miércoles, 13 de mayo de 2020

Beautiful Oblivion: Capítulo 12


—No puedo creer que lo dejaras convencerte de quedarte con el perro —dije, sacudiendo la cabeza.

Peter se tendió en mi sofá, cubriéndose los ojos con el brazo.

—Es sólo por un par de días más. Thiago va a hacerle una fiesta sorpresa a Mar el domingo y se lo va a dar entonces. El cachorro es un poco lindo, en realidad. Voy a echarlo de menos.

—¿Le pusiste nombre?

—No —dijo Peter, haciendo una mueca—. Está bien, lo nombré. Pero Mar va a nombrarlo, así que no es permanente. Se lo expliqué.

Me reí entre dientes.

—¿Vas a decírmelo?

—No, porque no es su nombre.

—Dime de todos modos.

Peter sonrió, su brazo todavía cubría sus ojos.

—Crook.

—¿Crook?

—Él roba los calcetines de mi padre y los oculta. Es un poco criminal.

—Me gusta —dije—. El cumpleaños de Cande también se acerca. Tengo que conseguir algo. Es tan difícil de satisfacer.

—Cómprale una de esas pegatinas de GPS para sus llaves.

—Eso no es una mala idea. ¿Cuándo es tu cumpleaños?

Peter sonrió.

—El cuatro de julio.

—Mentira.

—No te miento.

—¿Tu nombre verdadero es Yankee Doodle?

—Nunca he escuchado eso —dijo socarronamente.

—¿No vas a preguntarme cuando es el mío?

—Ya lo sé.

—No, no lo sabes.

Ni dudó.

—El seis de mayo.

Mis cejas se alzaron.

—Lo he sabido desde, como, cuarto grado.

—¿Cómo te acuerdas de eso?

—Tus abuelos te enviaban globos cada año en el mismo día, hasta que te graduaste.

Mis ojos vagaron mientras mi mente lo hizo.

—Un globo por cada año. Mi último año tuve que meter dieciocho globos en Pitufo. Los echo de menos —salí de mi ensoñación—. Espera un minuto... Me estás tomando el pelo. ¿El cumpleaños de Thiago no es el día de los Inocentes?

—El primero de abril, sí.

—¿Y el tuyo es el día de la Independencia?

—Sí y el de Pablo es el día de San Patricio y los gemelos nacieron el primero de enero.

—¡Eres un mentiroso! ¡Taylor y Tyler los cumplen en marzo! El año pasado vinieron para celebrar en el Red.

—No, el cumpleaños de Pablo en en marzo. Ellos vinieron a ayudarle a celebrar y simplemente dijeron que era su cumpleaños para conseguir chupitos gratis —lo miré.

Se rió entre dientes.

—¡Lo juro!

—No se puede confiar en los chicos Lanzani.

—Me ofendes.

Miré mi reloj.

—Es casi la hora de trabajo. Será mejor que nos pongamos en marcha.

Peter se tensó y después apoyó los codos en las rodillas.

—No puedo seguir viniendo a verte al Red cada noche y después trabajar todo el día. Es agotador.

—Nadie te dijo que tenías que hacerlo.

—Nadie hace este horario si no tiene por qué hacerlo. Sólo si quieren de verdad. Y yo quiero.

No pude detener la sonrisa que tocó mis labios.

—Debes tratar de trabajar toda la noche en el Red y después trabajar todo el día.

—Deja de ser fastidiosa, bebé grande —bromeó.

Mantuve mis puños juntos.

—Para ti, es muñeca.

Alguien llamó a la puerta. Fruncí el ceño, miré a Peter y luego me acerqué a la puerta de entrada y miré por la mirilla. Era un hombre de mi edad, con los ojos grandes, el pelo perfectamente peinado y un rostro tan perfecto que parecía que hubiese venido directamente de un catálogo de Banana Republic. Llevaba una Oxford con botones de color verde menta, vaqueros y mocasines. Lo reconocí, pero no estaba segura de dónde, así que dejé la cadena de la puerta cuando la abrí.

—Hola —dijo, riendo nerviosamente.

—¿Puedo ayudarte?

Se inclinó y tocó su pecho con la mano.

—Soy Parker. Mi amiga, Amber Jennings vive al lado. Te vi llegar a casa anoche mientras me dirigía a casa y pensé que tal vez te gustaría...

La cadena tintineó cuando cayó y Peter abrió la puerta del todo.

—Oh —dijo Parker—. Quizá no.

—Sí, quizá no —dijo Peter—. Largo de aquí, Parker.

—Tengan un buen día.

Peter asintió una vez y cerré la puerta.

—Sabía que me resultaba familiar. La gente se ve diferente fuera del Red.

Peter se burló.

