Lali.
—Creo que quizás moriré por inhalación de polvo —Se quejó Rochi mientras abría otra caja de las decenas de cajas de cartón que mi madre había colocado aquí en los últimos años.
—¡Oh,
deja de ser tan dramática! ¿Qué es un poco de polvo? Has estado en edificios en
llamas.
—Sí,
bueno, porque es mi obligación. Es mi trabajo.
Sin embargo, mi trabajo no dice
que tenga que hacer trabajo manual en un ático con un ser humano. —Riéndome de mí misma,
abrí la caja que acababa de bajar de la pila largamente peligrosa que mi madre
había hecho. Quiero decir, entiendo que ella tratara de ahorrar espacio aquí,
pero una pila de cajas que casi tocaba el techo no era exactamente una decisión
inteligente.
—¿Quieres
que busque en esta? —preguntó Rochi mientras dejaba la caja que había bajado a
un lado
—Sí, por favor.
—Y es un perrito de peluche blanco, ¿no?
—Sí...
bueno, quizá ya no sea exactamente blanco. Han pasado muchos años, así que la
piel puede estar un poco descolorida ahora. —Rochi gruñó para sus adentros
mientras comenzaba a hurgar en su caja.
Me moví a través de los artículos que
había empacado hace sólo ocho años, porque había sido incapaz de armarme de valor para llevarlos a la
beneficencia. Un bolso pequeño con letras de lentejuelas que decían Las Vegas me hizo sonreír. Mi madre me
llevó a una convención de escritores allí una vez. Fue uno de los últimos
viajes que pasé con ella. Siempre me aburría, pero en el viaje a Las Vegas
conocí a un amigo... Creo.
Sacudiendo la cabeza, lo hice a un lado y encontré una camiseta de los
Backstreet Boys que recibí una navidad. Dios, había sido una idiota. Después,
encontré una caja de zapatos que supe sin mirar
que contenía las cartas que nos pasábamos Euge y yo en la escuela.
Tenía de cosas inútiles e interesantes, tales como:
"¿Crees que le guste a Kyle?" O
"¿Has visto la manera en que el
trasero de Ashley se ve en esos
pantalones vaqueros?, debería ponerse a dieta", o mi favorita, "¿Crees que la señora
Nordman tiene un pelo en la barbilla nuevo hoy?" Sí, esa caja de zapatos no tenía precio. Desafortunadamente, no
había un cachorro de peluche.
Frustrada, cerré la caja y la deje a un lado.
—Bueno,
esto fue un fracaso…—Golpeé mi mano sobre mi boca para no aullar de risa.
Rochi
posaba frente al espejo que una vez estuvo en mi dormitorio de
"princesa". Pero esa no era la
parte divertida. Rochi encontró mis ropas de vestir de las que yo no
quise separarme cuando tenía diez años, pero ya
no las quería en mi habitación más. Se había puesto mi vestido de
Campanita con un par de tacones de Blanca Nieves a los que no encajaba ni de lejos su pie. En su cabeza llevaba el
velo que había ido con mi traje de Jasmine.
—¿Cómo
me veo? —Preguntó dando vueltas más rápido de las que un ser humano sería capaz
de hacer con la falda de Campanita flotando en frente de ella. Yo siempre daba vueltas
en ese vestido también, tratando con
todas mis fuerzas en conseguir que se destacara a la perfección.
—Fabuloso,
deberías usarlo para el trabajo. –Canté, luego solté una gran carcajada.
—No sé
qué pensaría Peter si me presentara luciendo como si estuviese lista para un
viaje a Disney World. Temería enviar el alma conmigo. —Me senté en la caja
detrás de mí, no podía parar de reír al verla
vestida tan ridícula.
—Lo
asustarías... ¡Hasta la muerte! —Me reí más fuerte ante mi propio pequeño juego
de palabras. Rochi empezó a decir algo más cuando un sonido detrás de mí convirtió mi risa en un pequeño chillido.
