No mirar hacia atrás: Capítulo 7
Capítulo 7:
Las palabras de mi hermano me acosaron el resto del sábado hasta el domingo. Algo impactante era descubrir que actuabas como una perra total con la mayoría de la gente, pero descubrir que tú mejor amiga desaparecida era justo igual de mala, era abrumador. Si éramos tan idiotas, ¿por qué la gente siquiera se molestaba en buscarnos?
- El miedo y la popularidad van mano a mano - murmuré, apagando mi secador.
Me congelé, mirando mi reflejo. ¿De dónde demonios había venido eso? ¿Del "Manual de Supervivencia de la escuela secundaria de las perras"? Inclinándome hacia adelante, me apliqué un poco de brillo de labios y tomé una profunda respiración.
Esto no sería incómodo.
Dejando el baño, cogí el nuevo teléfono que me compró papá la noche anterior. El viejo se encontraba en donde se hallaban mis recuerdos.
Esto no sería incómodo.
Deslicé la foto de Cande y yo en el bolsillo trasero de mis ajustados vaqueros y me dirigí escaleras abajo. Mi pulso corría. Iba a conocer a Pablo hoy...mi novio.
Esto sería incómodo.
Vagué por las enormes habitaciones de la planta baja, terminando en la despensa por tres rutas diferentes, hasta que mi madre gritó mi nombre.
Estaba aquí.
Todos los pensamientos sobre la extraña nota que encontré se desvanecieron mientras volvía lentamente al pasillo de entrada, el cual podría haber albergado a una pequeña tribu. Deteniéndome justo en el exterior de la arcada, eché un vistazo alrededor de la esquina.
Pablo se encontraba de pie junto a mi madre. Más alto que ella, igual que Peter, me di cuenta. Era desgarbado, tenía el pelo castaño ingeniosamente desordenado. Su piel era bronceada, sus ojos eran de color del chocolate con leche. Era atractivo. No está nada mal, pensé. Las mangas del suéter con cuello en V que llevaba las traía enrolladas hasta los codos, dejando al descubierto unos poderosos antebrazos. Tenía las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros desteñidos.
- Lali - dijo. Pablo tenía una gran sonrisa, del tipo de las celebridades de las revistas: perfecta, demasiado perfecta. Miró a mi madre, que asintió, y luego se acercó a mí - Me alegro tanto de verte, nena. No tienes ni idea.
Me congelé.
Su expresión desapareció, y me sentí como si estuviera siendo lanzada fuera de la habitación y dentro de un extraño bucle de tiempo. Todo se volvió gris y blanco.
Pablo me suplicaba, rogando con sus ojos mientras se acercaba. La desesperación brotaba de él, pero también estaba enojado - muy enojado. Mi corazón latía con fuerza mientras la rabia se hinchaba dentro de mí, haciendo juego y eclipsando su ira.
Jadeando, parpadeé y di un paso atrás. La vista - la visión - se había ido. No sabía si fue un recuerdo o si solo veo cosas.
- ¿Estás bien, Lali? - preguntó Pablo, parándose en seco.
Me sentía mareada. Mamá tenía esa mirada en su rostro, la misma del día anterior. Dolida. Preocupada.
- Estoy bien.
La sonrisa volvió al rostro de Pablo, y cruzó la distancia que quedaba, lanzando sus brazos a mi alrededor y alzándome. Una astilla de pánico me atravesó mientras me sostenía con fuerza contra sí. Mis dedos se enterraron en sus hombros, y traté deseperadamente de encontrar algo familiar en su sofocante abrazo.
Pablo hizo un profundo sonido en su garganta mientras enterraba la cabeza en mi pelo.
- Maldita sea, Lali. No vuelvas a asustarme así jamás.
No podía responder ni respirar. Mis pensamientos estaban en un bucle. No te conozco. No te conozco. Una y otra vez...no te conozco.
Cuando me bajó, tuve que luchar contra el impulso de huir. Mi madre nos observaba por encima de su hombro, apretando el oro de alrededor de sus muñecas.
La puerta principal se abrió y entró mi hermano. El sudor pegaba su pelo a sus mejillas. Un iPod colgaba de sus dedos. Detrás de el se hallaba Peter. Mi pecho dio un extraño salto, y di un paso hacia atrás, tropezando con mis propios pies.
Pablo cogió mi brazo, estabilizándome con una risa rica.
- Eres tan nerviosa.
- Me pregunto por qué - murmuró Nico, mirándonos.
