La puerta se abrió con un crujido detrás de mí y me volví esperando ver a Pablo con la comida, pero era Nico. Cerró la puerta detrás de él y una sonrisa triste curvó sus labios. Era más sólido de los que las almas se suponían que eran.
—Hola, Lali
—Lo miré mientras registraba que sólo me había hablado en mi cabeza.
—Nico, lo siento mucho —Le contesté acercándome a
él.
—Esto no
es tu culpa, Lali. No entendía nada de esto al principio, pero Pablo me ha
visitado en varias ocasiones y me ha explicado todo.
—No, es
mi culpa. Si hubiera ido con él cuando reclamó mi alma, tú estarías vivo. Pero
no lo sabía. Si hubiera sabido que iban a tomar a otra persona en mi lugar
nunca me hubiera quedado.
—Pensaste que La Muerte lo arreglaría con el tiempo
—Respondió.
—Sí, lo
hice. Supongo que sabes sobre Peter ahora. —Nico asintió con la cabeza
entonces, me tendió su mano y aunque no estaba segura de sí la mía atravesaría la suya o si era sólido
como parecía, extendí la mano para tomar la de él. La mano dura y fría bajo la mía me sorprendió.
—No eres
como las otras almas. Ellos no pueden hablar y no son sólidas.
—Creo que es por donde estamos.
Aquí, Ghede hace las cosas como él quiere que sean. Creo que... uh —Nico dejó de hablar y miró hacia
otro lado. Casi parecía incómodo y poco a poco la cena de esta noche
volvió a mí y me di cuenta de lo que estaba tratando de decir.
—¿Él usa las almas como
entretenimiento? —pregunté, Nico me miró y asintió. Mi estómago se sintió mal
de nuevo. ¿Había utilizado Ghede a Nico de esa manera? Iba a vomitar.
—No, Lali, no me ha obligado a
hacer nada de... esas cosas. Simplemente lo vi. Creo que por mi edad me
mantiene a salvo de ello, no estoy seguro. —Me apoyé al lado de la cama y me
hundí en el relieve—. Tiene la intención de que te quedes aquí, ya sabes.
—Levanté mis ojos hacia Nico y asentí.
—Lo sé. Sólo deseo que hubiese una
manera de que pudiera
sacarte. No es justo que tengas que permanecer aquí ahora que he aceptado venir. Él me tiene. No me voy a ir.
—¿Cómo
está Euge? —preguntó Nico y el dolor en sus ojos cortó a través de mí.
Me
acordé de ella sentada en su cama con sus notas rodeándola y al oso de peluche que le había regalado
en su regazo. No podía decirle lo mucho que ella lamentaba su muerte. Sería demasiado.
—Está
bien. Te echa de menos salvajemente, pero cada día se pone mejor —Le aseguré.
Su rostro cayó.
—Eso era
antes. Cuando te tenía a ti. Ahora nos
ha perdido a los dos. —Las palabras no
dichas que colgaban en el aire entre nosotros eran gruesas y dolorosas.
—Es más
fuerte de lo que crees —Le aseguré, pero el recuerdo de su cuerpo desequilibrado
tambaleándose fuera del cementerio decía otra
cosa completamente distinta.
—Espero
que sí. —Podría decir por el tono de su voz que no estaba de acuerdo. Tenía razón, por supuesto. Euge
era como una flor frágil. Una que necesita ternura y cuidados especiales. Nico
siempre lo había entendido y trató de darle exactamente lo que necesitaba. Lo
amaba por eso.
—Va a venir —dijo Nico, mirando fijamente la puerta
cerrada.
—¿Puedes quedarte? —pregunté, no estaba dispuesto a
verlo partir.
—No. Pero voy a volver otra vez.
—Quédate. Le pediré que te deje. —Nico sacudió la
cabeza.
—No quiero, Lali.
No quiero estar cerca de él. —Lo comprendí.
Pablo le había quitado todo a Nico. Su futuro. Su
eternidad.
—Adiós, Lali.
—Adiós.
Pablo abrió la puerta y Nico pasó a
su lado sin decir una palabra. Frunció el ceño, Pablo cerró la puerta y se acercó a la mesa junto a la cama y dejó una bandeja de plata llena con
elementos reconocibles, como queso y galletas, fresas, carne de cerdo rellena y
galletas con chispas de chocolate.
—No me quiere —murmuró Pablo
mientras me entregaba un plato grande de porcelana redondo.
—No, no lo hace. Pero, ¿quién
puede culparlo? Le quitaste la eternidad. Ahora está atrapado aquí para
siempre. —La línea de ira de mis
palabras le hizo estremecerse.
