No mirar hacia atrás: Capítulo Final
Capítulo 30:
El corazón me retumbaba en el pecho, bombeando sangre por mis venas tan rápido que mi estómago se retorcía y las paredes de mi habitación parecían girar locamente. Recordé todo.
Fui allí porque Cande lo quiso. Quería que yo viera, y vi. Comprendí. Porque su madre quería que se mantuviera alejada de mí. Porque Cande fue detrás de Pablo y me presionó constantemente, constantemente tomó lo mío, por qué nuestra amistad era amargada, vengativa, un pequeño monstruo triste en el fondo, debajo de las capas.
Por encima de todo, mientras luchaba por ponerme de pie, el dolor me atravesó, oprimiendo mi garganta, apretando mi corazón hasta que se astilló en un millón de piezas desordenadas.
Apenas podía respirar y pensar por todo el dolor.
Cande...pobre Cande...
Sabía quién la mató.
Tropezando hacia mi escritorio, con fragmentos de vidrio crujiendo bajo mis sandalias, agarré mi celular y pulsé hacia abajo, sobre mis contactos. El teléfono sonó. Una vez. Dos veces. Cinco veces. Las lágrimas nublaron mi visión. No iba a contestar. Por supuesto que no. Lo acusé de cosas terribles, y ahora que recordaba la bestia miserable que había sido con él, no debía llamarlo, pero tenía que decírselo a alguien. Tenía que sacar las palabras de mi boca para que se hicieran realidad. Cambiarían todo.
El correo de voz de Peter se descolgó.
Apreté mis ojos cerrados.
- Soy yo. Me acuerdo de todo. Yo sé...sé quién mató a Cande. No sé qué hacer. Por favor...
La puerta de mi dormitorio gimió cuando fue abierta, y levanté la mirada. Mi corazón saltó a mi garganta mientras mis dedos se clavaban en el teléfono. La figura llenó mi puerta, la misma figura que vi en todos esos recuerdos, mirándome hacia abajo mientras yacía en el acantilado, tocándome y comprobando mi pulso. El hombre sombra que me atormentaba era real. Tal vez no estuvo en el asiento trasero del coche, pero sabía sin ninguna duda que estuvo en el bosque, observándome, agarrando mi bolso y llevándose la nota del coche después del ataque. ¿Me dio por muerta dos veces?
Me dolía el corazón por la traición.
- ¿Papá? - dije con voz ronca, mareada.
- Cuelga el teléfono, Mariana.
Colgar el teléfono sería malo. Quedarme allí de pie era una estupidez, pero me encontraba conmocionada. Negué con la cabeza mientras mi papá caminaba hacia mí, lanzando una breve mirada al espejo roto y a la caja de música. Arrancó el teléfono de mis manos y desconectó la llamada.
- ¿A quién llamaste, Mariana? - preguntó, colocando el teléfono en su bolsillo trasero.
Retrocedí.
- A nadie.
Hizo una mueca.
- No me mientas. Sé que hablabas por teléfono con alguien. ¿Quién era?
No existía manera de que le dijera. Apreté mi boca cerrada, rezando para que Peter decidiera escuchar mi mensaje y llamara a la policía. Era una posibilidad muy remota, teniendo en cuenta que probablemente borraría mi mensaje sin escucharlo, e incluso si lo oía, regresaría la llamada y papá tenía mi teléfono.
- Era Peter, ¿no es así? ¿Por qué, princesa? ¿Por qué tuviste que involucrarlo? - Se frotó la frente, sonando decepcionado, como si hubiera llegado muy tarde y roto el toque de queda - Esto...vamos a tener que trabajar a través de esto. Puedo lidiar con él.
El miedo disparó a través de mí.
- ¿Lidiar con él?
Papá me lanzó una mirada sombría, y retrocedí.
- No salí de las alcantarillas y me convertí en lo que soy hoy en día para perderlo todo. Sacrificios...hay que hacerlos a lo largo del camino.
Loco, el sonaba como un loco.
- ¿Sacrificios? ¿Cande fue un sacrificio? ¿Lo fui yo?
- Mariana...
- ¿Por qué la mataste? Era...
- ¿Matarla? - Negó con la cabeza - No entiendes.
- Lo recuerdo - El dolor y el pánico en mi propia voz me impactaron - Te vi. La empujaste y...
