lunes, 22 de junio de 2015

No mirar hacia atrás: Capítulo 24

Capítulo 24:

Diez minutos para las ocho, coloqué la prescripción de los frascos sin destapar en mi botiquín y agarré mi sudadera con capucha. Se suponía que debía tomar el BuSpar con la cena, pero ya que no tenía idea de lo que me haría, quería hablar con Peter sin estar dopada. Antes de lo que sea que fuera que estuviera pasando pudiera ir más lejos, tenía que decirle la verdad.



Salí por el sótano, haciéndole saber a Nico que iba a encontrarme con Peter. Me cubriría en caso de que nuestros padres viniera a revisar.


Metí las manos en el bolsillo del centro de mi sudadera y seguí la pequeña luz de luna que parecía conducir directamente hacia el borde del césped. Desde allí, me quedé en el camino, pensando en cómo le iba a decir a Peter que estaba loca.


Cuando vi la casita del árbol, Peter sacó la cabeza por la abertura de la cubierta de observación. Tenía una gorra de béisbol en la cabeza, colocada hacia atrás.


- Sube.


A pesar de lo que sucedía, sonreí mientras subía los escalones de madera. Me agarró la mano a través de la entrada cuando llegué a la cima, arrastrándome hacia arriba.


- Gracias - le dije, mirando alrededor de la habitación cuadrada construida por niños mucho, mucho menores que nosotros.


Una gruesa manta había sido extendida y me arrastré hacia ella, sentándome. Se sentó a mi lado, estirando las piernas.


- Lindo detalle - susurré.


Viéndose orgulloso de sí mismo, sonrió.


- Pensé que lo haría un poco más cómodo.


Junté las manos, con la garganta seca. ¿Cómo empezaba esto? No había un manual para esta clase de cosas.


Peter me dio un empujoncito con su hombro.


- Quería preguntarte algo.


- Está bien - Mis dedos se hundieron en mis palmas.


- Sí que tenía un motivo oculto para atraerte hasta aquí, lejos de tu hermano.


Mi corazón latió fuertemente.


- ¿En serio?


Asintió.


- ¿Sabes lo que va a suceder en tres semanas?


- Eh, ¿el final del mes de Abril?


- Sí, eso y el baile de graduación.


Me lo quedé mirando.


Con sus ojos fijos en mi rostro, se echó a reír.


- Te ves un poco impactada por eso.


- Es sólo que...no había pensado en el baile de graduación.


- Me lo imaginé - Se acercó y toda su pierna se presionó contra la mía - Sé que han pasado muchas cosas e ir al baile de graduación puede parecer estúpido, pero creo que es lo que necesitas.


- ¿Lo es?


- Sí, y hay algo más que necesitas.


Había un montón de cosas que necesitaba. Mis ojos buscaron su rostro y por centésima vez, quería patearme por no haberlo visto antes por lo que era.


- ¿Qué?


Peter me metió el cabello detrás de la oreja, su mano quedándose contra mi mejilla por un segundo muy breve.


- Necesitas que te lleve al baile.


Abrí la boca, pero no había palabras. Una súbita oleada de imágenes siendo invitada al baile en el pasado parpadeó en una rápida sucesión. Invitaciones a escondidas, una tarjeta metida en un ramo de rosas, una gran pancarta extendida a lo largo del diamante de béisbol. Todos ellos planes intrincados, pero por alguna razón, Peter invitándome a la casita del árbol para pedírmelo le dio un vuelco a mis sentimientos.


Peter bajó su mentón.


- Generalmente, puedo entender a las personas por la mirada en sus rostros, pero no tengo idea de lo que estás pensando. ¿Buena idea? ¿Mala? ¿Terrible?


Comencé a reírme, pero fue cuando la realidad vino de nuevo.


- Es una idea maravillosa, pero no puedo ir contigo.


- Lo admitiré. Estoy un poco confundido - Se echó para atrás, apoyando sus manos en las rodillas - ¿Crees que es una idea maravillosa, pero no puedes ir conmigo?


- Sí. No - Sacudí mi cabeza - No lo entiendes.


Me dio una pequeña y débil sonrisa.


