Me mantuve de pie estudiando la mesa de la cocina. Se encontraba cubierta con latas de soda vacías, dos cajas de pizza, también vacías, y la mitad de un pastel de chocolate, en el que se podía leer Bienvenida a casa Lali en letras blancas. Pablo, Euge y Nico me habían sorprendido esta tarde. Había abierto la puerta hace cuatro horas para encontrarlos a los tres sosteniendo pizza, sodas y una caja de pastelería. Estar con ellos, comiendo comida de muy buen sabor y entreteniéndolos con historias del tiempo que estuve en la casa de reposo, me hizo sentir como si estuviera en casa. Sus caras sonrientes y las risas familiares me daban una sensación cálida, alejando la frialdad que siempre me penetraba. Pablo me había sostenido en sus brazos mientras estábamos sentados en la sala, recuperando el tiempo que habíamos perdido.
María se había caído de la cima de una pirámide humana durante una práctica de animadoras y tenía un cabestrillo en su pierna derecha. Euge parecía bastante complacida con el pequeño sufrimiento de la chica. Los reclutadores de las universidades habían venido a observar a Pablo y ahora él tenía propuestas de dos universidades diferentes.
Pablo había seguido sin mí. El saber que estaría bien cuando ya no fuera parte de su vida, alivió un poco la culpa que había dentro de mí. No podía quedarme con él. No cuando ansiaba tanto a Peter. Incluso si no podía encontrarlo, sabía que le importaba.
Él tendría que volver, eventualmente. Sabría que lo necesitaba y vendría a mí. Incluso si no podía verlo, sabía que estaba cerca. Miré hacia las escaleras sabiendo que no vendría esta noche. Mi habitación era un lugar seguro para mí ahora. Si tan solo pudiera verlo y decirle que lo amo y que iría a cualquier lugar que tuviera que ir solo para estar con él… pero nunca le permitiría saberlo, o incluso entenderlo.
El escritorio vacío, en donde Peter se había sentado una vez en Literatura Inglesa relampagueó por mi mente y el vacío en mi pecho dolió aún más.
* * *
La
música sonaba. Me tomó un momento abrir los ojos y darme cuenta de que Peter
tocaba mi nana. Me senté derecha en mi cama y dirigí mi mirada hacia la silla,
para encontrarla vacía, aun así, la música seguía sonando. Me tomó unos minutos
abrirme paso a través de la bruma del sueño y darme cuenta de que la música no
sonaba en mi habitación, ni siquiera en la casa. La música se filtraba a través
de la ventana desde el exterior. Salté y corrí para ver de dónde venía.
¿Peter
se encontraba ahí afuera? El patio trasero se hallaba oscuro y brumoso. La
música venía hacia mí desde algún lugar de la noche. Alcancé mi chaqueta, me puse mis zapatos y luego
me encaminé escaleras
abajo hacia la puerta trasera, cerrándola cuidadosamente detrás de mí,
para no despertar a mi madre. Si me atrapaba escabulléndome en la oscuridad
ella misma me devolvería a la casa de reposo.
La
música sonaba como si viniera desde el bosque. Caminé hacia el jardín para
encontrar una linterna, que mi madre siempre guardaba en el cobertizo. Una vez
allí, agarré la linterna, comprobé que tuviera baterías y me
dirigí otra vez hacia el patio trasero.
¿Por qué
Peter estaría aquí afuera, en la oscuridad, tocando mi nana? Seguí el camino
que mi madre hacía cuando se daba tiempo para caminatas naturales, desde
nuestro patio trasero hasta el estanque comunitario, a través del bosque. Las
hojas crujían a mí alrededor y contuve un chillido. Necesitaba encontrar a
Peter antes de que alguna extraña criatura me encontrara. La música me llevó
aún más adentro del bosque. Mi linterna no ayudaba mucho.
La
espesa niebla hacía casi imposible la visibilidad. Me seguí repitiendo en mi cabeza que Peter andaba por
aquí, en algún lugar, él quería que yo lo encontrara. ¿Por qué otra razón el
tocaría su música para que yo la pudiera oír, si no para sacarme de aquí?
Una luz
brilló en la oscuridad, asomándose a través de la niebla. Caminé hacia ella,
sabiendo que la música venía de allí. Entre más me acercaba, la luz se hacía
más brillante.
Rompí a través de la niebla y
llegué a un pequeño claro. Una brillante bola flotaba en el centro del círculo
de árboles rodeando el brillo. Escondí la linterna en el bolsillo de mi
chaqueta antes de dar un cuidadoso paso hacia
la fuente de la luz. La música de Peter
venía de ésta.
