miércoles, 26 de junio de 2019

Existence #2: Capítulo 12

Lali.

Las funerarias solían ser lugares de los que me alejaba, porque las almas errantes tendían a atascarse en ellas. Hoy, sin embargo, me senté al lado de Euge, sosteniendo su mano firmemente entre las mías. Nos pusieron en la sección familiar de la madre de Nico. Ella dijo que las dos éramos tan cercanas de él como cualquiera de las familia. Teniendo en cuenta que estuvimos juntos desde el jardín de niños, tuve que estar de acuerdo. El Halloween que nos vestimos como los Tres Mosqueteros me vino a la mente y una pequeña sonrisa jugó en mis labios. No había sentido ganas de sonreír en los últimos dos días. Euge y yo habíamos llorado juntas. Ayer pasamos dos horas hablando de diferentes cosas que Nico había hecho para hacernos reír en los últimos años. Había sido agridulce recordarlo. Después de un tiempo, Euge se puso tan nerviosa que su madre le había dado una pastilla para dormir.


También estaba el hecho de que extrañaba a Peter. Casi parecía como si estuviera traicionando a Nico al extrañar a Peter, pero no podía evitarlo. Lo amaba. Pero de momento, no me sentía preparada para enfrentarme a él. Tal vez después de que enterráramos a Nico y nos adaptáramos a la vida sin él, sería capaz de hablar con Peter. De mirarlo    a los ojos y no gritar de furia. Había tenido suficiente tiempo para pensar en ello y sabía que  existía una razón para que Peter no me lo contara.  Pero aún no estoy lista para escuchar esa razón.

Mi atención se desvió a Pablo mientras él entraba y abrazaba a la madre de Nico, después estrechó la mano del padre de Nico antes de tomar un asiento entre los otros estudiantes que habían llegado hoy. Lo cual, era casi todo el mundo. Él caminó entre ellos como si fuera uno más. Como si se preocupara por la muerte de Nico. Esto me hizo enojar, pensé en cómo de irrespetuosa se sentía su presencia. Nico pensó que Pablo era su amigo. Confió en Pablo. Pero todo el tiempo, Nico fue una herramienta para Pablo. Una manera de acercarse a mí. Aparté mi atención de Pablo, antes de que le exigiera respuestas, escaneé la habitación.

El funeral empezaría hasta dentro de otros treinta minutos. Para entonces, todos estarían de pie. Mi mirada pasó por encima de todos y los reconocí de la escuela. A algunos los conocía, a otros no. Es curioso cómo cuando uno de nosotros muere, todos nos unimos como uno solo. Incluso si no nos conocíamos unos a otros o si nos odiamos, nos reunimos para ese día.

Busqué a mi madre. Ella regresó a casa tan pronto se enteró y se iría de nuevo mañana. Le aseguré que no dejaría a Euge durante unos días, así que no había necesidad de que se quedara en casa y perdiera los dos últimos días de la convención por mí. Estaba sentada junto  a  la  madre y al padre de Euge. Me alegré de que estuviera aquí. Verla me daba un poco de la fuerza que tanto necesitaba.

Las puertas se abrieron y entró alguien que no me esperaba que estuviera hoy aquí. Gastón Dalmau había sido mi novio desde noveno grado hasta el final de la escuela el año pasado, cuando decidió ir a la universidad y sus padres se mudaron también. Rompimos porque las relaciones a larga distancia nunca funcionan. Al ver a Gas pasear por el pasillo sentí lágrimas en los ojos. Nosotros cuatro, Euge, Nico, Gas y yo habíamos sido un grupo desde primer año hasta el final de nuestro tercer año de secundaria. Así que muchos de  mis  recuerdos  de  secundaria en los que estaba Nico también estuvo Gastón. Sus claros ojos verdes encontraron los míos y me dio una sonrisa triste.

—Gas está aquí —Susurró Euge mientras levantaba la cabeza y lo miraba hablar con los padres de Nico.

—Lo sé. —Parecía lógico que él estuviera aquí al final. A Nico le habría encantado verlo.

—Me alegro —dijo Euge a través de sus lloriqueos.

—Yo también. Simplemente parece correcto —Estuve de acuerdo.

Euge apoyó la cabeza sobre mi hombro y nos sentamos allí acurrucadas mientras el predicador hablaba y luego el ataúd fue cerrado y llevado a la tumba ya preparada para Nico.

—No puedo verlos bajarlo a la tierra. —La ansiedad en la voz de Euge mezclado con el temblor de su cuerpo me dijo  que  probablemente era una buena idea estar tan lejos como fuera posible. La llevé al otro lado de la funeraria para que no pudiéramos ver la tumba.

