miércoles, 3 de junio de 2015

No mirar hacia atrás: Capítulo 17

Capítulo 17:

Parecía como si Peter esperase que dijera muchas cosas, pero no eso. Sus ojos se entrecerraron.



- No estás loca - La sinceridad en su voz hizo un nudo en mi garganta.


- No sabes lo que me ha estado sucediendo.


- Entonces cuéntamelo - dijo, sus ojos trabados en los míos.


Y entonces, lo hice. Le dije todo, acerca de las notas, todo lo que pasó en el lago y luego en el auto. Incluso le conté acerca de las sospechas de mi madre y lo peor de todo: las alucinaciones. Para cuando terminé, gran parte de la presión se había ido. Nada había cambiado, pero finalmente me sentía como si pudiera respirar desde que regresé, caminando por esa solitaria, y desconocida carretera. Esperé a que me palmeara en la cabeza y luego saliera corriendo de la casa.


No hizo ninguna de las dos cosas.


- No estás loca - dijo vehementemente.


- ¿En serio? - Las lágrimas que se habían estado construyendo en mis ojos finalmente se desbordaron, derramándose por mis mejillas - La verdad es que ya no puedo notar la diferencia entre lo que es real y lo que no lo es.


Se acercó un centímetro más, quitando las lágrimas con su pulgar.


- Mira, debe haber una explicación para muchas de estas cosas. Dijiste que Nico vio la primera nota, ¿cierto? Y yo vi el pedazo de papel amarillo ese día en la clase de biología. Esas notas existieron.


- Pero, ¿qué hay acerca del auto? Ni siquiera tenía mi bolso conmigo, y juraría que estaba allí.


- Mira, no estoy descartando que estés estresada, Cuando...cuando mi madre murió, papá creyó hacer muchas cosas que no hizo. Una vez dejó el auto encendido y me culpó por ello. Incluso escribió notas, como una lista de cosas por hacer, y luego se olvidó de ellas - Atrapó otra lágrima, limpiándola - ¿Dijiste que el tipo era una especie de sombra negra?


Asentí, sollozando.


- En clase ese día, dibujaste una figura oscura. Creo que lo que está pasando en tu subconsciente está intentando darse a conocer. El tipo que viste en el bosque y en el auto, podría ser un recuerdo - Un músculo se tensó en su mandíbula, pero sus ojos, de un color azul tan vívido que se asemejaba al violeta, lucían increíblemente suaves - No sabes lo que te pasó. Alguien podría haberte perseguido. Las alucinaciones podrían ser recuerdos.


- ¿Qué mi reflejo me hablara es un recuerdo? - Me sonrojé, a pesar de que ya se lo había contado.


- Como dije, algunas cosas probablemente sen producidas por el estrés, y no tienes que avergonzarte - dijo gentilmente - Has pasado por mucho, La. Y estás presionándote demasiado intentando recordar para poder averiguar qué le pasó a Cande - Hizo una pausa, ahuecando mi mejilla - Por favor. Por favor, deja de llorar.


Su suave súplica alcanzó mi interior, abrazando mi corazón. Asentí, haciendo todo lo posible para detener las lágrimas. Era difícil, dado lo perfecto que actuaba con todo esto, maldición.


- Gracias - dije finalmente cuando las lágrimas cesaron, y apartó su mano - Quiero decir. No me siento tan...tan loca ahora.


Una pequeña sonrisa se formó en sus labios.


- Estoy feliz de oírlo.


Mi pecho se agitó de nuevo, y rodé sobre mi espalda, tomando profundas y estables respiraciones. Le dije que lo vi con Dianna, y quería saber de qué iba todo eso, pero sabía que lo mejor era no presionarlo en este momento.


Peter también se volteó sobre su espala. Pasaron varios minutos; el silencio era relajante, para nada incómodo.


- ¿Realmente piensas que ir al acantilado ayudaría?


- Sí - suspiré, pasando las palmas de mis manos por mis mejillas húmedas - Creo que sería de ayuda. La Sra. Messer sigue sugiriendo que visite lugares familiares.


- Puedo ir contigo - ofreció - Conozco el lugar bastante bien. Solías conocerlo, también.


Solía conocer muchas cosas. Girando la cabeza hacia él, sonreí.


- Si puedes hacerlo...eso sería genial.


- ¿Se molestaría Pablo el idiota con ello? - Su oscura ceja se arqueó burlonamente.


Buena pregunta. Me encogí de hombros.


- No creo, pero no deberías llamarlo así.


Peter se rió.


- ¿Te preocupa que se moleste?


La respuesta se encontraba en la punta de mi lengua al instante, pero la aplasté y cambié de tema.


