No mirar hacia atrás: Capítulo 19
Capítulo 19:
En la vieja camioneta roja del padre de Peter, que olía ligeramente a cigarros, me presioné contra el asiento y continué respirando profundamente, con las manos descansando en mi estómago. Mi pulso finalmente había comenzado a calmarse.
- Si hubiera sabido lo que pasaba, habría venido antes - dijo Peter en voz baja.
Tragué saliva.
- No es tú...tu problema, y está bien.
- No debería ser tu problema, y no está bien - Se acercó, liberando suavemente mis manos - ¿Estás bien?
- Sí - Dejé escapar un suspiro tembloroso - Creo que estaba teniendo un ataque de pánico. Me pareció oír...
- ¿Oír qué? - Su mano se cerró sobre la mía.
Cuando me tocaba así, probablemente admitiría casi cualquier cosa. Volví la cabeza hacia él. Una corriente fina de la electricidad pasó entre nosotros.
- Pensé que alguien me preguntaba si había matado a Cande, estaba...oyendo cosas - Forzando una débil sonrisa, miré por la ventana. Los chicos salían por las puertas del granero. Pablo entre ellos - O tal vez algunos de ellos en realidad piensan que yo la maté.
- Claro que no.
Le di una mirada, escéptica.
- No es como si fuera una de las personas favoritas por aquí, ni entonces ni ahora.
Sus labios se torcieron.
- Bueno, si lo piensan, entonces son unos idiotas - Me soltó la mano y arrancó el camión. El motor rugió a la vida - Entonces, ¿quieres que te lleve a casa? ¿O quieres que vaya a buscar a Nico?
- En realidad, ¿tienes planes? Me preguntaba si te gustaría hacer algo conmigo hoy.
Arqueó una ceja.
- La respuesta es sí, siempre, probablemente durante mucho tiempo - Su mirada cayó sobre mis labios - Pero a menos que te hayas deshecho de Pablo el idiota, voy a tener que negarme.
Mis mejillas ardían, y mi estómago se calentaba por sus bromas.
- Eh, no era eso lo que pedía, pero es bueno saberlo.
- Mmh. ¿No era eso? - Los labios de Peter se extendieron en una media sonrisa - Entonces, ¿qué pedías?
Imágenes de nosotros juntos se desplegaron por mi mente durante un par de segundos más.
- Me preguntaba si querrías llevarme hasta el acantilado.
- Claro que sí - Peter cambió de marcha. Su mano rozó mi muslo, y me sacudí ante el contacto - Pero es probable que quieras cambiarte antes.
Las imágenes seguían allí, mucho más detalladas que antes. Nosotros besándonos. Tocándonos. Hablando.
Peter me dio una mirada. Una sonrisa conocedora apareció en sus labios.
- La.
Parpadeé.
- Cambiarme de ropa. Lo tengo.
Se rió entre dientes mientras cambiaba de marcha de nuevo, rozando mi pierna con el costado de su mano. Dudaba que esa vez hubiera sido accidental. Luego echó el brazo sobre el respaldo de mi asiento y volvió la cabeza hacia mí.
Cómo lo estaba mirando, el movimiento nos puso a la distancia de un beso. Sentí el corazón en mi garganta. Por un momento, pensé que iba a decir "que se joda el tipo bueno", y que iríamos por ello. Un segundo más tarde, me di cuenta de que estaba retrocediendo. Incómodo.
Peter me miró a los ojos y guiñó. Dejé escapar el aliento que contenía, demasiado consciente de lo que sentía. Y él lo sabía. Esa media sonrisa satisfecha no desapareció de su rostro en todo el camino a mi casa.
Entré y me puse rápidamente la ropa apropiada para hacer senderismo. La casa parecía vacía, pero no me quedé allí para averiguarlo. Dudaba que cualquiera de mis padres aprobara que saliera con Peter.
Nos detuvimos en su casa para que se cambiara de ropa, regresando en menos de dos minutos. Llevaba unos vaqueros y un suéter ligero.
El estado del camino hacia el bosque era desigual. El camión se balanceó, y mi teléfono resbaló de mis dedos, cayendo al suelo.
Bajando la mano, mi mano tocó algo suave, y lo agarré junto con mi teléfono.
Era una gorra de béisbol negra que había visto antes.
Una imagen del hombre en el bosque pasó ante mí. Había estado usando un gorro negro, pero eso...eso era sólo un recuerdo o una alucinación inducida por el estrés. No podía ser...
