No mirar hacia atrás: Capítulo 11
Capítulo 11:
El resto de la semana fue en cierto modo normal. Regresé a la escuela, y traté de encajar otra vez en esa vida que era tan desconocida para mí. Aprendí la jerarquía de mi colegio y cómo funcionaba todo bastante rápido. Al parecer, había tres grupos: aquellos que estaban en la cima, los que se las arreglaban para volverse amigos de los que estaban en la cima, y luego todos aquellos que no lo hacían. Mis amigos eran claramente del primer grupo. Cada una de nuestras familias tenía fuertes raíces en Gettysburg o en las ciudades aledañas. Todas las extensas fincas que pasábamos desde nuestra casa a la escuela eran propiedad de uno de ellos o de sus amplias familias.
Y nuestras familias regían el condado.
El padre de Rochi se encontraba involucrado en las inversiones, como el mío. El padre de Paula era dueño de la más grande compañía de bienes raíces en el estado. El padre de Mery era juez de la suprema corte del estado. El padre de Agus trabajaba en la ciudad de Nueva York, en la embajada británica. Y nosotros éramos como nuestros padres - regíamos la escuela.
Rápidamente me di cuenta que nuestras acciones eran raramente cuestionadas, principalmente debido a nuestros padres. Sangre vieja. Dinero viejo. Tenía el presentimiento de que no era así en otros lugares. Claro, siempre había un grupo que reinaba la escuela, pero todo era tan estratificado aquí. Pensé que tal vez tenía que ver con lo unida que era la comunidad. Bueno, la porción rica de ella. Ellos - eh, nosotros - éramos unidos. Todos los demás eran intrusos o lo que sea.
Sin embargo, algo no encajaba en la ecuación, y esa era Cande. No sé como lo sabía o si era una de las extrañas sensaciones que se hallaba ligada a mi vida anterior, pero tenía esta impresión de que Cande era una intrusa y en su momento, fui ferozmente protectora al respecto.
Nada de eso tenía sentido. Demonios, mi vida no tenía mucho sentido.
En el almuerzo, comí con las chicas. Me invitaron dos veces a ir a comprar un vestido con ella, pero me rehusé. Planear el baile de graduación parecía inapropiado con todo lo que pasaba. Y tanto como trataba de hacer las cosas normales, había un enorme abismo entre mis amigas y yo. No me unía cuando se burlaban de otras personas o se reían de sus bromas. Con cada día, sus miradas se volvían más prolongadas y más oscuras, sus comentarios más maliciosos. No pude evitar sentirme como si hubiera terminado en el lado equivocado, especialmente con ellos.
Salía con Pablo después de la práctica de Rugby. Una vez fui a su casa, la cual hacía que mi casa se viera como uno de los moteles de mala forma que se hallaban a lo largo de las carreteras. El dinero era claramente uno de los factores más importantes en la vida de su familia, igual que en la mía. Él era paciente conmigo y con toda la cosa de conocerte-otra-vez, pero podía decir que esperaba que me recuperara rápido, y me convirtiera en esta chica de la que se enamoró, y yo también. Sus expectativas - la de mis padres, la de mis amigos y las de Pablo - pesaban en mí, y al final del día siempre resurgía la sensación de como si me faltara...algo. La única parte del día que verdaderamente disfrutaba era el camino a la escuela en la mañana y la clase de biología.
Ambos involucraban a Peter.
No había tenido más alucinaciones o notas encontradas.
Y Cande seguía desaparecida.
Esperaba que reapareciera repentinamente, como yo, que desaparecía un poco más cada día. No había equivocación en la miradas que conseguía en clase o en el pasillo. Miradas sospechosas y acusadoras. Cuando mencioné algo sobre ello, esa mañana en el camino a la escuela, Nico y Peter me dijeron que estaba siendo paranoica.
No estaba tan segura de eso.
Las probabilidades eran que mi reputación era lo suficientemente escalofriante, que la gente creía que yo era capaz de hacerle algo cruel a Cande. No quería creer eso, pero había una pequeña parte de mí que se sentía asustada.