- Dudo que mis padres me dejen salir de casa este fin de semana, pero tal vez después de la escuela...


- Cuando tú quieras, sólo házmelo saber.


- Lo haré - Lo miré de nuevo, mis ojos arrastrándose a través de sus amplios pómulos y sus labios entreabiertos. Parte de mi sabía que nunca me cansaría de mirarlo, pero era mucho, muchísimo más que eso. Peter me hacía sentir normal, cuerda. Eso valía mucho más que cualquier cosa que pudiera decir o hacer para pagarle - Gracias por venir. Lo digo en serio.


Me sonrió de nuevo, revelando ese diente astillado, y mi aliento quedó atrapado.


- No hay problema. Me sorprende que no me hayas echado todavía.


- ¿En serio? No deberías. Me agradas - dije, sonrojándome - Probablemente no debería admitirlo, pero hablo en serio. Me agradas, y no puedo entender por qué no lo noté antes.


Su expresión no mostraba sorpresa, sólo curiosidad mientras me observaba. Volvió a girar sobre su costado. Su rodilla se presionaba contra mi muslo, y lo único que nos separaba era el edredón. Su proximidad hacía que la cama pareciera mucho, mucho más pequeña.


- Es extraño - dijo finalmente - Hay partes de ti que reconozco. Tú...audacia me es familiar. El modo en que sólo dices lo que piensas.


Ahora mismo pensaba lo loco que era que toda mi pierna hormigueara y como nada en este mundo podría apartar la mirada. Nuestras caras se encontraban a sólo centímetros de distancia. El espacio se sentía dulce y tortuoso. Ninguna de estas sensaciones surgían cuando me hallaba con Pablo. Eso tenía que significar algo.


- Y luego está todo este novedoso y diferente lado - Sus labios se levantaron de un lado - Lo gracioso es, que esta nueva versión de La me recuerda a cómo eras cuando éramos niños.


Mi mirada se profundizó en sus labios. Eran tan amplios, con un aspecto tan suave.


- ¿Eso es algo bueno?


La sonrisa de Peter desapareció.


- Es diferente.


- Oh - Encontré sus ojos de nuevo, preguntándome si podría ordenarle que me besara y si debería incluso quererlo, dadas las circunstancias - Eso no suena bien.


- Lo diferente es bueno - balbuceó, apartando la mirada.


Cuando me di cuenta que todavía miraba su perfil, me obligué a mirar las pequeñas estrellas en el techo.


- Fuiste mi primer beso - dijo en voz baja.


Casi salté de la conmoción, aunque, de hecho, me gustaba mucho cómo sonaba eso.


- ¿Lo fui? ¿Fue bueno? ¿Fuiste tú mi primer beso? - Por favor di que sí, por favor di que sí.


Peter inclinó la cabeza hacia atrás, sus hombros sacudiéndose en una risa silenciosa.


- Teníamos diez, por lo que espero haber sido tu primer beso.


¿Diez? Mis hombros cayeron. Éramos demasiado jóvenes para que significara algo.


- Jugábamos a girar la botellita o algo así de tonto - añadió, bajando la barbilla para mirarme - Tus padres nos atraparon. Tu mamá enloqueció, pero tu papá se rió.


Fruncí el ceño.


- Puedo imaginarlo.


Nos sentamos allí por un rato, en silencio, y una vez más, no fue un silencio lleno de lástima e incomodidad. Sólo dos personas que eran capaces de sentarse, o acostarse juntas en paz. Era perfecto.


- ¿Debería irme? - preguntó Peter, su aliento bailando sobre mi frente.


Sacudí la cabeza.


- No quiero que te vayas...no todavía.


Pareció entender y no insistió. Unos minutos después, se movió, y antes de que pudiera sentir un frío pinchazo de decepción, levantó su brazo y esperó. Mi corazón chocó con fuerza contra mis costillas cuando me di cuenta que era lo que me ofrecía. Mareada y sin aliento, me deslicé hasta él y lentamente coloqué mi mejilla sobre su pecho. Hubo una densa y tensa pausa, y luego envolvió sus brazos a mí alrededor, curvando sus dedos sobre mis hombros.


No sabía qué hacer con mis manos, y él olía a cítricos y jabón, a una esencia única de él. Eventualmente, plegué mis manos sobre sus costados, haciéndolo temblar un poco. Preocupada de haber hecho algo mal, levanté la barbilla y mi aliento se quedó atascado otra vez.


Peter me miraba, y nuestras bocas se encontraban a un centímetro o dos de distancia. Pestañas negras ocultaban sus ojos, pero los sentía, sentía su poder. Y sentía la necesidad en ellos, como si fuera mía, era la mía.