Confundida, escaneé rápidamente el
claro en busca de Peter. Permanecía vacío, aparte de mí y la luz musical. ¿Por
qué tocaba la canción de Peter? El miedo
empezó lentamente a filtrarse a través de mí. Peter no se encontraba aquí. Él nunca me atraería a un claro, de noche,
en medio del bosque, sola. Alguien más lo haría. Alguien que quería que dejara
mi cama y me alejara de la seguridad de mi casa.
—Thump
thump, thump thump, el ritmo de tu corazón se está acelerando ¿No es así Petisa? —Me giré al oír la voz de Rochi. Ella se encontraba en la esquina más alejada del claro,
observándome. No se veía como la Rochi de la casa de reposo. Su corto cabello
rubio volaba a su alrededor, en la brisa nocturna y sus labios rojos
ahora parecían brillar
como brillantina plateada a la luz de la luna. Retrocedí un paso,
poniendo distancia entre nosotras.
—¿Qué
estás haciendo aquí, Rochi? —Pregunté, tratando de mantener el pánico fuera de
mi voz. Ella frunció sus escarchados labios y movió la
cabeza de un lado a otro.
—Hmmm
¿La pequeña señorita pantalones listillos no es tan lista después de todo? La
única chica sana en la casa, ¡HA! Fuiste la única lo suficientemente estúpida
como para hacerse mi amiga. —Busqué frenéticamente alrededor de mí, tratando de
pensar un modo de escapar.
—Jess era tu amiga.
—Repliqué, esperando distraerla mientras trataba de
pensar en cómo podría alejarme de ella.
Rochi empezó a reírse a carcajadas.
—Jess es
una lunática, cuya mente era fácil de controlar. Tú, sin embargo, te me
acercaste sin tener que esforzarme ni un ápice. Lo hiciste todo por tu cuenta.
Confiaste en mí. —Ella paró de hablar y empezó a acercarse a mí. Riéndose
maniáticamente. —He sido enviada para corregir los errores. Me encontraba allí por ti. La primera
noche iba a ir por ti. Estaba destinado así. —Gruñó. —Pero él ya
se hallaba allí. Ni siquiera te había matado aún y ya se encontraba allí.
Protegiéndote. A una tonta humana. A la simple alma viviendo dentro de ti. Él
la protege.
Empezó a
pasearse de aquí para allá en frente de mí, como si fuera un gran gato rondando su presa.
Retrocedí otro paso y se rió perversamente, como si mi intento de escapar fuera
tan loco como ella.
—Es su ¡TRABAJO! ¡Fui enviada para arreglar su
error! Rompió una regla contigo. No puede romper las reglas. Si no corrige este
error pagará por ello. Debe ser corregido. —Empezó a sacudir su cabeza para
atrás y hacia adelante, estudiándome como si fuera una especie
desconocida. Me di
cuenta de que sus ojos ya no se veían lunáticos. Se veían más como los
de un gato. Sus rasgos habían tomado una
especie de brillo. No era humana. No era una paciente mental. Era… algo más.
—¿Qué eres Rochi? —Pregunté.
—¿De verdad quieres saberlo? —dijo
sonriendo. Dejó de rondarme y miró hacia el claro como si estuviera esperando
a alguien más.
¿Habían otros más como ella aquí?
—Supongo que es hora de que lo
sepas. Eres como un atrasado libro de historia. Tick tock, tick tock, me estás
haciendo desperdiciar mi valioso tiempo. Este no es mi trabajo. Es SUYO —Siseó, observando el claro otra
vez, y me di cuenta de que esperaba a
Peter.
—¿Quién
es Peter? —Pregunté. Se rió ante la pregunta y enarcó una de sus cejas tan
rubias como su cabello.
—¿Quién crees que es, Petisa? —Se burló.
—Él se lleva a aquellos que murieron a donde se
supone que deben ir —Repliqué en un susurro, casi asustada
de oírme a mí misma decir esas palabras. Rochi se empezó a carcajear con su
risa maniática.
—Bueno,
si estuvieras en lo correcto, entonces este
mundo sería mucho más fácil. Pero
viendo lo perdida que estás lo hace más difícil. Peter no es un transportador.