—¿Qué
diablos, Jaslyn? Esta no es una fiesta —Se quejó Rochi y me alivió un poco
saber que Rochi conocía a la pelirroja pálida que apareció en mi ático. Sus
rasgos perfectos, translúcidos, eran tan similares a los de Rochi
cuando estaba en el modo de "transportista" que rápidamente sume dos
más dos.
—Lo siento, Rochi —Se detuvo y
lentamente miró el vestuario de Rochi con el ceño fruncido, la confusión en su rostro.
—Déjate de tonterías Jas
y dime por qué estás aquí —La cortó Rochi.
Las prendas de vestir
desaparecieron de su cuerpo y estuvo una vez más, vestida con sus pantalones
vaqueros, sudadera con capucha
y botas.
—Oh, eh, sí... bueno, uh, Peter te
necesita. —La atención
de Rochi se desvió de la transportista a mí.
—¿Qué hay de Lali?
—Oh, eh, no lo dijo. Sólo dijo que te
necesitaba. —El ceño fruncido en el rostro de Rochi me dijo que no estaba tan segura de esto. Pero si Peter envió por ella, entonces debía ser importante.
—Iré a pasar el día con Euge.
Podemos buscar el pelu… la cosa más tarde —Empecé a hablar. Rochi asintió con
la cabeza hacia mí.
—Bueno, vayamos ahora, antes de irme. No necesitas
quedarte aquí sola.
—Está bien.
Me dirigí a las escaleras, entonces miré a Rochi para pedirle que por favor, me hiciera saber si algo andaba
mal, pero ella hablaba en voz baja con Jaslyn en una conversación muy intensa,
por lo que las dejé solas. Rochi
no tardaría mucho. Peter no la dejaría irse demasiado
tiempo.
Además, Peter estaba bien.
Él era la muerte. No hay de qué preocuparse.
Peter.
—¿Qué
está pasando Peter? —Exigió Rochi a su llegada
con Jasyln en el cementerio fuera
de la pequeña funeraria en la ciudad de Lali. Vine a la tumba de Nico para ver
si había algún rastro de actividad. Su alma no se había quedado vagando por la
tierra. El único otro lugar en el
que podría estar era con Ghede en el Vilokan. Si es así, se encontraba
completamente fuera del radar. Dar con él sería
casi imposible. Ninguna deidad o ser creado por el Creador habían estado
nunca en Vilokan. La isla bajo el mar era para los espíritus del vudú y las
almas que reclamaban en la tierra.
—Nico.
Su alma no debió ser tomada. Él nunca estuvo en
los libros. —Continuaba sonando
increíble cuando lo decía. Incluso después de hablar con el Creador. Las
decisiones habían sido tomadas. Con el
poder de la restitución en el lado de Ghede, esto podría empeorar.
—¿Qué?
—Su tono de incredulidad no me sorprendió. Yo tuve la misma reacción. Esto
nunca había sucedido. Y si no encontraba una manera de detenerlo, el Creador
esperaría que entregara a Lali o a su madre a Ghede. Ninguna de las dos era una
opción.
—Ghede,
él tomó el alma de Nico por la restitución de Lali. El Creador no cree que vaya
a parar allí. Nico fue una advertencia para mí o para Lali. No se detendrá
hasta tener en sus garras a Lali.
Rochi se dejó caer en la lápida detrás de ella.
—Oh, mierda.
—No
quiero que le digas a Lali aún. No si podemos arreglar esto sin que ella lo
sepa. Las implicaciones de la muerte de Nico serían demasiado para que ella les
hiciera frente. Se sacrificaría sin lugar a
dudas. No lo permitiré. Detendré esto.
Rochi
asintió con la cabeza totalmente de acuerdo. Sabía que podía contar con ella.
Jaslyn por el contrario, estaría dispuesta a
ofrecer a Lali en bandeja de plata. Ella no entendía,
pero aun así se me era difícil tenerla cerca de mí. Quería saciar mi enojo con
alguien y su indiferencia la ponía directo en el camino de mi ira.
—¿Dónde está Lali ahora? —Le
pregunté, variando mi ceño fruncido de Jaslyn a Rochi de nuevo.
—Ella está con Euge —Me aseguró.
