jueves, 27 de noviembre de 2014

Walking Disaster: Capítulo 6

Capítulo 6:

Agustín se quedó en la puerta como un idiota enfermo de amor, saludando a Candela mientras ella abandonaba el aparcamiento. Cerró la puerta, y luego colapsó en el sillón reclinable con las más ridícula sonrisa en su cara.



- Eres un tonto - le dije.

- ¿Yo? Deberías haberte visto. Lali no podía irse de aquí lo suficientemente rápido.

Fruncí el ceño. No me pareció que Lali estuviera apurada, pero ahora que Agustín dijo algo recordé que estaba bastante callada cuando volvimos.

- ¿Tú crees?

Agustín se echó a reír, tirándose hacia atrás en la silla y sacando el apoya pies.

- Te odia. Ríndete.

- No me odia. Di en el clavo con esa cita...cena.

La ceja de Agustín se disparó hacia arriba.

- ¿Cita? Pitt. ¿Qué estás haciendo? Porque si esto es sólo un juego y arruinas lo mío, te mataré mientras duermes.

Caí contra el sofá y agarré el control remoto.

- No sé que estoy haciendo, pero no es eso.

Agustín lucía confundido. No le iba a dejar saber que estaba tan desconcertado como él.

- No estaba bromeando - dijo, manteniendo sus ojos en la pantalla de la TV - Te voy a ahogar.

- Te escuché - espeté. Toda la cosa de sentirme fuera de mi elemento me enojaba, y luego tenía a Pepé Le Pew por aquí, amenazándome de muerte. Agustín con un flechazo era molesto. Agustín enamorado era casi intolerable.

- ¿Recuerdas a Daky?

- No es como eso - dijo Agustín, easperado - Es diferente con Cande. Es la indicada.

- ¿Sabes eso después de un par de meses? - pregunté dubitativamente.

- Lo supe en cuanto lo vi.

Negué con la cabeza. Odiaba cuando se ponía así. Unicornios y mariposas saliendo de su trasero, y corazones flotando en el aire. Siempre terminaba con el corazón roto, y luego yo tenía que asegurarme que no bebiera hasta morir durante seis meses. Aunque Candela parecía gustarle.

Lo que sea. Ninguna mujer podría hacerme balbucear y ser un borracho baboso por perderla. Si no se mantenían alrededor, no valían la pena de todos modos.

Agustín se levantó, se estiró y luego se encaminó hacia su habitación.

- Estás lleno de mierda, Agus.

- ¿Cómo lo sabes? - preguntó.

Tenía razón. Nunca he estado enamorado, pero no podía imaginar que eso me pudiera cambiar tanto.

Decidí irme a la cama, también. Me desvestí y me tiré en el colchón, exhausto. En el segundo que mi cabeza tocó la almohada, pensé en Lali. Nuestra conversación se reprodujo textualmente en mi cabeza. Unas pocas veces mostró un brillo de interés. No me odiaba completamente, y eso me ayudó a relajarme. No estaba exactamente disculpándome por mi reputación, pero ella no esperaba que fingiera. Las mujeres no me ponían nervioso. Lali me hacía sentir distraído y concentrado, todo al mismo tiempo. Agitado y relajado. Cabreado y malditamente cerca del vértigo. Nunca me había sentido tan en desacuerdo conmigo mismo. Algo acerca de ese sentimiento me hacía querer estar más cerca de ella.

Después de dos horas mirando el techo, preguntándome si la vería de nuevo al día siguiente, decidí levantarme a buscar una botella de Jack Daniel's en la cocina.

Los vasos de shot estaban limpios en el lavavajillas, así que saqué uno y lo llené hasta el borde. Después de tragarlo, me serví otro. Lo vacié, puse el vaso en el fregadero y regresé. Agustín se encontraba en la puerta de su habitación con una sonrisa en su cara.

- Y así empieza.

- El día que apareciste en nuestro árbol familiar, quise cortarlo.

Agustín se rió una vez y cerró su puerta. Caminé hacia mi cuarto, enojado por no poder discutir.


Las clases de la mañana parecieron durar por siempre, y estaba un poco disgustado conmigo mismo por casi haber corrido hasta la cafetería. Ni siquiera sabía si Lali estaría allí.

Pero estaba.

Brasil se encontraba sentado directamente en frente de ella, charlando con Agustín. Una sonrisa tocó mi cara, y luego suspiré, aliviado y resignado al hecho de que era patético.

La señora del almuerzo llenó mi bandeja con Dios-sabe-qué, y luego caminé hacia la mesa, de pie en frente de Lali.

- Estás sentado en mi silla, Brasil.

- Oh, ¿es ella una de tus chicas, Pitt?

Lali negó con la cabeza.

- Absolutamente no.

Esperé, y luego Brasil cumplió, llevando su bandeja a un asiento vacío al final de la larga mesa.

- ¿Qué hay de nuevo, Pidge? - pregunté, esperando que escupiera veneno hacia mí. Para mi extrema sorpresa, no mostró signos de enojo.

- ¿Qué es eso? - Miró fijamente mi bandeja.

Bajé la vista hacia el brebaje humeante. Estaba haciendo una conversación al azar. Sin embargo, era otra buena señal.

- La señora de la cafetería me asusta. No criticaré sus habilidades culinarias.

Lali me vió hurgar con mi tenedor por algo comestible, y luego pareció distraída por los murmullos de los que nos rodeaban. Concedido, era nuevo para mis compañeros verme hacer un alboroto para sentarme en frente de alguien. Todavía no estaba seguro de por qué lo hice.

- Ugh...el exámen de Bio es después del almuerzo - gimió Candela.

- ¿Has estudiado? - preguntó Lali.

La nariz de Candela se arrugó.

- Dios, no. Pasé toda la noche tranquilizando a mi novio de que no dormirías con Peter.

Agustín inmediatamente se volvió silencioso ante la mención de la conversación de la noche anterior.

Los jugadores de fútbol sentados al final de la mesa hicieron silencio para escuchar nuestra conversación, y Lali se hundió en su asiento, disparando una mirada hacia Candela.

Ella lucía avergonzada. Por alguna razón, estaba avergonzada ante cualquier atención en absoluto.

Candela ignoró a Lali y empujó a Agustín con su hombro, pero el ceño de él no desapareció.

- Jesús, Agus. Lo pasas tan mal, ¿eh? - Le lancé un paquete de ketchup, tratando de aligerar el ambiente. Los estudiantes a nuestro alrededor pusieron su atención en Agustín y luego en Candela, esperando algo por lo que hablar.

Agustín no respondió, pero los ojos grises de Lali me echaron un vistazo con una pequeña sonrisa. Estaba de suerte hoy. No podría odiarme aunque lo intentara. No sabía por qué me preocupa tanto. No era como como si quisiera salir con ella o algo. Sólo parecía el experimento platónico perfecto. Era, básicamente, una buena chica - aunque un poco enojona - y no necesitaba que yo le arruinara su plan para los próximos cinco años. Si es que tenía uno.

Candela frotó la espalda de Agustín.

- Él va a estar bien. Sólo le tomará un tiempo para creer que Lali es resistente a sus encantos.

- No he tratado de seducirla- dije. Sólo me estaba acercando y Candela hundía mi nave - Ella es mi amiga.

Lali miró a Agustín.

- Te lo dije. No tienes nada de qué preocuparte.

Agustín encontró los ojos de Lali, y luego su expresión se suavizó. Crisis evitada. Lali salvó el día.



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