—Vamos a sentarnos aquí hasta que haya terminado —La persuadí.

—Está bien —Estuvo de acuerdo y se dejó caer sobre el cemento frío a mi lado—. Eso fue horrible, Lali.

—Sí, lo fue.

—¿Crees que su alma estará por aquí el tiempo suficiente para verlo?

Sabía que no, pero no creo que fuera la respuesta que ella quisiera oír.

—No lo sé. Tal vez. Supongo que todo es posible.

Ella asintió con la cabeza y retorció el pañuelo entre sus manos.

Miré por encima del cementerio y noté unas pocas almas perdidas cerniéndose sobre las tumbas. Aquellas eran las que habían visto  su  propio funeral. No se quisieron ir. Me alegré de que Nico no hubiera presentado batalla. Era más fácil sabiendo que él iba a tener otra vida pronto.

—¿Por qué estás enojada con Peter?

La pregunta de Euge me sorprendió. No pensé que se hubiera dado cuenta de mi separación con Peter de los dos últimos días. Había pasado la mayor parte de su tiempo llorando y durmiendo.

—Nunca dije que estuviera enojada con Peter —Le contesté.

—Pero lo estás. No tienes que decirlo.

Suspirando, apoyé la barbilla en las palmas de mis manos y me incliné hacia el frente, presionando los codos en las rodillas.

—Sólo un pequeño drama de relación. Nada de lo que valga la pena hablar ahora mismo.

Euge asintió y se acercó a mi lado.

—Te quiero, Lali —Declaró con voz ronca.

—Yo también te quiero.



Peter.

Lali y Euge se sentaron cadera con cadera, tomadas de las manos mientras miraban por encima del cementerio frente a ellas. Me quedé a un lado oculto de la vista de Lali y las observé. Sabía que no me quería ver hoy aquí. El pensamiento era difícil de asimilar. Ella pasó la mano por los rizos de Euge en un gesto reconfortante que yo he visto a las madres utilizar con sus hijos. Por mucho que quisiera hablar con ella, explicarle, sabía que por ahora, esto es lo que tenía que hacer. Ayudaba a su duelo consolar a Euge. Ambas perdieron a alguien especial en sus vidas. Nico, por ser el alma que estaba conectada a Euge le traía un dolor más intenso, pero el alma de Lali era una afín a la de Nico. Esta era la primera vida de Lali y el alma de Nico se conectaba a la suya.

Euge apoyó la cabeza en el regazo de Lali y Lali se acercó y enjugó una lágrima de sus ojos. Yo quería hacer eso por ella. Quería consolarla. Pero no podía. Esto era tan duro.

Un movimiento por el rabillo de mi visión llamó mi atención, y me volví para ver a un tipo haciendo su camino hacia las chicas. Era alto, con el pelo rubio. El traje oscuro que  llevaba significaba que estuvo en el funeral, pero no reconocía a este chico de la escuela. Lali se fijó en él y Euge estaba ahora sentada. Las dos chicas se levantaron para saludarlo. Vi como abrazó a Euge con fuerza  y ella lloró suavemente en sus brazos mientras él le hablaba. Él le aseguraba que Nico seguía allí, cuidándola. Incluso dijo:

—Sabemos que no puede estar muy lejos de ti. Siempre estará flotando a tu alrededor, protegiéndote.

A continuación, Euge dio un paso atrás y él volvió su mirada a Lali. El brillo traslúcido que se entreteje conectando las almas gemelas, lentamente se envolvió alrededor de Lali y el chico. Congelado en el lugar, vi con horror como Lali entró en sus brazos y él la abrazo más fuertemente de lo que había sostenido a Euge. Con más familiaridad. Ella había estado en sus brazos antes. Cuando Lali dio un paso atrás, él parecía reacio a dejarla ir. Mis piernas empezaron a moverse. Esto no estaba sucediendo. Su alma podía ir a buscar otra alma con la que conectarse. Lali era mía. Ya tenía a un espíritu vudú enloquecido reclamándola, no necesitaba una maldita alma humana haciendo lo mismo.

Los ojos de Lali se alzaron y se encontraron con los míos. Al instante, dio un paso atrás, poniendo distancia entre ella y el chico. Sabía que el azul en mis ojos manifestaban está emoción. No podía controlar su brillo cuando no podía controlar mi ira. El chico finalmente apartó su mirada de Lali y volvió la cabeza para ver lo que había llamado su atención. Una pequeña mueca apareció en su rostro hasta que se fijó en mis ojos. Entonces, el miedo que todos los seres humanos sentían cuando se encontraban con la mirada de la Muerte se apoderó de su rostro. Eso es amigo, soy la Muerte, ahora aléjate de mi chica. No dije ni una palabra. En cambio, subí los escalones pasando al chico y me detuve delante de Lali.

