Se quedó ahí y habló en mi cabeza. No pude concentrarme en nada de lo que Gastón dijo en el camino de regreso al dormitorio. Los dos teníamos una mancha de café en la ropa. Podíamos incluso tener algunas quemaduras, todo lo que pude hacer fue disculparme. No podía hacer más que eso. Porque Peter había hablado en mi cabeza, me había hablado en mis pensamientos. Era su voz, lo oí alto y claro.
Me detuve en la puerta de Rochi y toqué dos veces, pero no respondió. Frustrada, fui a mi cuarto y empecé a abrir la puerta, pero luego cambié de idea y toqué primero. No quería ver el trasero desnudo de Tacho. Nadie respondió. Abrí la puerta y entré, la cama de Euge era un desastre y decidí que no quería pensar en eso. Me enfocaría en Peter Lanzani hablando en mi cabeza. ¿Era un mago? Eso sonó estúpido incluso diciéndolo. Tal vez estaba en algo Vudú, porque escuché a Rochi decir algo sobre eso más de una vez. Pero no tenía sentido.
La puerta se abrió y Euge entró sonriendo de oreja a oreja.
—Estoy tan malditamente enamorada —dijo con un suspiro de felicidad y cerró la puerta detrás de ella. Inclinándose, su cara se mostraba brillante y muy contenta desde mi vista.
—Diría que vives con la lujuria desde que conociste al chico —Decidí ser honesta. Era ilusa si ella pensaba que estaba enamorada.
—Amo todo lo que va junto con la lujuria —replicó moviendo su mano.
Sabía a ciencia cierta que eso no iba junto. Había experimentado la lujuria con Peter, pero nunca lo había amado.
—Siento lo de antes, pero Lali no tienes idea de lo bueno que es.
—Por favor, detente ahora mismo. No quiero oír los detalles de tu vida sexual. Pude oírlos y fui muy consciente de que lo estaban disfrutando.
Euge soltó una risita y saltó a la cama para caer boca abajo y empezando a oler su almohada.
—Es maravilloso y huele tan bien.
—Es bueno saberlo —respondí.
—Oh, oí que fuiste a tomar un café con Gastón. ¿Cómo te fue? — preguntó Euge, abrazando la almohada contra su pecho.
—Todo salió bien hasta que se me cayó mi café y lo derramé sobre ambos. Creo que terminaré con una ampolla en mi mano. Me quemé bastante.
Euge se cubrió la boca.
—¡Oh no! ¿Gas se molestó?
No tenía idea de cómo reaccionó Gastón porque lo único en lo que podía pensar era en Peter... en mi cabeza. Sin embargo, no podía decirle exactamente eso.
—Se sorprendió y luego se rió. No hizo más que eso. Tuvimos que irnos, así podríamos ir a casa y cambiarnos.
Euge comenzó a reír y no pudo parar. Tuve que sonreír porque era divertido. Muy posiblemente arruiné la camisa de Gastón. Probablemente debería ofrecerme a comprarle una nueva.
—Habrá una fiesta esta noche en la casa de la fraternidad. Puedo llevar a quien quiera. A Gas le encantaría que vinieras. Incluso si quemaste su cuerpo.
No quería enfrentar a Victoria en una fiesta de fraternidad, eso era algo que quería hacerle frente en otro momento. Además, Gastón y yo éramos sólo amigos, él acabaría con alguna chica y me dejaría en paz. No tenía ganas de soportar chicos borrachos toda la noche.
—Preferiría quedarme aquí y poder terminar algunas tareas e ir temprano a la cama.
Euge suspiró y sacudió su cabeza.
—Te estás perdiendo las cosas divertidas de la universidad.
Intenté tener algo de diversión universitaria pero no había terminado tan bien.
***
Euge se quedaría en casa de Tacho
después de la fiesta. Era probable de que eso se convirtiera en una tendencia.