- ¡Y se resbaló y cayó! ¡Se golpeó la cabeza con las malditas rocas! Fue un accidente, Mariana. Nunca quise que saliera herida. ¡No me escuchó! - Dio un paso hacia atrás, tirando de los extremos de su cabello - Desde el día que la trajiste a casa desde la escuela, sabía que sería un problema. E hice todo para mantenerlas separadas.
Ahora recordaba algunos momentos en los que mencionó que no le gustaba mi amistad con ella. Cuán cerrado fue con mi nueva amiga. No permitiendo que se quedara a dormir, discutiendo con mamá, mi pobre e ingenua madre, cuando hacía lo que quería y dejaba quedarse a Cande. Lo distante que fue con Cande durante los últimos años, evitándola cada vez que se encontraba en la casa o cualquier conversación sobre ella.
Iba a vomitar.
- Siéntate.
Mi cuerpo se quedó inmóvil, y mis ojos se movieron alrededor de la habitación frenéticamente.
- Siéntate, Mariana - Su voz no daba lugar a discusión, entonces me senté en el borde de mi cama, temblando - Tienes que escucharme. Lo que pasó con Candela fue un accidente. Tienes que creerme, princesa. Nunca quise hacerle daño a nadie.
Las lágrimas se derramaron sobre mis mejillas. Mis pensamientos de unían vertiginosamente, y el terror iba y venía a través de mi cuerpo. Tenía que encontrar una manera de salir de esto, y a pesar de que era mi papá, Cande merecía justicia. Dios, merecía mucho más de lo que su vida fue.
Se acercó, pero se detuvo cuando retrocedí.
- En especial nunca quise lastimarte. Ni siquiera sabía que te encontrabas allí hasta que fue demasiado tarde.
Levanté la mirada, observando el rostro de un auténtico extraño. Un hombre al que nunca conocí, que era capaz de dejar morir a una hija, después asesinar a la otra.
- Era mi hermana.
- Tu media hermana - corrigió vehementemente - Una noche, Mariana, una noche con su madre no la hace tu hermana.
- ¡Pero era tu hija!
Se puso en cuclillas delante de mí, tomando una respiración profunda.
- Tú eres mi hija. Candela...Candela fue un error.
Negué con la cabeza, apartándome rápidamente de él.
Una terrible y oscura mirada brilló en sus ojos.
- Cate y yo acordamos mantener nuestra relación en secreto. Comprendió lo mucho que podría perder si tu madre alguna vez se enteraba. ¡Se divorciaría, y yo perdería todo, Mariana, mi matrimonio, mi trabajo, todo por lo que he trabajado!
Una tras otra, las piezas del rompecabezas empezaban a encajar. El acuerdo prenupcial sin duda tenía una cláusula que implicaba al engaño, dejando al que tuviera una aventura sin nada. Y papá no tenía nada sin mamá y su dinero.
- No sé cómo lo descubrió - continuó, parándose lentamente. Mis pensamientos viajaron a la caja de música y su ranura oculta - Pero lo hizo. Quería que reconociera que era su padre, pero ya lo sabes. Te encontrabas en el acantilado esa noche. Oíste todo.
Cande le rogó por su amor, que fuera su padre y le diera todo lo que me dio, mientras yo me escondía detrás de un árbol, obsesionada con el drama desarrollándose. Pensándolo bien, no tuve miedo. Me hallaba tan condenadamente enfadada porque mi papá engañara a mamá, al igual que Pablo lo hizo conmigo, y que Cande, una vez más fuera el centro de todo. Una parte de mí incluso se sintió aliviada cuando mi padre se negó, suplicándole que entendiera que no haría público el hecho de que era su padre.
Ella no retrocedió, y tal vez lo que pasó fue un accidente. Las rocas eran resbaladizas, y se encontraba oscuro. De cualquier manera, vi a papá empujarla, y ella se deslizó. Por la rocas corría el color rojo de su sangre, igual que en el primer recuerdo que tuve. Y el horror que sentí entonces, viendo a mi padre arrodillarse sobre su cuerpo inerte, se precipitó a través de mí nuevamente.
- Estaba muerta - dijo papá, viendo mi expresión - Lo comprobé. Su cráneo...Estaba muerta, y entré en pánico.