Eso era bueno. Necesitaba a Rochi
en estos momentos. Teníamos que encontrar una manera de penetrar Vilokan. El
infierno habría sido mucho más fácil.
Lali.
Convencer
a Euge para un día de compras no fue
fácil, pero tenía que salir.
Después de forzarla a alistarse y empujarla
hacia mi coche, nos dirigimos al centro comercial.
Cuatro horas más tarde, ella mostró señales de vida. Estuve muy agradecida.
—Necesito
un café —Anuncié cuando salimos de nuestra tercer tienda de zapatos a la hora.
Me las arreglé para encontrar dos pares de zapatos sin los que no podría vivir.
Uno de ellos era un par de sandalias amarillas sin respaldo que tenían un poco
de tacón. Los otros eran botas de color
beige que combinan perfectamente con mi chaqueta de cuero beige. La mejor parte
era que tenían descuento. Euge, sin embargo, no había comprado nada. Fuimos poco a poco para llegar allí.
Ella había intentado medirse unos
zapatos en la tienda anterior. Yo la había obligado, pero al menos se los había
puesto.
—Yo
también —respondió Euge, volviéndose hacia el Starbucks en vez de ir a la
siguiente ala del centro, donde se ubicaba Wide Mouth, la cafetería favorita de
Nico. Entendí, y honestamente, no estoy segura de poder entrar en Wide Mouth
ahora tampoco.
—¿Qué quieres? —Le pregunté, sacando mi cartera.
—No sé,
consígueme lo mismo que tú pidas —dijo ella con un gesto de la mano y se acercó
a encontrar una mesa.
No podía
pedirle lo mismo que yo. Yo siempre pedía un café con leche con caramelo, crema
batida al igual que lo hacía Nico. Me hice
a un
lado para que las personas detrás de mí pudieran ordenar y estudié el menú detrás del mostrador. Hacía años
que no ordenaba algo más que un café con leche y caramelo. Ni siquiera estoy
segura de conocer algo más para ordenar.
—He oído
que el chocolate caliente es increíble —Susurró
en mi oído Pablo. Él tenía forma
humana, porque los vellos de mis brazos no se erizaron.
—Soy una niña grande. Prefiero el
café —Le espeté sin mirar hacia atrás a él. Él rió en voz baja.
—Sí, lo sé. Café con caramelo,
leche con crema batida. — Tensándome, miré hacia donde se encontraba sentada Euge.
Nos observaba con una mirada divertida y triste en su rostro. Sabía que verme
con Pablo le recordaba a Nico. Sin embargo, era otra razón para permanecer
malditamente lejos de él. Si sólo entendiera la insinuación y me dejara en paz.
Nunca estaría de acuerdo en darle mi alma. Que se jodiera la estúpida
restitución o lo que fuera.
—No —Repliqué y me acerqué al
mostrador para ordenar y poner espacio entre los dos.
La chica en el mostrador
se comía con los ojos a Pablo y no me prestaba ni un ápice de
atención. Ella empezó a jugar con un mechón de
su cabello castaño alrededor de su dedo y bateo sus pestañas. Si la
chica tonta supiera… Él no era el Sr. Todo-Americano.
Me
aclaré la garganta para llamar su atención y cuando eso no funcionó,
literalmente, tuve golpear el área del mostrador frente a ella.
—Hola,
perdón, pero es mi turno. —Apartó su intensa mirada de “ven a por mí” de Pablo y me miró. Bien, ahora va a escupir
en mi café.
—Ya lo
sé. Esperaba que ordenaras —El tono de la muchacha fue molesto.
—Bueno, no me di cuenta. Parecías ocupada.
Tenía
las mejillas enrojecidas y lista para dar rienda suelta a su réplica ágil
cuando Pablo tosió ruidosamente. Su voz sonaba sospechosa, como si estuviera
ocultando una sonrisa.
—Creo
que hemos comenzado con el pie equivocado —La voz de Pablo fue suave y
profunda. Tal como imaginó la chica en su mente. Las chicas realmente eran
débiles cuando se trataba de hombres atractivos—. Sólo necesitamos ordenar,
necesito un chocolate caliente y tú necesitas un... —Fijé la mirada en mí, como si estuviéramos aquí
juntos. Empecé a abrir la boca para corregirlo, cuando decidí que era mejor ir
con él si no quería la saliva de la chica en mi café con leche.