- Sí, no lo entiendo. ¿Te importaría explicarme?


- Créeme, no quieres ir al baile conmigo.


- ¿Por qué no me dejas ser el juez de eso, La? Espera - El entendimiento colorió su tono - ¿Es porque la policía está investigando el asesinato...de Candela? Y tú crees que lo hiciste.


- Pitt...


- Tú no mataste a Candela, La. ¿De acuerdo? Métete eso en esa terca, aunque, linda cabezota tuya. No eres una asesina.


- No es solamente eso. Estoy...estoy un poco jodida.


Se me quedó mirando.


- ¿No lo estamos todos?


- No, no así - Bajé la mirada, inquieta - Realmente estoy jodida, Peter.


Hubo un suspiro profundo.


- Estás estresada y...


- ¡Tuve que ver a un terapeuta hoy! - le dije, probablemente un poco más alto que de lo que debería. Empujando las piernas contra mi pecho, me forcé a bajar la voz - Anoche...anoche me desperté y pensé que había alguien en mi habitación. Pensé que me tocaba. Y no había nadie allí, Peter.


- Bueno - Su voz sonaba ronca - Podría ser estrés. O podría ser un recuerdo. Había dicho que algunos de los recuerdos era como si realmente estuviera sucediendo, ¿verdad?


Me reí, pero sonó incorrecto, porque todo sonaba mal.


- Eso no es todo. ¿Esas notas que he estado encontrando? Están escritas con mi letra. He estado escribiendo notas para mí misma y ni siquiera lo recuerdo.


- La...


- Por favor, no digas algo para hacerme sentir mejor - Luché para tragarme las lágrimas, aclarando mi garganta dos veces - Dejé la escuela temprano hoy para encontrarme con un loquero. Voy a estar con medicación. Así que sé que algo está mal conmigo, es más que sólo estrés.


Después de mi discurso, el silencio descendió entre nosotros. Hacía todo lo posible para no llorar, porque de todo el mundo, lo que él pensara de mí había llegado a significar mucho. Definitivamente el baile de graduación era imposible. ¿Quién querría llevar a la loca de Lali? Nuestra amistad también podía irse por el desagüe. Demonios, me sorprendía que todavía estuviera sentado aquí.


- Está bien - dijo finalmente - Voy a decir algo y sólo lo voy a decir una vez, y luego esto se ha terminado.


Levanté mis pestañas húmedas. Aquí viene. Preparándome para lo que con certeza sería probablemente el rechazo más amable en la historia de la humanidad, asentí y me dispuse a salir corriendo por la entrada de la casita del árbol.


- Sé que no tuviste nada que ver con Candela - dijo - Y tienes que parar de vivir tu vida como si así fuera.


Parpadeé, esperando por el resto.


Extendió sus manos a lo largo de mis mejillas.


- No me importa si tienes que ver a un loquero o tomar medicamentos, La. Estoy hablando en serio. Eso no cambia el hecho de que siempre haya pensado que eres una persona increíble.


A través de los ojos empañados, busqué en su rostro señales de burla.


- ¿Cómo puedes decir eso...?


- ¿Cuándo no me diste la hora del día durante años? - Se rió - Recuerda, La, tuviste tus momentos. Y esos momentos opacó todo lo demás.


- Eres perfecto - susurré, parpadeando para contener las lágrimas.


Peter resopló.


- Estoy lejos de ser perfecto.


No creía eso.


- Entonces, ¿eso es un sí o no? - preguntó, moviendo las manos por mis mejillas, por lo que sus pulgares se curvaron a lo largo de mi labio inferior, enviando un escalofrío a través de mí, atenuando el hecho real de que era un cien por ciento certificable - ¿Quieres ir al baile de graduación conmigo?


Me reí ante lo absurdo de todo. Era oficial. Estaba loca, loca en la forma de ver cosas, dejarme notas, y mañana estaría sentada en la oficina del terapeuta en lugar de mi última clase. Y Peter todavía quería que fuera al baile con él.


Otra cosa era oficial. Me encontraba enamorada de Peter.


Una amplia y hermosa sonrisa separó sus labios, exponiendo el diente astillado que me parecía tan, tan encantador.