- ¿Tú gorra? - dije con voz ronca.
Peter me miró, con las cejas levantadas.
- Sí, la tengo desde hace años - La puse en el salpicadero, descartando rápidamente el miedo irracional. Mientras avanzábamos por el estrecho camino de tierra, lo miré.
- Traté de hablar con Pablo antes, pero Mery me interrumpió.
Me miró de soslayo.
- La, no quiero ser la razón por la que lo dejes.
- No lo eres - le dije con sinceridad - Las cosas no son iguales entre Pablo y yo, y eso no tiene nada que ver contigo.
- Está bien - Uno de sus dedos golpeteó el volante.
- ¿Te ha dicho algo acerca de su relación? - Negué con la cabeza.
- ¿Aparte de que nuestra relación era perfecta? No.
Peter dejó escapar una risa ahogada.
- ¿Eso dijo? Guau.
- ¿Qué? - Mi interés se despertó de inmediato.
- Su relación estaba lejos de ser perfecta - Avanzando sobre la grava, el camino desigual nos puso frente a la luz solar. Alargó la mano, cogió la gorra de béisbol, y se la puso - Son como Candela y Agustín, peleando a cada rato.
- ¿Hablas en serio?
- Sí - Entrecerró los ojos, haciendo un brusco giro hacia la derecha - No rompían como Agustín y Candela hacían a cada rato, pero peleaban como locos.
Me dejé caer en el asiento. Pablo me había mentido, y le había creído. Creyendo que era perfecto, un romance de cuento de hadas. Sintiéndome estúpida, miré por la ventana. Había suficientes señales como para saber que las cosas no eran perfectas. Las miradas que las chicas me daban, las veces que Pablo metía la pata.
- ¿Estás bien? - me preguntó.
Mis manos se apretaron en puños.
- ¡Estoy enojada! Ya es bastante malo que no me acuerde de nada, pero, ¿mentirme? Se aprovechó de mí. Me siento como una idiota.
- No eres una idiota, La.
Presioné mis labios y negué con la cabeza. Tal vez no era estúpida, pero sí que fue increíblemente ingenua. ¿Cuántas personas más me estaban mintiendo? ¿Y sobre qué? Sin duda sobre cosas que eran mucho más graves que el estado de mi relación con Pablo. Mi pecho dolía por todas las posibilidades. ¿Qué pasaba si era una adolescente asesina y todas la señales habían estado allí? ¿Y si nadie quería decírmelo?
Paramos en un callejón sin salida bloqueado con una cadena y un signo gastado que marcaba la propiedad como privada. Peter apagó el motor y se sentó, mirándome.
- Hay un camino que conduce directamente desde la casa de tus padres hasta el acantilado. Sólo lo sé porque ayudo a mi padre a hacer cosas cerca de la casa de verano. Pienso que podrías haberlo utilizado esa noche - Miré alrededor y no vi más que un espeso desierto. Era difícil imaginarse paseando por aquí de noche y no ser comido por un oso.
- ¿Quién es el propietario?
- El estado, supongo. No estoy muy seguro, pero tú y Nico lo utilizaban mucho para pasar el rato aquí cuando eran más jóvenes - Hizo una pausa - Me gustaba acompañarlos cuando tus padres me dejaban. Solías amar estar de pie al borde del acantilado. Asustándome, y a Nico también.
Sonreí débilmente.
- Así que, ¿este lugar significaba algo para mí?
- Creo que sí.
Alcanzando la manilla para abrir la puerta, tomé una respiración profunda.
- ¿Listo?
- ¿Puedes esperar un segundo? - preguntó Peter, quitándose la gorra. Se pasó una mano por el pelo, y luego arrojó la gorra en el salpicadero - Hay algo que tengo que decirte.
La consternación se agitó dentro de mí, y mi corazón cayó todo el camino hasta los dedos de mis pies. Nada bueno salía de declaraciones por el estilo. Dejé ir la manilla, girándome hacia él.
- ¿Qué?
Se quedó mirando hacia el frente, con los ojos entrecerrados y la mandíbula apretada.
- No he sido completamente honesto contigo sobre algunas cosas - Abrí la boca, pero no dolió nada, excepto una respiración entrecortada. El dolor se encontraba de vuelta en mi pecho, pero diferente esta vez.