Me quedé congelada en mi lugar, conmocionada. No di a conocer mi presencia hasta que levantó a Cande...La ira aplacó un poco el miedo.
- ¡La tiraste por el acantilado como si fuera basura y luego cubriste tus huellas!
Se estremeció.
- No podía hacer nada. Simplemente sería mejor si todo el mundo pensaba que fue un accidente. ¡Lo era! - Sus pies crujían sobre el vidrio mientras se movía hacia un lado, bloqueando la puerta - Y entonces viniste corriendo desde detrás de esos malditos árboles. No sabía que te encontrabas allí, no esperaba que Candela planeara que escucharas todo - Su voz se quebró - Y te deslizaste sobre las rocas húmedas y sobre su...
- Su sangre - susurré, recordando cómo grite su nombre y luego el terror cuando mis pies se movieron por debajo de mí, volteándome hacia el cielo, hasta que el suelo me golpeó.
- Caíste por el borde - Su voz era ronca.
- Y me dejaste ahí para que muriera - El dolor se sentía tan profundo que pensé que me ahogaría en él.
- ¡No! No - Se adelantó rápidamente, agarrando mis hombros y dándome una pequeña sacudida - Trepé por el acantilado y lo comprobé. Te lo juro, no pensé que respiraras. Te comprobé el pulso. No podía sentirlo, y no parecía que respiraras, y había tanta sangre. Bebé, pensé que habías muerto.
Me estremecí. La noche en que descubrí que escribía las notas, la pesadilla que me despertó fue un recuerdo de papá.
- ¡Podrías haber llamado a la policía! ¡Podrías haber hecho algo!
- ¡Entré en pánico! - rugió, con sus dedos clavándose en mis hombros - Pensé que habías muerto, también. ¡Y simplemente entré en pánico!
Traté de quitar su mano. Su toque estremeció mi piel. Era mi padre, mi carne y sangre, pero me dejó por que se encontraba en un estado de pánico.
- ¿No hubo ni un sólo momento en el que consideraste llamar a la policía? ¿Ni una sola vez, mientras me encontraba desaparecida?
Me miró directamente a los ojos.
- Tomé tu teléfono y no pude...
- Tú... - La realidad me golpeó entonces, y grité. No era que no pudiera llamar a la policía después de que el pánico disminuyera. Simplemente no lo hizo. Las cosas ya habían sucedido, y el riesgo era demasiado grande. La verdad acerca de su aventura se expondría, y perdería todo, y sería acusado por la muerte accidental de Cande.
El dinero era más importante para él. Una relación con su propia hija no era suficiente, y tampoco lo era mi vida.
- Voy a vomitar - susurré.
Los dedos de papá aflojaron su agarre.
- Lo siento mucho.
Una pequeña parte de mí le creyó, porque podía oírlo en su voz.
- ¿Qué pensaste cuando me encontraron?
Bajando la mirada, no contestó.
Mi cuerpo temblaba mientras otro sollozo se abría camino a través de mí.
- ¿Qué habrías hecho si hubiera recordado entonces? - Jadeaba, tratando de sacarme sus manos de encima - ¿Qué vas a hacer?
- Tenía la esperanza de que no recordaras, pero entonces empezaste a hurgar, a escribir esas notas, tratando de averiguar lo que sucedió - Se veía decepcionado, como si de alguna manera le hubiera fallado - El día que fuiste al acantilado, te seguí.
El horror y la furia luchaban compitiendo dentro de mí. Mis manos formaron puños apretados.
- ¡Pensé que estaba loca! Y simplemente me dejaste creerlo.
- No podía decirte la verdad. Tienes que entenderlo - Papá negó con la cabeza - No me encontraba en el coche, bebé. Tuviste un ataque de pánico o algo así, pero encontré la nota y llamé al servicio de emergencias.
Como si eso lo hiciera mejor, lo redimiera de alguna manera. Mató accidentalmente a Cande y luego me dejó para morir...todo para poder mantener su patético estilo de vida.
Tomó mi mejilla, y la repulsión retorció mis entrañas.
- Eres mi niña, mi princesa.