- Voy a ser honesto aquí. Si vas a decir que no, está a punto de ponerse realmente incómodo aquí arriba.


La opresión en mi pecho regresó, pero de una buena forma. Echándome para atrás, agarré sus muñecas. Una horrible idea se me ocurrió. ¿Qué pasaba si había estado loca antes del incidente con Candela, pero lo había escondido bien? Ir al baile parecía como una mala idea, pero si me hallaba loca en ese entonces, estaba loca ahora. Y si no le había hecho esto a Candela, ¿en qué más podría estar engañándome?


- La...


Soltando sus muñecas, mis brazos rodearon su cuello. Peter no vaciló. Sus brazos rodearon mi cintura, abrazándome igual de fuerte.


- ¿Debo tomar eso como un sí? - Se rió, presionando su rostro en mi cabello.


Cerré los ojos, con la esperanza de que hubiera tomado la decisión correcta.


- Sí, iré contigo.


                                                        ***


En el auto alquilado a la mañana siguiente, me giré hacia Nico y le pregunté probablemente una de las preguntas más extrañas que jamás le preguntaría a mi hermano.


- ¿Puedes llevarme a comprar un vestido?


Se atragantó con un pedazo de Pop Tart de glaseado de chocolate. Parte de ella cayó entre el asiento y el centro de la consola del auto que alquiló.


- ¿Qué?


Me sonrojé.


- Necesito conseguir un vestido para el baile de graduación y no tengo ninguna amiga.


Buscando el pedazo de Pop Tart, me miró.


- Tú...tú tienes amigas, La.


- No, no las tengo - Golpeando su mano para alejarla, me las arreglé para sacar el pedazo y lanzarlo de regreso a su envoltorio - Todo el mundo en la escuela me llama la Loca Lali.


- No todo el mundo - Metió la tarta en su boca para poder dar retro y salir del garaje, luego volvió a sostenerla - Está bien. ¿Quién te va a llevar? Si me dices que te llevará Pablo, podría patearte el trasero.


Hice una mueca.


- Peter me lo pidió.


Escupió otro pedazo.


- ¿Y le dijiste que sí?


- Si. Me gusta. Mucho.


Nico tiró el resto de su desayuno por la ventana del auto.


- Hombre, vaya, de regreso en la zona oscura - Me dio una mirada de soslayo. Sus ojos brillaron - Él es una opción mucho mejor que Pablo.


- Así que, ¿no vas a golpear el trasero de Peter?


- No lo sé. Creo que tengo que hacerlo, sólo un poco. Siendo tu hermano y todo eso.


- Por supuesto - concordé, sonriendo.


Rodó los ojos.


- Euge irá contigo. En realidad, ella planeaba ir pronto.


Jugando con la correa de mi bolso, miré por la ventana, con los labios fruncidos.


- No quiero que la hagas hacer eso. Sería vergonzoso.


- No la haría hacerlo. Le preguntaré en clases para ver si se anima - Hizo una pausa - Prometo que si no se anima, no la presionaré. ¿De acuerdo?


- Está bien.


Nos detuvimos afuera de la casa de Peter. Me incliné hacia delante, ansiosa por verlo. La puerta principal se abrió y ahí se hallaba, en toda su gloria con el cabello húmedo. Se veía magnífico en sólo pantalones vaqueros y una camisa sencilla.


Nico se aclaró la garganta.


- ¿Ya te...te tomaste las medicinas?


Distraída por comérmelo con los ojos descaradamente, enfrenté a mi hermano.


- Sí, me tomé la primera hoy


- ¿Te sientes igual?


Me tomé la píldora hace una hora y no me sentía diferente.


- Sí.


Nico abandonó la conversación en el momento que Peter abrió la puerta de atrás. Se deslizó dentro, dejando caer su bolso en el asiento al lado de él. Girándome en mi asiento, me asomé por encima del reposacabezas.


- Hola - dijo Peter, sonriendo.


Mi sonrisa se amplió.


- Hola.


Un gemido vino desde el asiento del conductor.


- Esto va a apestar.


Peter y yo nos sonreímos el uno al otro.


- No para mí - dijo.

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