Se hallaba sobre mi corazón, crudo y preocupado como una herida sobreexpuesta. Una parte de mí no quería saber en qué no había sido sincero, pero no podía, y no debía, huir de esto.
Cuadré los hombros, me preparé para lo que iba a decir.
- Está bien - dije finalmente - Dime.
Su mirada se deslizó hacia mi.
- ¿Recuerdas cuando te dije que fuiste mi primer beso? - Cuando asentí, dejó escapar un largo suspiro - Bueno, también fuiste mi último beso.
Incliné la cabeza hacia un lado, sin saber si lo había escuchado correctamente.
De todo lo que esperaba que dijera, eso no estaba ni siquiera cerca de la parte inferior de la lista.
- ¿Cómo dices?
Los labios de Peter se torcieron en una media sonrisa que se desvaneció rápidamente.
- Te vi la noche en que desapareciste.
Obligándome a no levantarme y estrangularlo, abracé mis rodillas mientras la ira hacía que mi piel ardiera.
- ¿Por qué no me lo dijiste?
- Es complicado. Y sé...sé que no es una buena excusa. Se lo dije a la policía, por lo que me sorprende que nunca te lo hayan dicho - Apartó la mirada, trabajando el músculo en su mandíbula.
- Pero lo que pasó entre nosotros...
Aspiré una bocanada de aire. Entre nosotros sólo podía significar un par de cosas. Si él me mintió acerca de eso...bueno, la presión construyéndose en mi garganta y detrás de mis ojos lo decía todo.
- ¿Qué pasó?
- Estaba perdiendo el tiempo con Nico, viendo una película en el sótano. Eran cerca de las diez cuando me fui. La casa se hallaba completamente a oscuras. Ni siquiera creo que tu padre estuviera en casa. Salí por la parte de atrás, cruzando la terraza por si tu madre andaba por ahí. Al principio no te vi - Su frente se arrugó mientras se pasaba la punta de los dedos por la cara - Te escuché...estabas sentada en uno de esos malditos asientos de la ventana, llorando. Debería haber dado la vuelta y haberme marchado en la otra dirección, pero no podía alejarme. No cuando estabas llorando.
Mis dedos se aflojaron cuando parte de la tensión se suavizó. Peter no era el tipo de persona que podía alejarse de una chica llorando. Recordando lo que sabía sobre esa noche, sentí un sabor amargo en la boca.
- Estuve con Pablo hasta las nueve.
Peter asintió lentamente.
- Te pregunté si estabas bien, y tú te levantaste y encendiste la luz. No llevabas ese...collar. Así que pensé que habías tenido una gran ruptura con él.
- Pablo me dijo que me lo quité por la ducha después de...uh...
Arqueó una ceja.
- A menos que el llanto sea algo normal después de tener sexo, tengo la sensación de que no fue eso por lo que te lo quitaste - La mortificación volvió rojo todo mi cuerpo. Esa no era la conversación que quería tener con Peter.
- Está bien, tienes razón. Continúa.
- Bueno, actuaste como siempre. Me encaraste, y empezamos a discutir, pero era diferente - Apoyó la cabeza contra el asiento y cerró los ojos - Tan enojada como estabas conmigo, todavía seguías llorando. Nunca te había visto así. Ni siquiera sé lo que estaba pensando, pero te agarré para...consolarte o algo así, y tú viniste hacia mí.
- ¿Fui hacia ti?
Un lado de sus labios se curvó hacia arriba.
- Me besaste. Sin advertencia alguna. Solamente te lanzaste sobre mí.
Oh, Dios mío. Me dejé caer en el asiento. No sólo era una chica mala, también molesté a Peter. Genial.
- Estaba un poco sorprendido al principio...y luego te besé - Suspiró de nuevo - Fue todo muy intenso y furioso, en realidad. También bastante caliente. Entonces te llegó un mensaje de texto, me apartaste, y me enfurecí. Esa fue la última vez que te vi - Sin saber cómo responder, me quedé mirándolo. Me sentía molesta por algo que tenía que ver con Pablo y luego sonó mi teléfono. ¿Cande? Mis pensamientos se detuvieron en eso un rato y luego volvieron de nuevo al hecho de que besé a Peter, como realmente.
- ¿Por qué no me lo dijiste antes? - pregunté en voz baja. Él inclinó la cabeza hacia mí, encontrando mi mirada con ojos cristalinos.