Cande también era su niña, y eso no significó nada para él. Un movimiento parpadeó detrás de él. Por encima de su hombro, alcancé a ver como la puerta era abierta lentamente. Una larga y delgada sombra se extendió por el suelo. Mi respiración se entrecortó cuando una pierna revestida con un pantalón de mezclilla apareció, y luego unos dedos largos y bronceados se aferraron a la puerta.
Peter. Me concentré en mi padre, tragando saliva.
- ¿Por qué le diste la misma caja de música si no querías que lo supiera?
Atrapado con la guardia baja por la pregunta, parpadeó.
- Se la di a Cate hace mucho tiempo - Una débil sonrisa entreabrió sus labios - Mandé a hacer las cajas en Filadelfia. Son únicas. Fue una estupidez, algo sentimental - Empezó a reír, el sonido roto y áspero - ¿Cómo iba a saber que ustedes iban a ser amigas un día? Cate se fue de la ciudad. Nunca pensé que regresaría. Esas cajas...
Moviéndose silenciosamente detrás de nosotros, Peter se acomodó entre la puerta y la pared. Sus ojos se encontraban fijos en nosotros, y no tenía idea de lo que planeaba. Quería que corriera porque sabía que papá tenía armas. Podría tener una con él ahora.
Si Peter salía lastimado por esto...
- Lo siento mucho - La mano de papá se trasladó desde la mejillas hasta mi cuello - Nunca quise que nada de esto sucediera.
Otro estremecimiento me sacudió.
- Por favor, no...
Peter pisó un trozo de vidrio. El crujido sonó como un disparo de escopeta. Papá se dio la vuelta, y todo sucedió tan rápido. Salté de la cama mientras Peter se precipitaba hacia adelante, como si fuera a hacerle frente a mi padre, pero papá...se movió con tanta rapidez. Como un rayo, realmente. Tomó algo del suelo y se encontró con Peter.
Hubo un grito lleno de dolor, y Peter se tambaleó hacia atrás. La sangre brotaba de su hombro izquierdo cuando golpeó la pared. Un grito se elevó en mi garganta, extendiéndose. Papá arrancó el trozo de vidrio de Peter y alzó el brazo hacia atrás.
Ni siquiera pensé.
Corriendo hacia adelante, agarré la pesada base de la caja de música rota, y con otro grito que se elevó desde un lugar profundo dentro de mí, la traje hacia abajo en la parte posterior de la cabeza de papá.
La pieza de vidrio ensangrentada cayó de la mano de mi padre mientras sus piernas se doblaban debajo de él. Se plegó como una bolsa de papel.
Di un paso atrás, agarrando la caja de música.
- ¿Papá? - susurré.
No se movió.
¿Yo...lo maté? Me acerqué rodeando su cuerpo, llegando a Peter.
- ¿Estás bien?
Con el rostro pálido y desencajado, asintió mientras apretaba su mano contra la herida.
- No es profundo. Pensé...que iba a rescatarte - Soltó una carcajada seca y sorprendida - Mierda, La, mierda...
Dejé caer la caja en el suelo y puse mi mano sobre la suya. La sangre se filtraba a través de sus dedos, haciendo que mi estómago se revolviera.
- Lo siento tanto, tanto.
- Detente - Agarró mi otra mano mientras se apartaba de la pared, tirando de mí hacia la puerta - Nada de esto es tu culpa. Tenemos que llamar a la policía, pero...vamos a salir de aquí primero.
Juntos, salimos de la habitación y bajamos a la sala. Mis ojos fijos en él durante todo el camino. La herida no parecía demasiado mala, pero la sangre recorriendo su camino por su camiseta gris. Papá apuntó a su garganta, pero los reflejos de Peter lo salvaron. Y lo más probable es que me haya salvado apareciendo. Pasaría gustosamente el resto de mi vida agradeciéndole.
En algún momento mi cerebro se apagó, y el instinto se hizo cargo. Salir. Llamar a la policía. Obtener ayuda para Peter. Era todo en lo que me podía enfocar. Se inclinó hacia mí, sacando un teléfono de su bolsillo.
Llegamos a la puerta de abajo, mi corazón latiendo con fuerza mientras mis dedos rodeaban el frío picaporte.
- ¡Alto!
Nos giramos. Papá bajaba las escaleras, con pistola en mano, apuntando directamente hacia nosotros. Peter me empujó contra la puerta, protegiendo mi cuerpo con el suyo.