—No tomé su alma, Lali, lo hizo mi
padre. No tenía ni idea que iba a hacerlo. Ghede no le da respuestas a nadie
dentro de nuestro reino. Él toma las
decisiones que le agradan y se excede en cosas placenteras y corrompe
actividades agradables, haciendo las cosas que deben ser satisfactorias y buenas como conductas depravadas. Nada de lo que pueda decir lo detendrá. Era
un niño cuando me pidió elegir un alma. No tenía idea de cuáles eran las
consecuencias. Te elegí. Entonces, no sabía lo que eso significaba. Puedes odiarme,
pero trata de entender que yo no soy mi padre.
Puede
que no sea su padre, pero no tenía el coraje de enfrentarse a él. Era débil, ¿pero
acaso no lo había sabido siempre? Incluso cuando yo pensaba que era un ser
humano, Pablo había sido débil. Nunca aceptaba realmente el peso de sus
acciones. Siempre te hacía sentir como si sus disculpas fueran algo precioso y
especial y que serías estúpida si no las aceptabas. El carisma que había
llevado le había ganado
muchos avances. ¿Quién era él
exactamente? Si su padre era Ghede entonces,¿quién era Pablo?
—¿Quién
es tu madre? —Pablo hizo una pausa, fijando la vista en su plato. Dejo caer la
fresa de sus dedos en el plato, luego suspiró con cansancio antes de levantar
los ojos y mirarme a través de sus largas pestañas oscuras.
—Mi
madre es Erzulie, es la razón de que mi piel sea pálida y mi pelo
oscuro. Es la diosa vudú de muchas cosas. El amor es una... la venganza es otra. Tiene muchos amigos y
disfruta de las mismas cosas que hace mi padre. La veo de vez en
cuando, pero la mayor parte del tiempo vivo con mi padre. Nunca ha tenido
ningún deseo de tener hijos, pero no soy el único. Tiene varios, muchos de los
cuales andan por la tierra. Está detrás de los hombres humanos, intentando que
vayan a su mmm... cama. —Su madre era una diosa vudú del sexo alocado.
Genial.
Tomé un
bocado del cerdo relleno y mastiqué mientras esta información se hundía en mí.
Nunca cuestioné su verdadero color de piel hasta ésta noche. Cuando vi que su
padre era de color tostado me sorprendí. Pero también estuve conmocionada por
la salvaje orgía que pasaba y ese tipo de precedencia.
Después
de tomar un largo trago de la lata de coca-cola que Pablo me había llevado, lo
estudié un momento.
—No
hablas como tu padre, tampoco. Él tiene un poco de acento cajún. —Pablo se
encogió de hombros.
—He pasado la mayor parte de mi
vida siguiéndote. Adopté tu acento, así estaría
en línea con tu vida. No quería parecerte extraño.
—¿Así que todos esos sueños que he
tenido son reales? Esas cosas realmente pasaron. ¿Hay más recuerdos que he
olvidado? —Pablo miró fijamente la comida en su plato. Luego hizo un pequeño
encogimiento de hombros.
—Tal vez unos pocos más.
—Mentía. Ni siquiera podía mirarme.
—¿Unos
pocos más? ¿Eso es todo?
Dejando su plato en la mesa, Pablo
se puso de pie y comenzó a caminar hacia el extremo de la cama. Vió como yo
comía el queso y las galletas en el plato. Tenía la sensación de que no me iba
a gustar esta respuesta y decidí
que mejor sería que comiera
antes de que perdiera el apetito de nuevo.
—He
estado contigo muchas veces en tu vida. Cuando estabas sola o triste, yo estuve
allí. Cuando corría peligro, allí estaba yo. Era lo que hacía. Padre dijo que
eras mía y debía protegerte. Así que lo hice. Siento que no lo recuerdes. No
fue algo que hice a propósito. Es sólo que yo no tengo alma y tu alma no puede
recordar por mucho tiempo cuando no estoy cerca de ti.
—¿Por
qué quieres que recuerde aquellos tiempos? ¿Los que me has elegido para
soñar? —Pablo se detuvo y puso sus manos sobre la baranda al pie de la cama. Sus intensos ojos azules me penetraron.
—Porque esas fueron las veces que me enamoré un poco
más de ti.
—No. No, no, no, y no. No quería que me amara.
Quería que me dejara ir.
—Tú no
me amas, Pablo. Si me amaras, nunca habrías sido capaz de mantenerme en contra
de mi voluntad. —Pablo gruñó de frustración y levantó las manos.
—Ya te
he dicho que no puedo controlar a mi padre. Él salvó tu vida. Es tu dueño, Lali.
—Nadie es mi dueño. —Pablo negó con la cabeza.
—No
quiero discutir contigo. No esta noche. Vamos a comer, ¿de acuerdo? —Camino de
vuelta y agarró su plato.