El detective Ramírez apareció el jueves después de la escuela. Debió haber contactado a papá primero, porque él se encontraba en casa y no se fue de mi lado mientras Ramírez me interrogaba. El detective hizo las mismas preguntas una y otra vez.
Desafortunadamente, mis respuestas no eran muy diferentes.
Después de una media hora de ir en círculos, Ramírez se dio por vencido y se fue, con las manos vacías, y decepcionado.
No tan decepcionado como yo.
Mamá se quedó callada a lo largo de todo el evento, bebiendo una taza de café que sospechaba no contenía café. Después que el detective se fue, se dirigió a la cocina. Papá la alcanzó, pero lo esquivó con la agilidad de un gato callejero. Hubo un destello de frustración en los ojos de mi padre, pero se había ido cuando su mirada encontró la mía.
- Está bien - Papá puso su mano sobre la mía y la apretó. Sus labios se retorcieron en una sonrisa - Sé que estás tratando de recordar y ayudar, princesa.
- ¿Princesa? - susurré - No me has llamado así desde... - Me fui apagando, con el ceño fruncido.
Papá se quedó inmóvil.
- ¿Desde cuándo?
Mi boca funcionaba, y juré que la respuesta estaba justo ahí, en el borde de mis pensamientos, pero cuando la quise agarrar, la información se evaporó como humo en el viento. Sacudí la cabeza.
- No lo sé.
No habló inmediatamente. Y entonces dijo:
- No te he llamado así desde que tenías once más o menos.
- ¿Por qué empezaste otra vez?
- Últimamente, me gusta tener a mi princesita de regreso. La forma en que eras antes... - Se reclinó, alejando su mano de la mía. Cruzó los brazos sobre su pecho, su mirada yendo hacia las grandes ventanas que daban al patio trasero - Ya no querías que te dijera de esa manera, y sé que me vas a preguntar por qué - Una sonrisa breve curvó sus labios, se veía cansado - La última vez que te llamé así fue el día que trajiste a Candela a casa por primera vez. Hiciste un punto al pedirme que ya no lo hiciera después de esa noche.
Mis cejas se fundieron mientras lo observaba exhalar una lenta respiración.
- ¿Por qué tendría ella algo que ver en que me llamaras de ese modo?
Su mirada cambió hacia mí.
- No lo sé. Sólo tú tienes la respuesta para eso.
***
- ¿Todavía está en pie lo de mañana? - preguntó Peter tan pronto como se sentó en biología.
Asentí.
- Mientras aún quieras ayudar.
Otra vez, tenía esa mirada en su rostro, como si estuviera confundido y cauteloso. La misma mirada que cruzaban sus llamativos rasgos durante cada conversación que tenía conmigo.
- Sí, quiero. Tengo práctica en la mañana.
- Está bien - Mantuve mí mirada justo por encima de sus ojos. Mirarlos directamente a ellos o a sus labios sólo era un retorno de confusas y frustantes emociones.
Corriendo su silla más cerca de la mía, se inclinó sobre mi hombro y se rió. Escalofríos bailaron por mi columna.
- ¿Qué estás dibujando? ¿A pie grande?
Mis dedos se inmovilizaron alrededor de mi lápiz, y fruncí el ceño hacia mi dibujo. Era un mal bosquejo de un chico.
- Creo que se supone que eran sombras rodeándolo, no cabello.
- Oh, como ya lo noto ahora.
- Honestamente no sé por qué estoy dibujando esto - Riéndome medio cohibida, bajé el lápiz y lo miré. Se encontraba tan pero tan intoxicantemente cerca - Bueno, he aprendido que no soy una artista.
- Voy a tener que estar de acuerdo contigo en eso - Reclinándose, estudió mi dibujo. Era realmente sólo el contorno de un chico, sombreado con mi lápiz. No me quedé en las líneas. Supongo que eso explicaba toda la cosa del pelo - Sin embargo, ta vez haya esperanza para ti.
Muy bien, decidí que me gustaba la manera que uno de los lados de su labio se curvaba. Torcido pero perfecto.
- Estuviste callado en el camino a la escuela hoy.
Peter se quitó un mechón rebelde de su frente.
- El gran examen de historia.
- ¿Los exámenes te molestan?