No me gustaba estar sola por la noche, pero me imaginé que Rochi se quedaría a
mi lado. Me acurruqué debajo de las sábanas y cerré los ojos. Justo cuando
empezaba a quedarme dormida, los sonidos de una guitarra llenaron mi
habitación. Traté de abrir mis ojos, pero no pude. El pánico comenzó
a crecer. Aún no
estaba dormida. ¿Por qué no se podían abrir mis ojos?
Sólo soy yo, Lali.
La voz
de Peter estaba en mi cabeza de nuevo. Tenía que abrir los ojos. Algo andaba muy
mal. Entonces, él comenzó a cantar la inquietamente familiar canción que había
escuchado en su concierto. La canción que me envió a un ataque de pánico. Esta
vez no había miedo. Sólo calidez.
Peter.
Decidí
que mi forma humana era menos útil en este momento. Me acerqué al campus
siguiendo a Lali en mi verdadera forma. La que sólo las almas podían ver. La
que una vez Lali había sido capaz de ver. Ella durmió profundamente anoche
después de que le canté, se durmió. No ser
capaz de acurrucarme junto a ella y abrazarla fue duro, pero ella no estaba
lista para aceptarme todavía. No haría algo que ella no aprobara.
Lali se
detuvo frente a la zona de comidas del campus y miró alrededor. ¿Estaba
buscándome? Sabía que no buscaba a Gastón.
¿Estás buscándome?
Se puso rígida y luego hizo un pequeño gesto de asentimiento.
Encuéntrame en el parque al
otro lado de la calle.
No respondió
inmediatamente, pero se dio la vuelta para mirar al parque. Hizo un pequeño
gesto con la cabeza y la vi caminar, disminuí el paso detrás de ella.
—¿Por
qué puedo sentirte? ¿Dónde estás?
—preguntó en un susurro.
Podía sentirme detrás de ella. Eso me gustó. Su
alma me reconocía.
—Estoy justo aquí —respondí mientras me aparecía a
su lado.
Saltó y
dejó escapar un grito. Luego su expresión de sorpresa se convirtió más en una
mirada enojada. Su respiración volvió a la normalidad y fuimos al otro lado de la
calle, hacia el parque vacío a tan sólo unos pasos más.
—¿Qué
eres y por qué estás en mi cabeza y cómo me cantaste anoche apareciendo de la
nada? —tartamudeó sobre sus palabras. Sabía que ella pensaba que decir eso en
voz alta era una locura.
—No soy humano. Sabías eso una vez.
Lali alzó sus brazos.
—¿Qué
diablos significa eso? ¿No eres humano? ¿Solía saber esto? Tienes que darme
algo que tenga sentido, Peter.
No estaba manejando bien esto.
—Lo sé y
si me das un segundo, lo haré —aseguré, ella puso ambas manos en sus caderas y
ladeó la cabeza para hacerme saber que esperaba más.
No podía
decirle que su memoria fue borrada. Esa era la única regla que tenía. Nunca dijeron que no le podía decir que yo era
la Muerte. Bueno, tal vez lo habían insinuado, pero ellos no lo dijeron
realmente. No creyeron que sería lo suficientemente
valiente como para contárselo, porque
podría suponerme un problema para ganar
su amor. Las reglas eran que yo tenía que conseguir
que se enamorara de mi otra vez y elegirme sobre su alma gemela.
—La canción que te canté anoche. La que te molestó
en el concierto —Di un paso hacia ella y se
tensó—. ¿Puedes decirme cuales eran esas palabras? ¿Las recuerdas?
—¿Sin embargo, te quedas?
—Sí, pero hay más palabras. ¿Las recuerdas?
¿Cualquiera de ellas?
Necesitaba que recordara algo. Algo de nuestro pasado para ser
restaurado. Canté esa canción para ella deseando que le recordara a su alma lo
que habíamos tenido.
—No
estabas destinada para el hielo. No fuiste hecha para el dolor. El mundo que vive dentro de mí sólo trae
vergüenza. Estabas destinada para los
castillos y vivir en el sol. El frío corriendo a través de mi debería haberte hecho
correr —dijo las palabras lentamente, tratando de entenderlas.