Terminé
de comer mi comida hasta que mi estómago estuvo definitivamente satisfecho y
luego bebí hasta la última gota de mi refresco.
No estaba segura de cuánto tiempo pasaría antes de que tuviera la oportunidad
de volver a comer. Porque de ninguna manera quiero volver a ese comedor. Me podría morir de
hambre, para lo que me importaba.
—¿Estás
llena? —Preguntó Pablo de pie y apilando los platos en la bandeja.
—Sí —Era
la única respuesta que iba a obtener de mí.
Se volvió para salir y luego
se detuvo. Sus hombros cayeron con un profundo
suspiro y me devolvió la mirada.
—¿Qué puedo hacer para demostrarte
que te amo? Cualquier cosa menos que te permita irte, porque no puedo. Haré
cualquier otra cosa que me pidas. Quiero que aceptes esto. A nosotros. Sólo
dime. —Le devolví la mirada y sabía lo que podía hacer para que mi eternidad
fuera más soportable.
—Libera a Nico con un transportador. No lo tengas
aquí.
—¿Si puedo convencer a mi padre
para liberarlo a un transportador, entonces creerás que te amo y dejaras que
esto funcione entre nosotros?
Sentí un
nudo formándose en mi garganta ante la promesa que estaba a punto de hacer.
Estaría tirando la pequeña esperanza de
que Peter pudiera salvarme de esto. Pero el alma de Nico estaba en juego por mi culpa.
—Sí, si
llevas de la mano el alma de Nico a un transportista y me demuestras que así
fue. Una vez que sepa que ha sucedido y que su alma está donde le corresponde,
entonces me quedare contigo. Haré lo que pueda para hacerte feliz. Para
hacernos... a nosotros... felices. —La cara de Pablo rompió en una sonrisa por primera vez en toda la noche.
—Tienes
un trato. Descansa un poco, Lali. Mañana será un nuevo día y no puedo esperar para comenzar la eternidad
contigo.
No pude
estar totalmente de acuerdo con él. Acababa de destrozar mi corazón.
Peter.
De pie
en la escuela derrumbada que quedó devastada por el tornado que acababa de levantar todo un
pueblo, no podía concentrarme en mi objetivo. Tenía que buscar la entrada de
Vilokan. Pero las almas tenían que ser tomadas. Acechaba a través de las
grietas del edificio, sacando las almas llenas de dolor de los cuerpos de los
niños y maestros. Varios transportistas me seguían en mi vigilia.
Cada vez
que pasaba a un niño cuya alma no tenía que ser tomada, sentía alivio. Una vida más que se salvó de la tragedia.
Seguí
rumbo a cada edificio y casa sin contar las almas. Sólo me tomó unos momentos y
luego caminé por los caminos fangosos de Nicaragua, donde tenían almas de
mujeres enfermas y niños que nunca tuvieron una oportunidad. Casas de cartón y
pisos de lodo llenaban la tierra. No había agua potable en kilómetros. Tanta
pobreza aquí, mientras en otros lugares había tanta abundancia.
Los
distintos países, continentes, causas, pasaban frente a mí, mientras arrebataba
las almas de los cuerpos.
La muerte
ocurría a menudo. Era un oscuro vacío que una vez caminé sin alegría. Después,
Lali entró en mi mundo y lo había hecho todo bueno. Había hecho que el vacío se
fuera dándome una razón para existir.
Ahora, se
había ido. Yo le fallé. Me encontraba a punto de asaltar las calles de Nueva
Orleans y rasgarlas de principio a fin hasta encontrar el portal que buscaba.
—Peter —La
voz de Rochi me llamaba, y apartándome de mi tarea, la miré.
—¿Qué? —Gruñí. Verla sólo me hacía recordar a Lali.
Mi Lali.
—Ghede
va a liberar el alma de Nico a un
transportista. El Creador me ha llamado. Dijo que te
avisara, y que puedes hacer con esa información lo que te plazca.
—¿Dónde? ¿Cuándo? —Le pregunté
mientras se disparaba la esperanza a través de mi pecho.
—Esta noche. Él quiere que se haga lo más
pronto posible. —¿Por qué? ¿Cuál era su juego?
—¿Dónde? —Le exigí.
—En la calle Bourbon. —Así que el portal
se encontraba en Bourbon.
—Necesito a los transportistas que irán
con nosotros. Dirígelos. Yo me encargo del resto.
Rochi corrió para seguirme el ritmo
mientras yo acechaba la calle hacia la iglesia católica, donde un sacerdote
acababa de terminar con su vida.
Tenía que lidiar con el alma, entonces podría llamar las tropas.
—¿Por qué? ¿Qué vas a hacer?
—Voy a hacer explotar el
maldito Infierno para entrar. Eso es lo que voy a hacer.
—¿Quieres decir: Vilokan?
—La misma cosa.
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