- No te lo tomes a mal, pero no estoy orgulloso de ello. A pesar de que no llevabas ese maldito collar puesto, por lo que yo sabía todavía salías con Pablo. Y no salgo con la novia de otro hombre. Sé que tengo una reputación que tal vez no recuerdes.
- La he oído - murmuré.
Peter resopló.
- Y además lucías demasiado molesta. Mierda, era como aprovecharse de ti. Mi madre me hubiera golpeado en la cabeza si estuviera viva.
Sonreí débilmente ante eso, pero luego pensé en Paula y Agustín. ¿Habían estado tonteando antes de que Cande y Agustín se separaran? No era que importara ahora, pero era algo que me molestaba.
- ¿Estás enfadada conmigo? - preguntó en voz baja.
Buena pregunta. No sabía con seguridad cómo se suponía que me debía sentir. Pablo me mintió. Mis amigos me mintieron. Y ahora Peter también.
Una parte de mí podía entender por qué Peter sintió la necesidad de mentirme, pero no lo hacía correcto. Aparté la vista, llevando mi pulgar a mi boca y mordiendo suavemente la uña.
- No lo sé.
Varios momentos pasaron, y luego Peter se estiró y alejó mi mano de mi boca.
- Debería dejar de hacerlo.
Mi cara enrojeció.
- Sí, supongo...es un hábito nervioso.
- Solías hacerlo cuando eras pequeña.
- Eso dijo papá - Su mano todavía sujetaba la mía, el calor de sus dedos era agradable a pesar de la mentira - Así que, ¿te besé?
- Sí.
Asentí lentamente.
- ¿Y tú me besaste?
- Sí.
Dándole una mirada de soslayo, levanté las cejas.
- Bueno, ¿te gustó a pesar de que no estabas orgulloso de ello?
Una sonrisa tiró de sus labios y un brillo malvado oscureció sus ojos azul medianoche.
- Oh, sí, me gustó mucho.
Sentí mis labios respondiendo a su sonrisa.
- Bueno, eso me ayuda a no estar demasiado enojada contigo - Liberé mi mano y agarré el pomo de la puerta - ¿Estás listo ahora?
Peter asintió, y salió de la camioneta. Fue hacia la cadena y levantó el metal oxidado lo suficientemente alto para que pudiera pasar fácilmente por debajo. Se puso delante y lo seguí, dándole vueltas a lo que acababa de descubrir. Que la verdad sea dicha: realmente no sabía lo que sentía por la mentira. Y esa ni siquiera era la parte más importante de lo que me había dicho.
¿Por qué había estado llorando después de dejar a Pablo?
Pablo había mentido acerca de nuestra relación, eso lo sabía con certeza. ¿Pero sobre qué, exactamente? ¿Por qué rompimos? ¿Es por eso que me quité su collar? Y lo más importante. ¿tenía nuestra ruptura algo que ver con Cande?
Una vez más, la imagen de Cande y Pablo flotó en la superficie de mi mente. Pero esta vez era diferente. Sentimientos estaban atados a la imagen. Enojo. Decepción. Sabía que había más, fuera de mi alcance, esperando a que sumara dos más dos. Candela. Pablo.
Me detuve junto a un arbusto espinoso cuando una ola de emociones extrañas se estrelló contra mí. Candela y Pablo...
Dándose cuenta de que me detuve, Peter dio marcha atrás.
- Oye, ¿estás bien?
- Sí, es que...no sé - ¿Cómo iba a explicar lo que sentía? ¿Lo que pensaba? Levanté la cabeza. Cielo azul profundo se veía entre las ramas - ¿Crees que había algo entre Cande y Pablo?
- Realmente no lo sé - dijo, apoyado contra un árbol - No me extrañaría de ninguno de los dos.
- ¿Por qué era amiga de alguien así? ¿Por qué salía con alguien como Pablo? - Antes de que pudiera contestar, lo descubrí. La revelación no era nueva, pero picaba como una avispa - Porque era como ellos.
Peter se apartó del árbol y agarró mi mano, entrelazando sus dedos con los míos.
- Realmente no lo eras. No siempre, y ya no lo eres. Eso tiene que significar algo.
Lo miré.
- Segundas oportunidades, ¿no?
Asintió y luego comenzó a caminar de nuevo, manteniendo su mano asegurada alrededor de la mía. Traté de no pensar mucho en eso. El recorrido no era un camino en absoluto. Se trataba de un tramo irregular de tierra que seguía subiendo hasta que nos vimos obligados a romper el contacto para no perder nuestro equilibrio. Los pedazos de suciedad y pequeñas rocas caían, rodando por la colina detrás de nosotros.