Tragó saliva con nerviosismo mientras me miraba. Luego, su mirada se desplazó hacia el chico que nos miraba.

—Um, Gas, éste es Peter Lanzani, mi novio.

Quería caer de rodillas y pedirle perdón. Oírla aun reclamándome como suyo, envió alivio a través de mi frío cuerpo. Alcanzando su mano,   la apreté y acaricié suavemente el pulgar al lado de mi mano. Esa era toda la tranquilidad que necesitaba. El alma detrás de mí, evidentemente, el alma destinada a ser su compañero aquí en la tierra, no significaba nada, siempre y cuando Lali me quisiera a mí.

—Peter —dijo, mirando hacia mí—. Éste es Gastón Dalmau. Es un, uh, amigo mío. Se graduó el año pasado y se fue a la universidad. Él y Nico eran muy cercanos.

Gastón Dalmau no había sido sólo su amigo. Había sido su novio desde el momento en que era estudiante de primer año hasta que rompieron a finales del año pasado. Sabía que le preocupaba molestarme y no podía culparla, dado que había estado acechando por aquí  con  los  ojos brillantes y gruñendo. Volví la cabeza y lo fulminé con la mirada. No pude evitarlo, nunca me gustó este chico.

—Es un placer conocerte, Gastón —Acerté a decir con calma.

Una pequeña risita vino de Euge y sentí el cuerpo de Lali aliviarse un poco. Esto divertía a Euge y ahora Lali toleraba cualquier cosa que pudiera poner una sonrisa en el rostro de su amiga.

—Um, sí, igualmente. —Me estudió un minuto. Mis ojos ya no brillaban, por lo que probablemente él trataba de decidir si lo había imaginado. Su cerebro humano le convencería de que había sido el sol pegándome justo en el rostro o de alguna otra historia inventada con el   fin de que tuviera sentido. Entonces, algo se iluminó en sus  ojos—.  Espera, Peter Lanzani, ¿no eres el cantante de Cold Soul?

La emoción y el asombro en su voz causó que Lali se aliviara por completo y se moviera un poco más cerca de mí. No quería hablar con  este chico. Quería envolver mis brazos alrededor de ella y pedirle que me escuchara. Para que perdonara lo que yo era. Pero ella quería que ésta reunión fuera bien. Podía leerlo en sus emociones.

—Sí, soy yo —Le contesté, pero tanto como la quería, no pude forzar una sonrisa a su manera.

—De ninguna manera, oh, cielos, guau. —Comenzó a revolver sus bolsillos y sacó su cartera. Una vieja entrada de uno de los conciertos de Cold Soul y una pluma fueron puestos delante de mi cara—. ¿Podrías firmar esto? Soy un gran fan. Mis hermanos de ATO no lo  van a creer.  Esto me ayudará a no limpiar por lo menos una semana.

Antes de que pudiera entender lo que acababa de decir Lali contestó: 

—Oh, felicidades, Gas. No sabía que estuvieras en Alpha  Tau Omega. Eso es impresionante. Sé que era tu objetivo principal cuando fuiste aceptado en la UT.

Era un Griego. Sabía lo que era. Había estado en fiestas de la fraternidad más de lo que quería recordar, debido a la estupidez de borrachos.

Gastón le sonrió más a Lali.

—Sí, la competencia fue dura, pero la superé. —Estaba allí de pie  con la pluma y la entrada para el concierto en mi espacio personal.

Lali me apretó la mano y luego la dejó ir. Quería que hiciera esto. Está bien. Lo haría por ella, pero me gustaría hacerlo a mi manera.

Tomé el boleto y la pluma y escribí una breve nota garabateada a Gastón, continuando con la firma que había adoptado cuando comencé en el grupo Cold Soul. Lo empujé hacia él y tomé la mano de Lali de nuevo y me la llevé a los labios.

—Te extraño —Susurré y lágrimas brotaron de sus ojos. Le besé la mano, luego la solté y la dejé ir. Había un sitio a donde necesitaba ir.  Nada iba a interferir de nuevo entre nosotros. Me sentía cansado de esperar a que Pablo hiciera un movimiento. Quería terminar esto hoy.

Dando un paso atrás, asentí con la cabeza como despedida y dejé a los tres allí. No me preocupo de dejar a Gastón con Lali en ese momento.  Estoy seguro de que entendería el mensaje cuando leyera la entrada.

Después de todo, cuando un hombre dice:

Ella es mía. 
Ésta es tu primera y única advertencia. 
Peter Lanzani.

Sabes que si no estás listo para una pelea que no puedes ganar, entonces será mejor que dejes la mierda.

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