Peter llevaba su gorra de béisbol hacia abajo, escudando sus extraordinarios ojos. Todo lo que podía ver era la sonrisa de labios apretados que le dedicó a mi madre.
- Hola, Pablo - dijo Peter.
Pablo le dedicó un cortante asentimiento.
- Chicos, ¿por qué no bajan al sótano? - Mamá les espantó hacia las escaleras - No me importa que suden allí abajo.
Mi mirada permanecía fija en Peter, incluso mientras Pablo colocaba un brazo alrededor de mis hombros. Nico golpeó a su mejor amigo mientras pasaban por delante de nosotros. Bajé los ojos, incapaz de deshacerme de la sensación de que había sido atrapada haciendo algo malo.
- Peter, ¿puedes decirle a tu padre que necesito verle a primera hora de la mañana del lunes? - La voz de mamá atravesó la gran casa - Hace falta volver a cortar los árboles de alrededor de la piscina...
Pablo se rió, sacudiendo la cabeza.
- No sé por qué tu hermano pasa tiempo con Peter.
Levanté la cabeza, frunciendo el ceño.
- Supongo que le gusta.
- No tienen nada en común - Pablo tomó mi mano, guiándome a través de la arcada hacia la pequeña sala de grabación que me gustaba. Tal vez me había gustado esa habitación antes y él sabía eso. La esperanza se desató. Él lanzó una sonrisa malvada por encima de su hombro.
Empecé a devolverle la sonrisa, pensando que me gustaba su sonrisa.
- ¿Peter ha estado pasando mucho tiempo aquí? - preguntó, tirando de mí hacia el sofá junto a él, sosteniendo mi mano.
- En verdad no lo sé - Bajé la mirada a nuestras manos unidas. Su mano era mucho más grande - Estuvo aquí el viernes, pero...
- No lo recuerdas. Cierto - Le dio un apretón a mi mano - Sigo olvidando eso. Oh, casi olvido esto - Dejó ir mi mano y se puso de pie, alcanzando su bolsillo. Saco una pequeña caja azul plana - Quería devolverte esto.
- ¿Devolverme? - Cogí la caja de regalo, deslizando mi dedo por debajo de la tapa.
- Si, tú...lo dejaste en mi casa antes de que...bueno, antes de que todo sucediera - Apartó la mirada, tragando con fuerza - Volví a ponerlo en la caja por ti.
Quitando la tapa, levanté la pequeña pieza de algodón. Una cadena de plata salió a la vista, y al final había un corazón torcido. Tiffany's. Reconocía una maldita caja de Tiffany's cuando veía una, pero no conocía al chico que me la había dado.
- ¿Yo me he puesto esto?
Pablo asintió, tomando la caja y dejándola a un lado.
- ¿Nada sobre este collar te resulta familiar?
Negué con la cabeza.
- ¿Por qué me lo quité?
Sus pestañas bajaron, escudando sus ojos. Pasó un largo segundo antes de que respondiera.
- Querías...darte una ducha.
- ¿Por qué quería darme una ducha en tu casa?
Las cejas de Pablo se fruncieron, y un sonrojo tiñó sus mejillas.
- No querías volver a tu casa sin ducharte porque nosotros...
Mi mirada cayó al corazón, y la comprensión se deslizó lentamente.
- ¿Nosotros...tuvimos sexo?
Él se frotó el puente de la nariz y asintió con la cabeza.
El calor cubrió mis mejillas y descendió por mi cuello. Habíamos tenido sexo, y ni siquiera lo recordaba.
- ¿Fue esa mi primera vez?
Pablo negó con la cabeza, liberando un poco de aliento.
- No. Hemos estado saliendo varios años, Lali.
No sabía qué era peor: tener esta típica conversación incómoda o ni siquiera recordar mi primera vez con él. Con manos temblorosas, apreté la cadena de plata alrededor de mi cuello. El ligero peso se sintió insoportablemente pesado por alguna razón. Una marea de frustración pasó sobre mí, picando debajo de mi piel. ¿Cómo podría no recordar nada de esto? Lágrimas se construyeron detrás de mis ojos, y la urgencia de correr me pateó en el estómago otra vez.
- Está bien - Pablo forzó una sonrisa - Tus padres me advirtieron que no recordarías nada. Y no lo haces, ¿verdad? ¿Ni siquiera la noche que desapareciste?
Mis rodillas se sentían débiles mientras me paraba.
