jueves, 9 de julio de 2020

Beautiful Oblivion: Capítulo 23

Incluso para ser un par de clases, los exámenes parciales me pateaban el trasero. Vico, Cande, Gruber, Blia y yo estudiábamos en el Red antes de que se llenara de gente o cuando el trabajo iba lento, y Peter me ayudaba a estudiar en Skin Deep. Las vacaciones se aproximaban rápidamente y me sentía ansiosa por estar libre para comenzar a ganar más dinero por trabajar horas extras, pero antes tenía que conseguir sobrevivir a los exámenes.

La primera semana de marzo fue un borrón y la semana de exámenes parciales fue incluso peor, pero con todo el tiempo que me tomé estudiando, terminé mis exámenes y sentí que me fue lo suficiente bien como para disfrutar las vacaciones.

El domingo por la noche después del trabajo, en lugar de conducir a mi apartamento, conduje hacia el departamento de Peter. Si Vico no pasaba la noche en nuestro apartamento, Cande estaba en el suyo. Después de los primeros días de "¿Somos o no somos?" , retomaron las cosas donde lo habían dejado y nunca había visto a Cande tan feliz. Sin embargo, a pesar de que disfrutaba desayunar con Vico de nuevo, su temporada de luna de miel comenzaba a incomodarme. Sin importar lo mucho que amara verla sonreír, dormir con Peter era un alivio por varias razones.

El lunes por la mañana, rodé sobre la cama y lentamente comencé a despertar. Todo el cuerpo de Peter envolvía el mío. Dormir de cucharita de un lado al otro se había convertido en nuestro ritual nocturno. Estaba más cómoda durmiendo de mi lado derecho y Peter se sentía más cómodo en su lado izquierdo, así que dábamos muchas vueltas.

Bostecé y, por costumbre, Peter me acercó más a él. Sus paredes blancas se encontraban llenas de marcos de bronce con fotografías familiares, retratos de su madre y muchas instantáneas de nosotros en el Red, Skin Deep y un montón de fotos nuestras celebrando mi sexto tatuaje, un pavo real con plumas intrincadas amarillas, azules, verdes, rojas y moradas que abarcaba desde mi cadera hasta las costillas. Peter dijo que era el mejor que había hehco y lo recorrió con ternura durante la noche antes de dormirse.

Mi cuerpo se convertía en una caminante pieza de arte y me parecía bien. Peter me había preguntado un par de veces por qué continuaba trabajando en la tienda, incluso después de que Coby terminó su programa y volvió, pero me burlé diciéndole que era por los tatuajes gratis. Pero, siendo sincera, Peter los hubiera hecho gratis de todas formas; una ventaja de ser la novia de un artista.

Entre las citas, Peter garabateaba y esbozaba en mi escritorio y, cuando me enamoraba de uno, le pedía que lo dibujara en mi piel. Yo tenía los originales enmarcados y colgando en mi dormitorio, y Peter tenía las recreaciones en su cama.

Salí de la cama y caminé penosamente al baño. La luz del sol golpeando las brillantes paredes blancas provocaba que entrecerrara los ojos. Golpeé mi pie en el toallero que le ayudé a escoger, y luego abrí el botiquín para tomar el cepillo de dientes que mantenía allí. Todo eso era muy doméstico y, a pesar de que pensaba que no podía hacerlo, sí podía... y apreciaba cada momento.

Me senté en el sofá anaranjado chillón y me froté los ojos. A esa hora de la mañana, si las persianas se encontraban abiertas, los rayos del sol golpeaban el mosaico de vidrios rotos y los espejos que colgaban justo sobre el sofá, y esparcían un millón de arcoíris en la pared opuesta. Amaba sentarme allí con una taza de café y disfrutar la vista. Sólo tomaba café en el departamento de Peter. Cande y yo no teníamos una cafetera y aquí podía prepararme las tazas que quisiera.

Peter salió a trompicones de la habitación y se frotó el rostro.

—Estoy jodidamente cansado por alguna razón —dijo, su voz profunda y áspera. Se sentó junto a mí y luego apoyó la cabeza en mi regazo. Habíamos rasurado su cabello anoche, así que estaba particularmente espinoso cuando pasé mis dedos sobre él—. No lo olvides —dijo.

—Lo sé. La pelea de Thiago podría ser en cualquier momento y tienes que ir en cuanto llame para que vigiles a Mar.