Finalmente pasamos los árboles y cruzamos un parche de hierba. Separándome de Peter, poco a poco, me puse al borde del acantilado. Viento, frío y humedad, azotaban mi cabello hacia atrás. Las copas de los árboles tapaban la cascada que había debajo, y como sospechaba, la caída era rocosa y escarpada.
Esperé que el vértigo me invadiera, pero cuando me detuve en el borde, me di cuenta que la altura no me molestaba. De hecho, sentía algo emocionante acerca de estar tan alto.
- Creo que todavía soy un poco adicta a la adrenalina - le dije-
La risa de Peter sonó tensa.
- Es bueno oírlo, pero, ¿crees que podrías retroceder un poco? - Se había quedado cerca de los árboles, y me pregunté si le tenía miedo a las alturas.
- Crees que si caímos desde aquí, ¿yo podría haber sobrevivido?
- Es posible. Cosas más locas han sucedido. O ella podría haber saltado.
Dándome la vuelta, me quedé mirándolo. Eso era algo que no consideré.
Los ojos de Peter se alejaron de mí, estrechándose sobre el espacio vacío más allá de las copas de los árboles.
- Es solo una posibilidad - dijo en voz baja - La gente hace mierdas como esa todo el tiempo.
Pero todo lo que sabía acerca de Cande, me decía que no habría hecho eso. No sola...Tragué saliva, incapaz de hacerme a la idea que se formaba en mi mente.
- ¿Sintiendo o recordando algo? - preguntó. Negué con la cabeza, decepcionada. Nada estaba saliendo a la superficie, además de más preguntas y confusión. Caminando de regreso hacia el grupo de árboles a la derecha, comencé a morder mi uña. Grandes pinos se extendían en torno a las rocas que sobresalían de la tierra, y más allá de las rocas no había nada más que caída, la caída que tuve que haber tomado.
Tener suerte de estar viva era un eufemismo.
El tiempo pasó en silencio. Peter se quedó en el otro lado, dejando que me quedara allí el tiempo que fuera necesario. Me apoyé en un árbol, con los ojos estrechados en el borde del acantilado. Estaba dispuesta a darme por vencida, diciéndole que debíamos regresar, cuando un escalofrío bajó por mi espina dorsal. Fue la única advertencia.
Esto no era como las visiones que había estado teniendo. No había ninguna película gris, y no vi nada. Simplemente sentí, escuchando mis propios pensamientos como si el pasado que había estado enterrado bajo el presente, emergiera de nuevo.
En un abrir y cerrar de ojos, Peter se hallaba frente a mí, con una expresión llena de preocupación.
- ¿Qué sucede?
Mi boca se movió en respuesta mientras mi corazón se aceleraba.
- No debería haber estado aquí.
- ¿Esa noche?
Asintiendo, me volví hacia el árbol, pasando la mano a lo largo de la áspera corteza. Tocar el árbol me hizo sentir como uno de esos psíquicos de los programas de televisión de lo que Mery hablaba, pero yo sabía que estuve aquí, aquí mismo.
- Creo que...me encontraba escondida detrás de estos árboles. Es como si no debiera estar aquí, pero lo estaba. Sé que no tiene sentido.
- Está bien - Peter me siguió alrededor del árbol. Cerré los ojos, pero no podía ver nada.
- Ella quería que yo estuviera aquí...Cande. Quería que los viera juntos.
- ¿Ver que, La?
Negué con la cabeza en señal de frustración cuando abrí los ojos.
- No lo sé, pero creo que yo sabía que ella quería que los viera...que lo supiera. Y sabía que era un chico, un chico que ella quería que viera con ella - Peter dio un paso atrás, inhalando bruscamente. Nuestros ojos se encontraron, y la sensación de frío se extendió hasta mi columna.
Extendió la mano, agarrando la mía.
- La, ¿sabes con quién estaba?
- No, pero creo que tengo una idea.
La expresión en su rostro decía que pensaba lo mismo que yo, y era terrible, desgarrador de una manera que me hacía sentir el alma enferma y mareada. Las cosas encajaron, una pequeña pista inquietante tras otra.
- Pablo - susurré.
oh te pasa con esa gorra mmm
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