- No me acuerdo de nada. Tuve que preguntarle a mamá ayer cuándo era mi cumpleaños - Dejé escapar una risa ahogada mientras lo miraba - Sin embargo, el doctor dice que podría tener mis recuerdos de vuelta.
Se movió en el sofá, sus ojos profundizándose hasta que eran casi tan oscuros como sus pupilas.
- ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar? - Su voz se volvió seria - Porque siempre he cuidado tu espalda, Lali, y siempre lo haré.
Fruncí el ceño, pensando que era una extraña manera de poner las cosas.
- Cualquier cosa - incitó otra vez.
Dudoso. Pero mientras lo miraba más tiempo, me di cuenta de que a lo mejor podía ayudar en algo.
- ¿Te vi la noche que desaparecí? - Cuando asintió, la emoción zumbó por mi cuerpo como el rápido aleteo de las alas de un colibrí. Era un comienzo - ¿Qué estábamos haciendo además de...?
- Era tarde el sábado por la noche, solo pasábamos el rato y hablábamos. Entre otras cosas - añadió con una sonrisa - estábamos viendo viejos videos de mis juegos de rugby.
Estimulante.
- ¿Sabes cuándo me fui?
- Fue alrededor de las nueve. Quería que fuéramos a pasar el rato con Agus, pero recibiste este mensaje de texto.
- Espera. ¿Quién es Agus?
Pablo se recargó hacia atrás, poniendo los pies encima de la mesa de café. Ni siquiera tenía que recordar a mamá para saber que enloquecería si viera esto.
- Agus es un buen amigo mío. Era el novio de Cande, pero rompieron unos días antes de...que desapareciera.
- ¿Tenía novio? - Me senté a su lado, con ganas de saber más.
Asintió.
- Peleaban. Mucho. Sus peleas eran más o menos una fuente de entretenimiento para todo el mundo.
- ¿Nosotros peleábamos?
- No. Nunca - dijo rápidamente - Teníamos...tenemos una relación perfecta - Se inclinó, rozando sus labios contra mi mejilla - Al igual que nuestros padres.
Campanas de advertencia se encendieron. Por lo que había visto, mis padres no tenían una relación perfecta. Desde que llegué...llegué a casa, no los había visto tocarse o incluso estar en la misma habitación juntos más de unos pocos minutos. Jugué con el corazón de plata.
- Así que...¿recibí un mensaje de texto, y me fui?
- Sí - Se hizo hacia atrás. La decepción tiraba de sus labios, y me sentí como si hubiera hecho algo malo - Creo que era de Cande, pero no me dijiste nada. Te fuiste de mi casa molesta.
- ¿Molesta con Cande?
Negó con la cabeza.
- No lo sé. Tú y Cande tenían esta...
- ¿Rivalidad? Eso fue lo que dijo mi hermano.
- No miente. Cande...Vaya, ¿cómo puedo decir esto sin sonar como un idiota? - Exhaló lentamente - Cande quería ser como tú. Siempre lo ha querido. En sus ojos, lo tenías todo. Copiaba todo lo que hacías. Si no te gustaba alguien, a ella no le gustaba. Si querías a alguien, lo quería. Todo el mundo lo sabía.
Arqueé una ceja.
- Está bien...
- No trato de hablar mal de ella...especialmente dadas las circunstancias. Dios, podría estar muerta - Me vio hacer una mueca de dolor y de inmediato se disculpó - Lo siento, pero sabes lo que quiero decir. Cande causaba problemas. Incluso con nosotros.
- Pensé que no peleábamos - La inquietud comenzó a formar pequeñas bolas en mi estómago.
Miró hacia otro lado.
- Nosotros no peleábamos. Como he dicho, me preocupo por ti. Pero a veces Cande podía ser...inapropiada cuando no andabas alrededor.
- ¿Qué quieres decir?
Su mirada encontró la mía, después se centró en la enorme cabeza de ciervo en la pared.
- Se me insinuaba, a pesar de nuestra relación y que Agus es mi amigo.
Esperaba sentir una oleada de celos, pero no sentí nada.
- ¿Te gustaba Cande?
La sorpresa destelló en su rostro.
- Sí, quiero decir, a veces era genial - Y entonces sus ojos se estrecharon junto con sus labios - ¿Por qué preguntas?
Mi boca se abrió, pero nada salió. Tuve esta impresión de haber hecho la misma pregunta antes, solo que con mucha más emoción detrás de ella. La ira residía allí. Como también la decepción. Pero no había nada más unido a estas emociones. Era como si mis sentimientos fueran globos alejándose con nada atándolos.