—Espero que la basura que la atacó la última vez muestre su cara. Va a desear haberse topado con Thiago en vez de conmigo.

—Si lo golpeas incluso peor de lo que lo habría hecho Thiago, vas a matarlo. Así que espero que no se presente.

—Puedes quedarte con mi apartamento mientras estoy en la cárcel.

Rodé los ojos.

—¿Qué tal si simplemente no vas a la cárcel? Como que me están gustando las cosas tal y como están.

Alzó la mirada hacia mí.

—¿Sí?

—Inmensamente.

—Tengo una llave con tu nombre en ella.

—Es demasiado temprano, bebé, no empieces —gemí.

Se sentó.

—Uno de estos días, dejaré de pedírtelo y te arrepentirás.

—Lo dudo.

—¿Dudas que dejaré de pedírtelo o que te arrepentirás?

—Ambos.

Frunció el ceño.

—Eso no está bien.

Miré mi reloj.

—Tenemos que ir a trabajar en un par de horas.

—No, no tenemos. Pedí el día libre.

—De acuerdo, entonces. Yo tengo que trabajar en un par de horas.

—Pedí el día libre para los dos.

Mis cejas se juntaron.

—¿Por qué?

—Porque estoy esperando la llamada de Thiago y pensé que te gustaría venir.

—No puedes planear mi vida sin preguntármelo, Peter. Y a Cal tampoco le importará que le digas esa mierda.

—Es sólo un día. No es como si necesitaras un segundo trabajo, de todos modos.

—Me gusta trabajar y no importa si lo necesito o no, cruzaste la línea. Ese es mi dinero, Peter. No está bien —dije, poniéndome de pie. Su cabeza cayó sobre los cojines y luego me siguió hasta el dormitorio.

—Está bien, entonces. Llamaré a Cal y le diré que sí irás.

—No, yo llamaré a Cal. ¿Desde cuándo necesitas hablar con mi jefe por mí? —dije, poniéndome mis pantalones y una camisa.

Los hombros de Peter se hundieron.

—No te vayas, nena, vamos. Sólo quería pasar el día contigo. Lo siento.

Me puse mis zapatos y el abrigo, y después de tomar mi teléfono, llaves y bolso, me dirigí hacia la puerta principal.

Peter presionó su palma contra a puerta.

—No te vayas molesta.

—No estoy molesta. Estoy jodidamente furiosa. Esto es exactamente por qué no quiero mudarme contigo, Peter. No puedes dirigir mi vida.

—¡No estoy tratando de dirigir tu vida! ¡Trataba de hacer algo lindo!

—Bien, ¿pero entiendes por qué creo que cruzaste la línea?

—No, creo que estás exagerando.

Suspiré.

—Me voy. Quita tu mano.

No lo hizo.

—Peter, por favor, mueve tu mano. Quiero irme a casa.

Hizo una pausa.

—Casa. Esta es tu casa. Has estado aquí toda la semana. ¡Amas estar aquí! No sé por qué estás siendo tan condenadamente terca al respecto. ¡Pensabas mudarte a la jodida California con ese cabrón en menos tiempo del que nosotros hemos estado juntos!

—¡P.J. vivió en su apartamento por dos años! ¡Era un poco más estable!

La boca de Peter se abrió, parecía como si le hubiera disparado.

—Maldición, nena. No te contengas.

Me encogí.

—No debí haber dicho eso. Lo siento.

Dio un paso hacia mí y me estremecí. A pesar de que mi mala comparación con P.J. lo hirió, mi pequeño reflejo lo lastimó incluso más.

Habló bajo y lento:

—Nunca te golpearía.

—Lo sé. Es sólo que fue un reflejo... yo...

Se alejó de mí, entró al dormitorio y cerró la puerta de golpe. Todo mi cuerpo se estremeció y cerré los ojos.

Después de un par de silenciosos segundos, un fuerte ruido provino detrás de la puerta, como si hubiera empujado el armario, pero no podía estar segura. No me quedé para averiguarlo. Salí corriendo, bajé las escaleras y subí al Jeep.

Con los universitarios de vacaciones, la tienda estaba muerta. Mientras las horas pasaban sin clientes, la culpa me consumía. Peter sabía que nos aburriríamos en el trabajo, así que tenía sentido que nos tomáramos el día libre. Aun así, no podía disculparme por cómo me sentí. Trabajé duro para estar donde estoy, y no había nada malo con querer aferrarme a mi independencia tanto como pudiera.