Se rió suavemente, estirando su largo y esbelto cuerpo a lo largo de la mesa blanca.
- Cualquier examen me molesta porque si repruebo uno, mata mi promedio escolar.
- Estarás bien. Eres así como genial, así que... - Puse una mano sobre mi boca, horrorizada e insegura de dónde venían esas palabras.
Peter se me quedó mirando, una sonrisa tirando de sus labios.
- Bueno, voy a tener que estar de acuerdo contigo otra vez.
Con las mejillas como si hubiera estado fuera en el sol por mucho tiempo, bajé la mano.
- No puedo creer lo que acabo de decir.
- Está bien - Se rió entre dientes - Puedo pretender que no te escuché.
- Eso sería genial.
Una mirada ladina y traviesa cruzó sus oscuros ojos azules.
- Pero no lo olvidaré.
La Sra Cleo entró en biología en ese momento, cargando una pila de papeles. Las pesadas pulseras alrededor de sus gruesos brazos tintineaban con cada paso. Me giré hacia la clase, luchando contra una estúpida sonrisa, y fijé los ojos en Paula. Ella arqueó una ceja y sin hablar pronunció:
- ¿Peter? - La manera en que su labio se curvó alrededor de su nombre era una obra de arte. Echando un vistazo hacia Peter, me sentí feliz de ver que no lo notó.
Después de clase, Paula me arrastró hacia el baño más cerca y se paró enfrente de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho de su vestido de manga larga. La esencia permanente de cigarros y desinfectante se apresuró sobre mí. El dibujo en las paredes parecía completamente inteligible.
- De acuerdo, Lali, ¿qué demonios pasa contigo y Española?
La ira me golpeó como un disparo.
- Tiene nombre. Y eso fue muy grosero, como, en un nivel asqueroso.
Sus gruesas pestañas se batieron.
- Lo siento - Levantó las manos - Dios, eres tan sensible ahora. Sí, Peter es caliente. Nadie se lo puede quitar, y está bien para pasar un buen rato, pero es el hijo del jardinero.
Mis manos se cerraron en puños.
- También es realmente inteligente, un muy buen jugador por lo que he escuchado, y es agradable.
La boca de Paula cayó abierta.
- Muy bien, ¿qué hay de Pablo? Ustedes tienen este épico romance que todos quieren - especialmente Mery - pero de cualquier manera, ya te has, como, ¿olvidado de él?
Oh...oh mierda. Me había olvidado de Pablo.
- Esto no tiene nada que ver con Pablo.
- ¿No tiene nada que ver?
La puerta del baño se abrió, y Paula se dio la vuelta, azotando su mano en la puerta.
- ¿Qué demonios? - Vino una voz sorprendida desde el otro lado.
- Este baño está ocupado - contestó Paula - Ve a buscar otro - Volviéndose hacia mí, lanzó su cabello sobre su hombro - ¿Cómo piensas que Pablo se sentiría si supiera que su novia estaba haciendo ojos de jódeme con otro tipo?
- No es verdad - Di un paso adelante, sintiendo mis mejillas en llamas - Peter y yo sólo somos amigos.
- ¿Desde cuándo? Entiendo que no recuerdas nada, pero tú y Peter son de dos mundos diferentes. Él te odiaba. Y el sentimiento era mutuo.
Esas tres palabras me golpearon en el pecho más fuerte de lo que deberían.
- ¿Me odiaba?
Me sonrió como si fuera una pequeña niña que acababa de tratar de meter el dedo en un contacto eléctrico.
- ¿Te gusta?
- ¿Qué? - Me acomodé el bolso y caminé hacia el espejo sobre el lavabo, pretendiendo estar aplicándome nuevamente brillo labial - Ya te he dicho que me gusta como amigo.
Su cara apareció sobre mi hombro, sus ojos gatunos.
- Eso es tranquilizador, porque sería realmente embarazoso si así fuera.
- ¿Por qué? - Cerré de golpe el brillo labial, luchando con la urgencia de lanzárselo en la cara - ¿Porque no es rico?
Arrugó la nariz.
- No. Porque estuvo con Cande el verano pasado en una fiesta, e hizo lo mismo con Rochi. Peter es un jugador.