—Sí. Está bien. ¿Recuerdas alguna de las otras
palabras?
Cerró
los ojos y negó con la cabeza.
—Estoy intentándolo — Entonces, sus ojos se abrieron—.
No te quedes y arruines todos mis planes. No puedes tener mi alma. No soy un
hombre. El recipiente vacío que habito
no es para sentir el calor que traes. Así que te alejo y te alejo... Sin
embargo, te quedas.
—¿Algo de eso tiene sentido
para ti? —Todavía me aferraba a la esperanza de que ella recordara algo.
—No. Es muy triste y oscuro. Nada de eso tiene
sentido.
Suspirando, pasé la mano por mi cabello. ¿Cómo se suponía que iba a explicarle esto?
—¿Sabes lo que es un alma,
Lali? Me refiero,
¿realmente entiendes lo que
es un alma?
Ella arrugó su nariz.
—Sí, es lo que hay adentro.
Es lo que eres.
Asentí.
—Y un cuerpo es la
casa del alma. Una vez que el cuerpo muere, el alma da otra vida.
—¿Así que eres uno de esos creyentes de la
reencarnación?
No, no era un creyente, conocía
los hechos. Sacudí
mi cabeza.
—No. No creo en nada. Sé que tu alma es
quien eres. En este cuerpo y en el próximo eres tú. Siempre serás
tú. Yo no tengo alma, Lali. Esto no es un
cuerpo, no como el tuyo. Soy yo. Puedo aparecerme ante los humanos y puedo caminar
invisible junto a ellos. Elijo quien puede verme.
—¿Eres como
un... fantasma? Porque no me estoy creyendo eso. Te toqué, sé que eres muy real.
Sonriendo
por primera vez desde que había empezado la conversación,
negué con la cabeza.
—No, no soy un fantasma. Soy quien viene a tomar el alma,
mi trabajo es tomar el alma del cuerpo en el que ya no puede albergar. Tomo
las almas para que puedan habitar
otros cuerpos.
Lali
estaba parada ahí, estudiándome cuidadosamente. Podía ver su mente procesando
lo que acababa de decirle. Llamarme a mí mismo algo que ella había dicho que
odiaba, no era lo que yo quería hacer. No quería que me odiara inmediatamente
por mi título.
—No entiendo. ¿Por qué haces eso?
—Oh, por
el jodido amor de Dios. Tuve que hacer esto la última vez y voy a hacerlo esta
vez. Suena mejor viniendo de mi —anunció Rochi
mientras salía detrás de un árbol.
Lali se giró para mirarla.
—¿Rochi?
—Sí, Petisa,
soy yo. ¿Quién más podría estar escuchando esta jodida mierda?
—Rochi, déjame hacer esto —dije, no queriendo que
se entrometiera.
—No
puedes hacer esto, Peer. Deberías haber mantenido la boca cerrada.
Pero no pudiste. Ahora comenzaste esto y debes terminarlo.
Rochi
volvió su atención a Lali.
—Ya hemos hecho esta canción y baile una vez, pero
te diré que fue un infierno de lo más divertido desde entonces. El drama fue demasiado y la existencia de Peter estuvo
en juego. Pero esta vez no tenemos de qué preocuparnos sobre personas muertas y todo eso.
—Rochi,
vete —exigí. Pero Rochi era uno de los pocos seres que no me temían.
—Claro que sí. Pero primero déjame
aclarar esto. Lali, el actual título de Peter en el gran esquema general de las
cosas, es la Muerte. Cuando es tu hora de irte, este es el chico que se
presenta.
Lali
retrocedió un poco y desvió su asustada mirada a mí y hacia Rochi. Esperé que
discutiera o llamara a Rochi mentirosa pero no hizo ninguna de esas cosas.
—Di algo, Lali —supliqué.
—Aléjate de mí —Ordenó, entonces dio media vuelta y
echó a correr.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenten, todas sus opiniones cuentan:3