Yo lo soy. Es cierto Petisa, yo las llevo arriba o abajo. —dijo con un tono de
disgusto. —Y tú ibas a ser fácil. Tú ibas a ir arriba. Te darían un Nuevo Cuerpo, vivirías una nueva vida y
tu alma habría hecho lo que las almas buenas hacen. Vivir para siempre, una y otra vez. Pero ¡NO! —Gritó en la
oscuridad y chispas rojas brotaron de las puntas de sus dedos. —No Petisa, él
no quería que eso pasara. ¿Por qué
diablos no? Bueno, esta vez tu bonita alma se encontraba en un bonito y
joven cuerpo y tenías una sonrisa adorable y un adorable caminar, una
risa encantadora y eras interesante. Podías ver otras almas y eras valiente y bla, bla bla. Como sea. —Se detuvo y me fulminó
con la mirada. —Llegaste a él, se supone que nadie lo hace, pero tú lo hiciste.
Empezó a
balancearse de atrás hacia adelante otra vez, mirándome como si no estuviese
segura de qué hacer conmigo.
—Ahora,
soy yo quien tiene que corregir los errores. Él es demasiado débil para
hacerlo. TE QUIERE. No quiere enviar
tu alma conmigo arriba para vivir una
nueva vida. No puede soportar el pensamiento de terminar las cosas contigo.
—Rodó sus ojos y alzó sus manos en el aire con un suspiro frustrado.
—He sido
enviada para recuperar tu alma, con o sin su consentimiento. Él estará aquí en
el final, no frunzas el ceño. Verás su sexy cara otra vez. —Rochi empezó a
caminar hacia mí, pavoneándose como un gato.
—No me dijiste quién es él. —Digo, retrocediendo
lejos de ella.
—¿Qué es
él? ¿Aún no lo sabes? Y yo que pensé que lo había dejado bastante claro. —Se
burló, deteniéndose en frente de mí para deslizar una uña sobre mi rostro.
Temblé ante el familiar toque helado.
La rubia que había tratado de asesinarme me había dado la misma
sensación que el toque de Rochi.
—Trataste de asesinarme. —dije con
voz ronca, buscando algún parecido con la rubia que pensé que Peter había
asesinado.
Ella sonrió y sacudió su cabeza.
—No Petisa, esa alma no era yo. Ky
era otra transportadora de quien tu amado se deshizo. ¿Ahora puedes ver por qué
no estoy muy entusiasmada con el trabajo que se me ha asignado? Él no va a
estar feliz conmigo. No quiero que su
ira esté dirigida a mí cuando me lleve a su preciosa. Después de todo, ¿Quién
quiere joder a la Muerte? —Tragué el nudo
que se había formado en mi garganta.
—Muerte. —Apenas pude susurrar.
—Déjala
ir. —La voz de Peter llenó el claro y Rochi se tensó. Su agarre se aflojó antes de reforzarse aún más. Respirar ahora era imposible.
—¡NO! —La voz de Peter rompió en la oscuridad. El
agarre de Rochi se soltó mientras su cuerpo era lanzado contra el suelo. Jadeé
por aire, mirándola en el suelo mientras ella
fulminaba con la mirada a Peter, en sus ojos había una mezcla entre miedo y odio.
—Es
hora. He sido enviada. No puedes romper las reglas. Es un alma
a la que se le dará otra vida. La puedes encontrar otra vez. Termina
esto. — Rochi rogó, observando a Peter. Él caminó más allá de ella y estiró una
mano para tocar mi cuello. El calor alivió el
dolor que el agarre helado de Rochi había dejado.
—Lo siento. —Susurró y me miró directo a los ojos.
Asentí,
sin estar segura del “por qué” de su disculpa, pero sabía que lo perdonaría sin
importar el motivo. La carcajada salvaje que vino de detrás de él hizo que sus
ojos azules se transformaran en dos brillantes zafiros. Se dio la vuelta y fulminó con la mirada a Rochi.
—Vete y
te dejaré existir. —Su fría y dura demanda penetró la oscuridad.
Rochi se levantó, mirándolo, temerosa.
—No me puedo ir hasta que tú hagas tu trabajo y me
vaya con esa alma.
Peter sacudió su cabeza y sus ojos
parecían como si quisieran hacerle daño.
Ella hizo una mueca mientras retrocedía.
—Escucha, no pedí ser la que molestara a La Muerte. Ellos me enviaron. No tenía elección. —Me señaló.
—Me agrada. Puedo ver lo que viste en ella, pero tiene que morir. Está escrito.
Peter se dio la vuelta por
completo y empezó a caminar en su
dirección.
—¡Nooo! —Rugió. Rochi
retrocedió aún más con una expresión
aterrorizada. Alcancé a Peter, tomando su brazo.
—No, Peter, por favor. —Rogué. Él se detuvo,
volviéndose hacia mí.