***
Más tarde esa noche, tenía a un chico en mi cama. La Sra Messer inisistió que hiciera cosas normales todos los días, cosas que pudieran detonar mis recuerdos. Y considerando mi falta de virginidad, tener a Pablo en mi habitación tenía que ser algo familiar.
Mamá y papá se hallaban en alguna clase de subasta de Philly, y no sabía donde estaba Nico. Podría estar en cualquier lugar en la inmensa casa, no tenía idea.
- ¿Por qué no fuiste de compras con las chicas? - preguntó Pablo, estirándose a mi lado.
Encogí uno de mis hombros y giré la cabeza hacia él. Sus ojos eran como un chocolate cálido, pero tenía la sensación de que podrían ser más fríos y duros.
- Quería pasar tiempo contigo.
Pablo parecía feliz con eso, y esa era la verdad. Pasar tiempo a solas con él podría ayudar. Aparentemente, éramos parte de un cuento de hadas, y quería recordarlo - sentirlo. Justo ahora, no sentía nada. Mi respiración no se contenía, no había aleteos en mi pecho o el extenso calor que...No pensaría en él, especialmente después de lo que aprendí sobre él.
Había dormido con Rochi.
Y con Cande.
Cerrando los ojos apretadamente, elaboré una atrocidad de maldiciones. No iba a pensar en Peter. En serio. No cuando me encontraba con Pablo. Estaba mal en tantos niveles, y no necesitaba mis recuerdos para saber eso.
Estiré la mano, pasando las puntas de mis dedos por la curva de su mandíbula. La suya era suave. Me preguntaba cuántas veces hice esto en el pasado.
El simple roce de dedos no desencadenó nada en mi, pero debió haber sido una señal para Pablo. Sus pestañas bajaron mientras se levantaba en su codo, cerniéndose sobre mí. No tocando, pero ahí, tan cerca.
Tragué, llevando mi mano devuelta a mi pecho. Mi aliento se contuvo entonces, pero no por estar excitada. El miedo y la ansiedad me invadieron. Una mirada inquisitiva apareció en sus ojos, como si no estuviera seguro de sí debería hacer esto.
Pero quería que lo hiciera. Podía ayudarme a recordar. Necesitaba recordar. Entonces tal vez recordaría que pasó con Cande.
Asentí y me forcé a sonreír, pero sentí mis labios temblar.
Pablo bajó su boca a mi cuello, acariciando la piel de allí. Mis dedos se curvaron en el edredón mientras presionaba los labios, conteniendo la palabra que quería gritar. Detente.
¿Cuántas veces hicimos esto? Bastantes, me imaginaba. ¿Por qué no me estaría besando y haciendo toda clase de cosas traviesas con alguien que lucía como él haría? Y lo que pasaba no era nada en comparación con lo lejos que ya habíamos llegado. ¿Por qué demonios no podía recordar eso?
Cerré los ojos, deseando que mi corazón dejara de latir tan rápido. Esta palpitación en mi pecho no era agradable. ¿Estaba teniendo un ataque al corazón? Dios, sonaba estúpido. No estaba teniendo un ataque al corazón. Aunque me gustaría que fuera así. Entonces tendríamos que parar.
Y justo en ese momento, en el peor momento conocido por el hombre, pensé en Peter. ¿Por qué Pablo no podía tener tan brillantes ojos azules? ¿O ser tan malditamente paciente como Peter fue en la cafetería, en la casa del árbol y en clase? No importaba con quién hubiera dormido en el pasado, dudaba que Peter estaría moviéndose torpemente con los botones de mi camisa. Él habría notado que mis brazos temblaban y que mis dedos se clavaban en el edredón hasta que mis nudillos se volvieron blancos. De acuerdo. Eso no era-exactamente justo para Pablo. Esta fue mi idea.
Mi corazón saltó otra vez así que me enfoqué en la televisión. Estaban exhibiendo el ESPN, reproduciendo una grabación de un juego de béisbol de la temporada anterior. Imagínate. En la parte baja de la tercera entrada. Los Atlanta Braves estaban en su turno al bate. Dos strikes y una pelota. El bateador tendría que hacer un buen tiro. Una sensación demente me abrumó al darme cuenta de que tenía tal conocimiento en béisbol.