—He odiado a esa mierda desde la escuela secundaria.

—Apenas lo conocía en la escuela secundaria.

—Era un mocoso del club de campo. Sus padres son dueños de ese restaurante italiano del centro.

—¿Y?

—Por lo tanto, no quiero que husmeé por aquí —dijo—. Los tipos como él piensan que las reglas no se aplican a ellos.

—¿Qué reglas?

—Reglas de respeto.

—¿De eso se trata? —dije, haciendo un gesto hacia la puerta.

—¿De qué hablas?

—De esa escena enteramente innecesaria que acabas de hacer.

Peter cambió su peso, agitado.

—¡Él estaba a punto de pedirte salir!

—¿Y?

Peter frunció el ceño.

—¡Es alguien sin principios!

—¿Y?

—¡Y no lo quiero!

—Soy perfectamente capaz de espantar a alguien. Sólo querías intimidarlo para que no volviera.

—Esta mañana te vio entrar a tu apartamento. Lo encuentro un poco acosador. Joder, discúlpame por querer que él piense que tienes cerca a un chico.

Me crucé de brazos.

—Oh, ¿eso es lo que hacías?

—Sí. Lo era.

—¿No tenía nada que ver con querer eliminar la competencia?

Arrugó la nariz, ofendido.

—Suponiendo que alguna vez haya competencia. Que no la hay. Definitivamente no sería Parker jodido Hayes.

Entrecerré los ojos.

—Tienes razón, porque sólo somos amigos.

—Cristo, Lali, lo sé. No tienes que restregármelo en la cara constantemente.

Mis ojos se abrieron.

—Vaya. ¿Restregarlo en la cara? Bien.

Peter rió, frustrado.

—¿Cómo puedes no saberlo? ¡Todos los demás en todo el puto mundo lo saben menos tú!

—Lo sé. Estoy tratando de mantener las cosas simples.

Peter dio un paso hacia mí. 

—Esto no es simple. Ni siquiera cerca.

—Es simple. Blanco y negro. Todo es claro.

Peter me agarró por los hombros y plantó un beso en mi boca. La sorpresa hizo que mis labios fueran duros e implacables, pero luego se derritieron contra él, junto con el resto de mi cuerpo. Me relajé, pero mi respiración de aceleró y mi corazón latía tan fuerte que estaba segura de que Peter podía oírlo. Su lengua se deslizó entre mis labios y sus manos se deslizaron por mis brazos a mis caderas, clavando los dedos en mi piel. Jaló mis caderas hacia las suyas mientras me besaba y luego me chupó el labio inferior cuando se apartó.

—Ahora sí es complicado —agarró sus llaves y cerró la puerta detrás de él.

Tomé el pomo de la puerta y me apoyé en mi mano, tratando de no caerme. Nunca en mi vida me habían besado así y algo me decía que no era lo mejor que Peter Lanzani podía hacer. La forma en que su lengua se movió contra la mía habría causado el vértigo que sentía incluso si hubiera esperado que me besara. La forma en que los músculos de sus antebrazos se movieron cuando sus manos me atrajeron fue como si no pudiera acercarse lo suficiente, pero fueron controladas, de la forma en la que sólo podrían serlo dos manos experimentadas. Mi pulso se hallaba acelerado, palpitando a través de todo mi cuerpo cada vez que mi corazón se estrellaba contra mi pecho. Me quedé sin palabras, sin aliento y sin defensas.

Estar sola en mi apartamento se sintió extraño, cuando treinta segundos antes había experimentado el mejor beso de mi vida. Mis muslos se tensaron con sólo pensar en ello.
Todavía respirando con dificultad, miré el reloj de la cocina. Peter se había acercado temprano para pasar el rato antes de trabajar y ahora se dirigía hacia Skin Deep. Debería haber estado en el Pitufo, también dirigiéndome allí, pero no estaba segura de si podría.

No sólo sería incómodo, sino que acababa de engañar a P.J. ¿Por qué un hombre, especialmente Peter, querría a una infiel? Todo este tiempo que habíamos pasado juntos y entonces el hecho de que no le di un puñetazo en la nariz al segundo en el que tuvo su boca sobre la mía, me hizo sentir culpable. Él tenía razón. Acababa de complicar tanto esto que ya no podríamos pretender que sólo éramos amigos. No después de ese beso, no después de su toque y definitivamente, no después de la forma en la que me hizo sentir.

Saqué mi móvil de mi bolsillo trasero y le di a marcación rápida.

—Skin Deep —respondió Hazel.

—Hola, soy Lali. Hoy no voy a poder ir.

—¿Estás enferma?

—No, es complicado. Muy, muy complicado.

—Lo entiendo. No hay problema, pero eso es una mierda para mí. Los domingos son aburridos y ahora va a ser peor de lo normal.

