Capítulo 5:
Por primera vez me sentí avergonzado por mi conducta. Pero no duró mucho. Al ver a Lali sentarse al otro lado de la mesa, malhumorada y molesta, me animé enseguida.
Pedí dos cervezas. La mirada de disgusto de Lali me pilló con sorpresa. La camarera coqueteaba abiertamente conmigo, y Lali estaba infeliz. Al parecer, podía hacerla enojar sin siquiera intentarlo.
- ¿Vienes aquí a menudo? - espetó, mirando a la mesera.
Diablos, sí. Ella estaba celosa. Espera. Tal vez la manera en la que era tratado por las mujeres era una desviación. Eso no me sorprendía, ni un poco. Esta chica hacía que mi cabeza diera vueltas.
Apoyé mis codos en la mesa, negándome a dejarla ver lo que me hacía.
- Así que, ¿cuál es tu historia, Pidge? ¿Eres una odia-hombre en general, o sólo me odias a mí?
- Creo que sólo a ti.
Me tuve que reír.
- No puedo comprenderte. Tú eres la única chica que ha estado disgustada conmigo, antes del sexo. No te pones nerviosa cuando hablas conmigo, y no tratas de llamar mi atención.
- No es un truco. Simplemente no me caes bien.
Auch.
- No estarías aquí si no te gustara.
Mi persistencia dio sus frutos. Su ceño fruncido se suavizó y relajó la piel alrededor de mis ojos.
- No digo que eres una mala persona. Simplemente no me gusta ser un objetivo por el sólo hecho de tener una vagina.
Lo que fuese que se apoderó de mí, no lo pude contener. Tratar de contener mi risa fue en vano, y luego me eché a reír. Ella no creía que yo fuera un idiota después de todo, sólo no le gustaba mi forma de llegar. Una oleada de alivio se apoderó de mi, y me reí más fuerte de lo que me había reído en años. Tal vez nunca.
- !Oh, Dios mío! !Me estás matando! Eso es. Hemos de ser amigos. No voy a aceptar un no como respuesta.
- No me importa ser amigos, pero eso no quiere decir que tratarás de meterte entre mis bragas cada cinco segundos.
- No dormirás conmigo. Lo entiendo.
Eso fue todo. Sonrió, y en ese momento, se abrió un nuevo mundo de posibilidades. Mi cerebro brilló con canales porno-Pigeon, y luego todo el sistema cayó, y apareció un recordatorio sobre la nobleza. Sobre no querer arruinar esta rara amistad que acababa de empezar.
Le devolví la sonrisa.
- Tienes mi palabra. Ni siquiera pensaré en tus bragas...a menos que quieras que lo haga.
Apoyó sus pequeños codos en la mesa y se inclinó. Por supuesto, mis ojos fueron derecho a sus tetas, y la forma en que ahora presionaban el borde de la mesa.
- Y eso no sucederá, por lo que podemos ser amigos.
Desafío aceptado.
- Entonces, ¿cuál es tu historia? - preguntó Lali - ¿Siempre has sido Peter "Perro Loco" Lanzani, o sólo desde que llegaste aquí? - Usó dos dedos en cada mano, como comillas cuando dijo el espantoso apodo de mierda.
Me encogí.
- No. Adam comenzó eso después de mi primera pelea.
Odiaba ese apodo, pero se quedó. A todo el mundo parecía agradarle, así que Adam siempre lo usaba.
Después de un silencio incómodo, Lali finalmente habló:
- ¿Eso es todo? ¿No me dirás nada acerca de ti mismo?
A ella no parecía importarle el apodo, o solamente aceptó la historia. Nunca sabía cuando iba a ofenderse o a enloquecer, o cuando sería racional y mantendría la calma. Santo infierno, no podía conseguir bastante de ella.
- ¿Qué quieres saber?
Se encogió de hombros.
- Las cosas normales, de donde eres, lo que quieres ser cuando seas grande...cosas así.