La mano de Pablo me arrastró de regreso a mi cuerpo. Sus dedos me acariciaron por debajo de la banda de mis vaqueros. Respiré superficialmente y abrí los ojos.
- ¿Pablo?
Levantó la cabeza y me miró, sus ojos marrones llenos de confusión.
- ¿Qué pasa, cariño?
- No...no recuerdo nada de esto - susurré
- ¿Voy muy rápido? - Cuando asentí, Pablo me miró por un momento, entonces me besó suavemente. Sólo el roce de sus labios sobre los míos, la más ligera presión, en serio.
Me encogí, y lo notó. Luciendo herido, retrocedió un poco y alejó su mano.
Me sentí como un pedazo de mierda.
- Lo siento. En serio estoy...Yo... - No lo conocía. Ese era el problema. Era como besarse con un completo desconocido.
Se bajó de encima de mí y se apoyó sobre un codo. Sus ojos fueron hacia la pantalla. El bateador había ponchado.
- Pensé que esa era la razón de que estuviéramos haciendo esto. Para ayudarte a recordar. Fue tu idea.
- Lo sé - Me senté, rápidamente abotonando mi blusa. Inclinándome sobre mis rodillas, miré hacia la pantalla - Realmente lo siento.
Hubo una pausa, y lo oí suspirar.
- Está bien. No hay problema. Lo...intentaremos otra vez, luego.
La idea de volverlo a intentar me hizo querer vomitar.
- ¿De acuerdo? - Pablo dejó caer su pesada mano en mi hombro.
Inesperadamente, mi visión se puso gris. El peso de su mano me arrastró hacia abajo, a través del colchón, y sin ninguna advertencia, ya no me hallaba en mi habitación...
Si no cayendo, una y otra vez, girando a través de la oscuridad. El frío aire húmedo me envolvió, tirándome hacia abajo, más abajo. Cayendo tan rápido. No podía respirar. Mis pulmones estaban congelados, mis pensamientos en repetición.
Voy a morir, voy a morir. Voy a morir como ella.
Mi cuerpo se detuvo, no por el impacto, sólo se detuvo. El cielo negro se volvió de un color lechoso, aburrido. Había árboles pintados de gris arriba. Inclinados, partidos por la mitad, sus desnudas ramas acercándose, extendiéndose como dedos que me apuntaban. El agua corría debajo de mí.
Todo estaba muerto, muerto, muerto.
Algo cayó, pasándome en un borrón rojo. Gritos - gritos que hacían que se me pusieran los pelos de punta...gritos que helaban mi alma. Y entonces, silencio.
De repente, Pablo se encontraba inclinado sobre mí, sus ojos amplios. Me tenía agarrada de los hombros, y me sacudía. Mi cabeza cayó.
- ¡Lali! ¡Lali, despierta!
Pasos sonaron fuera de la habitación, y entonces la puerta se abrió. Nico se detuvo de golpe, sus mejillas rojas y los ojos entrecerrados.
- ¿Qué está pasando? ¿Por qué gritaba?
Pablo se alejó rápidamente.
- No lo sé. Un segundo, estaba bien, y entonces sólo tenía esta mirada en su rostro, y comenzó a gritar.
Nico se cernió sobre mí.
- La, di algo.
Parpadeé lentamente, enfocándome en su rostro.
- Voy a morir.
- ¿Qué? - Se sentó a mi lado, poniéndome de tal manera que me hallaba medio sentada sobre él. - ¿Por qué lo dices, La?
Miré sus ojos, verdes casi transparentes. La preocupación los bordeaba.
- Recuerdo pensar eso - dije
Sus ojos se ampliaron ligeramente, y sentí que la cama se hundía con el peso de Pablo.
- ¿Recuerdas algo más? ¿Has recuperado la memoria? - preguntó Nico.
- Recuerdo caer - Me incliné hacia atrás y bajé la mirada. La mitad de mi camisa estaba mal abotonada. Genial. No había duda de que Nico había notado eso - Y había agua, pero eso es todo.