—Lo siento, Hazel.

—No hay problema. Le diré a Cal.

—Gracias —dije—. Esperemos que no me eche por llamar con tan poco tiempo de comenzar el trabajo.

Hazel sopló aire a través de sus labios.

—A decir verdad, no estamos lo suficientemente ocupados los domingos como para tener una recepcionista. Él no va a decir nada.

—Bueno. Hasta luego —dije.

Me puse los zapatos, cogí mi bolso y conduje el Pitufo hacia el Red. El Negro Jaguar XKR de Hank se encontraba aparcado solo en el estacionamiento. Aparqué junto a él, permitiendo un montón de espacio entre los vehículos. Apreté mi abrigo firmemente a mí alrededor mientras caminaba por el estacionamiento.

Queen comprobaba los altavoces cuando entré y Hank estaba tendido sobre la barra del bar, mirando hacia el techo.

—¿Qué haces, loco? —pregunté.

—Relajarme antes de que llegue Jorie. Voy a pedirle que se mude conmigo.

Mis cejas se alzaron.

—¿En serio? Felicitaciones, Hank, eso es impresionante.

Se sentó y suspiró.

—Sólo si dice que sí.

—¿Qué va a decir tu ex al respecto?

—Hablé con Vickie el viernes. Le parece bien. Jorie se lleva muy bien con los chicos.

—Vaya —dije, tomando una respiración profunda. Me senté en el taburete a su lado—. Eso es importante.

—¿Y si dice que no? —dijo. Había una preocupación en su voz que nunca oí.

—Entonces, lo solucionarías.

—¿Y si dice que no y luego me deja?

Asentí lentamente.

—Eso sería malo.

Saltó fuera de la barra.

—Necesito un trago.

—Yo también.

Hank vertió whisky en dos vasos y luego deslizó uno hacia mí. Tomé un trago y fruncí el ceño.

—Wow. ¿Qué es esto?

—Magia —dijo, tomando un trago—. La amo, Lali. No sé que haré si dice que no.

—Ella también te quiere —dije—. Céntrate en eso.

Las cejas de Hank se alzaron.

—¿Por qué estás tomando?

—Engañé a P.J.

—¿Cuándo?

—Hace media hora.

Los ojos de Hank se abrieron por un momento.

—¿Con quién?

Hice una pausa, reacia a decirlo en voz alta.

—Peter.

Sus ojos se agrandaron de nuevo y murmuró algo en italiano.

—Sí, lo que dijiste —tomé otro trago, terminándome el vaso. Mi móvil sonó y le di la vuelta. Era Peter—. ¿Hola?

—Hazel dijo que no vienes. ¿Estás bien?

—Uh...

—¿Estás enferma?

—No.

—¿Entonces por qué no vienes a trabajar?

—Tengo un caso de incomodidad como la mierda.

—¿Porque te besé? —preguntó, indignado. Podía oír a Hazel en el fondo.

—¿La besaste? —gritó Hazel—. ¡Estúpido hijo de...!

—¡Tú lo complicaste! ¡No puedes reclamar ahora! —dije.

—¿Qué carajo te importa si te besé?

—¡Debido a que tengo un novio! —grité en el teléfono.

—¿Siquiera lo notará? ¡No has hablado con él en una semana!

—¡Eso no es asunto tuyo!

—¡Sí, lo es! ¡Tú eres mi asunto!

—¡Vete a la mierda!

—¡Vete tú a la mierda! —gritó. Los dos nos quedamos en silencio por un rato y luego Peter por fin habló—. Al salir del trabajo voy para allá.

—No —dije, frotándome la sien—. Lo arruinaste todo, Pitt. Ahora es... es demasiado raro.

—Eso es estúpido. Todo es lo mismo —dijo—. La única diferencia es que ahora sabes que soy un maldito buen besador —no pude evitar sonreír—. No atacaré tu rostro por sorpresa. Sólo quiero verte —dijo.

La verdad era que me había acostumbrado a tenerlo cerca, pero si seguíamos pasando tanto tiempo juntos, tenía que terminar las cosas con P.J. pero no estaba segura de si quería hacerlo.

—No —dije y colgué.

Mi teléfono sonó de nuevo.

—¿Hola?

—¿Acabas de colgarme? —preguntó Peter, molesto.

—Sí.

—¿Por qué?

—Porque ya había terminado de hablar.

—¿No puedes despedirte?

—Adiós...

—¡Espera!

—Es por eso que colgué. Sabía que no me dejarías despedirme.

—¿De verdad vas a sacarme de tu vida por un maldito beso?

—¿Eso es todo? —pregunté. Peter quedó en silencio—. Eso es lo que pensé —le di de nuevo a finalizar llamada.