Tuve que trabajar para mantener la tensión fuera de mis hombros. Hablar sobre mí - especialmente de mi pasado - estaba fuera de mi zona de comodidad. Le di algunas respuestas vagas y lo dejé así, pero entonces oí a unos de los jugadores de fútbol haciendo una broma. No me hubiera molestado ni un poco si no estuviera temiendo el momento en el que Lali se diera cuenta de la razón por la cual se estaban riendo. Bien, eso era una mentira. Me habría cabreado un poco sin que se diera cuenta.
Ella seguía queriendo saber sobre mi familia y mi carrera, y yo trataba de no saltar de mi asiento y golpear a todos en una estampida de un solo golpe. Como mi ira hervía, centrarme en la conversación se me hizo más difícil.
- ¿De qué se están riendo? - preguntó finalmente, haciendo un gesto hacia la ruidosa mesa.
Negué con la cabeza.
- Cuéntame - insistió.
Mis labios se apretaron en una delgada línea. Si ella se iba, probablemente no tendría otra oportunidad, y esos imbéciles tendrían algo más de que reírse.
Me miró expectante.
A la mierda.
- Se están riendo de mí por tener que llevarte a cenar, primero. No es por lo general...lo mío.
- ¿Primero?
Cuando entendió el significado, su rostro se congeló. Estaba avergonzada de estar aquí conmigo.
Hice una mueca, esperando que saltara.
Sus hombros cayeron.
- Y yo que tenía miedo de que se estuvieran riendo de ti por ser visto conmigo así vestida, y ellos creen que voy a dormir contigo - se quejó
Espera, ¿qué?
- ¿Por qué no querría ser visto contigo?
Las mejillas de Lali se tornaron rosas, y miró hacia la mesa.
- ¿De qué estábamos hablando?
Suspiré. Ella estaba preocupada por mí. Pensó que se reían de la forma en que lucía. La paloma no era un duro-culo, después de todo. Me decidí a hacer otra pregunta antes de que lo reconsiderara.
- De ti. ¿Cuál es tu especialidad?
- Oh, eh...educación general, por el momento. Todavía estoy indecisa, pero me estoy inclinando hacia contabilidad.
- Tú no eres de aquí, sin embargo. Debes haber tenido un traslado.
- Wichita. Igual que Cande.
- ¿Cómo llegaste aquí desde Kansas?
- Sólo quería escapar
- ¿De qué?
- Mis padres.
Estaba huyendo. Tenía la sensación de que la chaqueta y las perlas que llevaba la noche que nos conocimos eran una fachada. Pero, ¿para ocultar qué? Se molestaba bastante rápido con las preguntas personales, pero antes de que pudiera cambiar de tema, Benja, del equipo de fútbol, escupió algo.
Asentí.
- Entonces, ¿por qué aquí?
Lali espetó algo. Me perdí lo que fuera. El idiota se rió, pero el equipo de fútbol ahogó sus palabras.
- Amigo, se supone que tienes que conseguir una bolsa para el perrito, no bolsear al perrito.
No me pude contener más. Estaban siendo irrespetuosos conmigo y con Lali. Me puse de pie y di unos pasos, se empezaron a empujar unos a otros por la puerta, tropezando y tropezando con una docena de pares de pies.
Los ojos de Lali excavaron la parte de atrás de mi cabeza, trayéndome de vuelta a mis cinco sentidos. Me planté de nuevo en la mesa, ella levantó una ceja, y de inmediato mi frustración y mi ira se desvanecieron.
- Ibas a decirme por qué elegiste esta escuela - le dije. Pretender que el show de hace poco no había ocurrido era probablemente la mejor manera de continuar.
- Es difícil de explicar - dijo, encogiéndose de hombros - Supongo que sólo se sentía bien.
Si había una frase para explicar lo que yo sentía, era esa. No sabía qué diablos hacía, ni porque, pero algo de estar sentado frente a ella en esta cabina me traía una extraña sensación de calma. Incluso en medio de mi furia.
Le sonreí y abrí mi menú.
- Sé lo que quieres decir.
Mass
ResponderEliminarA la noche subo el siguiente:)
Eliminar