—¿Entiendes lo que quiere? No es
tu amiga Lali, tan solo interpretó muy bien su papel. —Me acerqué a él.
—Eres La Muerte y se supone
que debo morir. —Aparté mis ojos de los suyos y posé mi mirada en Rochi. —Y
ella me va a transportar.
Peter sacudió su cabeza y fulminó con la mirada a Rochi.
—¿Lo hiciste sonar así de
simple? ¿Le hiciste pensar que podría solo morir, flotar lejos y vivir otra
vida?
Un brillo se alojó en el pecho de Peter
y Rochi se alejó más, su cuerpo temblando visiblemente.
—No funciona de ese modo,
¿No es cierto Rochi? —Replicó, y pude sentir los músculos de sus brazos
tensarse bajo mi toque.
—Sí, sabemos eso. ¡Porque TÚ lo
detuviste! Se suponía que iba a morir en aquel coche. Y estarías allí para tomar
el alma de su cuerpo. Ky iba a terminar las cosas, pero NO. Tomaste su cuerpo y
lo salvaste.
Mis
piernas se aflojaron cuando la verdad de las palabras de Rochi me golpeó. Las
palabras de la pequeña niña del hospital vinieron volando hacia mi mente.
—No te pongas triste.
Él dijo que este cuerpo
que tengo está enfermo y una vez que muera tendré uno nuevo y
una nueva vida. Las almas no están forzadas a permanecer en la tierra. Solo
aquellas que están muy asustadas de irse son las que permanecen aquí. Si escoges
dejar la tierra regresarás con un cuerpo nuevo y una vida nueva. Tu alma, sin
embargo, será la misma. Él me dijo que el hombre que escribió mis libros
favoritos, Las Crónicas de Narnia, dijo que: Tú no eres un cuerpo. Tú tienes un cuerpo. Tú eres un alma.
Peter me
alcanzó antes de que golpeara el piso. Levanté la mirada hacia él.
—Conocí una pequeña niña en el hospital. Te conocía. Estaba
enferma e iba a morir y le dijiste que su cuerpo se hallaba enfermo y
que no tuviera miedo porque iba a tener un cuerpo nuevo.
Peter sacudió su cabeza con una expresión
atormentada.
—Sé lo que estás pensando y no.
Miré a Rochi
y ella apartó su mirada. Había algo que no sabía y que era importante. Levanté
mi mirada hacia Peter.
—¿Qué es
lo que no me estás diciendo, Peter? ¿Por qué no puedes tomar mi cuerpo y dejarme vivir una vida otra vez? Puedo estar contigo una vez que no esté destinada a morir y no
romperías ninguna regla.
Rochi sacudió su cabeza y me dio
la espalda. Peter cerró sus ojos fuertemente.
—No volverás. —dijo en un
ronco susurro.
—¿Por qué? Tú le dijiste a la
pequeña niña que ella lo haría. Rochi dijo que tendría otro cuerpo y que
viviría, que es lo que las almas hacen. —Peter tomó mi cara entre sus manos.
—Lali,
el momento en que me enamoré de ti y elegí romper las reglas, todo cambió. Tú
eres mi debilidad. Te escogí por encima de las reglas. Una vez que te hayan
llevado no volverás. No podré verte nunca más y no se me dará la oportunidad de estar cerca de ti. Soy La Muerte. No puedo vivir con la luz y tú vivirás en ella. Para siempre, sin
regresar a la tierra. No puedo resistirme a ti, así que ellos no me dejarán
mantenerte conmigo.
El bajó su cabeza y besó
mi nariz suavemente. Temblé bajo su toque.
Las lágrimas quemaban mis ojos. No podía
soportar el pensamiento de no volver a verlo nunca.
—Y si él se rehúsa a tomar tu cuerpo, el suyo será tomado en consecuencia. ¿Le contarás esa parte, Muerte? ¿Le contarás que ya no serás capaz de correr libremente por la tierra como La Muerte sino que serás enviado al infierno? Serás como los ángeles caídos. Si ella vive, tú mueres. — Rochi miraba a Peter con las manos en sus labios. —La elección es ahora. Una vez que tus poderes te sean retirados, te transportaré abajo. Y en verdad odio tener que ir allí. —Dirigió su mirada hacia mí. —Puedes vivir y tener una vida eterna mientras él se quema en el infierno con el resto de los ángeles caídos y pecadores, o puedes venir conmigo y vivir en la luz, dejándolo continuar viviendo la vida que ha vivido desde la creación de los hombres. Lo que es, y siempre ha sido, La Muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenten, todas sus opiniones cuentan:3