Me encogí de hombros.
- Acabas de sonar como si no te agradara. Tampoco creo que a Nico le gustara.
- Cande podía ser difícil de tratar - Se acercó más, colocando una mano sobre mi rodilla. Mis músculos se tensaron instantáneamente - No sé lo que sucedió la noche en que ambas desaparecieron. Ni siquiera sé si en realidad andaban juntas. Y no quiero hablar de ella. Quiero hablar sobre nosotros.
- ¿Nosotros? - chirrié
Extendió su mano libre hacia mí.
- Ven aquí.
Mi pulso se aceleró, y no quise acercarme. Pero me esperaba con esta paciente sonrisa en su hermoso rostro, y no quería herir sus sentimientos. Esto tenía que ser duro para él. Era su novia, y no podía recordar ningún detalle sobre él o nuestra relación. Me acerqué hasta que mis piernas se presionaban contra las suyas.
Su mano encontró la parte trasera de mi cuello, guiando mi cabeza hacia su pecho. Dejó escapar un suspiro irregular, frotando sus labios contra mi frente.
- En serio creía que no iba a ser capaz de hacer esto de nuevo. Es como tener una segunda oportunidad.
- ¿En serio? - susurré, confundida.
- Sí - presionó un beso en mi sien.
Pasamos toda la tarde hablando, lo cual me ayudó a llegar a conocerlo de nuevo. Evidentemente, habíamos empezado a salir a principios del primer año y, de acuerdo con Pablo, todas mis amigas morían de celos. Nuestros padres tenían negocios juntos, trabajando en filadelfia mientras nuestras madres se quedaban en casa.
Supuestamente, había un gran acuerdo entre los negocios de nuestros padres. Algo que ver con la acción comercial y la transferencia de la empresa...de lo cual no sabía nada.
Pasamos las vacaciones de cada año en los Catskills junto a nuestras familias, y los veranos en distintos lugares. El año pasado fuimos rey y reina del baile de graduación, y se esperaba que ganáramos de nuevo este año, algo de lo que Pablo se enorgullecía. En la escuela, nos íbamos cuando queríamos, comíamos el almuerzo fuera de la escuela, y nos saltábamos clases juntos, y aparentemente nadie nos detenía. Yale era nuestro futuro, y tenía esta sensación de que la gente esperaba que nos quedáramos juntos. Como, para siempre. Segunda o tercera generación de niños ricos, como la realeza. Así me parecía.
Tenía toda esa vida con él de la cual era completamente indiferente. A pesar de que trataba tanto como podía, no podía ver ni sentir nada de eso. Así que lo dejé hablar de sí mismo, en lo cual se destacaba. Tenía su segundo BMW, y su equipo favorito eran lo Yankees. En casa, tenía un piso entero para sí mismo. Era hijo único. Tenía un par de primos y un abuelo que dirigieron una de las mayores empresas de transacción de acciones de Nueva York.
- Nuestros padres podrían comprar y vender este pueblo - dijo, girando un mechón de mi cabello alrededor de su dedo - Bueno, tu mamá podría en realidad.
- ¿Por qué? - dije, probablemente por centésima vez.
- El dinero de la familia está del lado de mi padre - explicó con orgullo - Y en la tuya está en el lado de tu madre. Su familia invirtió en el ferrocarril antes que creciera, o algo así. No es multimillonaria, ni de cerca a la clase de capital que tiene mi padre, pero es dinero.
Luché para no poner los ojos en blanco.
- ¿Sabes lo que hacía mi padre antes de conocer a mi madre?
Se encogió de hombros.
- Fue a Yale, obviamente, con una beca. Creo que su madre era una maestra de escuela y su padre un trabajador de la construcción. Ambos fallecieron hace unos años. Lo siento.
Me tomé un momento para reflexionar sobre los abuelos muertos que no recordaba. Eso apestaba.
- Bueno, supongo que tuvo suerte cuando conoció a mamá.
- Claro que la tuvo - Pablo se rió - No tenía nada antes de conocerla. Su padre lo metió en el negocio. Si no fuera por tu madre, no estoy seguro de cuán lejos habría llegado tu padre. Pero mi padre estaba preparado para dirigir la firma...al igual que yo - Me besó en la mejilla - Al igual que mi hijo.
Mis ojos se ensancharon. ¿Su hijo? Puaj, sentí náuseas, alérgica a la idea misma.
