Epílogo:
Llamaron a
su hijo Juan Manuel Lanzani. Manuel porque a Peter se le había metido entre
ceja y ceja llamar al niño así y no hubo forma de convencerlo de lo contrario.
Y Juan por su padre, a quien Peter ya no podía odiar porque él era la razón de
su primer encuentro con Lali.
—Eres
un duque glotoncete, ¿no que sí?
Lali
miraba a su hijo mientras el pequeño Juanma se terminaba una de las tomas de la
tarde. El pediatra no había exagerado al decir que los niños que tomaban el
pecho podían llegar a comer cada dos horas. A ella no le importaba. Bueno, para
ser sinceros, dar el pecho de madrugada empezaba a afectarle, pero aun así se
levantaba todas las noches y le daba de comer a su hijo con una sonrisa en la
cara. Peter, por su parte, la ayudaba en lo que podía y siempre estaba
preparado para el cambio de pañales. Al principio había intentado quedarse
despierto durante las tomas, pero casi siempre se quedaba dormido y era ella
quien se ocupaba de las necesidades de su hijo.
Lali
oyó pasos en el dormitorio principal en dirección al cuarto del bebé. Peter
apareció en la puerta con una sonrisa bobalicona en los labios.
—Sabía
que los encontraría aquí.
Juanma
oyó la voz de su padre y sonrió, todavía con el pezón de Lali en la boca.
—¿Oíste
a papá?
Peter
entró en la habitación y se arrodilló junto a la mecedora. Juanma abrió sus
preciosos ojos verdes y dejó de alimentarse.
—Justo
a tiempo —dijo, mientras agarraba la toallita, que utilizaban para hacerlo
eructar, del hombro de Lali y cargaba a su hijo.
Lali
se cubrió el pecho antes de darse cuenta de que su esposo había cambiado su
atuendo informal de sábado por la tarde por un terno y una corbata.
—¿Tienes
que ir a la oficina? —Era su aniversario y pensaban quedarse en casa y cenar
tranquilamente.
—¿Qué
esposo iría a trabajar en su primer aniversario de casados?
Juanma
eructó.
—Exacto
—dijo Peter.
—Entonces,
¿por qué te cambiaste de ropa?
—Es
una sorpresa.
Lali
se levantó y puso los ojos en blanco.
—¿Qué
clase de sorpresa?
—Ya
verás.
La
agarró de la mano y se dirigieron escaleras abajo hasta la sala principal.
Lali
olió las flores antes de entrar en la habitación. Y luego los vio. La madre de Peter
y Eugenia, Vanessa y la enfermera que habían contratado para cuidar de ella en
casa, Agustín, Candela y el personal de la casa a pleno.
—¿Qué
está pasando aquí?
—¡Sorpresa!
—exclamó Vanessa desde su silla de ruedas.
—Pensaba
que las fiestas sorpresa solo eran para los cumpleaños, no para los
aniversarios de boda.
Claudia
se acercó a su hijo.
—¿Dónde
está el nieto más bonito del mundo? —Tomó a Juanma de los brazos de Peter y le
dio dos besos a Lali a modo de saludo.
Peter
rodeó a su esposa con un brazo.
—Están
aquí para celebrar algo más que un aniversario.
—¿Ah,
sí?
—Sí.
Están aquí para una boda.
Lali
no entendía nada. Miró a su alrededor y vio que nadie tenía pareja. Agustín, Eugenia
y Candela eran los únicos solteros de la sala y estaban cada uno en un extremo.
—¿Quién
se casa?
—Nosotros.
—Mmm…
ya sé que mis neuronas no funcionan igual desde el embarazo, pero la última vez
que chequeé ya estábamos casados.
Peter
se inclinó hacia ella y ahuyentó la confusión con un beso. Cuando sus labios se
separaron, le explicó qué estaba pasando allí.
—El
año pasado nuestra familia y amigos no pudieron estar presentes cuando nos
fugamos. Ambos sabemos por qué... pero no quiero que nadie vuelva a poner en
duda nuestro amor. A partir del día de hoy, en el que celebramos nuestro primer
aniversario, cada año renovaremos los votos de forma diferente.
Lali
no salía de su asombro.
—¿Cada
año?
—¿No
te parece romántico? —preguntó Eugenia.
—Y
cuando nos quedemos sin ideas, nos las ingeniaremos para buscar nuevas.
Mientras
miraba embelesada a su esposo, el hombre más increíble y cariñoso que jamás
había conocido, Lali sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.
—Estás
loco. Lo sabes, ¿no?
—Yo
le dije lo mismo pero con otras palabras —intervino Agustín.
—Mejor
no las repitas, que hay un bebé en la sala. —Candela agitó un dedo hacia Agustín
en forma de advertencia y él le guiñó un ojo.
—¿Una
boda en cada aniversario?
Peter
asintió una única vez.
—Tan
sencilla o tan elaborada como tú quieras. Podemos turnarnos cada año para
organizarlo todo o buscar a alguien que se encargue de prepararla.
Eugenia
aplaudió entusiasmada.
—¡Pido
el año que viene! Se me ocurrió la temática perfecta.
—¿Una
boda temática?
—Yo
elijo Hawai para el quinto aniversario —propuso Candela.
Dios
mío, no tenían ni idea de dónde se estaban metiendo. Más o menos igual que ella
cuando le dijo «Sí, quiero» a Peter por primera vez.
—Qué
demonios, cuenten conmigo.
—Esa
es mi chica —dijo Peter, y la envolvió en un abrazo cálido y reconfortante.
—Le
diré al cura que ya casi estamos listos —dijo Candela marchándose.
—Yo
iré a ver cómo va el catering —dijo Inés, dirigiéndose hacia la cocina.
—¿Cuándo
planeaste todo esto? —preguntó Lali mientras los demás abandonaban la sala de
estar.
—Juanma
y tú duermen mucho.
Lali
no pudo contener la risa y un segundo después intentó disimular un bostezo con
la mano.
—El
pediatra dice que a partir de los tres meses Juanma debería dormir toda la
noche de corrido.
Peter
la besó en la frente.
—Tú
intenta no quedarte dormida antes del «Sí, quiero».
Lali
se paró en puntitas de pie y acarició la mejilla de su esposo.
—¡Sí,
quiero! Una y mil veces, ¡sí, quiero! —Y selló sus votos con un beso capaz de
hacer volar mil mariposas.
Fin.
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