- ¡No! - grité, luchando por sacar a Peter del camino - ¡Papá, no lo hagas!
Vino por el vestíbulo, con su brazo temblando.
- ¡No se suponía que nada de esto sucediera! Tienes que creerme, princesa. Nunca tuve la intención de que Candela muriera. Por ti...
Un arma se disparó, y grité, envolviendo mis brazos alrededor de la cintura de Peter. Esperaba que se desplomara, que cayera, y el terror por perderlo se sentía tan real que podía saborearlo en mi lengua.
Pero nunca cayó. Sólo se giró un poco, tratando de forzarme a alejarme, y no entendía por qué. La confusión me recorrió cuando me las arreglé para apartarme.
Papá se hallaba en el suelo, boca abajo. Un punto rojo en el centro de su espalda se extendía rápidamente. Levanté la cabeza, y vi a mi madre de pie detrás de él, sosteniendo uno de sus rifles de caza.
Me senté en los escalones del porche por un largo tiempo, entumecida después de responder a tantas preguntas. Supe que mamá llegó a casa después de la reunión y tomó la pistola cuando me oyó gritar arriba. No sé lo que pasaba por su cabeza cuando vio a papá apuntándonos con el arma a Peter y a mí, sólo sé que reaccionó. Me protegió de inmediato. Sin hacer preguntas. Sin dudarlo.
La gente iba y venía, tratando de hablar conmigo, comprobándome. Las luces se mantenían parpadeando. Azul. Rojo. Azul. Demasiadas veces agolpándose. Había movimiento en todas partes, incluso después de que llevaran apresuradamente a papá al hospital.
Continuaba vivo, pero ahora, no sabía. Tirando de las rodillas hasta mi pecho, traté de hacerme lo más pequeña posible. La policía aún mantenía a mamá separada de mí. Peter desapareció en un enjambre de técnicos de emergencias médicas y policías. ¿Lo llevaron al hospital? ¿Se encontraba bien?
Fuera de la masa de gente pululando alrededor, una figura familiar se dirigió hacia mí, y lo miré, sorprendida de que todavía estuviera aquí. Aparte del hombro vendado, se veía bien.
- Sólo un rasguño - dijo, dejándose caer a mi lado. Envolvió su brazo alrededor mío - Tengo que ir al hospital, pero necesitaba verte primero. Tomó un poco convencer...
Me incliné y lo besé profrundamente.
- Gracias.
Me besó en la sien suavemente, susurrando algo en mi oído que no pude oír. Las voces incrementaron repentinamente, y Nico apareció en el caos, con el rostro pálido por la sorpresa mientras se dirigía hacia nosotros antes de ser detenido por la policía y llevado a donde se encontraban interrogando a nuestra madre.
Un temblor recorrió mi cuerpo, y me retorcí sobre Peter, escondiendo mi cara en su pecho. ¿Qué se suponía que debía decirle a Nico? ¿Cómo superaríamos esto? Lo que papá hizo, lo que planeaba hacer con Peter y conmigo, era como un sabor amargo formándose en mi lengua.
No me encontraba segura de realmente querer saber si papá logró salir de la cirugía con vida.
La mano de Peter corría a lo largo de mi columna vertebral, relajadamente a pesar del temblor que recorría su brazo. Las lágrimas no se detuvieron, pero bajo la pena, había un poco de alivio. Finalmente se sabía la verdad, y tal vez esto traería un poco de paz a la familia de Cande.
Tal vez me traería la misma paz algún día.
Apartó el pelo de mi cara.
- Está bien. Todo está bien.
Y lo estaría. Con el tiempo.
Holaaa. Estuve unos días desaparecida, lo siento por eso; sé que dejé con la intriga y eso es horrible (me ha pasado) Pero aquí les traigo el capítulo final, no tan final porque todavía queda el epílogo. Ya tengo preparada la próxima novela pero tendrán que esperar unos días. Cuídense bellas :*
XOXO, S
Joder. Nunca pensé que podría ser el padre:O
ResponderEliminarMe gustó mucho esta novela, espero con ansias el epílogo:D
AAAAH NO PUEDO CREER QUE YA HAYAMOS LLEGADO AL FINAL :'( ME GUSTO MUCHO LA NOVELA, SABIA QUE EL ASESINO SERIA EL MENOS PENSADO:)
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