No llamó más.

Hank se puso de pie frente a mí y ambos nos bebimos nuestros problemas. Terminamos una botella y abrió otra. Estábamos riendo y siendo estúpidos para el momento en que Jorie entró por la puerta. Hank trató de fingir que estaba sobrio, pero fracasó miserablemente.

—Hola, mi amor —dijo.

—Hola —dijo Jorie, sonriendo. Lo abrazó y él la envolvió con sus brazos. Nos estudio, pero no le tomó mucho tiempo para llegar a una conclusión—. Han estado aquí por un largo rato. Se metieron en la reserva, ¿eh?

Hank sonrió mientras se balanceaba de atrás hacia delante.

—Nena, yo quería...

—Hank —dije, sacudiendo la cabeza con rapidez antes de que Jorie pudiera verme. 

Jorie se giró y me sonrió.

—¿Cuánto bebieron? —preguntó.

—Una botella y media —dijo Hank, riéndose de su propia broma.

Jorie tomó el resto de la botella y la colocó de nuevo en el armario inferior, cerrándola y poniendo la llave en su bolsillo. Llevaba pantalones cortos negros que parecían los mini pantalones de un esmoquin y una bonita blusa color champán transparente que revelaba su sujetador de encaje negro. Sus tacones negros eran altísimos, pero todavía no era tan alta como Hank.

—Voy a ponerme a hacer un poco de café. No queremos que los empleados piensen que es una buena idea llegar borrachos a la reunión de empleados del domingo.

Hank le besó la mejilla.

—Siempre pensando. ¿Qué haría yo sin ti?

—Beber el resto de la botella —bromeó. Recogió la olla vacía y la llenó de agua—. Oh, maldición. Me olvidé de que no tenemos los filtros.

—No, llegaron esta mañana —dijo Hank, arrastrando las palabras—. Todavía están en el cuarto de atrás.

—Voy a por ellos —dijo.

—Iré contigo —dijo Hank, ahuecando su trasero mientras caminaban juntos.

Golpeé la pantalla de mi móvil, contemplando la llamada telefónica que estaba a punto de hacer. Antes de marcar los números, abrí la pantalla de mensajes en su lugar. Era algo tan cobarde, pero lo hice de todos modos.

¿Tienes un minuto?

No puedo hablar mucho. Te extraño como un loco. ¿Qué pasa?

Tenemos que hablar.

Temía que dijeras eso.

Llámame tan pronto como sea posible.

Ya lo había planeado.

Siempre fue tan dulce. ¿De verdad iba a cortar con él porque había estado ocupado? Me advirtió de esto y yo había estado de acuerdo con intentarlo. Le prometí que no sería un problema. Por otra parte, apenas habíamos hablado, sin esperanzas de que mejorara la situación. Y luego estaba el pequeño asunto de Peter. No importaba si rompía las cosas con P.J. Pasar de P.J. a Peter todavía se sentiría mal, aunque esperara seis meses. Incluso si esperaba seis años. Había estado corriendo por ahí con Peter a espaldas de P.J.

Cualquier cosa que saliera de ello estaba contaminada.
Vico no estaba ni siquiera cerca de tener razón acerca de mí. No hacía lo mismo que Cande. Era mucho peor. Era mucho peor. Por lo menos ella tuvo la decencia de romper con Vico antes de que comenzara a ver a Agustín otra vez. No estuvo en una relación con dos hombres al mismo tiempo. Fue honesta con los dos y yo había intentado darle lecciones a ella.

Me tapé los ojos con la mano, tan avergonzada que non podía ni siquiera hacer frente a una sala vacía. Incluso si pasar tiempo con Peter era divertido o reconfortante en el momento, sabía lo que significaba para Peter y cómo me sentiría si P.J. estuviera haciendo lo mismo. Verme con los dos —ya sea si involucraba relaciones sexuales o no— era deshonesto. Tanto P.J. como Peter merecían algo mucho mejor.

Lo besé.

Golpeé enviar y al instante mis manos comenzaron a temblar. Pasaron varios minutos antes de que P.J. enviara una respuesta.

¿A quién?

A Peter.

¿Lo besaste o te besó?

¿Importa?

Sí.

Él me besó.

Lo imaginaba.

¿Y ahora qué?

Dímelo tú.

He estado pasando mucho tiempo con él.

¿Qué significa eso?

No sé. Es lo que es.

¿Todavía quieres estar conmigo?

La pregunta es, ¿todavía quieres estar tú conmigo?

Una vez más, tuve que esperar varios minutos para que respondiera. Cuando mi celular sonó, tuve que forzarme a mirar las palabras en la pantalla. Incluso si me lo merecía, no quería que él me tirara como una basura.

Te voy a reservar un vuelo a California.

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