Hubo una pausa en la conversación, y mi brazo hormigueaba por ser aplastado entre nuestros cuerpos. Consideré brevemente decirle lo de la nota que encontré, pero decidí no hacerlo.
- ¿Qué me gustaba?
Pablo hechó la cabeza hacia atrás, buscando mis ojos.
- ¿Aparte de mí?
De acuerdo, eso no fue gracioso. Con los ojos entrecerrados, asentí.
- Te gusta ir de compras - Se rió, pasando sus dedos por mi mejilla - Tu bebida favorita es cualquier cosa con sabor a fruta mezclada con vodka. Te encanta ir de fiesta. Eres salvaje - Esta vez, cuando se inclinó, sus labios encontraron los míos. El beso fue breve - Está bien, usualmente mucho más salvaje que eso.
- Lo siento - me sonrojé - Lo que quise decir era que si tenía algún pasatiempo.
La confusión brilló en sus ojos.
- ¿Ir de compras cuenta como un pasatiempo?
- No lo creo.
- Siempre te gustó visitar la vieja zona del Campo de Batalla - dijo después de unos momentos - Solías ir con esa chica, Eugenia, y pasaban todo el día allí. Creo que te gusta la historia. O tal vez lo macabro.
Vaya. La única cosa no superficial que hacía era pasar el rato en un enorme cementerio con una chica que ni siquiera era mi amiga. Realmente empezaba a odiarme a mí misma. Pablo me habló de la próxima temporada de rugby por un rato, quejándose de como jugaba Peter. Jugaban juntos y no había ningún cariño entre ellos.
Cuando mi mamá se pasó por allí y le preguntó a Pablo si se nos uniría para la cena, se negó cortésmente. Su familia se encontraba en la ciudad. Antes de irse, saqué la foto de mi bolsillo y se la mostré.
- ¿Sabes dónde fue tomada esta foto?
Pablo miró la imagen durante unos segundos, y luego se dio la vuelta. Una mirada distante se deslizó en sus ojos, endureciéndolos.
- En realidad, fue hace un par de meses, en la víspera de Año Nuevo. Se congelaban en esos vestidos. Lucían calientes, pero se congelaban - Soltó una breve carcajada - Estábamos en Filadelfia. Te desmayaste antes de la medianoche.
Cuanto más escuchaba sobre mí misma, más quería golpear mi cabeza contra la mesa de café.
- ¿Quién andaba con nosotros?
- Agus, pero también se desmayó.
- Entonces, ¿sólo quedaron tú y Cande?
Apretó los labios.
- Sí, esa noche apestó.
Lo que me resultaba raro era que sonaba como si no pudiera soportar a Cande, pero entre nosotros tres, o cuatro, obviamente nos juntábamos un montón. ¿La toleraba porque era mi amiga? Suspiré.
- Me gustaría poder recordar algo. Ella todavía está allí afuera, y me siento como si fuera la única persona que pudiera encontrarla.
Pablo alejó su brazo y se levantó.
- Esto va a sonar cruel, pero ella no es tu problema en este momento.
Maldición, sí que fue cruel.
- Pero...
- Tienes que concentrarte en mejorar y seguir adelante con tu vida - Se pasó una mano por el pelo, con el ceño fruncido - Creo que es mejor si te olvidas de eso por ahora. Hay gente buscándola. Tienes que cuidar de ti misma.
Mi mirada se posó en la foto donde salíamos Cande y yo. Había pensado que lucíamos bastante felices en esta foto, como verdaderas mejores amigas, pero cuanto más la estudiaba, más veía el borde afilado de nuestras sonrisas, la frialdad en nuestras casi idénticas características.
Todo el mundo quería que me olvidaba de ella, que siguiera adelante. Como si esta chica no estuviera desaparecida. Como si nunca hubiese existido en primer lugar, y mientras pasaba mi pulgar sobre el costado de la imagen, me di cuenta que no podía hacerlo. Al igual que no podía ser la persona que era antes. Esa Mariana seguía perdida, junto donde sea que Cande se encontrase, y tal vez hubiera sido capaz de dejar a Cande, pero yo no.
Cuantos caps tiene esta novela??
ResponderEliminarComo 30 incluyendo el epílogo:)
Eliminarmaratón! Quiero LALITER!!
ResponderEliminarFalta mucho para Laliter dslkf:(
Eliminarufa yo quiero =[ Jaja
Eliminar