Los hombros de Nico se desplomaron con decepción... ¿O era alivio?
- Sin embargo, algo es algo. Deberías decirle a ese detective. ¿Todavía tienes su número?
- ¿Para qué? - preguntó Pablo - No hay manera de saber si lo que acaba de recordar es en verdad un recuerdo o sólo una alucinación. No hay necesidad de que se averguence así misma de esa manera.
- ¿Por qué piensas que es una alucinación? - pregunté, sospechosa y temerosa al mismo tiempo.
Una mirada avergonzada atravesó su rostro.
- Tu madre mencionó que estuviste...viendo cosas.
Iba a matarla.
- Claro que ella no está viendo cosas - espetó Nico, levantándose de la cama - Lo haces sonar como si estuviera loca. Y no lo está.
Mis mejillas se pusieron rojas. Pablo tenía un punto. No sabía si las cosas que había visto eran realmente recuerdos. No tenían sentido, y no todos ellos podían ser verdad. No era posible que pudiera haberme congelado así en el aire; y los árboles, estaba más que segura que no podían ser grises.
Por el rabillo del ojo vi a Nico darle una fría mirada a Pablo.
- No sé qué hacían ustedes aquí arriba, pero trata de bajarle, amigo. Ya ha pasado por mucho, lo sabes.
La mandíbula de Pablo se tensó, como si estuviera apretando los dientes para evitar responderle.
Nico se fue después de eso, cerrando de golpe la puerta detrás de él. Un incómodo silencio llenó el vacío.
- ¿Piensas que estoy loca? - pregunté, mi voz pequeña
- No, claro que no...sólo creo que estás confundida, pero era de esperarse - Se detuvo, y pude sentir sus ojos en mí - Mira, es mejor que me vaya. Te llamo mañana, ¿de acuerdo?
Asentí.
Pablo se inclinó y besó mi mejilla, pero al levantarse, chocó con mi mesita de noche, golpeando la cajita musical. El impacto la tiró, tocando una nota de la inquietante melodía. La miró, negando con la cabeza.
- Odio esa cosa.
- ¿Por qué?
Negó con la cabeza otra vez.
- Te llamaré mañana.
Después de que se fuera, me acerqué a mi escritorio y tomé la tarjeta que el detective me había dejado. Tenía su número personal, y me había dejado instrucciones de que lo llamara a cualquier hora si recordaba algo. Levanté el teléfono, dudosa. ¿Qué si no era real? Sólo me vería estúpida.
Y loca.
Sentándome en la cama, miré fijamente su número. Parecer estúpida y loca valía la pena si eso ayudaba a encontrar a Cande. Marqué su número.
El detective Ramírez contestó al tercer timbre.
- ¿Aló?
Me aclaré la garganta, aferrándome a la tarjeta de presentación.
- Hola. Soy...Soy Mariana Espósito.
Hubo una pausa, y sonó como si hubiera puesto en silencio la televisión o algo.
- ¿Sí? ¿Todo bien?
- Si - Era ahora o nunca. Cerrando los ojos, recé porque no estuviera cometiendo un error - Recordé algo, pero no estoy segura si ayudará.
- Cualquier cosa ayudaría en este momento - dijo bruscamente.
Le conté lo que había recordado - la oscuridad, el que estuviera cayendo, y el agua corriendo. Al principio, no respondió, y entonces, lo hizo. De repente, me sentía pesada...abrumada por sus palabras.
- En el parque estatal, hay un lago que da a una cascada. Asumo que no recuerdas ninguna de esas cosas, pero vamos a buscar allí el domingo.
Los policías no van a lagos en busca de sobrevivientes. Van allí en busca de cuerpos.
*Se que dije que iba a subir ayer en la noche pero no pude porque fui a ver a mis abuelos:3 Así que por eso subo ahora y puede que mañana también suba porque no voy a ir al cole, tengo fiebre:(
Instagram: @scarlethjaraok
¡¿PORQUEEE?! peter y lali avanzan un poquito y viene paula a cagarlo todo.
ResponderEliminarEspera un poco, cande esta muerta? :OOO
Eliminarmas nove!!!
ResponderEliminarsubí más por fa!
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