Estaba sentada en el mostrador, mis piernas balanceándose hacia atrás y adelante. Hazel se encontraba sentada en el sofá frente a las puertas, limando sus uñas en garras.

—Tenía razón —dijo.

—¿En qué? —pregunté, abatida.

—Ibas a mudarte con P.J. ¿Por qué no con Pitt? Él es tan estable como cualquiera.

—No me hagas sentir peor de lo que ya me siento. Estaba molesta.

—Lo sabe.

—Entonces, ¿por qué no me ha llamado?

—Quizás también se siente culpable. Quizás está preocupado porque te estremeciste.

—Fue un reflejo. No pude controlarlo.

—Lo sabe. En el fondo, lo sabe. Creo que lo ofendiste. Mencionó antes que siente que su propósito es protegerte, ¿verdad?

—Eso es lo que dijo.

—Pero luego te asustó.

—No fue a propósito.

—Aun así. Puedo comprender por qué no se lo tomó tan bien. ¡Calvin! —gritó, haciéndome saltar.

—¿Qué? —gritó él de regreso.

—¡Cerremos este agujero de mierda! Nadie ha venido en todo el día y Lali se irá al Red, de todas formas.

Calvin se acercó a la parte delantera, sin emociones en su rostro.

—¿Acabas de llamar a la tienda agujero de mierda?

—Sí —dijo ella—. ¿Estoy despedida?

—¿Ya vino Bishop? —preguntó.

Hazel asintió.

—Sí, pero recibió un mensaje hace quince minutos. Hay una pelea esta noche.

—¿Qué? —dije, poniéndome de pie—. ¿Es ahí a donde se fue?

Hazel volvió a asentir.

—¿Sí? ¿Y qué?

—Porque es allí donde Peter estará esta noche. Apostará mucho dinero, y se supone que debe vigilar a Mar por Thiago. Supongo que de algún chico que la atacó la última vez.

—Mierda, ¿en serio? —dijo Hazel, sus ojos almendrados abiertos con sorpresa.

—Podemos cerrar si te retractas sobre lo que dijiste de la tienda y si podemos beber en el Red —dijo Calvin, mirándome—, gratis.

Sacudí la cabeza.

—Pagaré la primera ronda, pero regalar bebidas es motivo de despido, así que no.

—Me retracto —dijo Hazel—. Esta es la más bonita, la más maravillosa tienda de todas y nunca quiero irme de aquí. Excepto justo ahora.

Calvin asintió.

—Nos veremos allí.

Hazel aplaudió.

—¡Tengo el mejor trabajo del mundo! —Se levantó y corrió hacia su cuarto por sus cosas.

Cerré la registradora y apagué la computadora, y Calvin apagó las luces de la parte trasera.

Caminé hacia el Jeep, deteniéndome cuando noté que Peter llegaba en el Intrepid. Estacionó rápidamente y salió. Me quitó las llaves de la mano, abrió el lado del conductor del Jeep, lo arrancó y luego salió.

—La pelea es esta noche. En Keaton Hall. Iré, ya voy algo tarde, pero sólo quería verte. —Besó mi mejilla.

Un extraño pánico se apoderó de mí, como si estuviera despidiéndose. Agarré su camisa, deteniéndolo antes de que se marchara.

—¿Estamos bien? —pregunté.

Pareció aliviado.

—No, pero lo estaremos. —Esbozó una sonrisa triste, su hoyuelo profundizándose en su mejilla.

—¿Qué significa?

—Significa que estoy jodido, pero que voy a remediarlo. Lo juro. Sólo... no te des por vencida conmigo, ¿de acuerdo?

Sacudí la cabeza.

—Detente.

—Tengo que irme, nena. —Besó mi frente y luego trotó a su auto.

—Llámame cuando hayas terminado. Tengo un extraño presentimiento.

Me guiñó un ojo.

—También yo. Eso significa que ganaré un montón de dinero esta noche.

Salió de la calzada y subí al Jeep. Sentí calor y abracé el volante, sobrecargada con afecto hacia el hombre que siempre intentaba cuidar bien de mí. Hazel tocó el claxon de su Eagle Talon y la seguí directo hacia el Red.

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