Y de repente, ya no importó que todos creyeran que no sabía ni quién era, porque con él, con Peter, sabía quién quería ser, y eso era todo lo que importaba.


Hizo un sonido con la parte posterior de su garganta y se movió hacia mí, presionando su frente contra la mía. Mi mano parecía saber qué hacer. La puse sobre su mejilla mientras mi pulgar acariciaba la piel debajo de su labio, haciéndolo estremecerse ante el ligero toque. Me sentía como si nunca hubiese hecho esto antes, incluso aunque Pablo afirmaba que antes hacíamos de todo.


Esta era mi primera vez, al menos que recordara, con Peter, y se sentía correcta.


Mi pulgar encontró su labio inferior, y el filo de sus dientes rozó mi piel. El acto era extrañamente íntimo, rudo y sensual. Mis ojos se cerraron, y esperé por mi segundo primer beso...


Peter envolvió su mano alrededor de la mía, jalándola gentilmente hacia atrás.


No era lo que esperaba. Demonios. Abrí los ojos, confundida.


- ¿Por qué?


- ¿Por qué? Por qué es tu frase favorita ahora, ¿cierto? - Sus palabras se hallaban cargadas de humor, no molestia ni frustración - Todavía estás jodidamente asustada.


Cuando Nico dijo eso antes, no sonó como algo bueno, pero Peter lo hizo sonar entrañable.


- Quiero que me beses.


El calor llameaba en sus ojos, y algo dentro de mí sabía cómo responder a eso. El borde del edredón se resbaló un poco, y me lancé hacia adelante, haciendo que nuestros pechos se tocasen. Donde sea que nuestros cuerpos lo hacían, mi piel se calentaba de una forma que se sentía completamente nueva.


De repente, sus ojos se intensificaron, y su mandíbula se tensó.


- La...


- ¿Peter?


Peter cerró los ojos brevemente. Y entonces, se puso sobre mí, soportando su peso en un brazo, tan rápidamente que el aire abandonó mis pulmones. Me miró, sus ojos como un mosaico con cada variedad existente de color azul.


- No deberías estar pidiéndome eso.


Apenas un centímetro nos separaba, y tenía problemas para enfocar mis pensamientos.


- Lo sé.


Se inclinó hacia mí, quitando los gruesos mechones de cabello de mis mejillas. Sus dedos permanecieron sobre mi piel, deslizándose por mi mandíbula. Mirando fijamente sus labios, ansiaba saber cómo se sentían. Cómo sabían. Inhalé bruscamente, y de nuevo, me sorprendió cuán correcto se sentía esto.


Peter bajó la cabeza, y mi corazón tartamudeó. Presionó sus labios contra mi frente, luego en mi sien, deslizándolos por mi mejilla, rozándola y luego presionando un perversamente casto beso sobre la esquina de mis labios. Habló en el cálido espacio entre nuestros labios.


- No eres mía cómo para besarte, La.


Sentí la extrema urgencia de hacer pucheros, y Peter debió presentirlo, dado que se rió suavemente y ahuecó mi mejilla. Su cuerpo descendió sobre el mío de un modo que decía que se encontraba completamente en desacuerdo con lo que salía de su boca. Deseando que el edredón no estuviera entre nosotros, me removí debajo. Cerró los ojos, y la mano que se encontraba junto a mi cabeza se presionó contra el colchón, mientras su mandíbula se tensaba. Moví las caderas de nuevo, y jadeé ante el crudo escalofrío que me recorrió.


Peter dejó caer su frente junto a la mía.


- La, realmente estás haciéndome difícil ser un buen chico.


Coloqué la punta de uno de mis dedos sobre su mejilla, y sus pestañas se movieron.


- ¿Qué sucede si no quiero que seas un buen chico?


- Quiero ser un buen chico contigo - Tomó otro aliento - Te lo mereces.


Oh.


- No me gusta Pablo - admitió, mirándome a los ojos - Es un idiota, y siempre mereciste algo mejor que él, pero no soy ese tipo de chico. Al menos, intento no serlo contigo.


- Pero no soy suya.


Sus cejas se levantaron mientras se retiraba. Sus dedos encontraron la cadena alrededor de mi cuello. Contuve el aliento cuando la parte posterior de sus nudillos acarició mi clavícula, mientras sostenía el corazón de Tiffany's entre nosotros.


- Esto cuenta otra historia. 



Este capítulo va dedicado a Noelia Espósito, Saludos y un beso linda:*

2 comentarios:

Comenten, todas sus opiniones cuentan:3