—Oh, eh,
que sean dos grandes... uh.... dos
grandes.... um... — Pude
sentir la molestia e impaciencia en la chica, pero no deje que eso me
detuviera. Traté de encontrar algo en el menú que seguramente nosotras
ordenaríamos.
—Quiere
dos cafés con leche, de moka, con nata y chocolate espolvoreado en la cima,
grandes, por favor -—Informó Pablo a la chica.
¿Qué diablos? No le di permiso para ordenar por mí.
Incluso, si lo que él ordenó sonaba tan bien. Se acercó a mí, le pagó a la
chica mientras coqueteaba con ella, me crucé de brazos y esperé hasta que
terminara. Cuando se volvió para sonreírme, gruñí.
—¿Qué? No podías decidir. Te he ayudado. Te encanta
el chocolate. Te gusta el moca con leche.
—No recuerdo haber pedido tu
ayuda. Puedo ordenar yo sola — Susurré. Pablo se encogió de hombros y tomó mi
brazo, poniéndome a un lado para que la gente que hacía fila detrás de nosotros
pudiera ordenar. Quise alejarme de él, pero tiro de mi brazo hasta él.
—¿Por qué insistes en estar molesta conmigo todo el
tiempo? —¿Acaso no lo sabía? Abrí la boca
para decirle exactamente cómo me sentía acerca de su reclamo sobre mi alma,
cuando Euge se puso de pie y corrió hacia la puerta de la cafetería hacia el
Centro comercial.
Empujé a Pablo mientras pasaba y salí detrás de
ella.
Ella
giró a la izquierda y se dirigió a la puerta de atrás por la que habíamos
entrado. Cogí mi ritmo y esquivé las personas que se detenían a ver como perseguía a Euge.
Mi primera preocupación fue que quizás le recordé algún momento doloroso. Mi
segunda preocupación fue que un policía me iba a arrestar por pensar que iba a
hacerle daño. Y luego me preocupé por chocar accidentalmente contra una persona
en mi
búsqueda.
Menos
mal, se detuvo en las puertas que llevaban al
estacionamiento donde nos estacionamos. Sus hombros se movían mientras
se aferraba a la manija para tratar de recuperar el aliento. Mis dos bolsas que había estado llevando
estaban a sus pies.
—Euge, ¿qué
pasa? —Le pregunté sin aliento cuando definitivamente me encontré con ella.
Las
lágrimas corrían por sus mejillas mientras miraba lejos. La devastación estaba
tan profundamente grabada en su rostro que me pregunte si alguna vez el dolor
se iría.
La chica
que había conocido toda mi vida cambió completamente ese día en el campo de futbol, mientras que
vimos el cuerpo sin vida de Nico.
—No puedo —Sollozó sacudiendo la cabeza. —Sólo no
puedo.
Envolví
mi brazo alrededor de sus hombros y la acerqué. Ella se desplomó a mi lado,
llorando y triste. Fui demasiado lejos hoy. No estaba preparada para ello. La
culpa me carcomía. Debí haber hecho esto en una excursión más pequeña. Salir poco a
poco. Yo y mis
grandes ideas.
—Ven,
vámonos a casa —Insté a que abriera la puerta y que entrara en el auto.
—¿Podemos...?
—Euge hipó—, ¿podemos ir a visitar su tumba? Tengo que hacerlo. —No estaba de
acuerdo. Ella no estaba lista para eso todavía. Yo tampoco estoy preparada para
eso. Pero no podía negarme. Abrí la puerta del lado del pasajero y Euge se
deslizó en el interior.
Tal vez, podríamos ir. Si eso era
lo que ella quería hacer, entonces yo sería fuerte e iría con ella. Pero
primero, íbamos a pasar por su casa. Ella necesitaría una pequeña dosis de
coraje y su madre tenía un armario entero con valor alcohólico que iba a necesitar.
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